‘El Malo’, un joyero que fabrica dientes de oro para todo el que quiera brillar
“Lo que yo digo es que los raperos, que fue con quienes empezaron los grillz, no vieron donde más ponerse joyas. Un día se preguntaron: ¿Dónde más nos ponemos joyas? Y la respuesta fue: Pues en la boca”.
Aunque algunos quisieran, sería imposible remover aquel episodio de la historia nacional en que a Diomedes Díaz se le ocurrió incrustarse un diamante en uno de sus incisivos superiores. En el año 93, el Cacique de la Junta se implantó una piedra preciosa de 0.30qt que perdió y luego reemplazó por una de 0.39qt traída de la India. Sin embargo, el día de su muerte no se llevó nada: su canto, su fama y su diamante indio se quedaron aquí, en la tierra de la eterna parranda.
Muchos piensan que Diomedes fue un precursor, pero esa extravagancia en su dentadura que tanto escandalizó al país ya tenía trayectoria en otros rincones del globo. Numerosas personalidades de todo el mundo ya ‘pimpeaban’ sus dientes con diamantes y otras piedras preciosas o mandaban fabricar parrillas de dientes de oro y plata. Los famosos grillz, joyas bling-bling populares en la cultura hip hop desde tiempo atrás, comenzaban a dar sus pasos fuera de Estados Unidos y eran lucidos entre aquellos que querían demostrar poder y opulencia.
Foto de Daniel Sierra
Algunos afirman que los grillz tienen su origen durante los años de la esclavitud en Norteamerica, otros hablan de la adaptación estética del uso de metales como el oro, populares en antiguos procedimientos odontológicos. Sin embargo, la versión más extendida sitúa el origen de esta práctica entre las calles de Nueva York de la mano de Eddie Plein, dueño de la joyería Eddie’s Gold Teeth y entre la comunidad hip hop donde, lejano a todo pasado cultural o médico, se posicionó como una referencia de moda y parte de un estilo de vida.
Pero aunque sea difícil poner lugar y fecha al nacimiento de esta tendencia, y aún más complejo es ubicar el momento exacto cuando llegó a Colombia, hoy por hoy los grillz siguen generando simpatía entre los artistas del mundo (Rihanna, Madonna, OutKast, Lil Jon, etcétera). De plata o de oro, puestos sólo en los colmillos o en parrillas completas, los grillz siguen marcando tendencia y admiración entre un público que cada vez se hace más amplio.
Si no que lo diga El Malo, el joyero secreto que fabrica grillz en Medellín.
Foto de Alexis Henao
El Malo es joyero desde hace seis años. A los grillz, igual que a la joyería, llegó como él mismo afirma, misteriosamente. “Lo mío realmente fue una exploración —afirma El Malo—. Alguna vez le comenté a un amigo que yo, tal vez, sabía cómo hacerlo y él me paró bolas y me dijo: Parce de una, hagámoslo un día a ver si sale o no. Y me llamó Crudo, el rapero, y me dijo: parce, Camilo (que es el amigo al que le conté) me dijo que vos hacés grillz”, y yo le dije: no parce, yo no sé hacer eso, yo creo que sé cómo se hacen, si quiere ensayamos. Fue eso realmente. La motivación fue aprender y salió. Obvio fue un proceso de mucho aprendizaje, porque no salieron al primer ensayo. Pero la motivación siempre fue aprender una técnica nueva de joyería y la valijería que también me parece un proceso muy chimba”.
Foto de Daniel Sierra
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Poco a poco El Malo fue cogiendo cancha. “Fue prueba y error —dice—. Cuando me llamó Crudo empezamos a hacer los dientes de él. Luego un amigo de Crudo lo llamó a decirle: hey, te estás haciendo unos grillz, y el man dijo: sí, le tengo quien se los haga. Entonces llegó otro cliente y después llegó otro cliente y yo todavía no sabía cómo hacerlo. Fue cagarla y volverla a hacer y volverla a cagar y volverla a hacer, hasta que con la ayuda necesaria salió la cosa”.
Y es que trabajar con oro y plata no es sencillo. No sólo por la labor artesanal y la experticia que debe tenerse a la hora de fabricar piezas pequeñas como dientes, sino también por las implicaciones ambientales que la extracción de estos recursos conlleva. Esto es algo que El Malo no desconoce, pero que se ve opacado por la cultura popular del lujo, la cual cada vez coge más fuerza.
