Un luthier que pone a sonar la basura
David ‘Latas’ lleva cinco años fabricando guitarras, bajos y tambores a partir de ruedas de bicicleta, envases plásticos y cartón. Lo hace para crear conciencia ecológica. El 100% de los instrumentos de su agrupación musical, Latin Latas, está hecho con material reciclado y desechos que recoge en la calle.
Dentro de su taller, ubicado en una casa de dos pisos del barrio Britalia en Kennedy, caben máximo tres personas. Dos pueden caminar pero deben hacerlo en fila, uno detrás del otro; por mucho podrán dar seis o siete pasos. Es un espacio diminuto en el que este bogotano de 33 años tiene desde martillos y alicates, que organiza en un tablero de madera, hasta un taladro eléctrico del tamaño de una persona, con el que perfora materiales robustos. En los estantes, además de muebles y anaqueles, está su materia prima: la basura.
Con su trabajo, David quiere romper con la “obsolescencia programada”, un principio que, según explica, determina la vida útil de los objetos.
Hay pedazos de computadores, juguetes viejos y trozos de madera. Muchos lo consideran eso, basura; pero David Castiblanco, o David ‘Latas’, como prefiere que lo llamen, consigue estos desechos durante las caminatas que hace cerca de su hogar o cuando lleva a su perra Lupe a pasear. Con lo que recoge, crea obras de arte, indumentaria e instrumentos musicales. Todo comenzó en la Fundación Reciclarte, una organización que trabaja en su barrio y se dedica a la elaboración de productos a partir del reciclaje. Allí conoció al director, Hernando Ruiz, que hace 15 años le enseñó como trabajar la basura. Con él empezó a transformar grandes envases plásticos en máscaras y prendas de vestir para las comparsas en las que participaba la fundación, como las organizadas durante el cumpleaños de Bogotá o las del Festival Iberoamericano de Teatro. Al tiempo, aprendió a hacer instrumentos de percusión sencillos, como tambores.
Durante esta época también trabajó como roadie de las bandas locales Sanalejo, Dr. Krápula y Sin Ánimo de Lucro. Mientras les ayudaba con la logística de los toques o conciertos, conoció el funcionamiento de las guitarras eléctricas, el bajo y la batería. David, que es muy cercano al rock y al pop, tocaba la batería antes de unirse a Reciclarte y, luego de un tiempo, le llegó la oportunidad de ser baterista de una de sus bandas favoritas: Remaj7. Con ellos estuvo hasta que la agrupación se separó en el 2010.
Un año después de separarse, la banda recibió una invitación para volver a tocar juntos en un evento político de Carlos Roberto Sáenz, un concejal de Bogotá, a quien habían conocido por su trabajo a favor del medio ambiente. Una semana antes del concierto no tenían instrumentos. Para resolver esta ausencia, David y los otros miembros del grupo, Sebastián Hurtado –el guitarrista-, Kiwi’ –el percusionista– y Andrea de Francisco –bajista y vocalista- decidieron hacerlos con basura.
Empezaron a recolectar el material y así nacieron la ‘Herramientarra’, una guitarra que tenía como cuerpo una caja de herramientas, y el ‘Baby Catre’ un contrabajo eléctrico hecho con el catre de una cama. Los terminaron rápido, en un día. La marimba, hecha con madera de estibas, fue más difícil de hacer por la complejidad de cuadrar la acústica. El último instrumento que hicieron fue la batería, que tenía diferentes tarros plásticos y cilindros de cartón que servían como tambores. La parte más poderosa era el bombo, fabricado con un envase de un galón de aceite de soya; suena fuerte y sorprendió a todos los ingenieros de sonido durante todo el tiempo en que David la ha estado usando, cinco años.
Cuando Remaj7 dejó de tocar como grupo, mutó en Latin Latas, una banda que transmite un mensaje ecológico con su música y con los talleres que realiza en colegios y empresas. Desde entonces, David fabrica instrumentos musicales a partir de lo que todos tiran; con ellos han tocado en el Concierto de la Esperanza 2013, el Concierto Ambiental 2014 en Bogotá; el Festival de las Artes de Barranquilla; y el Festival Residuo en México.
Hoy en día los instrumentos de esta banda tienen un componente de material reciclado del 100%, y David se arriesga a darles su firma o como él dice “meterles veneno”: durante 20 días trabajó una guitarra que incluye un motor de impresora y un disco duro en la cubierta. Ambos elementos funcionan como un tornamesa y cuando los gira generan un sonido único.
Otro de los instrumentos de la banda, y que usa él como baterista, es un redoblante en madera natural reciclada; de ese redoblante existen modelos similares en el mercado que llegan a costar hasta 500 dólares. Para el futuro, el luthier de Latin Latas tiene en mente hacer un ukelele con una guitarra de juguete y espera la oportunidad de fabricar unos instrumentos que se usarán en una obra de teatro.
Para estar al día en el arte de hacer instrumentos con basura, David investiga por Internet o consulta la técnica con carpinteros y electricistas que tienen sus locales y talleres en el barrio Britalia. En su proceso de aprendizaje también ha sido importante el aporte de Alfonso Robledo, un renombrado luthier colombiano, especializado en bajos. Fue él el encargado de fabricar el bajo que utiliza Andrea, la bajista y vocalista de la banda. Cuando pensaron en hacerlo, el baterista de Latin Latas no se sentía capaz de crear un bajo de alta calidad y recurrieron a la ayuda de Alfonso. El resultado fue un contrabajo eléctrico, hecho con una lata de pintura de galón y un disco de vinilo que la tapa.
Con su trabajo, David quiere romper con la “obsolescencia programada”, un principio que, según explica, determina la vida útil de los objetos. Este ideal de vida lo refuerza con el uso de herramientas de segunda mano, como una máquina de soldar que consiguió rondando la casas de empeño de Chapinero. Su trabajo, que surge del interés que tiene por generar conciencia ecológica y energías limpias, lo complementa con el desarrollo de elementos más eficientes; por ejemplo, a sus papás, que viven en la zona rural de Moniquirá (Boyacá), quiere instalarles un horno que maximice el uso de la madera para mantener su tradición de cocinar con leña. Con esto, David busca que haya menos contaminación y así minimizar el riesgo de que alguno llegue a padecer cáncer de pulmón. Hace poco, compartió un video del primer prototipo de este horno y a varios de sus amigos les tramó tanto que ya le encargaron hacer otros.
Mientras crea y se ingenia nuevos instrumentos, David busca tiempo para no perderle el ritmo a la batería. También tiene pensado tomarse un descanso, preferiblemente uno de esos que tanto disfruta: en la casa de sus padres en Moniquirá, rodeado del campo y alejado de la ciudad, en donde lo único que extrañará es una mejor conexión de Internet para continuar estando al día con el desarrollo de sus instrumentos musicales hechos con basura.