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Moebiuz: en la casa del hip hop no hay jefes

Algo debemos entender: el rap colombiano ya no es el mismo de hace dos décadas. En los últimos siete años, este estudio paisa se ha especializado en producir la música de MCs que escriben letras sólidas, astutas, con rimas kilométricas, como Gordo Sarkasmus, AnyOne, Métricas Frías, Rapiphero, Sison Beats, Mañas RuFino, entre otros.  

Felipe Sánchez Hincapié

“¡Mirá cómo pararon eso de rápido!”, dice Mateo Montaño (conocido en la escena hip hop como Mateo Granuja) mientras mira uno de los edificios de Ciudad del Río, un sector al sur de Medellín; antes había allí fundidoras de acero, pero hoy la zona está repleta de lujosos hoteles y edificios.

“Hace una semana ese edificio estaba como ese otro”, dice Granuja, señalando otra construcción que está al lado, en obra negra. Hace frío y el cielo está nublado. Sebastián Álvarez (A.K.A. Zof Ziro), quien lo acompaña, guarda silencio, levanta la cabeza y mira las ventanas de los apartamentos. Seguramente, gracias a su ingeniosa mente de rapero, Ziro imagina las historias que allí suceden.

Granuja y Ziro acaban de fumarse un bareto. Poco les importa el anuncio que el 8 de marzo hizo el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, en el que se advierten multas a quienes fumen marihuana en sitios públicos. “Al final van a aceptar que todo el mundo fuma por ahí”, dice Ziro como si estuviera rapeando una de sus letras.

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No Rules. Crudo Means Raw. 

 

 

Los dos hacen parte de Gordo Sarkasmus (lea aquí Gordo Sarkasmus o los herejes del rap) y desde 2010 levantan el polvo en Medellín y otras ciudades del país con una pesada descarga de humor, ironía y astucia. Pero hoy vienen a hablarme de Moebiuz, el estudio de grabación que montó Ziro en 2009 y al que llegó Granuja meses después.  

Lo que empezó como un parche se convirtió en una plataforma de producción musical no solo para ellos, sino también para otros raperos que quieren vivir de sus rimas y beats

 

 

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En 2009 Sebastián Álvarez estaba cansado de trabajar en Cine Colombia. Ya había grabado su primer álbum pero se encontraba en una encrucijada: seguir con su trabajo o dedicarse a la música.

“Yo grabé ese CD, Galería de sombras, donde Junior Ruiz —recuerda Ziro—. Quería sacar otro pero pillé que tenía que camellar y ahorrar, así como hice pa’ sacar el primero. Cuando me di cuenta de que estaba muy gonorrea el camello que me conseguí, dije que iba a montar un estudio pa’ grabar mis propias vueltas”.

Sin empleo, pero con deseos de componer y grabar, compró los equipos (bafles, computador, controlador, interfaz de sonido y micrófonos) y con la ayuda de un familiar montó una cabina en su casa del barrio Las Margaritas (Envigado).

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Mateo Montaño. Granuja. Moebiuz

 

 

El siguiente paso fue ponerle nombre al estudio:

“Ese nombre quiere trasmitir el infinito y sus posibilidades —explica Zof Ziro—. Viene del apellido de un man (August Ferdinand Möbius) que descubrió una cinta que nunca se acaba”.

Moebiuz, entonces, responde bastante bien con la experimentación y libertad infinita con que compuso sus primeras canciones.

Las puertas del estudio se abrieron a ideas y sonidos de otros que quisieran sumarse a ese viaje infinito por la música. Uno de ellos fue Granuja, quien estudiaba Periodismo en la Universidad de Antioquia.

“Yo estaba buscando un lugar donde grabar mis temas —recuerda Mateo Granuja— y un amigo que grabó en Moebiuz, Juan David Villa, me dijo que era melo y barato. Llegué allá con otro parcero a grabar un tema; me engomé demasiado y empecé a ir mucho. Ziro también estaba haciendo su trabajo. Empezamos a formar una amistad y eso nos llevó a hacer música”.

