
“Quiero ser el Nacho Vidal colombiano”
Jacob es CamBoy, un hombre que muestra su cuerpo desnudo y se masturba en frente de la cámara de su computadora a cambio de dinero. Esta es la historia de un joven paisa que dejó la universidad y la ilusión de ser DJ para concentrarse en su sueño de ser un actor porno y montar su propia empresa.
“Siempre he visto porno. Entraba a shows como el de Dayaanna y me decía: ‘¡qué chimba trabajar en eso!’”, así es como Jacob explica de dónde le surgió la inquietud de ganar dinero haciendo público lo que gran cantidad de jóvenes hacen en la soledad de sus cuartos.
Una dificultad económica hizo que el gusto de Juan (su verdadero nombre) se conviertiera en una oportunidad de empleo; primero visitó un estudio donde hombres y mujeres jóvenes hacen shows frente a computadores en cubículos o pequeños cuartos. Allí se dio cuenta de que no necesitaba intermediarios y podía hacerlo solo. Recurrió a su madre para poder comprar una cámara para su computador, se montó un alias (Jacob) y comenzó el show. Era 2013, tenía 20 años.
Causar morbo en la gente y recibir buenos comentarios excita a Jacob, hace que su show sea fluido. Literalmente. “A mí me gusta masturbarme, entonces es algo natural y es lo que busca la gente, algo que no sea fingido”.
Está convencido de que posee un don. Sus eyaculaciones, asegura, son mejores que las de los demás. “Mis corridas eran normales para mí hasta que hice mis primeros shows. El público quedó extasiado al ver la potencia con la que puedo hacerlo, porque no todos lo logran”. Esa ha sido la herramienta de mercadeo con la cual ha aumentado el número de sus seguidores, en su mayoría hombres homosexuales. “Casi un 90%”, comenta bromeando.
Al instante ratifica que es heterosexual. Se ríe de la situación, no le importa el sexo de sus clientes, él los ve como amigos y además le dejan buena plata.
Jacob gana un mínimo de aproximadamente dos millones y medio de pesos por sus shows en una quincena. En la oferta de servicios también aparecen las sesiones privadas por las cuales cobra 250 mil pesos la hora, en promedio. El precio final depende del cliente; “si es colombiano, yo sé que eso es mucho, pero hay amigos (extranjeros) que envían tips de 500 mil pesos o más”.
El dinero que gana lo invierte en su familia: mamá, abuela y hermano menor, pues es el único que trabaja en su hogar. Lo que sobra va para sus dos motos, “sus niñas mimadas”, su imagen (gimnasio, ropa y alimentación) y lo que necesite para mejorar su figura. El resto lo gasta en amigos, aunque cada vez los ve menos.
En un negocio donde la sordidez está a la orden del día, a Jacob le pidieron en una ocasión ponerse una bolsa en la cabeza para que experimentara asfixia erótica. No le pareció extraño. “Son gustos. Para unos será algo extremo, para otros algo común, cada loco con su costal”, opina.
¿Qué dicen su familia y sus amigos?
A los tres meses de estar en esta actividad tuvo que confesarle a su familia la realidad de su trabajo.“Empecé diciéndoles que estaba en una empresa de telecomunicaciones, pero las mentiras se caen solas y se los tuve que confesar”. Primero fue su madre; después, la abuela y su hermano menor. Todos lo apoyan y se hacen los de oídos sordos a los comentarios y juicios que pueda generar su labor.
“Si me pongo a pensar en eso, no llegaré a nada. Tengo que realizar lo que sea para sobrevivir”. Asegura que de no ser por los webshows, muy seguramente estaría metido “en negocios raros”, pues estaban pasando por una situación complicada con su familia cuando esta historia comenzó.
Una vez enterado el círculo íntimo, contarles a sus amigos cercanos fue menos complicado. “A esos pendejos les da igual. Incluso muchos lo intentaron también… Lo que yo hago es algo común en estos días. Seguramente rajan de uno a la espalda”.
Trabajar como CamBoy hizo que Jacob renunciara a otros sueños como ser DJ o piloto de moto. También abandonó la universidad: primero dejó la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Universidad de Medellín (dice que eran “demasiados números”), luego se retiró de Fotografía porque necesitaba tiempo para entrenar, mejorar su físico y continuar administrando el nuevo sueño de tener una empresa porno.
De parejas no habla, prefiere estar soltero y enfocado en el trabajo. Afirma que nadie entendería su actual profesión y menos la determinación de escalar el asunto participando en películas porno.
Lo que empezó como una salida alternativa a una crisis se convirtió en la pasión de Juan. O Jacob. Sueña con ser el próximo ‘Nacho Vidal colombiano’, por eso no le avergüenza su actual actividad. “Tan sólo me enfoco en disfrutar de una paja”, concluye.