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Bioconstrucción y arquitectura consciente contra el cemento que inunda la ciudad

No se trata solamente de resolver obras arquitectónicas con materiales ecológicos, asegura el bioconstructor colombiano Lukas Vargas en esta entrevista. Se trata de una consciencia generalizada de consumo, de construir un espacio que voy a habitar, de usar las manos, de entrar en contacto con la tierra y de trabajar en equipo.

Mario Rodríguez H. | @quevivalaeMe

“El concreto es el segundo material más consumido en el mundo después del agua”, asegura el estudio ‘Reciclando Concreto’ realizado por el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible.

Compuesto en su mayoría por cemento, el concreto requiere para su producción enormes cantidades de energía, lo cual se logra quemando combustibles fósiles y cuya consecuencia es la obtención de dióxido de carbono.

Por la producción de cada tonelada de cemento se genera casi una tonelada de CO2. Con una proporción aproximada de 1 a 1 con respecto al dióxido de carbono, la industria del cemento es la tercera más contaminante del planeta, luego, claro, de la de los combustibles fósiles y la explotación de la tierra. Anualmente se fabrican alrededor de 25 billones de toneladas de concreto (conteniendo 2.54 billones de toneladas de cemento) distribuidas de la siguiente forma –precisa el estudio previamente citado–: 69.4% en el continente asiático, 13% en América sin contar a Estados Unidos con su 3.9%, y 10.6% en la Unión Europea.

Y esta realidad no es ajena a la transformación urbanística desenfrenada que vive Bogotá hoy, pues según la constructora colombiana Oikos en 2014 se construyeron, en promedio, 6 apartamentos nuevos cada hora.

Entendiendo las consecuencias ambientales, las industrias no hacen mucho: las únicas plantas de reciclaje de concreto del subcontinente están ubicadas en Brasil, además la cantidad de concreto utilizada en construcción en el mundo, según ‘Reciclando Concreto’, “dobla la cantidad del resto de materiales utilizados incluyendo madera, acero, plástico y aluminio”.

Para hacerles frente a estos desmanes arquitectónicos e inmobiliarios aparece el concepto “bioconstrucción” como una alternativa que involucra en la elaboración de viviendas y otros espacios materiales que no han sido sometidos a procesos industriales ni alterados de forma significativa y que, además, provean de manera eficiente sus propiedades intrínsecas al beneficio del confort habitacional.

Pero no solo se trata de los materiales. En la bioconstrucción entran a jugar tecnologías alternativas que contribuyen al manejo consciente de los recursos, como baños secos o biofiltros, techos verdes con recolección de aguas lluvias, huertas caseras y gran parte del concepto de permacultura.

Para entender la dinámica de esta arquitectura alternativa y sus aplicaciones y beneficios en territorios como el colombiano, hablamos con el bioconstructor Lukas Vargas, arquitecto de la Universidad Nacional, integrante de La Carreta Biblioteca y creador de La Carreta Bioconstruye. Nacido en Ramiriquí (Boyacá), Lukas tiene experiencia en diseño arquitectónico, ejecución y dirección de obras en bioconstrucción con técnicas como el bahareque, la quincha, el adobe, la tapia pisada, BTC (bloques de tierra comprimida), BTA (bloques de tierra alivianada), Cordwood (estructura a base de filas de troncos), la paja enrollada y la encofrada, entre muchas otras.

Ha sido facilitador y tallerista en áreas de construcción sostenible, permacultura, artes y artesanías, compartiendo con niños, comunidades indígenas, rurales y urbanas. Su amor por el trabajo manual y la construcción viene de familia. “La casa en la que actualmente vivimos con mi esposa y mi hijo fue construida por mi padre —cuenta Lukas—. Es una casa construida en madera y adobe, cubierta en teja de barro y cielo raso en caña brava”.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

 

¿Cómo ha sido el proceso de acercar la bioconstrucción a los pueblos y veredas de Colombia?