“Volver al lujo excesivo me parece muy bueno —confiesa—. Obviamente todo esto acarrea unas cuestiones morales y ambientales, porque extraer oro es también una cuestión contaminante, pero me gusta el lujo. Me gusta que la gente se embambe, como decimos, o como dicen los más valijas: que se ‘atalajen’. Eso es presencia para ellos y eso me gusta a mí también”.
A la izquierda, los diente de Sara Echeverri. A la derecha, Ily Wondder junto a métricas frías.
Aunque los grillz han sido objeto de crítica por parte de miembros de la disciplina odontológica pues muchos profesionales aseguran que estos artilugios causan problemas en dientes y encías, a materiales como el oro les precede una historia de uso bastante amplia en la medicina y gozan de una reputación como material conductivo. “En un principio no era tanto un lujo sino una herramienta odontológica que había a la mano. Si se te caía un diente o se te partía, te lo ponías de oro. El oro a vos te lo pueden implantar en una rodilla y nunca te va a poner problema ni nada. En la boca lo mismo. Lo que yo digo es que los raperos, que fue con quienes empezaron los grillz, no vieron donde más ponerse joyas. Un día se preguntaron: ¿Dónde más nos ponemos joyas? Y la respuesta fue: Pues en la boca”, afirma El Malo, cuyo trabajo ha llegado a las encías de otros exponentes de la escena hip hop nacional como Doble Porción y Xarxuplex.
Todo esto es una cuestión de lujo puro: lujo en la boca. “Es muy chabacana la cosa —dice Crudo, quien disfruta salir a comprar a la tienda luciendo su parrilla de oro—. Un mal gusto pero del bueno. Se trata de decir que no sabemos nada y mostrarlo. Al final se trata de empezar a brillar sin pena, sin miedo. Uno no tiene por qué esconder sus alajas. La gente tiene que respetar a la gente que se quiera embambar. El que quiera brillar que brille”.
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Por su parte Xarxuplex afirma: “En el rap he visto todo tipo de joyas. No es que yo sea fanático del oro ni nada, pero siempre me pareció la ley. Siempre me pareció re curioso, yo no entendía cómo era el proceso. Yo pensaba que a lo bien esos manes se quitaban el diente y se ponían otro material, pero fue hablando con El Malo que él me explicó cómo se hace”.
Doble Porción luciendo los dientes de El Malo
Pero aunque los grillz hayan alcanzado su mayor furor dentro de la comunidad hip hop, teniendo referentes como Juvenile o Lil Wayne, su uso se ha desplazado hacia otros ámbitos musicales, encontrando en el camino a rockeros y otros personajes dispuestos también al mundo del embambe. “Mirá, lo que está pasando, por lo menos yo lo veo así en Medellín, es que hay una apertura musical —dice El Malo—. Hay rockeros en Medellín que escuchan Doble Porción y van a los conciertos. Hay rockeros en Medellín que tienen grillz. O sea, ya no es una cuestión solamente del rap, sino que hay todo un movimiento, llamémoslo alternativo, que se mueve en todas esas esferas musicales que también se están metiendo en ese mundo del lujo”.
Con bajo perfil, buscando que su trabajo hable por sí sólo, El Malo va poco a poco haciéndose un nombre en una escena en la que, como el mismo Crudo comenta, confluyen diferentes artistas que la nutren día a día. Para algunos, no obstante, la apuesta por éste tipo de atuendos y accesorios es de mal gusto. Sin embargo, para aquellos involucrados en el estilo de vida gangsta, del malo (que no es malandrín, ni vago, ni delincuente), el bling-bling y el brillo es algo con lo que se identifican, una marca de su personalidad y sus ritmos.
“El concepto que quiero manejar con El Malo es gente ‘malosa’, pero más como una cuestión estética. Seguramente llegará algún maloso [de verdad] también, pero es más como un lifestyle, como mostrar esta gente embambada, llena de cadenas de oro. Salseros, raperos, pero que no sea sólo ceñido a un solo grupo o a una sola cuestión musical, sino para el que quiera y tenga esa actitud. A la gente le gusta, pero todavía no se acercan del todo. Sólo los más arriesgados lo hacen”.