
La barbería que afina el estilo de los raperos bogotanos
En el corazón de Galerías funciona hace dos años un espacio que parece congelado en el tiempo con sus acabados en madera, elegantes delantales y navajas largas y cuidadosamente afiladas. Con el tiempo se ha afianzado como parada obligada de la movida alternativa, forjando una comunidad de panas y referentes del hip hop como TSH Sudaca, Kase.O y los manes de Rap Bang Club y AlcolirykoZ.
Es viernes en la noche, la atmósfera es suave y la música – de fondo suena Alicia Keys- es lenta. En la puerta, el rapero bogotano TSH Sudaca y el también artista urbano El Kalvo cruzan algunas palabras. También los miembros del Rap Bang Club, exponentes del rap capitalino, hablan entre amigos, sentados en los sofás esperando a que llegue su turno. Al tiempo, un parche de ilustradores comenta los trabajos y encargos de la semana. Y están los barberos, concentrados en su oficio, que se detienen de vez en cuando para saludar al amigo que llega o al que sólo va de paso. El ambiente es de camaradería, estimulado por la comunión artística de músicos y gráficos de la escena hip hop bogotana que cayeron para hacerse su corte habitual o probar un nuevo look.
Así funciona Don Juan Barbería, hoy en día una de las barberías más reconocidas del sector de Galerías. Ubicada en el segundo piso de un pequeño y discreto centro comercial, de esos que aún sobreviven en algunas de las estrechas calles capitalinas, esta barbería es un espacio pequeño, íntimo y acogedor que recibe muy bien a quien decide apostarle a un lugar nuevo y alternativo, o a quien la conoce desde tiempo atrás. A partir sus inicios en 2016, Don Juan se ha convertido en el punto de encuentro de muchos raperos de la movida bogotana. Allí, los miembros de la comunidad hip hop han encontrado un espacio abierto al diálogo y a la relajación, en el cual pueden encontrarse fácilmente y charlar mientras esperan su turno para ser atendidos por alguno de los tres barberos de confianza: Juan Carlos, Xarxuplex y Keiver.
Fundada por Juan Carlos y Xarxuplex, todo empezó cuando juntos tuvieron la idea de montar una barbería diferente, con un toque clásico. Con esto en mente, decidieron instalarse en un espacio central para comodidad de muchos clientes. Juan Carlos, el barbero que oculta su cabeza bajo la gorra, se formó en la academia 305 Barber Lounge, aprendiendo allí las normas básicas de barbería. En el caso de Xarxuplex, el oficio de barbero es algo que lleva en la sangre por herencia: su abuelo fue barbero y su mamá siempre tuvo peluquerías. “Yo me demoré en iniciar, pero sé cortar pelo hace mucho tiempo. Pero en realidad es también como una declaración de independencia: monté el negocio para poder dedicarle a la música lo que necesito dedicarle. Entonces todo va enfocado hacia la música. Este oficio lo hago porque me da la oportunidad de tomarme mis espacios y mi tiempo para meterle tiempo a la música”, agrega este. Keiver, por su parte, aprendió empíricamente, viendo videos y prestando atención a cómo otros cortaban el pelo, convirtiéndose, como afirman sus compañeros, en un barbero muy completo.
Juan Carlos y Xarxuplex.
Bajo el cuidado de esta triada de barberos, Don Juan conserva la estética de la barbería tradicional. Sus acabados de madera, delantales elegantes y navajas largas y afiladas hacen parte de la indumentaria que identifica a estos fieles compañeros del hombre contemporáneo. El espacio, compuesto por una sala de estar acogedora, tres sillas de trabajo y dos grandes ventanales que dan a la calle, atrae cada vez más la atención de aquellos que se preocupan por lucir pulcro el contorno del cráneo o bien despuntada la barba.