Los lugares que hemos visitado con La Carreta Biblioteca en donde hemos compartido el taller de bioconstrucción no son muchos. Estos talleres han sido dirigidos a niños de escuelas rurales. Sin embargo aquí entra el tema de la conciencia respecto al consumo. La conciencia de consumo en los niños es limitada, por supuesto que saben algunas maneras y métodos para tener un consumo más responsable y limpio, pero en la práctica en general los niños y en especial la gente que habita en el campo no desarrolla buenas prácticas de consumo y cuidado de las fuentes naturales.

Me es importante decir que la falta de conciencia de consumo (y la falta de conciencia con respecto a muchas otras cosas) está relacionada principalmente con la ausencia de educación de calidad y la abundante pobreza que gobierna la mayoría de las regiones rurales en Colombia.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

 

 

¿En qué se enfoca La Carreta Bioconstruye?

Nace justo después de graduarme como arquitecto, en 2013. Después de recibir una formación intensiva en permacultura en el primer taller internacional de este tipo en Colombia, decidí arriesgarme y organizar un taller en bioconstrucción donde construimos una mansión en barro para las gallinas de una amiga. Con ese taller nació La Carreta Bioconstruye y de ahí en adelante no he parado de hacer bioconstrucción con la gente.

(Le puede interesar conocer cómo vive una comunidad autosostenible en Boyacá)

Bioconstruimos con las comunidades de manera estrecha y solidaria. Nuestro camino es creativo y participativo, involucrando los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Por eso hemos adoptado herramientas de construcción con principios de diseño consciente y sostenible, desde la permacultura, la bioclimática, la arqueoastronomia (que estudia los conocimientos astronómicos que tenían las civilizaciones antiguas), las tecnologías alternativas y todas las actividades que nos permitan consentir nuestros campos y recrear de colores nuestras ciudades. Ya hemos construido cinco casas. En Santa Sofía, Turmequé (esta ha sido la más grande: 200 metros cuadrados), Combita , Fúquene y La Calera.

 

 

¿Cuál es el proceso de una bioconstrucción?

Para iniciar debemos tener completamente terminados los diseños del proyecto, el presupuesto de obra y un cronograma de obra. Cada construcción tiene sus particularidades a nivel de metodologías constructivas, pero en general todas las obras tienen una secuencia lógica y organizada.

Empezamos con la etapa “cero” donde organizamos todos los elementos necesarios para dar inicio de obra, como son el cuarto de herramientas, las fuentes de agua y energía eléctrica necesarias, el acondicionamiento del terreno, la consecución del personal de obra y muchos más.

Si en el lugar donde vamos a construir existen materiales que podamos usar para la obra, entonces continuamos con la etapa que yo llamo “las hormigas”, la cual consiste en seleccionar aquellos materiales útiles, extraerlos de su lugar de origen, transportarlos hasta la obra y transformarlos según las necesidades de uso. Estos materiales comúnmente son madera, arcilla, piedra, arena, fibras vegetales, materiales reciclados, entre otros.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

Seguimos con la etapa de los “topos”, básicamente porque es el momento donde empezamos a hacer las excavaciones necesarias para la cimentación y las necesidades según el diseño. Después de esto se desarrollan las cimentaciones que son en concreto reforzado y se deja listo el área para iniciar con la estructura principal. En bioconstrucciones hablamos de un 10% de cemento, porcentaje realmente bajo frente al más o menos 70% de las construcciones convencionales.

Continuamos con la etapa de los “pájaros carpinteros”, básicamente porque las estructuras las desarrollamos en madera y es un momento de muchos cortes, ensambles, niveles, medidas y alegrías. Paralelamente a esta etapa van sucediendo otras etapas necesarias que van ejecutando los especialistas según el oficio.

Finalizada la estructura principal, se inicia una etapa muy bonita e importante: “la cubierta”, pues es el sombrero que le permitirá al proyecto la comunicación entre la tierra y el cielo.

Después y paralelamente a todo lo anterior se inicia la fiesta del barro, pues empieza el montaje de todos los muros y elementos construidos con este noble material, en esta etapa invitamos a amigos y familiares para que se acerquen a la tierra y desarrollen con ella su natural creación. Es un momento de fiesta y esfuerzo donde intervienen los sentidos, las intuiciones, los saberes, las inspiraciones individuales, y por sobre todo el trabajo colectivo. La tierra nos convoca, nos reúne y nos une.

