
Tienda bolchevique: la renovación gráfica de una ideología con más de un siglo
“Lo que se trató de hacer fue buscar personajes más relevantes, como Lenin y otros líderes que han hecho parte de la historia comunista. En el marco de los 100 años de la Revolución Rusa se pensó principalmente en diseñar y repensarse la estética de izquierda como algo que no sea solo para gente de izquierda”.
La Revolución de Octubre (1917) fue producto de la insuficiencia gubernamental de la dinastía Romanov, una familia que estuvo en el poder durante tres siglos en Rusia. Las políticas elitistas de los zares y las consecuencias socioeconómicas que dejaba el desarrollo de la Primera Guerra Mundial habían hundido al pueblo ruso en una pobreza insufrible. La salida que encontraron los opositores fue un levantamiento obrero y militar que desembocó en el apropiamiento de un concepto y una manera de ver el mundo que tuvo ecos por toda Latinoamérica: el comunismo bolchevique.
Lenin —respetado y criticado por igual— fue el precursor y uno de los principales ejecutores de esta revuelta. Su labor comunicacional durante la gestación de la revolución marcó un precedente importante en la elaboración de propaganda política, que sirvió como modelo en campañas de la época y que aún hoy tiene validez en muchas organizaciones.
El cartel, táctica predilecta para acercar las ideas revolucionarias a la gente y la prensa, y el periódico Pravda —palabra rusa que en español significa verdad— fueron los canales preferidos por este líder político para comunicarse, pues según él la propaganda era el nexo de las masas con el partido.
Estos métodos aún son vigentes en términos de política y el Partido Comunista Colombiano (PCC) se ha involucrado en una renovación de la estética y el lenguaje en la línea gráfica y las estrategias comunicacionales. A pesar de las críticas que hoy recibe la izquierda latinoamericana por casos como el de Venezuela, el PCC hace 6 años viene trabajando en la construcción de iniciativas que permitan un mayor acercamiento a la gente y una mejor exposición del discurso que plantean. Así nació en 2016 La Tienda Bolchevique, una marca comercial con contenido oficialmente comunista.
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Carolina Tejada, responsable de comunicaciones del PCC. Foto por Daniel Sierra.
Nicolás Jiménez, diseñador gráfico de la Tienda Bolchevique. Foto por Daniel Sierra.
“La idea surge porque somos una organización de izquierda —afirma Carolina Tejada, responsable de comunicaciones del PCC— que de una u otra manera tiene una participación política en diferentes escenarios juveniles, culturales y artísticos, y veíamos que el trabajo que desarrollábamos desde el ámbito de comunicaciones era muy limitado, porque somos muy pocas las organizaciones de izquierda que destinan recursos financieros para promover el tema de la comunicación política, más allá del ejercicio netamente de propaganda. Entonces teniendo en cuenta la dinámica en la que nos estábamos manejando, desarrollando o haciendo presencia, y entendiendo también la importancia de poder renovar el tema de la comunicación donde es necesario estar a la orden del día de las realidades, dijimos: no estamos en la época de los 80 y tenemos que comprender que este es otro momento que exige dinámicas de trabajo diferentes y la comunicación es una herramienta esencial”.
El año pasado, en el marco de la celebración de los 100 años de la Revolución Rusa, la Tienda Bolchevique lanzó su primera colección que incluyó una variedad de productos como camisetas, gorras, pocillos y llaveros con el rostro de Lenin, Marx, entre otros.
Los diseños estuvieron a cargo de Nicolás Jiménez y su estudio La Bogotana. “Hay que ser de izquierda para poder hacer ese tipo de trabajo —dice—, hay que entender el discurso. Más allá de decir yo quiero ser o soy, hay que estudiarlo, hay que saber qué se defiende y que no. Es una decisión de vida, a mí me pasó hace muchos años que trabajé en una agencia de publicidad y me dijeron: trabaje para Pacific Rubiales. Yo dije: no quiero hacerlo porque no quiero colaborar a que el mundo esté más jodido, quiero ayudar, tengo unas creencias políticas y creo que lo puedo hacer desde el dibujo. Es mucho más difícil ser un diseñador que trabaja para la izquierda que ser uno de agencia”.
Foto por Daniel Sierra
Foto por Daniel Sierra.
Esta representación gráfica y su posterior producción comercial se definieron con el objetivo de presentar un mensaje amable y actual pero, según sus ejecutores, sin vaciarlo de contenido, sin dejar de lado la importancia que han tenido personajes como Marx para el desarrollo del pensamiento y de la historia moderna.
Pero, ¿cómo evitar caer en la imagen por la imagen, en lo mainstream, sobre todo con un antecedente como el del rostro del Che Guevara?
