Las herederas de Ivy Queen
¿Qué es el neoperreo? ¿Existe revolución en el perreo? ¿La fiesta puede ser un escenario reivindicativo? Nos hicimos estas preguntas a propósito de un género en ebullición que ha sabido ser un espacio político para la diversidad.
Es imposible tener una conversación en la que converjan conceptos como perreo, conciencia, inclusión y feminismo sin mencionar a Ivy Queen, la poderosa boricua que hablaba en sus letras sobre consentimiento y empoderamiento femenino años antes de que estos temas alcanzaran la fuerza que tienen hoy en día.
Ivy Queen consiguió posicionarse en un género que, desde sus inicios y hasta la actualidad, ha estado comandado por hombres. Con sus letras y su performance, la caballota se abrió espacio en un escenario que aun hoy pone a las mujeres en un papel secundario y complaciente. La perra, la potra, la gata, palabras cargadas con una connotación negativa y usadas para denigrar a las mujeres, se convirtieron en el discurso de Ivy Queen en títulos de honor con los que se nombraba ella misma, empoderándose y resignificando el lenguaje.
Además de la consabida Yo quiero bailar, canción en la que esta cantante afirma que el baile y la sensualidad no son invitaciones ni ofrecimientos sexuales y hace apología al gozo y la autonomía sexual femenina, la cantante ha expresado varias veces su cercanía con el feminismo y su afrenta al falocentrismo dominante en este género musical. Si bien el reguetón sigue siendo un terreno dominado por hombres, el poder y la presencia de Ivy Queen sirvieron de inspiración para que muchas mujeres rompieran este paradigma desde el centro mismo del género.
Alrededor del reguetón se han dado polémicas por sus letras o videos considerados misóginos por situar a la mujer como objeto de gozo exclusivo para lo masculino. Así mismo, su carácter excluyente que no da cabida a personas con identidades de género diversas y que perpetúa el binarismo hombre/mujer y los roles impuestos a estos, es otra de sus características criticadas.
Sin embargo, esa misma fuerza con que se ha sabido criticar al reguetón también ha servido para que este género tan popular se convierta en un espacio de disputa y emerjan desde su centro nuevas apuestas que reivindiquen y empoderen a aquellos sectores que el mismo género musical ha discriminado.
En una entrevista para Red Bull, la chilena Tomasa Del Real, precursora y principal exponente del neoperreo, se refería al reguetón como una ola artística que habla sin censura de la libertad sexual, de las putas y de las relaciones. “Siento que la sociedad le puso niveles morales a la sexualidad y el reggaetón trata de superar esa barrera y decir: bueno, trátame de puta, pégame en el culo, que yo lo estoy pasando bien", dice en la entrevista.
Como Tomasa, varias mujeres y personas con identidades de género diversas empezaron a encontrar en el reguetón un espacio de expresión y de empoderamiento, trascendiendo las contradicciones que esto podía significar para ciertos sectores del feminismo y repensando a su vez dichos preceptos. Así, poco a poco, un género eminentemente masculino se fue permeando por nuevas miradas que lo llevaron a evolucionar.
Antes de la explosión del neoperreo se empezó a hablar de reguetón lesbofeminista en respuesta a las problemáticas anteriores. La pareja de chilenas que conforma Torta Golosa y la agrupación argentina Chocolate Remix son referentes de esta etapa. Las primeras le cantan al aborto y al poliamor, mientas buscan generar conciencia sobre la violencia estructural que reciben las mujeres. Chocolate Remix, por su parte, nace de la necesidad de probar qué pasa si una mujer lesbiana se apropia de un escenario típicamente masculino, así como de satirizar el estereotipo del macho en el reguetón.
El producto de estas y otras discusiones y apuestas musicales fue el neoperreo, esa experiencia que Tomasa Del Real bautizó en una emisión de Red Bull Radio New York en 2016. La chilena trataba de explicar qué era la música que estaba haciendo y en su intento de diferenciarla del reguetón, aunque tratando de explicar su cercanía, dio con esta denominación. “Para mí no es reggaetón porque eso es de Puerto Rico, esto para mí es como un nuevo reggaetón, lo que sí conserva es que está hecho para perrear, entonces es la nueva forma para perrear: el neo-perreo”, dijo en ese entonces Tomasa abriendo el camino a un nuevo concepto que supo recoger estas expresiones disidentes que llevaban tiempo gestándose.
Y es que, si bien las raíces del neoperreo están en el reguetón, la gran diferencia con este es que no es el hombre quien manda la parada ni la mujer es reducida a corista u objeto de ornamentación. En el neoperreo mujeres y personas diversas se apropian del micrófono para cantar abiertamente con base en su disfrute y deseo sexual, un detalle que lo hace transgresor y reivindicativo.
