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Así piensa Víctor Raúl Jaramillo, filósofo del metal colombiano y líder de Reencarnación

La banda de metal extremo llegó a los 30 años de carrera, siempre bajo el mando de este paisa de 51 años. Además de músico, “Piolín” le jala a la filosofía y a la escritura: tiene dos doctorados en Filosofía y más de 20 títulos publicados. Hablamos con él, haciendo un recorrido desde los años 80 en Medallo, cuando surgió la banda, hasta hoy, cuando está por lanzar un proyecto de apoyo a nuevos artistas, La Pija Producciones.

Andrés J. López / @vicclon

Este año se conmemoran tres décadas desde que Víctor Raúl Jaramillo “Piolín” se subió a una tarima con su banda Reencarnación por primera vez. Comandada por este tipo, fue la primera agrupación en publicar un vinilo de metal en Colombia, siendo su trabajo homónimo de 1988 una joya del metal extremo a nivel mundial, al punto de haber inspirado el sonido de los noruegos Mayhem.

Aunque las presentaciones en vivo de Reencarnación son muy esporádicas —la última de estas hace un par de semanas, en el primer día de Rock al Parque—, la banda sigue vigente y publicando material nuevo. “Piolín”, junto a Camilo Vélez (guitarra), Laura Corrales (bajo) y Martín Naranjo (batería), está preparando el sexto disco de estudio de la banda, Caosmos.

Fuera de los estudios de grabación, a sus 51 años, este artista también ha hecho una prolífica carrera como poeta y filósofo, con un pregrado en la Universidad de Antioquia y dos doctorados en la Universidad Pontificia Bolivariana. Hasta el momento cuenta con más de 20 libros publicados: Tatuajes de viento, Bajo el signo de Hermes, Alas para el escorpión, Terapia dialógica: introducción al consultorio filosófico y Sufrimiento y vida feliz son algunos de sus títulos. Cuando no está en una tarima o escribiendo, Víctor realiza sesiones de lectura de poesía en espacios como La Valija de Fuego, librería y editorial independiente con la que planea publicar una conferencia llamada Pensar la vida y la muerte y otras banalidades, que esperan tener lista en septiembre.

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¿Qué recuerda del primer toque de Reencarnación?

Fue el 19 de septiembre de 1987, en un salón comunal del barrio Castilla (Medellín). El concierto, que se hizo para dar a conocer bandas de esa época, lo organizaron unas dos o tres personas y entre esas estaba Piedad Castro, quien luego formaría Fértil Miseria (échele ojo también a Una charla con las hermanas más paradas del punk femenino en Colombia). En total fueron entre 350 y 500 asistentes y tocamos con Profanación, Sacrilegio, Maleficio y otra que se me escapa. Blasfemia también se anunció pero no se pudieron presentar. Me acuerdo de otros detalles: escribí un folletico atacando varias cosas, que ahora no sé bien cuáles fueron, y lo repartí en la entrada. Recuerdo que Piedad estaba toteada de la risa. En un tema estaba un poco nervioso, tocando la guitarra con la cabeza agachada, y cuando me tocaba vocalizar casi me trago ese micrófono y me rompo un diente. Fueron cosas muy bacanas, ahí estuvieron personas que ya no están como Mauricio “Bull Metal” Montoya  —ex baterista de La Pestilencia, Ekhymosis, Neurosis, Typhon y Masacre—.

 

Reencarnación solo suele hacer un par de toques por año, ¿a qué se debe esto?

En principio, cuando veía esto como un trabajo, no tenía mucha posibilidad de cumplir con tanto compromiso y, en cierta medida, era ajeno a tanto concierto y tanta vitrina. Y en este momento tengo todo el tiempo a mi disposición y lo dedico a cosas más puntuales, como escribir, leer y tocar con la banda.

 

¿Le dicen algo los demás integrantes por presentarse tan esporádicamente?

Ellos no hablan de eso. Nosotros simplemente estamos a la expectativa de lo que pueda suceder. Ahora estamos con la idea general de mover la banda fuera del país, algo que nunca hemos hecho. El 18 y 19 de noviembre estaremos en el Istmo Metal Fest, en Panamá, junto a Masacre, Shadows and Chaos, Threshold End y Crucifixor. También estamos finiquitando conversaciones para presentarnos en Lima el 16 de diciembre y en Bogotá a mediados de agosto.

