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Fotos cortesía de Kbala. Intervención en portada de @burdo.666

Kbala, el rapero y líder comunitario que la Policía señala como vándalo

A pesar de que años de gestión cultural han convertido a este artista en una ficha clave para la escena Hip Hop de la Comuna 13, hoy aparece en un cartel de la Policía señalado como uno de los “vándalos” de Medellín en el marco del Paro Nacional.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

Cuando tenía 12 años, a Dayro Hidalgo le tocó vivir muy de cerca el conflicto armado. El lugar en el que nació y se crió, la Comuna 13 de Medellín, fue el epicentro en 2002 de una de las más recordadas masacres maquillada de operativo militar: la Operación Orión. Eso que Dayro tuvo que ver de pelado cambió su manera de entender el lugar que habitaba.  

Allí mismo en la 13, dos años más tarde conoció el rap. A partir de las barras, Dayro empezó a narrar y a expresar la inconformidad que le despertaba el darse cuenta de la realidad violenta que se vivía en las calles por las que se movía. En 2005, con un grupo de amigos se reunieron para hacer rap y crearon un grupo llamado La Camada y un par de años después fundaron la agrupación Censura Maestra.

Cuando ya tenía 15 años, la ACJ o Asociación Cristiana de Jóvenes, una organización suiza no gubernamental, llegó a la comuna para desarrollar una serie de programas sociales con los más pelados y fue en ese momento en el que Dayro se dejó llevar por el trabajo social con su comunidad. Por esa época, Hidalgo acompañaba la logística de una serie de charlas que daba en instituciones educativas Leyla Fraser Garcés, una mujer del equipo de ACJ que, sin esperarlo, fue quien motivó a Dayro a hablar de manera pública sobre temas de carácter social. 

“Ella un día me dice que la acompañe a un colegio, que va a dar una conferencia. Llegamos al colegio y pues yo le estaba cargando las cartulinas y todo eso y ella se presenta en el salón y les dice: “bueno, aquí los dejo con el tallerista”, y se fue y me dejó al frente de los pelados. Yo los miraba, ellos me miraban y a mí lo único que se me ocurrió fue hacer un fraseito y unas rimas de un tema que estaba escribiendo. Ese día empecé a hablar y hasta el sol de hoy nunca he parado, a ella digamos le debo esta idea de poder charlar con la gente”, cuenta.

Desde ese momento Dayro o Kbala, como se le conoce en la movida artística de Medallo, empezó un proceso de formación más. La ACJ le brindó las herramientas para meterle la ficha y formarse en la resolución de conflictos a partir de ejercicios artísticos y del trabajo en equipo.

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Mientras daba algunas charlas, Kbala seguía haciendo música con Censura Maestra y en sus letras siempre tocaban temas muy cercanos a las vivencias de él y de los demás integrantes de la agrupación, realidades complejas a las que quería aportarles desde su arte, pero sentía que debía consolidar en un ejercicio que les llegara a más personas.

Fue así como en 2015, un año después del último concierto que dieron como Censura maestra, Kbala y un parche de gestores culturales de la 13, se ingeniaron un proyecto a través del cual querían no solo darles la mano a los pelados desde la cultura, sino también buscar la manera de recibir ingresos que les permitieran apoyar a la gente más apretada económicamente de esta zona de Medellín.

Somos de Calle es el colectivo que Dayro creó junto a otros parceros con la intención de generar diferentes espacios formativos enfocados en el arte, puntualmente el Hip Hop, como herramienta de transformación social. En este ejercicio colectivo, Dayro le enseña a los más jóvenes, entre otras cosas, a hacer rap.

“El equipo base somos Trece que es muralista, el Chavo que es productor audiovisual, Manu que es comunicador y periodista, y yo que hablo mucho soy el de las relaciones públicas. Esa es la base, pero detrás hay un equipo impresionante: Daniel que es el profe de Muay Thai o Estivel que se encarga de la parte de gastronomía que es chef profesional. Así hay un montón de personas alrededor que hacen que esto sea muy poderoso”, comenta Kbala.

