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Una semana de hip hop en la Cuba subterránea

El Movimiento de Expresiones Latinoamericanas de Hip Hop (Melah) cumplió su segunda parada en La Habana y alrededores, descubriendo lugares que han marcado una escena que lucha por una Cuba libre desde el grafiti, el breakdance, Mcs y Djs.

Alberto Domínguez

De Cuba dicen que es la mezcla perfecta de vudú africano, colonialismo americano y comunismo soviético: tres formas de vida y culturas tan dispares que su gente, sus formas y sus expresiones artísticas y culturales son imposibles de encontrar en otro rincón del mundo. De esas expresiones, el son, la literatura y la santería son de las primeras que saltan al hablar de la isla, no solo la mayor de las Antillas, sino la más rica y agitada en historia.

Pero esa historia, llena de matices, colores y giros, no está completa sin adentrarse en la Cuba subterránea, esa que se escapa de las guías turísticas y donde se encuentran focos de resistencia que desde el grafiti, el breakdance, los MCs y los Djs, se expresan por un objetivo común: una Cuba libre artística y culturalmente. Con el objetivo de integrar la cultura hip hop cubana con el resto del continente, aterrizó en La Habana el Movimiento de Expresiones Latinoamericanas de Hip Hop (Melah), un intercambio que reúne artistas hip hop de Cuba, México y Colombia para enriquecer proyectos sociales en sus respectivos países.

José Sarralde, director de la Fundación Cartel Urbano y una de las mentes detrás de Melah, se refirió a este viaje como la oportunidad para que los artistas mexicanos y colombianos conocieran de primera mano las condiciones y restricciones que tienen los gestores hip hop cubanos para sacar adelante sus proyectos. “Esta fue una forma de vivir la empatía, poniéndose en los zapatos del otro y tendiendo redes de apoyo. También fue posible ver cómo es en realidad lo que sucede en Cuba: una cosa es lo que se dice y otra lo que de verdad sucede”, dijo.

Como ya había sucedido en la primera parada del intercambio en Bogotá, donde visitamos lugares como Ciudad Bolívar, Las Cruces y la Fundación Ayara, los artistas se adentraron en los espacios más representativos del hip hop en la capital cubana: desde el barrio a donde han llegado artistas internacionales a pintar muros hasta la población donde estalló el rap cubano.

 

DÍA 1 – SANTA FÉ (LA HABANA)

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Ali Fernando Salas, líder de la agrupación Kombilesa Mi, cargó con orgullo sus raíces ancestrales de San Basilio de Palenque desde el momento en el que se montó en la “guagua”, el medio de transporte del cubano de a pie. El nombre de estos buses, de asientos metálicos y calor sofocante, dicen unos que es la adopción de la palabra inglesa waggon, mientras que otros lo relacionan con la Wa & Wa Co. Inc. (Washington, Walton, and Company Incorporated), la primera empresa gringa que importó buses a la isla durante los años de la ocupación, después de 1898.

Desde este medio de transporte se les dio inicio a las jornadas de actividades de Melah, que sacó a los artistas de Centro Habana, lugar escogido como refugio de los hoppers y que ofrecía la posibilidad de conocer la cotidianidad de los habaneros.

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El barrio Santa Fé, en el extremo oeste de La Habana, de donde salieron próceres independentistas como Antonio Maceo, es también el lugar donde Ana Lyem Lara y Alberto Ferrer, dos tatuadores cubanos, abrieron hace tres años el estudio Zenit Tattoo. Ana Lyem, quien se inició en el grafiti y la arquitectura, es una de las pocas mujeres tatuadores en Cuba, un arte que se ejecuta desde la clandestinidad. Como le contó Alberto al equipo de Melah, el tatuaje, siempre relacionado con las movidas hip hop en la isla, tuvo una época de “cacería de brujas” en la que las autoridades alegaban enriquecimiento ilícito de los tatuadores y les decomisó los equipos, multándolos a ellos y también a quienes se tatuaban.

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El rapero mexicano José Luis Vásquez, de la agrupación Mexica SkSk, aprovechó el paso por Santa Fé para retratarse en la Casa de Conchas, construida por su propietario a punta de ese material marino tras una crisis económica en la isla, en 1993, que impedía conseguir insumos para la construcción.

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Ante la ausencia de skateparks, los chicos de Santa Fé recurren a barras metálicas que ubican en las calles para hacer sus trucos. Para engomar a los jóvenes, existen proyectos como el Never Stop Surfing, liderado por Reinier Morales la Rosa y Yaya Guerrero, dos surfistas de La Habana que ven en el skateboarding unas buenas bases para lanzarse al surf, una práctica que no cuenta con reconocimiento gubernamental (si quiere conocer más de la movida de la patineta en la isla puede leer La piscina más grande abandonada de Latinoamérica es hoy el spot clandestino de los skaters en La Habana).

