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Collage por @burdo.666

Astrall Bass, el beatmaker bogotano que dejó la vara alta en Nueva York

De Bogotá hacia Nueva York salió este miércoles Leonardo Sabogal, a.k.a. Astrall Bass, para llegar hasta las finales del Goldie Awards. Una carrera forjada con mucho entreno, hoy le ha supuesto un lugar alto en el mundo de los beats.

Nicolás Gómez (@ngospina14)

Leonardo Sabogal tiene 29 años, de esos, 15 los ha dedicado al hip hop. Vive en un pequeño apartamento que solía ser de su abuela, el cual ha adaptado como estudio; por él han pasado raperos del calibre de Alcolirykoz o La Etnnia, quienes grabaron allí su último álbum; 10. “He trabajado con todos los grupos de hip hop conocidos en Colombia, bien sea grabando, produciendo eventos o haciendo sonido en vivo”.

Este año, Astrall Bass, como se hace llamar Sabogal en su faceta de beatmaker, fue uno de los 8 finalistas de los Goldie Awards, una competencia que se lleva a cabo en Nueva York y es organizada por el Dj A-Trak y Adidas para buscar y premiar a los mejores Djs y beatmakers del mundo. De 2.100 participantes, Leonardo fue escogido por su ingenio a la hora de reinventar sonidos tradicionales: del currulao o la salsa saca lo mejor para mezclarlo con los sonidos del rap. Y no solo fue uno de los seleccionados. Astrall Bass llegó a la final de los Goldie 2019, en la que se enfrentó a la surcoreana LionClad en una batalla para recordar. La asiática resultó ganadora. Pero esto no desinfló al beatmaker y productor bogotano, ni lo apartó de su norte profesional, tampoco lo hizo olvidar de dónde viene y qué ha tenido qué hacer para llegar hasta el lugar en el que hoy está.  

Astrall Bass no proviene de los salones de clase —aunque en algún punto la vida lo llevó hasta ellos—. Encontró su camino a través del ícono de un mango que estaba en el escritorio de un computador de los que su tío, ingeniero de sistemas, arreglaba y que luego Leonardo escaneaba. Ese mango pudo haber sido, perfectamente, el acceso directo a algún videojuego que consistiera en cortar frutas con un sable, pero, en cambio, se trataba del logo de Fruity Loops, un famoso secuenciador que permite hacer ritmos a partir de samples y que se convirtió en su obsesión de ahí en adelante.

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Un sample de la música de Mario Bros —y la forma en que se entrelazaban los juegos que tanto le gustaban y la música que lo inspiraba a diario­— que descubrió en uno de los álbumes que le encimaban a su hermano mayor cuando compraba ropa en el Templo del Hip Hop, fue lo que lo hizo darse cuenta de que con ese programa del mango se podía hacer todo lo que se le ocurriera. Desde pequeño, Leonardo también ahorraba para ir a comprar ropa en esa tienda y poder descubrir nueva música, incluso se emociona al recordar una de sus canciones favoritas: Bucktown USA de Cocoa Brovaz (Smif-N-Wessun), que hacía parte del primer álbum que él pudo comprar por sus propios medios.

El mundo del rap se le fue abriendo con los amigos del colegio y los maestros de la calle que iba conociendo como Shabby FB y Askoman. Sus inicios se dieron junto a uno de los grupos más importantes del rap bogotano, Poetas Malditos, con quienes hizo sus primeros pinitos como beatmaker. En ese momento decidió que era necesario estudiar Ingeniería de sonido para dedicarse a hacer lo que amaba: más y mejor rap.

En el año 2010, justo después de salir de la universidad, Leo se dio cuenta de que era uno de los pocos que había escogido su carrera para hacer rap y que ese conocimiento no podía ser de exclusividad suya. Así fue que nació el proyecto de Decibeles Records, un sello discográfico que también servía como escuela para cientos de pelados que, como él, querían aprender a hacer música hip hop. Ese mismo año conoció al que sería su llave de ahí en adelante, Ali a.k.a. Mind, con quien hasta el día de hoy ensaya tres veces a la semana y quien, además, lo ha apoyado en el camino del beatmaking y la producción en vivo.