De la colectividad de Somos de Calle nació la idea de Color Tour Comuna 13, un ejercicio que le apuesta al turismo comunitario como una línea estratégica para el desarrollo económico del territorio. A partir de este proceso, a ellos les ingresa un billete que sirve para apoyar con mercados a las personas más necesitadas del sector.

En este tour guiado por la Comuna 13 las personas pueden ver obra de artistas locales como la Plaga Invade o artistas nacionales del talante de DjLu, Gris o KnoDelix.

(Conozca ‘¿De quién es la calle?: pintura callejera y censura en el Paro Nacional’)

En medio de estos proyectos, Kbala ha podido acompañar procesos dando charlas en ciudades como Quibdó, Cali o Bogotá. En 2016 tuvo la oportunidad de ser invitado a dar una charla sobre la experiencia en la comuna 13 y cómo desde la resolución de conflictos y el arte se pueden cambiar territorios. La charla gustó tanto que Dayro ya lleva 5 años seguidos viajando a diferentes ciudades de México para hablar al respecto.

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Gracias a toda la labor que realiza este parche, Dayro y Somos de Calle se han convertido en un ejemplo a seguir por los más jóvenes, no solo por el liderazgo comunitario que tienen, sino también por el llamado constante que hacen a entender las dinámicas sociopolíticas del país y a moverse de distintas maneras para intentar aportar a un cambio verdadero.

Esa fue la razón que llevó a un grupo de aproximadamente 200 pelados de la comuna 13 a salir el 28 de abril a ejercer su derecho a la protesta y a movilizarse en grupo y de manera pacífica. 

“El 28 nos organizamos y convocamos. Pensamos que iban a llegar unas 30 o 40 personas, pero llegaron como 200 personas. El plan era bajarnos en buses, pero al ver que había tanta gente y mucho ánimo decidimos bajar desde la comuna 13 caminando hasta el punto de concentración de la marcha que era el Parque de las Luces, estamos hablando de una distancia larga”, recuerda Kbala.

La alegría del grupo se hizo notar apenas llegaron como es usual, según cuenta Dayro. Antes de reunirse en el punto de concentración llevan a cabo una acción simbólica que consiste en agacharse, pegar unos gritos y salir corriendo hacia donde está reunida la gente gritando repetidamente resistencia. “Cuando llegamos inmediatamente llamamos la atención, parce. Somos artistas, eso hacemos”, afirma. 

Ese primer día de movilizaciones quedó para el recuerdo. Se la gozaron todos y llegaron sin inconvenientes a sus casas. Al siguiente día, el parche llevó a cabo una marcha motorizada por la 13 y se organizaron para salir nuevamente en masa el 30 de abril.

“El 30 hicimos una marcha muy linda en la comuna con estudiantes y fue muy particular porque no la creamos nosotros. Los estudiantes solos planearon un plantón y nos llamaron y nos dijeron por favor acompáñenos, y decidimos ir con ellos. A mí la verdad me infló el pecho ver a esos pelados de 14 y 17 años unidos por una idea y un sueño de tener a un país diferente”, señala Kbala.

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Al terminar un plantón y una pequeña marcha que hicieron ese día en la comuna, decidieron ir a celebrar la acción tomándose unas polas y fue en medio de esa algarabía que empezó el martirio para Dayro, cuando un amigo llegó al sitio y le mostró en su celular un cartel que había publicado la Policía en donde estaban los rostros de los señalados como vándalos durante la jornada de paro del 28 de abril.

La sorpresa para Kbala era que él salía en una de las fotos. En ese momento la situación se tornó totalmente confusa ya que él siempre desempeñó una labor en medio de este tipo de movilizaciones con el parche; era él quien cuidaba a la gente y evitaba justamente encontronazos con la Policía. 

“Yo tenía dos misiones siempre en las marchas: una es ser el bulloso, el que los ponía a cantar o a saltar. Dos, cuidar la gente. Yo soy el papá, soy el que les digo que no cojan eso, que no griten eso, no agredan a un policía, no se metan por ese lado. Cuando las marchas tienden a calentarse mi misión es llevarme a la gente para evitar precisamente que algo malo ocurra”, asegura Dayro.

