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Gráfica por @burdo.666

Una mirada al ejercicio colectivo de los sellos independientes

Para la consolidación de un ecosistema musical sano, diverso y prometedor, hay que dar importancia a la colectividad dentro de la escena emergente del país.

Nicolás Gómez Ospina // @ngospina14

Cuando se habla de independencia en cualquier sentido se puede pensar, de manera incauta, en individualidad. Incluso la definición de diccionario indica <<que no depende de otro>>. Al enfrentar este texto dudaba de que los sellos colombianos cumplieran con esa categoría porque si algo han demostrado a lo largo de los años, es la importancia de crear comunidad alrededor de ellos y en su interior. David Byrne, el mítico frontman de Talking Heads, habla en su libro How Music Works justamente de la importancia de crear una escena que se retroalimenta, asegurando que <<no depende completamente de la inspiración y la creatividad de los individuos que se juntan en un lugar. Una confluencia de factores externos [como sellos o tarimas] ayudan a estimular el talento latente de una comunidad>>.

Una persona que se ha preocupado por exponer y reseñar las nuevas apariciones musicales de la escena independiente en Colombia de los últimos años es Juan Antonio Carulla, de El Enemigo. Para él la escena independiente es más bien una búsqueda por alternativas al camino tradicional. “Estas escenas son más bien inter-dependientes o co-dependientes. Funcionan en su gran mayoría como grupos cercanos de amigos o de bandas-audiencia o de pequeños colectivos o sellos que trabajan a partir de la amistad y el pulsar artístico con fines, en un principio, meramente creativos”, señala Carulla.

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Para encontrar el último recuento de sellos independientes en Colombia hay que remontarse casi 4 años a Noisey Colombia, hoy poco activo en el país, como algunos de los sellos que reseñaron en aquel entonces. Era una suerte de radiografía de lo que se estaba proponiendo estéticamente desde 12 sellos que apostaron por la música colombiana en todos sus géneros, desde el jazz hasta la champeta. Desde entonces la escena independiente, además de haber mutado, ha tomado un fuerte impulso con la formación de nuevos sellos pequeños que responden a la necesidad de consolidación de una escena robusta y diversa. A esta escena dinámica y efervescente, como ha demostrado ser, es importante estar mirándola cada cierto tiempo con la intención de aportar algo a su consolidación.

Según el periodista musical Luis Daniel Vega, durante los últimos años del siglo XX fue importante el trabajo de sellos como Gaira Música Local (que en últimas era una rama de Sonolux), Hormiga Loca o MTM, ya que apostaron por los nuevos sonidos colombianos que iban desde las 1280 Almas hasta La Tierra del Olvido, de Carlos Vives. Fue, a todas luces, un esfuerzo por dejar plasmado en discos lo que ocurría en esa época. Curiosamente, con la llegada del nuevo milenio, hubo un hiato en la formación de nuevos sellos, “ya sea por la fantasía digital o por mera inercia, son contados los casos de sellos que se arriesgaron a seguir haciendo discos”, señala Vega. Para 2006 empezaron a aparecer, como brotes de semillas dejadas en la tierra tiempo atrás, nuevos sellos como Palenque Records, Polen, Festina Lente o Llorona. En esta primera generación, por llamarlo de alguna manera, los melómanos, músicos y productores estaban a la cabeza de las nacientes disqueras. Estas disqueras se empeñaron desde un inicio en reconstruir o encontrar lo tradicionalmente colombiano que se había consolidado como un tema recurrente desde hacía un par de décadas: una búsqueda por igual de la esencia y la fusión en un país fértil en ese tipo de sonidos. Los Gaiteros de San Jacinto, Cero39 o Los Meridian Brothers contaron con el interés de los nuevos sellos que les paraban oreja a sus proyectos y que trabajaron codo a codo con ellos para sacar nuevo material.

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Paralelo a este trabajo de descubrimiento y experimentación, algunos de estos sellos también se estaban preocupando por trabajar en conjunto con una escena emergente que buscaba también esos espacios para ser escuchados. El Plantario, fundado en el año 2011 por IDARTES, es un espacio para apoyar la profesionalización y el desarrollo de los proyectos musicales emergentes. Desde su inicio este espacio ha contado con la presencia de invitados internacionales y nacionales, posicionándose como un lugar de discusión y aprendizaje sobre el emprendimiento musical. “De alguna manera estos espacios se convierten casi que en un consultorio psicológico de personas que comparten la pasión y sueñan con poner su vida al servicio de la música”, dice Diego Gómez, director de Llorona Records. En el año 2016 el Plantario estuvo a cargo de este sello y para esa ocasión se enfocaron en presentar una radiografía de la situación de la música independiente, esto de la mano de algunos actores de esa movida; Chucky García, curador de Rock Al Parque, hablaba, por ejemplo, de la importancia de conformar audiencia para construir una escena independiente sana; Diego Maldonado, coordinador de Onerpm Colombia, hacía un esquema del proceso de distribución de una canción, desde su origen como una idea hasta su inclusión en las plataformas digitales.