(Para que la lectura no le dé hambre, le dejamos este recetario vegano en video)

Después de la fiesta del barro se inician los acabados, es una etapa de mucha paciencia y tiempo, las manos más sensibles son convocadas para este proceso. Si los acabados que desarrollamos nosotros, que en su mayoría son de tipo artesanal con materiales nobles, no se desarrollan con esmero y cariño, todo el trabajo anterior quedaría ensombrecido por un traje poco digno a la historia construida hasta ese momento. Dicen que Dios está en los detalles.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

Al final de los proyectos procuramos reír y comer, celebrar el objetivo alcanzado entre todos, celebrar el tiempo compartido, los lazos enriquecidos, porque siempre sucede que a las obras llegamos como conocidos y terminamos como amigos.

En las obras que nosotros desarrollamos es común realizar un taller complementario durante la obra, esto con el fin de abrir la casa, de invitar a la gente a que comparta con nosotros estos saberes, que se embarren y aporten también sus conocimientos. También lo hacemos con la idea de mezclarnos obreros, profesionales, estudiantes, etcétera, porque dentro de la tierra se nos olvidan los títulos y recordamos ser humanos otra vez.

 

 

¿En qué se diferencia esto de una construcción convencional?

Desde lo humano se diferencia que en la bioconstrucción la mayoría de la gente que participa en la obras convive dentro de dinámicas de trabajo más flexibles y menos severas, donde la autoridad no es el eje de organización para las personas.

Los dueños de casa muchas veces participan haciendo todo tipo de labores, compartiendo con obreros y especialistas, acortando las distancias de jerarquía. La gente que decide hacerse su propia casa e involucrarse con los aspectos constructivos de esta, enriquecen sus saberes, aportan sus propias ideas, estimulan su propio sentido creativo, conviven estrechamente con el personal de obra y sobre todo al decidir realizar este tipo de labores, entienden más el esfuerzo y trabajo que realizan día a día los obreros de obra, permitiendo desarrollar conscientemente empatía hacia el otro.

A nivel técnico, en una bioconstrucción es común desarrollar prácticas constructivas sencillas, lo que permite resolver de manera eficiente muchas de las necesidades. La mayoría de los materiales utilizados en una bioconstrucción no han sido sometidos a procesos industrializados, lo que permite que la características de estos materiales, que no han sido alterados de forma significativa, provean de manera eficiente sus propiedades intrínsecas al beneficio del confort habitacional. Ejemplo de ello son los muros construidos con técnicas de barro, un material con gran capacidad de regular la temperatura y la humedad bajo determinadas circunstancias.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

Mediante técnicas, tecnologías y estrategias sencillas, es posible obtener beneficios prácticos para las construcciones en términos de energía. Un techo verde, por ejemplo, permite captar las aguas lluvias, limpiarlas y utilizarlas en los servicios del hogar. Y qué decir de los grandes beneficios para el ser humano y la naturaleza que presta un baño seco, un biofiltro, un biodigestor, entre muchos otros.

A nivel económico son impresionantes las diferencias que puede uno encontrar. Además entendiendo la economía no solo en términos de capital: el uso conciente de los materiales, de las tecnologías y de las técnicas constructivas permite disminuir el consumo agresivo de los recursos, el impacto contaminante de las industrias, el uso excesivo de las energías derivadas del petróleo, y muy seguramente se disminuyen los costos económicos directos de los procesos constructivos.

Además de todo esto, una casa de bioconstrucción bien desarrollada tiene características habitacionales muy saludables para el entorno y para los habitantes de ella, aumentando la calidad de vida de estos y por consiguiente disminuyendo los costes de asistencia en salubridad.

 

 

Además de materiales ecológicos, ¿qué debe pasar dentro de una casa para ser realmente una bioconstrucción?