De igual manera, el neoperreo, como lo define la misma Tomasa del Real, parte de un cruce de la era digital con la influencia del reguetón en nuevos artistas, esto debido al papel fundamental que ha jugado internet en su creación. Redes sociales como Instagram o YouTube han sido las cunas de la mayoría de los proyectos hoy reconocidos de este nuevo género musical. La filosofía DIY subyace en la génesis de muchas de las apuestas musicales por el neoperreo que se conocen hoy en día, sumándole una característica más al género: lo transnacional. Artistas de diferentes latitudes y públicos de diferentes países –en su mayoría latinos y españoles– han accedido al neoperreo gracias a la conectividad que ofrece la red.
Otro punto importante es, sin ninguna duda, el baile, el perreo. Usualmente en el reguetón el objetivo de la danza apuntaba al goce masculino. Bailar solas, bailar con otras mujeres, intercambiar lugares y pasos con hombres, bailar sin roles de género: esa es la apuesta del neoperreo. Proponerse como un modelo musical y de fiesta inclusiva.
Aunque, como cuentan sus exponentes, el neoperreo no pretende excluir a los hombres heterosexuales cis, es cierto que sus máximas exponentes en la actualidad son mujeres y personas diversas. La participación masculina se sitúa principalmente del lado de la producción. Quizás porque de no ser así, no existiría un cambio real en el paradigma, aún si los contenidos hechos por hombres cisgénero fueran diferentes.
Por otro lado, el neoperreo también trae una propuesta estética propia. Los “freaks” o “monster high del reguetón”, son los términos que ha usado Tomasa para describirlo. La estética de barrio, lo underground y lo marginal en mixtura con elementos futuristas, emojis, glitter, cadenas, tipografías típicas del metal, tatuajes e ingredientes de la cultura noventera se suman a la imagen hipersexualizada tradicional del reguetón clásico proponiendo una estética renovada.
También llama la atención que el neoperreo surge en países en los que no ha habido producción fuerte de reguetón como Chile o Argentina, marcando una diferencia más con este género de origen panameño y puertoriqueño.
En el circuito colombiano las propuestas de artistas como Linapary, Lola Mento y Smoker Bambi, entre otras, son referentes. Hablamos con ellas sobre este género que va en ascenso y las tensiones que subyacen en su centro.
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Smoker Bambi
Smoker Bambi es una artista plástica caleña y, como ella misma dice, “putica de tiempo completo”. Según cuenta, en su caso la necesidad de una apuesta musical surgió de la reflexión sobre su propio quehacer y decir y lo que expresa a través de la música es lo que ella misma quiere escuchar. “Me gusta escuchar a las tipas que hablan abiertamente de sus libertades”, explica.
“Me la resudan las personas que no pueden entender que el perreo empieza con las ganas de mover el culo para uno mismo. Luego viene toda la mierda capitalista que evita que la gente vea que es más que una moda y que no es para uso y consumo exclusivo de los machos. El perreo en sí es resistencia, es político. No sé por qué es difícil aceptar que la party reivindica, que se hace comunidad, que por medio del perreo nos encontramos. dice refiriéndose al componente feminista de este género.
(Vea 'Una charla con Smoker Bambi')
Esta artista define el neoperreo como un movimiento musical y estético que celebra lo sudaka, lo de la periferia, lo que ha sobrevivido a tanta violencia y por eso mismo lo considera transgresor. Por esto cree que se debe dejar atrás el tema de la misoginia en las letras del reguetón viejo y concentrarse en lo que se está diciendo ahora. Acus, MeyMey, Badsista y Linapary son algunos de los proyectos que propone para empezar a reconocer las posibilidades que nos da la música hoy en día. Así mismo menciona otros como la Comunidad de Desculonización, el Club Cuir y la Putivuelta como ejemplos de cómo la fiesta llega a ser política y reivindicativa.
Con referentes musicales van desde Rocío Durcal, pasando por María Conchita Alonso, Jenny Rivera y La Zowi hasta Tomasa del Real, Smoker explica que su estética responde a la identificación que siente con cosas que ya han convertido en cliché del mundo del trapping. “A lo mío, chiviado, de contrabando, se le suma el identificarme también como trabajadora sexual. La aceptación de mi cuerpo y toda su sexualidad en más de un solo ámbito. Estéticamente relaciono todo esto conmigo”, cuenta.