Keiver
Para TSH Sudaca, lo que se cose al interior de esta barbería emula, culturalmente hablando, lo que sucede en las barberías de Estados Unidos, donde el movimiento hip hop es más fuerte. “Allá son el sitio de reunión, donde se charla y se comenta lo nuevo, lo que está sonando. Entonces, que eso ya se esté reflejando como un hábito, y en una cultura más apropiada, lo vuelve interesante. Se trata de estar entre panas, de tomarse el tiempo de venir, de tomarse una cerveza relajado y hablar de los temas en los que uno está. No es estar en una peluquería al lado de gente que está en otro plan, sino es sentirse más en ambiente”, afirma TSH, quien recientemente publicó el videoclip de su sencillo ‘Mecca’, una colaboración con N.Hardem.
Aunque buena parte de la clientela está compuesta por raperos y otros artistas urbanos, los dueños insisten en que la barbería es abierta a todo público. “Nosotros no queríamos hacer una barbería urbana porque existe el estigma de que eso es ‘sólo pa’ raperos’, ‘sólo pa’ ñeros’, entonces no va a entrar un señor, no va a entrar una chica a traer a su hijo. Queríamos romper ese paradigma y mostrarle a la gente que el rap es algo más abierto para todo el mundo, y más con las propuestas que hacen los chicos con los que estamos acá. La barbería se ha vuelto un punto de reunión, vienen muchos artistas, MCs, ilustradores. Entonces es muy chévere porque interviene también en esa escena”, asegura Juan Carlos mientras tiene entre sus manos el cabello de Karin, miembro del Rap Bang Club.
Juan Carlos haciéndole el corte habitual a Karin del Rap Bang Club.
Como Karin, uno a uno los asistentes van pasando a las sillas de apariencia antigua para que les hagan los cortes solicitados. Entre los que esperan, la cerveza va y viene y cada nuevo ingreso al local llama la atención de todos en medio de un ambiente cargado de voces, gestos y risas. La multitud de voces no es silenciada por el ruido de los secadores, de las máquinas, de las navajas raspando las mejillas. “Siempre puede uno encontrarse a TSH Sudaca, a Hermanos Sin Yugo, obviamente el Xarxu siempre está aquí camellando. Y no es como que sólo tenga que sonar rap o sólo tenga que sonar dancehall, no es así. Uno encuentra variedad y eso es lo más bonito. Como dice Juan Carlos, cualquier persona puede llegar acá y decir: “Coño, ¿aquí puedo traer a mi hijo?”. Eso le da apertura, porque entran y ven una vaina tan alternativa y puede que luego lleguen al rap y que les trame. Que se pregunten: “¿Ese man es rapero? ¿En serio?”. Entonces van a empezar a verlo de manera distinta y eso es muy chévere”, reflexiona Karin.
Si bien es un espacio que de entrada parece muy masculino, entre el bullicio surge la figura de Martinika. Ella, vocalista de Alto Grado, una banda bogotana de ska y reggae, también le confía su frondosa cabellera a los manes de Don Juan. “El ambiente es divino desde que los conozco hace dos años. El primer corte me lo hice para un Rock al Parque, y fue un corte muy chimba y desde ese día dije: ‘sólo me peluqueo allá, no voy a ningún otro lado’. Acá se trata de estar con los amigos, todos comparten”, asegura la también gestora cultural. Y, si bien Don Juan está ubicada en el tradicional sector de Galerías, en el centro de Bogotá, no es un problema para que por allí se dejen ver artistas de la talla de Kase.O o los manes de AlcolirykoZ, con el Arkeólogo a la cabeza, quienes cada vez que salen de Medellín para presentarse en la capital se pasan por la barbería.
Juan Carlos y Xarxuplex cuidando el estilo de Martinika.