 

¿Cómo fue haberse presentado con Reencarnación en la edición de este año de Rock al Parque, por primera vez?

Me sentí muy contento con la organización y el público: estuvo bien cuando le dije a los asistentes que gritaran y ellos respondieron. Ya había estado en el festival en 2014, cuando se hizo el tributo al Metal Medallo, y se me había pasado por la mente tocar con Reencarnación, aunque no lo veía como un compromiso. Por más underground que uno sea, este es un buen ejercicio y una oportunidad para visibilizarse.

 

¿Ve a los metaleros jóvenes abiertos a la mezcla de metal con instrumentos, cantos autóctonos y demás sonidos experimentales como los que la banda incorporó en el disco Egipto?

El metal ha tenido ciertas influencias de la música folclórica, autóctona, clásica, contemporánea e incluso el jazz. Hay bandas como Vhol, Om, Myrkur y Hella que generan algunos tópicos referidos a ese tipo de manifestaciones musicales: Om maneja sonidos orientales, con corriente hinduista o shivaísta; Vhol involucra black, death, progresivo y varias tendencias que por lo general no se combinan y Myrkur trabaja con instrumentos celtas, disonancias y sonidos sincopados. Cuando salió Egipto, en 1996, los jóvenes no estaban abiertos y durante años fue así. Hasta había una teoría de que este trabajo sería póstumo. Pero parece que la gente ya está interesada y ahora veo a los pelados comprándolo en los conciertos.

 

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Esas bandas que me nombró son relativamente jóvenes. En cuanto a escritores jóvenes, ¿le llama la atención alguno?

Sí, me llaman la atención dos poetas colombianas: Lucía Estrada y Andrea Cote. También he compartido escritos con personas no tan famosas como ellas. Hay un autor que no es tan joven pero está vivo: el francés Pascal Quignard. Me gusta mucho el trabajo de Michel Onfray, por sus temáticas bélicas y beligerantes. Leo lo que va apareciendo, solo que ahora soy más selectivo.

 

Desde su primer libro de poemas Tatuajes de viento, de 1992, usted no ha parado de escribir y ya cuenta con más de 20 libros, ¿cómo escoge lo que usa para Reencarnación?

Tengo dos formas: a veces tengo primero la letra y le pongo música, o viceversa. También hay búsquedas en algunos trabajos conceptuales y voy generando una historia, no a nivel narrativo sino simbólico y nominal, generando cierto tipo de “identidad”, aunque esa palabra está muy desacreditada.

 

Hablando con un profesor universitario de metal extremo, nos contó de una teoría que dice que las zonas montañosas y aisladas influyeron en el sonido oscuro y frío del black metal, ¿cree que por eso Medellín fue tan importante para este género?

El área geográfica de Medellín, similar a una especie de olla o vasija, implica mirarse a sí mismo por reflejo, por eso en esta ciudad somos un poquito egocéntricos. Se genera un asunto muy endogámico. La presión de la violencia entre los 80 y comienzos de los 90 fue muy fuerte, violenta y sangrienta. Esa depredación hizo que algunos muchachos, incluyéndome, tuviéramos la posibilidad y fortuna de tomar instrumentos musicales y generar unos espejos sobre lo sucedido y crear lo que salió. Pero no podría asegurar si de haber estado en otro lugar tampoco hubiera pasado esto.

 

Bandas como Reencarnación y Parabellum intercambiaron casetes con Mayhem e influyeron en su sonido, ¿cree que en el resto del mundo se ha desconocido o menospreciado el aporte colombiano al black metal mundial?

No. Muchas personas sienten aprecio por el ultrametal hecho en esos años y se interesan por el sonido colombiano. No puedo decir que hayamos sido negados o excluidos. Hay bandas como Impaled Nazarene o Mayhem que reconocen a Reencarnación como una buena banda. No sé si a nivel general en esos países —Noruega, Suecia y Finlandia— habrá ese boom, pero con que una persona escuche la banda bien y comprenda e interiorice lo que se dice, con eso es suficiente.

 

Federico López, ex guitarrista de Reencarnación, dice que de haber tenido un mejor sonido la escena colombiana hubiera sido muy internacional, ¿está de acuerdo con esto?

Digamos que podría funcionar de esa manera si se piensa en un nivel de mercado o comercio más amplio, pero creo que con lo que se hizo fue suficiente. En una mirada retrospectiva hubiera hecho algunos cambios pero no es motivo para arrepentirse, crear remordimiento o decir que las cosas quedaron mal.

