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Presentamos EME, nuestra exploración de músicas emergentes

En el marco de una convocatoria realizada por el Ministerio de Cultura quisimos poner el ojo —y el oído— en algunas bandas e iniciativas colectivas que resuenan en Bogotá, Medellín y Cali.

Redacción Cartel Urbano

En medio de un panorama desolador para las escenas culturales del país, el Ministerio de Cultura puso a rodar el proyecto Comparte lo que somos, que hace parte de una convocatoria a través de la cual se busca amortiguar un poco los efectos de la pandemia sobre ejercicios independientes que se la juegan por narrar la realidad del país desde distintos géneros musicales y propuestas.

Exploración de músicas emergentes (EME), es el nombre bajo el cual la Fundación Cartel Urbano está camellando en distintas ciudades del país con la intención de rastrear lo que está surgiendo desde estas expresiones culturales y, a su vez, servir de plataforma a estos proyectos para que mucha más gente les dé el reconocimiento que merecen. 6 artículos, 3 acciones digitales, 6 audio postales y un directorio infográfico sobre esta exploración será el resultado de esta investigación, en la que un equipo de reporteras y reporteros y un laboratorio digital se encargan de producir contenidos y dar cuenta de lo que está pasando desde las nuevas propuestas musicales.

Gato ‘e monte, una travesía sonora entre el llano, los Andes y una ciudad rota. (Pille acá la Presentación En Vivo o lea el Artículo)

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La Muchacha: “Me gustaría que me cuestionaran el lugar desde el que hablo”. (Pille acá la Presentación En Vivo o lea el Artículo)

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Radamel, el demonio irreverente al que le gusta hacer ruido. (Lea acá el Artículo)

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Decibel Sudaka, el colectivo que inunda de punk sureño a Medellín. (Lea acá el Artículo)

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Una Jauría de distorsiones. (Lea acá el Artículo)

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La Berrionda, el gusto culposo de los punkeros paisas. (Pille acá el Mapa Sonoro o lea acá el Artículo)

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El amor negro y diverso de Posá Suto. (Lea acá el Artículo)

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Luego de hacer un barrido por la escena musical paisa y estudiar distintas vueltas que pasan por rap hecho en la Comuna 13, el punk feminista, la guaracha, y la música popular, se decidió ver de cerca el proceso de La Berrionda, una banda de música parrandera conformada por un parche de amigos que hacían punk y que en medio de borracheras empezaron a explorar otros sonidos al punto de darle vida a la agrupación. La misma escena punk paisa es la que los ha seguido desde su génesis y por eso es muy común pillar en sus eventos crestas brincando al son de este nuevo ritmo. En la ciudad de la eterna primavera también se ha explorado lo que hace Decibel Sudaka, un colectivo que lleva trabajando más de tres años por devolver al punk la parte social, entendiendo que desde ahí también se puede construir y crear una comunidad fuerte, algo que con los años parece haber quedado relegado.

Cali y sus periferias también hacen parte de EME. En medio de esta búsqueda se ha logrado ver que el ecosistema musical caleño es bastante nutrido, diverso y no se reduce a los sonidos típicos que históricamente se han presentado como propios de este territorio, y que, además, los intereses creativos van desde los sonidos urbanos más recientes como el neo perreo y el trap, hasta los más establecidos en las escenas alternativas colombianas como el black metal. Después de escudriñar un poco se puso el ojo y el oído en Jauría, un colectivo de gestión para eventos alternativos en la ciudad, del que hacen parte bandas de post hardcore como Mico o Vientre. Por otro lado está Posá Suto, que en lengua palenquera significa ‘nuestra casa’, una comunidad  pensada como espacio seguro para las personas negras que se cuestionan el género, las sexualidades y la raza a través del arte y la resistencia. Artistas como la rapera Marithea o el cantante de género fluido Lo maas bello, han hecho invitaciones a apoyar y ser parte de esta colectividad.

En Bogotá hay tanta vaina, tanta gestión e iniciativa, que mucho talento queda en el aire porque no hay quien esté rastreando todo lo que está pasando. Así fue como llegamos a Radamel, una banda que mofándose del icónico futbolista se bautizó hace tres años de esta manera y cuyos sonidos parecen acercarse al punk aunque aseguren que lo que hacen está fuertemente influenciado por Paquita la del barrio. En medio de sus presentaciones exploran la sensualidad, la irreverencia y el sinsentido. Por suerte no saben cómo hacer música convencional, entonces se dedican a merenguizar lo satánico. O satanizar el merengue. Dos de sus integrantes también son artivistas y cofundadoras de la Red Comunitaria Trans, una propuesta valiosísima que surge como iniciativa de mujeres trans trabajadoras sexuales del barrio Santa Fe, en la localidad de Los Mártires. Por su parte, Gato e´monte es otro de esos músicos que deberíamos escuchar más. Con su guitarra va plasmando en sus canciones lo que ve en la caótica Bogotá, y con temas como ‘Si los cerros quieren darle chumbimba a alguien’ narra algunas de las problemáticas que afectan al país y de las que pocos quieren hablar. 

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No les pierda la pista a las publicaciones de EME en nuestra página web. Atento a nuestras redes, donde iremos lanzando los contenidos. Ojalá no nos toque esperar otra pandemia para que nos apoyen desde arriba con un proyecto tan importante y bonito como este.

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