“Siento que el perreo es político cuando me siento orgullosa y no ofendida de que me digan puta. Siento que es político cuando me subo al escenario y les digo que les hacen falta más coños a sus carteles”, dice. Si bien esta artista aclara que no abandera ningún movimiento ni ninguna lucha, como el feminismo, reconoce que es algo que se ha dado orgánicamente.
Smoker Bamby es crítica con la situación actual de la industria musical, dice que el reguetón que es aceptado y producido por las grandes disqueras hoy en día responde “al proceso de blanqueamiento” por el que pasa. Para ella es claro que el under sigue siendo estigmatizado pues en él se juntan “los racializados, los diverses, los migrantes. Eso no ha cambiado”.
Lola Mento
Lola Mento se define a sí misma como la próxima reina del neoperreo en Colombia. Esta artista visual y drag queen bogotana lleva más de dos años formulando su propuesta artística en la escena underground urbana a través de un performance y una estética personal. Los perreos bellacosos transfeministas son la apuesta en la que trabaja actualmente.
“Mi sueño en la vida siempre fue el de ser una estrella famosa, pero a medida que fui creciendo me daba cuenta que este ideal de estrella era un concepto muy americanizado o sujeto a estándares gringos. Esta idea iba de la mano a modelos de belleza tradicionales y conductas femeninas normativas”, cuenta.
En su tránsito hacia los adentros de la cultura underground latinoamericana, Lola fue tomando distancia de esas normativas que define como imposiciones sobre la mujer y su corporalidad. Cuenta que en este camino decidió que si iba a representar la figura femenina no podía seguir cayendo en estereotipos que censuran y limitan a la mujer a ser un objeto de consumo para el hombre, que para ella es sinónimo de la sociedad patriarcal. Por eso se trazó como objetivo llevar un mensaje de liberación sexual sobre todo para las mujeres, un camino que encontró en el neoperreo.
Según cuenta, en este género encontró por primera vez un producto netamente latino acorde a sus ideales políticos y estéticos, en el cual podía sentirse representada como persona queer y ver representada a la mujer como un ser libre. Esta certeza la ayudó a dar rienda suelta a su proyecto musical. Sin embargo, señala que el camino ha sido largo y complejo. Lola cuenta que ante la poca seriedad con que la toman los productores debido a su identidad como drag queen, ha tenido que producirse sola, lo que ha sido un obstáculo para sacar su música, al menos con la calidad que quisiera.
“El reguetón, como todo género musical, es reflejo de nuestra cultura, y en nuestra cultura predomina el machismo”, opina. De ahí que considere el neoperreo como el justo reclamo por estos espacios que le han sido negados a las mujeres, algo que ve, por ejemplo, en la reapropiación del lenguaje para reivindicar el cuerpo y el placer. “Del mismo modo ha pasado dentro de la comunidad LGBTIQ con palabras como ‘loca’ o ‘maricona’ que, como respuesta, se hacen propias de la cultura queer”, agrega.
Al igual que otras exponentes del género, Lola Mento está convencida de que cualquier producto musical o cultural que sea para el goce de un público puede ser una plataforma de activismo. “Es importante crear a partir de mis convicciones, mis luchas y mis conocimientos. Tener un motivo, dar voz y visibilidad a las causas que considero justas y que son cercanas a mí. El ser artista involucra una responsabilidad social muy importante. No está bien ser artista e invisibilizar o negar causas y poblaciones”, dice.
Shakira, RBD, Miranda! y Moderatto fueron los modelos a los que quería parecerse de pequeña. Más adelante en su adolescencia, Lola se topó con Ivy Queen, La Factoría, Hector y Tito y Wisin y Yandel, quienes le fueron marcando el camino que ahora está decidida a seguir. Hoy en día su “divina trinidad” está conformada por tres diosas del neoperreo: la española Bad Gyal, la argentina Ms Nina y la chilena Tomasa del Real. Así mismo, menciona a Arca como su gran fuente de inspiración.
Por último, define su estética como “sumamente provocadora”, pero aclara que no lo hace “con la intención de cosificar a la mujer y su cuerpo para fines de consumo masculino, sino como objeto de empoderamiento personal. Busco ser sexy, perra, pero también oscura y macabra”. Según cuenta, quiere mostrarse como latina, pero lejos de los estereotipos que esto puede significar.
Linapary
Lina María Trujillo Direktor, mejor conocida como Linapary, tiene una larga trayectoria como exponente musical colombiana. Esta barranquillera de 31 años empezó haciendo vídeos en YouTube, muy al estilo DIY desde 2011. También transitó por los lindes del rap con su proyecto María Direktor. En 2018 lanzó el sencillo Emoticón junto al chileno Chico Unicornio, canción que la puso en el radar de las nuevas propuestas de reguetón inclusivo y feminista. Luego, bajo esta misma línea lanzaría temas como Me tienes en llamas, Demoníaca y Sin pena.