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¿Qué cambios hubiera hecho?

Hubiera podido hacer las cosas de otra manera, pero como tal… No cambiaría nada.

 

Parte del enfoque de Psychophony Records, sello con el que Reencarnación trabaja, es rescatar el metal nacional de los 80 y 90 porque, según ellos, era más auténtico que el de ahora…

Podría darles la razón en el sentido de generar un sonido. Siempre he pensado que una agrupación trabajaba con eso y lo que se buscaba era identidad. En los 70, Black Sabbath o Led Zeppelin se reconocían de inmediato, pero ahora la tendencia es buscar una homogeneización. Tal vez por el crecimiento del mercado y la industria se han generado otras expectativas. Nosotros, en cambio, teníamos que gritar y hacer ruido porque lo considerábamos necesario.

 

Últimamente ha promocionado un proyecto llamado La Pija Producciones, ¿qué es?

Es un chorro de música. Se creó en noviembre de 2016 y en principio va a funcionar como sello y la idea es abrir las opciones, por eso le pusimos así y no La Pija Records, también porque sonaba como La Polla Records, el grupo de punk español. Queremos ayudarle a personas que no tienen posibilidades y llevarlos a un nivel mayor de reconocimiento. Las expectativas son hacer unos tres discos de bandas amigas y luego veremos cómo se acomoda lo que salga de ahí. Ya hemos trabajado con Hellion, unos pelados que tocan black thrash y están muy influenciados por el ultrametal. En su disco colaboré con una introducción. Ahora estamos en conversaciones con otras dos bandas.

 

La filosofía ha jugado un papel importante en su vida: ha escrito libros del tema, participado en congresos y tiene dos doctorados. También creó un consultorio filosófico, ¿cómo llegó a eso?

Todo surgió en un foro de estudiantes de filosofía de la Universidad de Antioquia, cuando cursé mi pregrado. Alguien llegó con unas revistas internacionales que hablaban de un consultorio filosófico y ahí me llamó la atención. Nos reuníamos a hablar y luego intenté buscar otras posibilidades y me puse a leer de psicoterapia y otras cosas. Así surgió lo que ahora se conoce como “filosofía como medicina” o “terapia dialógica”, que en eso consistió mi primer doctorado de filosofía. Ahora no funciona el consultorio pero estoy dedicado a escribir sobre el tema, voy a publicar un libro sobre filosofía como medicina que se llamará Susurros del álbum insomne.

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¿Para usted el metal va ligado a teorías o corrientes filosóficas?

No, ni el metal ni ningún otro género. La música es un asunto visceral y emotivo y eso prima. Es un asunto totalmente abstracto, sin representación alguna. Lo que digan ciertas líricas o acompañamientos es un complemento; las letras son las que generan el carácter ideológico-simbólico.

 

¿Entonces nunca se han tocado sus facetas como filósofo y metalero?

Se han tocado. Hay versos como “busca tu luz sin apagar las demás” —de ‘Reencarnación (888 Metal)’— que es una consideración ética, una constante dentro de la filosofía. También está ‘Utopía’, que genera un asunto filosófico-ecológico y es una forma de decirle a la gente que estamos jodiendo al planeta desde hace rato y debemos parar esa estupidez.

 

¿Cómo va con la grabación del próximo disco Caosmos?

Tenemos cinco temas grabados, solo les falta algo de edición, mezclarlos y listo. Hay otros dos en proceso: uno está en arreglos y a otro le falta la letra. Ahí vamos con calma. El año pasado publicamos dos temas —‘Morir es nada’ y ‘Resistencia neuronal’— como una especie de abrebocas y para empezar a convocar a la gente.

 

¿Qué saldrá para conmemorar los 30 años de su primera presentación?

Con Psychophony Records va a salir algo en CD que alegrará a algunas personas porque lo han pedido desde hace mucho tiempo. Con Sudaca Records se reeditará el primer demo de Reencarnación, Dioses muertos, y va a incluir las letras de las canciones, una que otra foto de la época y un texto mío que todavía estoy pensando pero podría ser una reorganización de un escrito mío llamado ‘La cuerda que aún me sostiene’, que tiene una resonancia con la trayectoria de la banda y este primer trabajo. El demo original era solo una fotocopia y ya.

 

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