Utilizar técnicas y tecnologías apropiadas, consientes y eficientes que propicien la sustentabilidad de las comunidades y su entorno. En lo posible ser construida colectivamente.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

Más allá de materiales para muros o pinturas, que son el 90 - 95% de la construcción, se deben incorporar tecnologías alternativas que involucren el manejo de aguas, como baños secos o biofiltros, techos verdes con recolección de aguas lluvias, huertas caseras…

Podrían incluir calefactores solares para calentar el agua, invernaderos y tecnologías asociadas que permitan aprovechar la energía solar de manera pasiva para mejorar el confort térmico de la vivienda, según sea el caso, así como cualquier tecnología que permita obtener energía eléctrica a partir de las fuentes disponibles de cada lugar, bien sea del viento, del sol, del agua o de la tierra.

(Conozca las tiny houses colombianas)

 

 

¿Además de casas, qué otras bioconstrucciones ha hecho La Carreta?

Hornos eficientes, chimeneas, gallineros, invernaderos, semilleros, duchas invernadero, casas para perros, quioscos, espacios múltiples...

 

 

¿Cómo aplicar la bioconstrucción dentro de contextos urbanos y citadinos?

Desarrollando prácticas bioconstructivas en los propios hogares, grandes o pequeñas, lo importante es hacerlo y compartirlo. Difundiendo y compartiendo información sobre las prácticas constructivas por los diferentes medios de comunicación. Bioconstruyendo colectivamente con la familia, los amigos, los del barrio, los del colegio, los de la oficina, etcétera. Involucrando a las entidades educativas, solicitando este tipo de conocimientos de igual manera con los organismos del estado.

 

 

¿Qué es lo primero que habitantes de ciudades como Bogotá debemos hacer para introducirnos en la bioconstrucción?

Ser conscientes de los usos y servicios con los que está provisto un hogar, investigar de dónde provienen esos servicios y cómo hacen para llegar hasta mi hogar, así como qué pasa con esos servicios después de ser utilizados.

Ser conscientes del origen y los procesos de transformación con que han sido elaborados todos los artículos de consumo que utiliza una familia. De igual manera, ser conscientes del origen y los procesos de transformación conque han sido elaborados los alimentos que consumimos. Ser consciente de los procesos a través de los que han sido construidos nuestros hogares, de los materiales utilizados, de las tecnologías utilizadas, de las metodologías constructivas.

¿Y cómo adquirir esa conciencia? Observando y evaluando todo aquello que me distancie de la actitud consciente. Entonces nos damos cuenta de que la bioconstrucción no solo es un tema de cómo resolver la construcción de manera ecológica, sino un tema de conciencia.

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

 

¿Cuáles son las principales dificultades para la bioconstrucción en contextos urbanos?

Y en general en todos los lugares: la falta de una actitud consciente.

 

 

¿Por qué la bioconstrucción es una tendencia que está desarrollándose principalmente en el campo?

Porque en estas zonas la gente es más cercana a resolver sus necesidades de primera mano, haciéndolo ella misma. En las ciudades hay más distancia en ese ejercicio. También porque en Colombia los vacíos legales, las normas y los que las operan permiten que existan construcciones de este tipo sin muchas dificultades. Esto no sucede en muchos países y en Colombia está cambiando. A nivel práctico quizá también es más fácil conseguir los materiales “ecológicos” en estos contextos rurales.

 

 

¿Cómo las bioconstrucciones pueden ayudar a la ciudad?

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Foto cortesía de La Carreta Bioconstruye

La bioconstrucción en la ciudad, por el momento, tiene que adaptarse a las dinámicas constructivas del lugar, es decir, poder ser competitiva y metodológicamente eficiente dentro de los parámetros urbanos. Hay que intentar generar un costo/beneficio rentable al ritmo empresarial y poder ofrecer todas sus bondades de manera masiva para que el impacto ecológico sea evidente.

Ya existen opciones a nivel de técnicas y tecnologías que son muy útiles en el contexto urbano, por el ejemplo el BTC y las impresoras 3D que pueden construir con barro. Llegará el momento en que la ciudad se adapte a la bioconstrucción.


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