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Nina Moraes, Os Gemeos y otros artistas urbanos internacionales han dejado sus murales en este barrio; con el paso de huracanes como los de esta temporada y el agua del mar, se han ido desgastando. Hubo una época, cuentan personas cercanas al grafiti, en la que el gobierno dispuso de brigadas de jóvenes que borraban los murales realizados. Stencils como el de la imagen superior, realizado por el parche de Ana Lyem, se hacen después de vectorizar manualmente imágenes digitales y hacer las plantillas uniendo hojas de papel tamaño carta, pues no existen plotters.

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El parche Melah no podía irse del barrio sin dejar su rastro: un mural intervenido por los colombianos Enka, Lluvia de Colores y Kno-Delix, el mexicano Os Ley y el cubano Fernando Almenares. El mural se hizo en la parte exterior de una cancha de “paredón”, un juego inspirado en la pelota vasca, pero con la mano y pelota de tenis que juegan los jóvenes en Cuba en zonas cercanas a la costa. A la hora de hacer pintadas en la isla, los artistas deben tener cuidado de que lo expresado no dé lugar a pensar que es una pintada crítica con la Revolución. Además de la participación de la comunidad en la intervención de los artistas de Melah, que incluso prestó escaleras y escobas, hubo tiempo para sesiones de breakdance de la bgirl bogotana Lluvia de Colores y la mexicana Peste.

Por cierto, la pintada del ilustrador Enka dio lugar a sospechas entre los transeúntes, que se preguntaban si el retrato del marinero con barba era en realidad una interpretación burlesca de Fidel Castro bebiendo daiquiri…

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Danay Suárez, una rapera cubana nominada a cuatro Grammy latinos y radicada en Miami, invitó a los artistas Melah para que realizaran una intervención en una bodega, a las que llegan los cubanos con su libreta de racionamiento a pedir el alimento que les corresponde. Al no conseguirse aerosoles en Cuba, utilizaron tinta de imprenta rendida con gasolina, impermeabilizante y anticorrosivo, que hacían las veces de vinilo.

 

DÍA 2 – COCO SOLO

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En la visita que hizo el parche Melah a la sede de Coco Solo Social Club, una iniciativa de casa cultural independiente ubicada en el barrio popular de Marianao se realizaron dos talleres: uno sobre producción de contenidos digitales y manejo de redes sociales, dictado por Andrea Gamboa de la Fundación Cartel Urbano, y otro sobre emprendimiento para artistas, dictado por Stephany Contreras de Music Muv.

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En estas charlas salieron temas inéditos para los no cubanos como la existencia de  ‘El Paquete’, el “internet” de los cubanos. Cada semana, un grupo de particulares pone a la venta un disco duro con 30 gigas de información a un dólar. Allí los ciudadanos pueden descargar series, películas, documentales y música a la cual no tienen acceso en los medios corrientes.

Gracias a esto, artistas como Keren Benítez, una MC de Camagüey, pueden poner a circular su música, además de contar con la ayuda de amigos que, desde otros países, los ayudan a mover sus contenidos en redes sociales. Acceder a internet solo es posible en ciertas zonas de la ciudad y tiene un costo de tres dólares la hora, un precio muy alto para la mayoría de cubanos: el sueldo promedio de un cubano fue de 29.6 dólares mensuales en 2016, según la Oficina Nacional de Estadística e Información de la Isla.

 

DÍA 3 – ALAMAR

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Parada obligatoria del recorrido Melah fue Alamar, la ciudad que vio emerger el rap cubano, y que está llena de construcciones grises, levantadas a principios de los setenta, para construir el modelo de ciudad ideal de la Revolución. Esta población, que tiene la casa de cultura más grande de Cuba, sirvió como lugar de exilio a miembros de agrupaciones de izquierda de Latinoamérica, principalmente colombianos, chilenos y peruanos, y a personalidades que huían de regímenes militares como el escritor uruguayo Mario Benedetti.

Fue una ciudad a la que el mismo Fidel Castro asistía semanalmente a verificar el estado de las obras y a inaugurar edificios, pero que después del 79 cayó en decadencia. Hoy, muchos de sus espacios están abandonados y descuidados, y prácticamente no existen los lugares donde los jóvenes puedan distraerse.

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El Anfiteatro de Alamar es considerado como ‘La catedral del rap cubano’ y fue epicentro de la escena rapera. En este espacio se vivieron hitos del rap cubano como el primer Festival de Rap, en 1995, que empezó como una potente iniciativa independiente y, con el tiempo, pasó a ser absorbido por el Ministerio de Cultura hasta desaparecer por completo.

Hoy, raperos surgidos allí como Soandry del Rio (abajo en la imagen de la izquierda) trabajan por retomar el festival y volver a hacer de este lugar lo que fue antaño, un espacio cubierto de grafitis y cargado de esencia hip hop.

