“Mujeres que luchan, semillas de libertad”, un mural para celebrar la lucha de las mujeres
El mes pasado se inauguró este mural que un homenaje a las mujeres feministas del país, pero también un ejercicio de cuidado en las calles.
El pasado 13 de febrero se inauguró junto a varias a colectivas feministas de emprendimiento, arte y música un mural dedicado a las mujeres y su lucha. El mural pintado en la carrera 30 con calle 26 fue gestionado por la Colectiva Mujeres Muralistas con el objetivo de generar un espacio de encuentro, unidad, autogestión y sororidad.
La colectiva de Mujeres Muralistas surgió en septiembre del año pasado como fruto de la convocatoria que las muralistas Julex Vanegas y Valeria Medellín hicieron para la elaboración del mural contra la violencia hacia las mujeres y celebra sus luchas. Este mural, que se enmarcaba en la conmemoración del 25 de noviembre –Día internacional contra la violencia hacia las mujeres– y del 4 de diciembre –Día distrital contra los feminicidios–, reunió a diez mujeres de diversos territorios, profesiones y posiciones políticas, así como a habitantes de la localidad de Teusaquillo para que conmemorara las luchas de las mujeres, al tiempo que sirviera como una herramienta de cuidado.
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La primera etapa de ésta intervención de 800 metros cuadrados inició el 2 de diciembre pasado y culminó la mitad del área total estipulada. La idea central del mural es un encuentro nocturno entre mujeres, “los personajes centrales son las hermanas Mirabal por el 25 de noviembre y Yuliana Samboní por el 4 de diciembre, pero al lado de ellas se reúnen muchas mujeres más”, dice Valeria.
Francia Márquez, Aida Quilcué, Daniela Maldonado de la Red Comunitaria Trans, Laura Weinstein y otras mujeres latinoamericanas como la comandanta Ramona o Berta Cáceres, son algunas de las mujeres que aparecen en este mural que lleva por nombre “Mujeres que luchan, semillas de libertad”. Así mismo aparecen en el mural deidades representativas de lo femenino como Bachué y Huitaca, de la mitología muisca, y Lilit, de origen mesopotámico.
Además de los retratos en el mural se incluyen también tres infografías. Por un lado, está el Violentómetro, que es una herramienta para identificar prácticas violentas en el marco de relaciones afectivas. El Armoniómetro, que es una propuesta de la colectiva para identificar las prácticas sanas en una relación. Por último, esta una ruta que debe seguir una mujer cuando es víctima de violencias de género para tener una atención adecuada.
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El punto de partida de este mural fue una lluvia de ideas que se desarrolló en reuniones llevadas a cabo en la Casa de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres de Teusaquillo. Allí, poco a poco se constituyó la colectiva, se dieron las discusiones pertinentes y se elaboró la propuesta del mural.
“Esta experiencia nos ha permitido generar un conocimiento de un tipo reflexivo, de qué es el machismo, cómo me he sentido yo agredida, qué me ha pasado en mi historia personal que en su momento yo lo dejé pasar y ahora yo digo “no, eso está mal” ¿si? también hemos entrado a investigar y ha sido un aprendizaje tenaz”, cuenta Julex.
Para la colectiva el mural es una práctica política, no solo como producto finalizado sino también en su etapa de creación, cuando se generan diálogos entre las artistas y quienes transitan por el lugar. Al estar ubicado en el espacio público y a la vista de toda la ciudadanía, su mensaje genera preguntas y reflexiones a todas las personas respecto a temas como la violencia de género. “Con cada persona se abre una conversación y eso es supremamente político, sin importar si el tema de esa conversación no fue feminista, sino fue pictórico, por ejemplo”, cuenta Valeria.
Para estas mujeres, pintar en la calle les permite poner en cuestión imaginarios respecto a lo femenino como que las mujeres no pueden habitar de una u otra manera el espacio público o que no pueden trabajar en colectivo, pues siempre están compitiendo entre ellas.
“Queremos ser parte de ese camino hacia el empoderamiento de la mujer, un eslabón importante a través de la representación de la mujer empoderada de sus capacidades, de sus virtudes, de sus poderes”, cuenta Ángela Sánchez. Según cuentan las integrantes de la colectiva la idea es no revictimizar, sino hablar de frente y pensar que, si problemas como los feminicidios ocurren, esas mujeres están presentes y son recordadas.
La colectiva extiende su invitación a todas las mujeres, muralistas o no, para que se sumen a esta iniciativa en favor de la lucha de las mujeres y se sigan pintando más muros que celebren la lucha por los derechos humanos de las mujeres.