(Lea también “No puedo creerme un negro gringo cuando en verdad soy un mestizo de Bogotá”: Ali a.k.a Mind)

La vida de los artistas parece marcada, de alguna forma, por el temor a lanzarse, tirarse a fondo por lo que aman en vez de quedarse en el lado seguro de la vida para poder mantener cierta estabilidad financiera. Y es muy comprensible. A punto de dedicarse de tiempo completo a un trabajo de oficina en una universidad —con Decibeles en vilo—, Leo decidió que la música era su camino y aplicó a la convocatoria de MELAH  2017. Se la ganó y tuvo la oportunidad de conocer a muchos artistas latinoamericanos que, como él, le habían apostado al cambio social desde el movimiento hip hop. Leonardo desde la educación cambió la vida de muchos de esos pelados, quienes motivados por su amor al rap empezaron a tomar clases en la escuela de Leo para entender los entresijos de la industria musical y potenciar su carrera.

Leonardo fue el beatmaker detrás del himno de la primera cumbre de Melah, en el que grandes del rap cubano como Papá Humbertico de Real 70, Elokuente o DJ Lápiz se lucen con sus barras. Píllelo:

Actualmente se encuentra ensayando también junto a su amigo el Dj KM1KC en un proyecto nuevo que se llama La Ecuación. Dice Astrall Bass que todo lo que se escucha mientras ellos dos están en la tarima es producido en vivo: no son selectores, responden a las pulsiones del público, conectándose como en una comunión. Ya se han presentado en varias ocasiones y le están apuntando a estar el próximo año en Hip Hop Al Parque.

“Mi sueño de niño siempre fue presentarme en un Hip Hop al Parque y a los 16 años tuve mi primera experiencia, junto a un grupo que se llamaba Shampi-Sé”. Ese amor inacabable por el rap que Leo siempre ha profesado, lo ha llevado a ganarse el respeto y el reconocimiento de los que antes eran sus ídolos como La Etnnia o el mismo Ali a.k.a Mind  y a quienes solo podía escuchar en los discos del Templo del Hip Hop.

Actualmente, los días de Leonardo se dividen entre grabar el último disco de Gabylonia, una de las pocas raperas latinoamericanas en ser nominadas al Latin Grammy, entrenar y mejorar sus habilidades como beatmaker en su casa, ensayar con Ali y trabajar en su nuevo proyecto, Eqaxion.

“Que Gabylonia esté confiando en mí para este nuevo proyecto es lindo —cuenta Leo—, pero lo más lindo es que haya decidido venir a quedarse en mi casa por un par de meses, justo en este cuarto donde empezó todo hace 15 años”.

Cumpliendo sus sueños de a poco y recuperándose de una caída emocional y económica, Astrall Bass se refugió en el apartamento, un espacio seguro que su abuela le vendió a precio de huevo y que él tenía alquilado para poder mantener su vida en Chapinero. Ahora, desde allí, ha explotado a fondo su creatividad como músico. También se dio cuenta de que lo valioso no son los equipos con los que graba, y que las habilidades no caen del cielo. Se trata, pues, de la práctica diaria y de la energía que uno ponga a las cosas. Las personas con las que trabaja lo han buscado y no les importa si es en Chapinero o en La Igualdad, porque conocen la calidad de persona y productor que encuentran en Leonardo Sabogal.

Astrall Bass estudió a los ganadores de los últimos Goldie Awards y se ha dado cuenta de que algo que tienen en común todos es que son un poco “sobradores”, así que él quiere entrar pisando fuerte, utilizando un sample de ‘Un verano en Nueva York’, porque si bien lleva dos años dedicando todo su tiempo libre y sus noches a entrenar, sabe que va a divertirse y a aprovechar la oportunidad de mostrarse en un entorno diferente. Astrall Bass, el de la barba amarilla, dejó el nombre de América Latina muy arriba en esta edición y su idea es superar —superarse— el próximo año.

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