Esos videos y clases presenciales terminan calando en la mente de los asistentes, que en la búsqueda de nuevas formas de distribución de su música encontraron una manera profesional de hacerlo. Sobre la importancia que tuvo este proyecto en el desarrollo de nuevos sellos, señala Diego Gómez que “es la escuela de la escena independiente, casi representa un modo de vida y una postura política frente a lo que es la música”.

Por ejemplo, Santiago Álvarez, del Sello Incorrecto —que pronto llegará a los 50 lanzamientos en su catálogo—, comenta: “Creo que la mayoría de los sellos independientes hacen parte de un círculo amplio de personas que adapta los aprendizajes que adquiere de otras para potenciar al máximo la música que tiene a su alcance”. Para Tilo Gómez del recién fundado Discos Infantes, quien también ha camellado con Llorona o Incorrecto y de donde aprendió algunas cosas sobre cómo manejar un proyecto de este tipo, la gracia es “poner a disposición nuestra, como artistas, un equipo de trabajo para hacerlo mejor”.

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Si bien estos Plantarios resultaron ser la semilla de muchos de los sellos bogotanos actuales, es también clave reconocer que la motivación por una carrera musical profesionalizada no es exclusiva de la capital y que se ha diseminado por el territorio nacional. Dejar de mirarle el ombligo al país y de comerle a la importación cultural y a la centralización del conocimiento, es percatarse del trabajo que está haciendo Insurgentes, Música Corriente o Afterclass Records en Medellín; El Nido en Floridablanca o Tambor Hembra en Manizales. BCLip de Paria Records (“el sello que cura y suena la grasa, el sebo, la raspa, el bazuco”) señala que su propuesta estética se entiende solo desde la periferia: “somos la representación de la periferia en la ciudad, hacemos presente la periferia en el centro” a partir de la exaltación de lo considerado grasa por las élites.

(Lea también Los insurgentes que cuestionan el poder colonial en la música electrónica)

Sobre esto la gente de Música Corriente dice que “es más fácil hacerlo desde afuera porque es más fácil hablar desde la localidad de uno si uno tiene las ideas claras para hablarle al mundo. Igual es muy difícil tener un sello independiente en Berlín, Bogotá o Medellín. Es fundamental el trabajo colectivo, los músicos pueden hasta terminar haciendo labores de managers o diseñadores”.

Producciones electrónicas que buscan descolonizar los sonidos latinos, la exaltación de los sonidos de la periferia, un especial de un mes entero de cumbias ingobernables o la reinterpretación de creaciones sobre el paro nacional, son declaraciones políticas que no solo se quedan en el afán de distribución: la posición de resistencia frente a las grandes disqueras es en sí misma una decisión política. Esto ha resultado en un trabajo muy concienzudo detrás de cada uno de los lanzamientos a los que estos sellos les apuestan. En una lógica muy familiar y de confianza, estos sellos buscan que los artistas que salen de ellos estén de alguna forma respondiendo a los valores políticos del colectivo. Cada sello es un mundo y un marco de referencia desde el cual entender la música y sus recovecos.

Los sellos independientes buscan antes que nada el trabajo colectivo, compartir ideas para consolidar los objetivos que se trazan. La construcción de espacios de discusión y aprendizaje mancomunado en su interior es una labor que, aun más que su exploración musical, hacen de estos actores de la industria imprescindibles para entender el panorama actual de la música colombiana.

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Y para cerrar esta breve mirada a la movida de los sellos, dejo esta playlist en la que incluyo temas que encuentro importantes porque representan al menos una parte de la diversidad de sonidos que se están trabajando en el país; son el resultado de un trabajo colaborativo y colectivo que desde el interior de los sellos independientes les hacen frente a las lógicas exclusivamente comerciales de las grandes disqueras. Esta lista no es definitiva ni concluyente, la idea es que se pueda alimentar entre todos, también de manera colectiva, para conocer más propuestas del panorama nacional.  

 

 

 

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