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Las embarradas del general Palomino en los últimos cuatro años

El General de la Policía Nacional no parece ser un ejemplo a seguir. Sobre su espalda cae el peso de muchas acusaciones y la mirada de una comisión especializada en investigar presuntos casos de corrupción y prostitución en la institución. Un paseo por los descaches de Rodolfo Palomino. 

Sebastián Aldana Romero

“Letalidad pequeñita” fue la expresión que usó el general Rodolfo Palomino en agosto de este 2015 para justificar el uso de pistolas eléctricas Taser por parte de la Policía. Según él, éstas, comparadas con las armas de fuego, solo son letales el tres por ciento de las veces.

En esa ocasión Palomino, quien ya suma 36 años de carrera en La Policía Nacional, aseguró ante el Senado que no iba a permitir a sus subalternos valerse de ellas en protestas sociales y que sinceramente prefería no hacer uso de ningún tipo de arma.

Aquel comentario, que causó revuelo entre la comunidad, puede servir para empezar a organizar este breve historial de embarradas del general Palomino, quien está siendo investigado en la actualidad por hostigar sexualmente a un teniente, también por irregularidades en la compra de tres lotes y por presuntas persecuciones a periodistas.

En octubre de 2013, Justin Bieber pintó una serie de “grafitis” en una de las culatas de la calle 26, un espacio más que icónico del street art local. Bieber contó con el acompañamiento de sus escoltas y de agentes de la Policía Nacional mientras lo hacía.

Hubo beliebers que acudieron al lugar para tomarse fotos con el dibujo de fondo pero otros recordaron una y otra vez las circunstancias en que falleció el joven grafitero Diego Felipe Becerra (Tripido) y lo irónico que resultaba todo el asunto policial.  

Después de la conmoción por la “intervención artística” de Bieber, Palomino tuiteó esto:

“Tenemos que evolucionar, el grafiti es una expresión de un sentimiento. Algo que nos quieren decir quienes pintan los grafitis  y los tenemos que escuchar”.

Cabe resaltar que el mismo general, quien en una extensa entrevista ofrecida a la revista Bocas aseguró no estar de acuerdo con la legalización del uso recreativo de la marihuana, permitió que la estrella adolescente pop pintara el símbolo del cannabis con los colores de la bandera de Canadá.

También en 2013, un periodista del noticiero La Patria le pidió a Palomino un balance del paro agrario, en el cual la Policía excusó el uso de la fuerza, asegurando que había infiltrados de las FARC El general respondió: “Ya, hermano, pregunte cosas importantes”.  

En abril de 2014, el alcalde encargado Rafael Pardo dio la orden de retirar todos los grafitis de los muros de la calle 26. ¿Quién ejecutó la orden? Palomino, claro. Atrás quedó el sentimentalismo, la evolución, y las supuestas ganas de escuchar a los que hacen grafitis.

Después de tapar los muros con una pintura gris, el reclamo de los grafiteros fue masivo. Pardo y la Policía se vieron obligados a permitir una jornada de 24 horas de grafiti en la cual la calle 26 retomó el color que la caracteriza.

Cartel Urbano registró un contrapunteo entre el general y uno de los grafiteros durante aquella jornada:

palomino-graf.jpg

Fue la llegada de Rodolfo Palomino y de varios medios de comunicación lo que alborotó el avispero.

—Lo que se quiso fue borrar aquellas frases denigrantes que había, de pronto la brocha se pasó y alcanzó… —explica Palomino, pero estas últimas palabras son interrumpidas rudamente.
—La brocha se pasó… —repite uno de los grafiteros en tono de burla.
—Hombre, ¡le estoy diciendo!...
—… más de cuarenta metros.
—Ah, bueno. Listo. Perfecto. Dios me lo bendiga y le conceda el doble de lo que usted me desea, ¿oyó? ¡No más! —Concluye el general Palomino, quien lanza una mirada de ceño fruncido al joven y luego se sube en la misma camioneta que había llegado.

(Lea aquí toda la crónica)

En enero de este año, Palomino fue duramente criticado después de que se conociera un video en el que les pide a varios uniformados que estaban en trámites para recibir la pensión que dejaran de demandar por el retraso de las mismas.

El general, además, hizo otro comentario que agudizó aún más la polémica: “No nos hagamos ilusiones. El hecho de pensionarnos con 20 o 25 años de carrera es un privilegio que dentro de poco se va a desvanecer. Pronto tendremos que cotizar como cotizan los civiles”.

El anuncio de Palomino cayó como un baldado de agua fría sobre la institución.

 

Durante este mes de diciembre, Daniel Coronell denunció que el general Palomino, más allá de sus preferencias sexuales (en todo caso respetables), pudo haberse aprovechado de su posición para presionar al coronel Reynaldo Gómez (teniente en el momento de los supuestos hechos) para que le otorgara favores sexuales.

Asimismo, Vicky Dávila y el equipo periodístico de la F.m. publicaron una grabación en la que tres subalternos de Palomino intentan persuadir a Gómez de retirar la denuncia, la cual interpuso hace unos meses.

Pero ahí no cesan las acusaciones. Las investigaciones también arrojaron que al interior de la institución funciona una banda de prostitución llamada ‘Comunidad del anillo’, la cual era comandada por Jaír Castellanos, ex miembro de la Policía, y a quien el general Palomino le compró dos lotes, cada uno de 1.000 metros cuadrados, en tan solo 40 millones de pesos.

Algo similar sucedió con otro lote de 3.000 metros cuadrados por el cual el general pagó apenas 200 millones de pesos. De igual manera, la situación se ve enrarecida por el hecho de que ocho meses atrás uno de los tres subalternos que había instigado a Reynaldo Gómez ofreció el doble por el terreno.

Vicky Dávila también denunció chuzadas telefónicas en su contra. Incluso habló con el presidente Santos de la información recogida por ella y su equipo de trabajo. El presidente, sin embargo, argumentó que no podía destituir a Palomino basándose en rumores. Su decisión final fue abrir una comisión especializada en investigar estos presuntos casos de corrupción y prostitución en la institución.

Falta ver a qué conclusiones llega esta comisión, pero lo cierto es que el resultado previsible no es muy alentador. De alguna manera, la situación de Palomino se asemeja al nivel de letalidad de las pistolas eléctricas Taser: alguien cae porque cae. 

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