Como es de esperarse, en este lugar la variedad de personajes se corresponde con la pluralidad de estilos. “El estilo de los raperos –comenta Juan Carlos- es muy diverso: a unos les gusta mantener un corte clásico; otros buscan algo más alternativo. Muchos también van cambiando, no se casan con un solo estilo sino que cambian dependiendo de su proyecto. Muchos llevan un proceso artístico, por así decirlo, entonces eso también interviene. Hay artistas que nos hacen parte de ese proceso. Entonces nos cuentan: ‘Estamos haciendo esto, ¿cómo podría trabajarlo”. Se proyectan a futuro sobre cómo quiere verse en escena, entonces trabajamos”. En su trabajo como barberos, los dirigen, saben qué estilo se ve mejor para el perfil de una u otra cara y los asesoran en los cambios de imagen. Y, lo más importante, han entendido que los nuevos retos y proyectos musicales provocan que los músicos quieran cambiar también su apariencia, y como barberos deben estar atentos a esos giros.
Hay casos, como el de TSH Sudaca, en los que los artistas ya saben hacía donde quieren llevar su estilo. Él, que se define como muy ‘cositero’, la tiene clara: “Utilizo la 0, la 0.5, la 1 y la 1 y medio. Y todos los detalles de los bordes a mano. Y la barba con la 1 y la 1 y medio”, explica. Por su parte, El Kalvo lleva más de una década pasándose siempre la 0. Karin, por su lado, encontró en Juan Carlos una solución al problema de cerquillo que lo atormentaba. “De pelado me lo cagaron y Juanca fue el que me lo solucionó. Me dijo: ‘tranquilo, yo le voy a solucionar la vuelta, va a ver que le va a ir creciendo’, y ahora está bien. Antes tenía que ir a la peluquería unas dos veces a la semana a que me cuadraran esa vuelta; ahora me motilo una vez dos o veces al mes y eso”, explica.
El Kalvo y Pezcatore del Rap Bang Club.
Ante la cantidad de barberías que cada año se abren en Bogotá y lo rentable que resulta este negocio, Don Juan ha logrado ganarse un lugar en una industria en la que las nuevas tendencias estilísticas han marcado el rumbo de lo que sería una empresa atractiva. Las necesidades del hombre contemporáneo, que ahora se presenta como un paria de los salones de belleza, parecen haber encontrado su lugar en las barberías, donde la atención es muy distinta. Cremas especiales, lociones y paños calientes se encuentran dentro del catálogo de una tendencia que cada vez toma más fuerza y que va forjando la identidad de muchos hombres.
“Nunca le hemos visto inconveniente a que haya muchas barberías -señala Xarxuplex-, hay muchos lugares muy buenos, pero también sabemos que la mayoría son lugares no tan buenos. Es la verdad. Todos los días abren una barbería pero a diario cierran también tres porque es difícil. Es un negocio muy competido pero ya la gente se está dando cuenta de que no es que pagues un corte de diez mil sino que vayas a un lugar donde te dejen bien y eso pasa en pocos lugares.” Entonces, aquí llegan muchos hombres buscando refugio para unas necesidades a las que no encuentran solución en el salón de belleza.
Abrir la mirada a espacios como Don Juan, permite ver una división de género aún más clara, donde los salones de belleza y las barberías, aunque cumplan la misma función y experimenten las mismas dinámicas, deciden llevar nombres diferentes. La dicotomía entre el salón de belleza y la barbería se convierte en una dicotomía entre la charla ocasional y el chisme, entre el whiskey y el agua aromática, entre la revista Rolling Stone y la revista Caras y entre los acabados en madera con luz cálida y la iluminación de neón. Entre todos estos elementos existe una barrera muy delgada que aún se sostiene también por la experticia que sobre ciertos oficios se tiene: la de barbero y la de peluquero.
Y es que al final, quien tenga un barbero o un peluquero de confianza sabe bien lo que significa el trabajo bien hecho: no cualquiera puede lanzarse a despuntar una barba bien cuidada o a rapar del todo una cabeza. Se necesita tiempo y experticia para poder hacer bien el oficio, para que la gente gane confianza y vuelva otro día sin ninguna duda. Con el barbero, el cliente se juega su imagen, su estilo característico que, mal tratado, puede salirle muy caro y poco provechoso. Y más si de un artista urbano se trata, porque, ¿quién dijo que los raperos no se preocupan por su apariencia?
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