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El muralismo comunitario, viajero y en gran formato de Soma Difusa

Esta bogotana acaba de regresar de un viaje en el que estuvo trabajando bajo el sol del Caribe con comunidades campesinas de Minca y Buritaca, llevando las herramientas sociales del arte urbano a zonas rurales. Hoy es una de las muralistas que más se está moviendo en la escena nacional, hizo parte del colectivo Animalditas y en septiembre viajará a Francia para exponer su obra en Latino Graff.

Julián Guerrero

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A la entrada de Buritaca (Magdalena) hay un mural con la consigna “Buritaca responsable con el medio ambiente”. Colores, plantas y manos componen la obra pintada en una pared sobre la que antes se veía un rectángulo rojo con propaganda política previa a las recientes elecciones presidenciales: allí estaba la conocida silueta humana con el mentón levantado y la mano sobre el pecho que hoy inunda las ciudades y el campo por igual. Aquel muro que instaba a votar por el candidato del Centro Democrático fue desplazado por la obra de la ilustradora y muralista Soma Difusa, quien, en colaboración con La Sierra Artist Residency, dio vida a uno de los más de 15 ecomurales que hoy revitalizan algunas paredes de Puerto Nuevo, Guachaca, Mendihuaca y Buritaca, en los que han participado artistas como Chirrete Golden, Lina Arias y Notable Salazar .

En plena troncal y a la vista de todos los viajeros, Soma pintó con la ayuda de los niños de la comunidad un mural que invita al despertar de la conciencia ecológica en el llamado “corazón del mundo”. Sin embargo, el escenario que encontró fue irónico pues, mientras trabajaba, varios adultos desde sus carros —también algunos transeúntes— arrojaban basura en la zona sin ruborizarse y poco les importaba si esta mujer de 28 años estaba dejando un mensaje urgente de recuperación medioambiental.  

“Estábamos pintando en un lugar que va a ser un ‘punto limpio’ para que la gente empiece a reciclar —cuenta Soma—. Pero ahí también hay unos paraderos donde la gente que va de viaje por la troncal se detiene a comer, así que se genera mucha basura. La gente bota la basura que trae en el carro y sigue. Me daba cuenta de que no era solamente la gente del pueblo, sino también los turistas que iban de un lado al otro”. Gracias a sus encantos naturales Palomino y sus pueblos cercanos se han convertido en uno de los destinos más populares para los turistas, tanto nacionales como extranjeros. Mientras en 2010 se registraron 2.075 turistas extranjeros transportados hasta la región, para 2017 fueron transportados 10.256, según el Registro Nacional de Turismo del Ministerio de Comercio y Turismo.

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A pesar de que los adultos hacían caso omiso a su mensaje, Soma encontró en los niños una ayuda e interés inmensos, lo cual le sirvió para entender en dónde hay que poner el ojo: a quiénes hay que sugestionar en beneficio del cuidado y el respeto de la naturaleza. Hoy en día, los pueblos aledaños a la Sierra deben enfrentar evidentes problemas medioambientales como la reducción de los ríos, (tal es el caso del rio Guachaca), la amenaza de extinción de 49 especies de animales o la misma desaparición del área glaciar de la Sierra Nevada que ya llega al 91%. Factores como la explotación del suelo, el cambio climático y la violencia armada, son los causantes de esta problemática sobre la que el país tendría que hacerse más consciente. “A los que más les importaba era a los niños —explica esta bogotana—. Uno se da cuenta de que toca trabajar por ahí, que a los adultos es muy difícil cambiarlos o intentar sensibilizarlos. A los niños, en cambio, no: los niños tienen más curiosidad, están más atentos, no dan las cosas por sentado”.

(Échele ojo a este video sobre los ecomurales de La Sierra y el trabajo de los artistas con las comunidades)

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Sueños encencidos, Cali. Foto: Soma

Pero aunque la experiencia en este pueblo cerca de Palomino dejó algunos sinsabores, su trabajo con la comunidad y los muros que pintó durante su estadía en el Caribe colombiano, le sirvió para alimentar su pensamiento sobre los aportes del muralismo a los procesos comunitarios.

Hace un par de semanas Soma volvió a Bogotá después de un mes y medio de viajes y trabajo artístico con gentes de Minca, Buritaca y Santa Marta, lugares que visitó durante sus residencias con La Sierra Artist Residency, Chaskis del Caribe, Jafana Jafana y Mango Jam. Pintando con niños y adultos de comunidades acostumbradas al trabajo físico y que muchas veces se alejan de los entornos escolares y artísticos, Soma dejó, más que su obra, un incentivo gráfico con el cual niños y adultos pueden identificarse. En este tiempo evidenció los contrastes que existen en los procesos del campo y de la ciudad, pudo reconocerlos con claridad trabajando con los niños de la vereda Montecristo, en Minca.

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La sierra y el mar sobre dos tortugas, Buritaca. Foto: Chaskis del Caribe

“Fue una oportunidad para que ellos crearan, para que se dieran un espacio para desarrollar la personalidad con más libertad. También es una pausa en su cotidianidad, del colegio, del trabajo en el campo: un aprendizaje”, comenta Soma recordando el trabajo con Chaskis del Caribe, un colectivo que desarrolla su trabajo con niños campesinos, echando mano de la pintura y la literatura. Durante la minga que tuvo lugar en Minca hubo una jornada de lectura a la que los niños llegaron con timidez, pero, cuenta esta mujer, se entusiasmaron rápido. “Les da un giro encontrarse con esos espacios. Pero también es cierto que resulta muy difícil llevar a cabo procesos largos con las comunidades”.