Con los nervios alborotados por no saber cómo abordar la situación, Kbala estuvo encerrado en su casa durante ocho días pensando qué hacer hasta que decidió contactar a la Corporación Jurídica Libertad, quienes respaldaron su caso y le asignaron un abogado.  

(Lea ‘El duelo colectivo marca a la comunidad Hip Hop en medio del Paro Nacional’)

Hasta el momento, si bien ya se adelantó la diligencia con el abogado ante la Fiscalía, no han recibido respuesta, lo que genera en Kbala una incertidumbre insostenible. “Lo único que me dicen es que toca esperar que la fiscalía responda. La Fiscalía no ha dicho absolutamente nada, entonces no sé qué pueda pasar. Estamos a la espera de eso precisamente, es un poco tensionante porque hasta cierto punto no sé si puedo salir o no. Es muy frustrante”, explica. 

Para el abogado de la Corporación Jurídica Libertad que lleva el caso de Kbala, vándalo no es una categoría que se pueda identificar dentro de un proceso penal sino que es un señalamiento de corte político y criminalizador que tiene el objetivo de deslegitimar las acciones de protesta que se vienen desarrollando.

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“Ya conocemos varios de los muchachos y muchachas que aparecen dentro de los carteles y evidentemente no hicieron absolutamente nada, entonces ¿cuál es la intención de mostrarlos a ellos? En los carteles que se publicaron sobre Palmira (Valle del Cauca), buscando vándalos supuestamente por daño en bien ajeno, encontramos fotos iguales a las que están en los carteles de acá de Medellín. Efectivamente parece ser una intención más mediática que jurídica”, agrega el abogado. 

Hasta el momento hay personas influyentes en el ámbito político de la ciudad que han buscado a Dayro para enterarse del caso, pero él comenta que no quiere hacer de esto un asunto político y mucho menos tan cerca de nuevas elecciones que es cuando todos estos personajes se mueven motivados por otros intereses. 

“La verdad ha sido muy bonito y poderoso que muchas personas de las grandes élites, porque hay que decirlo, gente supremamente reconocida que incluso no apoya el paro me escribe: “Kbala te apoyamos, sabemos quién sos”. No me he involucrado mucho porque no quiero que se vuelva un tema político. Esto es un tema humano, estoy hablando de dignidad para mí, para mi familia y mis amigos; busco transparencia y que el mundo vea nuestro trabajo y que se limpie mi nombre y el de mi gente”, afirma.

Ante esta grave acusación, Dayro siente y es enfático al señalar que el Estado está estigmatizando el liderazgo que ha ejercido durante 15 años en la Comuna 13.”Me parece que sí hay una relación en la conexión de ser de la 13 y ser quienes movilicemos la protesta desde la 13. No quiero sonar mal pero si fuera un pelado de Castilla el que dirige la marcha quizás no pase nada, como es la 13, y la 13 tiene poder y reconocimiento en la ciudad y la gente se alegra porque son los resistentes, son los guerreros y las guerreras. Creo honestamente que sí hay un ejercicio de estigmatización”, sentencia.

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En momentos y casos particulares como este, lo clave es acompañar y respaldar a líderes comunitarios como Kbala con el objetivo de evitar ensanchar la lista de falsos positivos judiciales, una dinámica estatal común en medio de coyunturas como la que atraviesa el país por estos días.

Vándalo en el contexto que vive la ciudadanía es mucho más que un concepto, y que se señalen liderazgos como el de Dayro de esta manera, da cuenta de un accionar sistemático que busca aminorar la acción política y la incidencia que puedan llegar a tener estas figuras en el marco del paro nacional. Ante esto, es válido cuestionar si esa asociación líder-vándalo que está haciendo la institucionalidad va más allá de un error de cálculo y por el contrario, es un ejercicio discursivo que pretende deslegitimar las movilizaciones y a quienes convocan parche para las mismas.

 

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