(Conozca ‘Creadores en Casa vol.2 – Linapary’)
Para Linapary, las nuevas formas de comunicación que llegaron junto a la globalización y la masificación de internet son el punto de partida en lo que respecta a su proyecto de neoperreo.
Así mismo, expresar el cómo se siente como mujer en el mundo completa su propuesta artística. “Hacerlo desde el perreo me parece muy poderoso porque sabemos que el mundo está liderado por hombres y el perreo es uno de esos géneros dónde se siente mucho más latente la presencia masculina y la cosificación e hipersexualizacion de la mujer”, dice al respecto.
Esta artista define el neoperreo como volver a lo básico y proponer letras en las que se hable de sexualidad sin tabúes y en las que se hable del placer con la misma naturalidad con que se habla de la calle, del narcotráfico o de la mafia. “Es coger todo lo que pasaba anteriormente cuando el reguetón no era popular y traerlo a la era digital con una óptica de empoderamiento y dominación femenina. Es un género donde las mujeres son precursoras”, dice.
Aunque reconoce que muchas veces el miedo al cuerpo es la herencia de concepciones religiosas que convierten el gozo y la sexualidad en tabú, para ella debe ser todo lo contrario. “El perreo se ha vuelto un canalizador para que las mujeres se empoderen de su cuerpo y muevan sus caderas hasta donde quieran. El perreo en el feminismo es completamente válido. Cuando estás bailando es un momento catártico y la catarsis tiene que seguir, es necesaria para el cuerpo, la mente, el espíritu, todo”, agrega
A las personas que niegan la posibilidad de poner perreo y feminismo en una misma frase, Lina les responde que sí se puede. “Va en el artista, las letras y el mensaje que se quiera transmitir. La música es arte y la música también es política. La música genera movimientos políticos. La música se puede prestar 100% como plataforma política para generar cambios en la cultura y la sociedad”, agrega.
Entre los referentes musicales de los que ha tomado inspiración esta Ivy Queen, quien ocupa un lugar al comienzo de su lista. Goony Chonga, Bea Pelea, La Pili, Tomasa del Real, La Factoría, Elettra Lamborghini y Barbie Rican, entre otras, son algunas de las artistas que ha tenido presentes a lo largo de su trabajo. Por otro lado, Linapary celebra la existencia de dos plataformas que le son muy cercanas y que hacen activismo desde el feminismo y el perreo. Dos Latinas, en cabeza de “Sin perreo no hay revolución” y La Pachangona, un colectivo de latinas en Alemania que abandera y promueve el “Perreo Consciente” en escenarios blancos y muchas veces xenófobos del país germánico.
“Para mí, el perreo consciente son todos los artistas, colectivos, individuales, que generan discusiones, paneles, fiestas y contenidos para promover conciencia sobre el reguetón y los cuerpos al perrear. El perreo consciente quiere promover un pensamiento crítico sobre la música, y la libertad de los cuerpos y el empoderamiento al perrear” agrega.
Sobre su propuesta estética, Lina dice que se enfoca en romper los estereotipos que recaen sobre las mujeres en la industria y tener control completo sobre su imagen y su cuerpo. “A mí me gusta mucho mostrar mi cuerpo y empoderarme, porque siento que es el ejemplo que quiero transmitir a las personas. Me muestro como soy, me pongo el body más apretado, que se me vea bien el culo, que las tetas se me vean delis, porque yo como mujer me siento deli con mi cuerpo como es, que no es perfecto. Me pongo lo que me quiero poner, que me haga sentir sexy. Ese es el mensaje que yo quiero mandar a todos los cuerpos: femeninos, masculinos, cuir, trans, todos”. concluye.
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Así pues, la lucha solitaria que inició Ivy Queen parece haber dejado sembradas las semillas necesarias para la nueva revolución de la música que está germinando con el neoperreo. Paradójicamente, las herramientas provienen de esas mismas que fueron usadas por el reguetón para replicar discursos misóginos. El placer femenino reprimido y si se quiere castigado se ha convertido en la meta y reivindicación que persige este subgénero.
El neoperreo propone una ruptura de los modelos que pretenden regir el cuerpo y la sexualidad a través de la música y el baile, abriéndose como un espacio político para la diversidad. Las identidades diversas que crecieron con el reguetón y no hallaron cabida en él pueden finalmente reunirse en torno al perreo inclusivo, en una democratización del baile. Queda abierta la pregunta sobre si esta apuesta logrará posicionarse en el mainstream de espacios heteronormados.