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Volar

Graduada de Diseño Gráfico de la Nacho, Soma siempre tuvo presente la duda sobre cómo involucrar a otros en sus proyectos artísticos. “Recién me gradué de la universidad —explica—, y también durante la carrera, me preguntaba cuál podía ser el impacto en la gente de lo que yo estaba haciendo, cómo hacer algo positivo y no solamente estar ilustrado o diseñando para entidades privadas, que le pudiera llegar a todo el mundo lo que estaba haciendo. Yo veía que en la ilustración no lo estaba haciendo, pero al meterme en el muralismo me di cuenta de que era así”.

Su primer acercamiento serio al muralismo se dio en la universidad, pues había mucha libertad para pintar los muros. Cuenta que en la facultad de Diseño Gráfico se abrían los espacios para que la gente los interviniera y se daban estímulos para ello. “Ahí empecé a intervenir las paredes, probé con el esténcil y con el vinilo. Pero también había otros espacios en los que los artistas se organizaban y hacían una jornada de muralismo no académica, sino por invitar parche. Luego empecé a pintar en mi casa y en la casa de mis familiares, hasta que llegó el año 2016, que se presentó lo de Animalditas”.

(No deje de leer Las Animalditas: constructoras de paz a través del muralismo)

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Guaitipán resiste, Guaitipán, Huila. Foto: Juan Villegas

Aunque Soma había pintado murales en años anteriores, fue en 2016 cuando, al unirse al colectivo Animalditas, consolidó su trabajo como muralista. “Todas ya veníamos pintando, pero no muy seguido —explica—. No había ninguna de nosotras que estuviera muy activa en la pintura de murales, pero cuando nos reunimos nos gustó mucho pintar juntas y ahí empezó todo”. La Minga de Muralismo de Toribío fue la puerta a todos sus viajes, pero también un punto importante para poner en marcha la inclusión de las mujeres en este tipo de street art, pues la presencia de colectivos de chicas muralistas no es tan fuerte en el país. “A partir de eso cada una fue animándose a desarrollar sus propios proyectos y a trabajar con otros parches”, cuenta.

la_promesa_-_la_apuesta_1.jpgLa apuesta/La promesa, Popayán. Foto: María José Alarcón

Las pocas veces que ha pintado en compañía de hombres (dos ocasiones, recuerda, en las que pintó con amigos para quienes eran sus primeras veces pintando o ella los había invitado) le ha ocurrido que los transeúntes hablan con los hombres para elogiar su trabajo y no lo piensan como un proyecto de ella o un asunto colectivo de diferentes géneros. “Pasa que muchos hombres se sorprenden al ver a una mujer pintando en la calle sola o subida en andamios. Incluso hay hombres que creen que uno no sabe, que es la primera vez que uno lo hace y dicen: ‘no, pero no use esos colores, yo he visto que no lo hacen así’ o ‘cuidado se cae de la escalera’”.

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Floreciendo, Santa Marta. Foto: Jafana Jafana.

Para esta mujer la experiencia de pintar en la calle es relevante y enriquecedora, pues muchas veces recibe ayuda de otras personas que quieren involucrarse en los asuntos del mural, como lo que vivió durante sus viajes recientes. Según dice, le gusta que su trabajo evoque sensaciones y que no sea tan claro el mensaje, sino que la persona llegue a sus propias conclusiones después de verlo. Recuerda su paso por la calle 10 en Santa Marta, una calle convulsa y densa en la que realizó el mural del cuerpo de una mujer con Jafana Jafana y sobre el que las personas que pasaban le comentaban cada uno cosas y asociaciones distintas, desde el pensar que era un habitante de calle, hasta asociar su cabello con el mapa de Venezuela.

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Bosque de bromelias, Bogotá. Foto: Soma.

“Yo creo que, en cuanto interacción con el público, de primera mano está el mural —asegura Soma, para quien los muros se han convertido en un espacio para visibilizar problemáticas y crear impactos positivos—. Lo quieras ver o no, está ahí, está en la calle, está en el campo visual, te lo encuentras. Eso es lo que me parece más bacano del muralismo: que una imagen esté ahí y te tropieces con ella y de pronto te dejó una idea o te gustó o no te gustó, pero algo pasa”.

Para Soma el tema del mural en Colombia va muy bien. La exploración de técnicas nuevas y la curiosidad de las personas que hoy pintan a gran formato son para ella dos de los puntos más relevantes de la escena. Ahora que ha vuelto a la ciudad quiere retomar las artes gráficas y seguir explorando el mural que, como ha visto, le ha permitido no sólo trabajar con comunidades y darle un sentido a su arte, sino también viajar haciendo lo que le gusta. Seleccionada para viajar este año al Latino Graff en Francia, un evento organizado por la Fundación Cartel Urbano y en el que han participado otros creadores como Ferizuku, Ledania o Era, Soma espera poder llevar su arte cada vez a más lugares y compartir con otros sus exploraciones visuales.

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