Como Gordo Sarkasmus, Granuja y Ziro han grabado el demo 30 de febrero, el sencillo Debería y los álbumes El Estereólogo, Hallowinners (I y II), La patria boba y Herejías

 

 

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La noche llega a Ciudad del Río y las lámparas se encienden como luciérnagas. Mateo Granuja y Zof Ziro siguen parados en la acera. Todo está a oscuras y solo: en nada se parece a Moebiuz Studio, que actualmente está ubicado en San Antonio de Pereira, un corregimiento del municipio de Rionegro (a donde se fue a vivir Zof Ziro junto a su abuela).

El ambiente campestre convirtió el estudio en un lugar tranquilo donde las rimas fluyen sin tropiezo. Para Ziro, el trabajo que se realiza en el estudio consiste en “parcharnos a hacer un beat o escoger uno que ya esté hecho y que nos guste. Nos sentamos, pensamos un rato”. “Todo depende del día —complementa Granuja—, porque no hay reglas ni pasos”.

 

"Cuando me di cuenta de que estaba muy gonorrea el camello que me conseguí, dije que iba a montar un estudio pa’ grabar mis propias vueltas”

 

Moebiuz, además de ser un estudio de grabación, es un lugar en el que ellos y otros raperos pueden grabar sus canciones y disfrutar de un proceso creativo en el que no hay restricciones.

“Más allá de decir ‘hey, este es un estudio, vengan a grabar todos y vamos a cobrarles’, es un parche —precisa Mateo—; aunque si alguien va a pagar pues no le vamos a decir que no, pero esa no es la idea, no vamos a montar un estudio como un negocio para grabarle a todo el que llegue”.

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Granuja. Zof Ziro. Mañas Rufino.

 

 

Sin embargo, Moebiuz cuenta con un recorrido que le permite mantenerse y expandirse en una escena que cada vez adquiere más fuerza. A la fecha, han grabado El abrebocas de Doble Porción, Serenata sin mariachis de Métricas frías, Rap nativo de No Rules Clan (lea aquí Los rumbos de No Rules Clan), Tiempo libre de AnyOne/Cualquiera, Más caras con máscaras de El Jose & Rapiphero, El escritor insobornable y Welcome to hell de Páez.

“La gente sabe que tiene las puertas abiertas sin requisitos ni güevonadas. Es más una cuestión de conexión y química —afirma Granuja—. La distribución física de los discos depende más del grupo, porque nosotros no somos un sello que patrocine. Cada grupo busca sus medios y recursos para sacarlo, con el nombre de Moebiuz. En algún momento el mismo parche va ir alimentándose y podrá pagar por sacar el CD sin que sea el grupo. Es un proceso de evolución y ahora, con las redes sociales, es más fácil distribuir las vueltas. Aunque si hay que salir a pegar afiches, se pegan. Si hay que meterse a internet a linkear, lo hacemos. Hacemos lo que haya que hacer, lo necesario”.

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Zof Ziro.

 

 

Aunque no revelan muchos detalles y quieren mantener la expectativa, próximamente publicarán un CD hecho en colaboración con Crudo Means Raw y Doble Porción —una especie de Fania All Stars del rap paisa—. También presentarán un nuevo trabajo de Doble Porción.

Su dedicación refleja el buen momento de la escena hip hop en Medellín, donde muchos jóvenes se las ingenian para rapear las luces y sombras de una ciudad bella y caótica. 

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A unos cuantos pasos de Mateo Granuja y Zof Ziro un joven camina en círculos. Teclea en su celular con afán, espera, nadie le contesta. Se desespera. Una amiga trata de tranquilizarlo pero él sigue caminando y parece que fuera a abrir un hueco en la calle. La razón: cuando el tipo se bajó del carro dejó las llaves dentro y cerró la puerta.