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Además de la guía de Soandry, en esta visita el parche Melah estuvo liderado por Amaury Pacheco (en el centro), uno de los poetas líderes de Omni-Zona Franca, un grupo que fue reconocido por ser bastión de la contracultura cubana, realizando happening y performances que los llevaron a ser sujetos a vigilar por parte de las autoridades y a fundar el Festival Poesía Sin Fin. El MC cubano Elokuente y el productor de rap y reggae Dj Lápiz (arriba a la derecha) participaron activamente en esta visita. Ambos hacen parte del reconocido crew Real 70, también integrado por Papá Humbertico, rapero que ha internacionalizado el género cubano con actuaciones como la de Hip Hop al Parque en 2013.

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Como no todo fue rap, Alamar, y sus contenedores de basuras, también recibieron el decorado de los grafiteros del grupo. Pero no fue tan sencillo…

Los artistas que participaron pidieron autorización a la que supuestamente era la propietaria del inmueble, pero una vez iniciada la pintada no tardó en llegar la policía del sector. Hicieron preguntas de por qué pintaban, además de solicitarles quitar el mural pues el edificio, como dijeron, era propiedad del Estado. Cuando llegó la policía se acercó también la comunidad, que se puso de lado de los artistas. Todo terminó cuando se llevaron a los artistas cubanos a la comisaría y les pidieron que volvieran a pintar de blanco pero el grupo hizo caso omiso y continuó con la intervención, que también contó con la ayuda de los niños. Una vez volvió la policía, al ver el muro terminado, decidieron dejarlo… y ahí sigue.

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En la noche, el grupo participó de un concierto de rap en el que uno de los intérpretes fue Silvito el Libre, uno de los referentes del rap e hijo de Silvio Rodríguez, que con su lírica critica al gobierno y las posturas políticas de muchos, incluida las de su padre. Como en Cuba no pueden realizarse conciertos de rap en sitios públicos, el acto se llevó a cabo en un casa particular, donde también hubo un performance de Amaury Pacheco, quien se colgó para representar el suicidio del poeta Juan Carlos Flores en Alamar.

 

DÍA 4 – BARRERAS (LA HABANA)

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El parche Melah no podía pasar por La Habana sin hacerse al menos una foto de rigor, en las escaleras de la Universidad de La Habana, fundada en 1728, una de las más antiguas de América Latina. Antes de llegar al lugar, el rapero Soandry del Río recuerda que fue estudiante de Piscología en esta universidad, de carácter público y gratuito para todos los cubanos, pero fue expulsado por “problemas ideológicos”.

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En Barreras, Lluvia de Colores y Peste ofrecieron un taller de breakdance, al cual no tardaron en acercarse jóvenes del pueblo, todos llenos de curiosidad por los movimientos de las chicas, que finalmente pudieron emular.

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Enka, ilustrador que integró el grupo Melah, dio un taller en el que el objetivo era realizar ilustraciones sobre la percepción que tenían los artistas de los demás países: en los trazos de los participantes, incluidos niños que se acercaron, quedaron unidos México, Colombia y Cuba.

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Barreras es de esas localidades cubanas en las que pareciera no pasar nada, pero adentrándose en sus calles sin pavimentar los artistas Melah se toparon con un estudio de grabación que ha definido lo que es el rap cubano: Real 70, propiedad del reconocido Papá Humbertico, un proyecto que se define como “la revolución dentro de la Revolución”. En este lugar se ha grabado lo más importante del género en Cuba, y ha visto pasar a agrupaciones como Los Aldeanos o Mano Armada.

Allí estaban figuras reconocidas del movimiento cubano como EI Discípulo, de Mano Armada, y El Psicópata, un vieja guardia que vivió de cerca los inicios, cuando Orishas hacía rap y se hacía llamar Amenaza.

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Y claro, nadie se iba a ir del estudio de Papá Humbertico sin grabar un tema. El micrófono lo tomaron todos los MCs del grupo: Elokuente, Keren (en la imagen), Carlos García Cosio, de México, José Luis, y los cubanos Prófugo, Anderson y Chamako, además del colombiano Ali Fernando Salas. Trabajando en conjunto, y bajo la atenta mirada del propietario del estudio y el productor colombiano Leonardo Sabogal, compusieron un tema que une la forma en la que se comunican coloquialmente en México, Colombia y Cuba.

 

DÍA 5 – SANTACRUZ

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Después de cuatro días de hip hop intenso, el grupo de artistas se tomó un merecido descanso en las playas de Cuba, que sirvió de deliberación sobre el emprendimiento cultural, la libertad de expresión y la democracia…

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… ideas de las cuales cada uno se llevó un grano de arena para aportar en sus respectivas comunidades.

Después del paso por la isla, Melah ya enfila baterías para adentrarse en la Ciudad de México, última parada de esta aventura que busca implementar el hip hop como herramienta de transformación social.

 

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