Nicolás cree que la clave para no caer en lo mismo con los diseños de la Tienda Bolchevique es no ponerse muy creativo y respetar la lógica original de la propaganda soviética. Los dibujos que usó para la primera colección de la marca tienen un estilo de cartoon noventero, que además vuelve a los principios básicos del retrato, algo que él sí está dispuesto a aplicar.
“Lo que se trató de hacer fue buscar personajes más relevantes, como Lenin y otros líderes que han hecho parte de la historia comunista —cuenta Nicolás, quien además de gráfico es graduado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital y de Música de la Universidad Nacional—. En el marco de los 100 años de la Revolución Rusa se pensó principalmente en diseñar y repensarse la estética de izquierda como algo que no sea solo para gente de izquierda”.
Siendo así, ¿para quiénes están dirigidos en realidad los productos de la tienda y sus mensajes?
“Si yo te dijera que es para todos te estaría diciendo mentiras porque no queremos terminar vaciando de contenido los símbolos —dice Federico García, responsable de la formación del área de comunicaciones del PCC—. Siempre digo que la resistencia se aviva cuando está perseguida y la mejor manera de apagarla es absorbiéndola, incluyéndola y cooptándola y eso también sucede en lo simbólico. Tal vez por eso las imágenes nunca vienen solas en los productos de la tienda, siempre vienen con mensajes que son de alguna manera transgresores. Tampoco es para que lo use todo el mundo en cualquier ocasión”.
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Según Carolina Tejada, Lenin fue uno de los personajes que promovió que los comunistas y la gente de izquierda se metieran en temas de comunicación para darle un valor agregado a la misma desde puntos de vista artísticos y culturales, que es, según ella, lo que busca el área de comunicaciones del partido en estos momentos. Con relación a lo comunicativo, Federico explica que Bolchevique es una palabra sonora que no requiere mayor explicación, que tiene potencia y transmite buena parte de lo que quieren decir.
Se podría pensar que hay un gran riesgo de mercantilización de un discurso que, precisamente, se enfrenta a las mecánicas del capitalismo. “Yo creo que hay un moralismo muy grande frente a lo que significa ser comunista en Colombia y a lo que significa sobrevivir como comunista —dice Carolina Tejada—. Nosotros también tenemos que tener una base económica para subsistir, o sea, no por ser comunistas tenemos que oler feo, vestir feo y comer mal”. Federico, por su parte, afirma que el PCC también necesita finanzas, pues viven en el capitalismo y todos tienen que pagar luz, agua, diseñadores y materiales para llevar a cabo cualquier iniciativa comunicativa que se proponga, además asegura que en este proyecto de la tienda no hay una búsqueda de lucro personal. Por último, citando a José Martí, dice que el monstruo se combate desde dentro.
Más allá de la búsqueda de la modernización de la estética y de la línea gráfica, la Tienda Bolchevique tiene como función ser una herramienta encaminada a la renovación de un discurso con más de un siglo de edad. Tras una época dorada —los ochenta— en términos de comunicaciones del ala comunista, los últimos años han sido dedicados a comprender que hoy la forma como la gente percibe el mensaje no es la misma de hace 30 años. No es un secreto para nadie que muchos jóvenes demuestran hoy un profundo desinterés por la política y esa pérdida de la fe en uno u otro partido responde en buena medida a las pocas soluciones tangibles que los políticos nos han dejado. Por otro lado, esta es una generación que, en gran medida, nació y se crió en un mundo globalizado y regido por el neoliberalismo.
Para Federico el problema no solo se centra en el discurso per se sino en la forma como se vende, en ese sentido afirma que existen varios asuntos que se deben modificar: el lenguaje, el cual se debe someter a una renovación urgente pero cuidadosa; el sentido de la estética, pues en muchas ocasiones el imaginario de que lo bello es pequeño burgués raya con la necesidad de trabajar una pieza comunicativa con un sentido estético atractivo; y por último resalta la importancia de complementar la propaganda analógica que se ha venido haciendo hace más de 70 años —chapolas, pancartas y murales, entre otros— con acciones comunicativas que alimenten su mensaje.
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Este 2018 la tienda espera lanzar una segunda colección durante el primer semestre. Por otro lado, además de la página web, quieren tener un punto de venta físico y permanente en la librería Nuestra América, ubicada en la calle 45 # 21-07, en Bogotá.
“La Tienda Bolchevique es importante en este proceso porque materializa esas propuestas —concluye Federico—. Eso es muy chévere porque al haber alguien que se apropia de un símbolo como ese y lo exhibe sin problemas, también despreviene a otros. Un poco el motivo de toda esta estrategia es que la gente entienda que los mamertos son gente normal, no tienen cachos ni cola, no comen niños ni te quieren quitar a tus hijos”.