Granuja y Ziro miran al tipo y se lamentan. Es seguro: una escena que Gordo Sarkasmus podría incluir en una de sus canciones. Pero ahora no tienen ganas de improvisar.

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Mañas Rufino.

 

 

Los ingeniosos raps que hoy se graban en Moebiuz nacen de observar la ciudad, de momentos como este: de la agudeza del argumento y la creatividad de quien escribe la rima.

“Yo creo que están pasando cosas —asegura Zof Ziro—, que están cambiando muchas cosas. No será lo más rápido porque en Colombia todo es lento y difícil, pero los raperos de acá están llegando a lugares que antes no se pensaban. Todo está evolucionando y vamos a ver hasta dónde va la vuelta”.

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Zof Ziro.

 

Sus palabras no son fruto de un capricho pasajero, sino de una realidad contundente: el hip hop se está abriendo camino a paso firme. Grupos como Crew Peligrosos, que el 11 de marzo abrió el concierto de Snoop Dogg en el Centro de Eventos La Macarena; o AlcolirykoZ (lea aquí El Arkeólogo de los beats), que está de gira en México, demuestran que el hip hop salió de su zona de confort para refrescar el sonido y conquistar nuevos oídos.

“Antes los raperos se quejaban mucho porque la gente no iba a los conciertos  y no les compraban CDs—dice Granuja—. Pero era porque no tenían buena calidad. Ahora ha aparecido gente muy tesa y desde que haya gente tesa la cosa se pone mejor”.

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Zof Ziro.

 

 

Para Mateo el hip hop “tiene una cosa que no tiene ningún otro género y es que uno habla de lo que le dé la gana. Hay temas que hablan de… no sé, los colores de los zapatos. En un principio puede sonar muy vacío, pero si usted se pone a escuchar, el man dice metáforas y compara eso (los colores) con muchas cosas. El rap es mucho más complejo en el sentido del contenido que otros géneros. Usted escucha un vallenato y en una canción pueden haber 20 palabras y ya. Mientras que uno 20 palabras las dice en un momentico”.

Además de las metáforas y rimas que retumban a beats por segundo, la diversidad musical le da un toque especial. “El rap puede ser muy llamativo para alguien que le guste la música en general — agrega Ziro—, porque se hace de todas: la música con la que se hizo el beat puede ser bolero, rock, música étnica o cualquier cosa”.

 

Los planes son muy claros: no quieren trabajar, sino rapear. Mientras Granuja quiere “vivir de esta vuelta, no tener un jefe encima diciéndome qué hacer, ni levantarme a las 7:00 a.m. sin hacer lo que me nace”, Ziro desea rapear, levantarse a comer cereal, “tomar juguito y seguir rapeando”. 

Aunque tienen clara la vuelta, ninguno quiere convertirse en profeta, ni reclutar fieles. “Nosotros no llevamos un mensaje —dice Mateo—, ni queremos decir: ‘nosotros, Moebiuz, somos esto, o nosotros queremos cierto tipo de gente detrás de nosotros. Apóyennos’. Nosotros solo queremos camellar y cada vez sonar y ser técnicamente mejor: más pensado, mejor producido y organizado desde lo económico hasta en la forma de hacer la música”.

El reloj marca las 6:45 p.m. El joven que antes se lamentaba porque dejó las llaves dentro de su carro ahora hace chistes y su amiga se los celebra con una carcajada. Granuja y Ziro no quieren irse todavía. Mañana, quizás, cada uno tarareará una canción que tenga en mente, que se le haya ocurrido al ver al muchacho desesperado. Las puertas de Moebiuz Studio, claro, se abrirán ante la música y la creatividad.

Aunque eso puede pasar otro día, a cualquier hora, no importa, porque en esa casa del hip hop no hay jefes. Menos mal.


Ya que llegó hasta aquí, lea —o más bien escuche— también N.Hardem o el perro de ataque: una entrevista rapeada

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