
Las fachadas de la capital según @cucharitadepalo
La autora se metió en los recovecos de las 20 localidades de la ciudad para inmortalizar en ‘Fachadas Bogotanas’ 47 ilustraciones que revelan su visión personal de la compleja historia capitalina.
Bogotá es un misterio para la mayoría de sus habitantes, ya sea porque muchos no crecieron en la ciudad o porque su rutina los ha limitado a moverse solo en ciertos sectores. Pocos se han aventurado a explorarla, y mucho menos a contarla.
Pero fue precisamente esa inquietud por contar la capital, lo que dio origen a Fachadas Bogotanas (2015). Su autora, Lizeth León, mejor conocida en redes como Liz Lemon, quiso describir la Bogotá que existe más allá de Chapinero, o del emblemático Centro, y el resultado es este libro de 158 páginas, del cual Liz hizo una lectura musical el pasado 6 de agosto con ocasión del cumpleaños de la ciudad.
El libro incluye 47 fachadas ilustradas, acompañadas de breves historias o, como ella misma las llama, “miradas de ciudad”. Durante cuatro meses visitó las casas y edificios que le sugerían sus seguidores en Twitter, y dibujó una fachada diaria.
La metodología fue sencilla: en un mapa iba marcando las zonas a visitar, recibía propuestas de cualquier interesado y se trasladaba a la casa propuesta. Una vez allí, escuchaba la historia, la contaba, ilustraba la fachada y después compartía el resultado en la red social.
Hay historias, como la que acompaña la ilustración del emblemático barrio de Pablo VI, en la que los adolescentes se comparaban con Pablito y Violeta, los protagonistas de De pies a cabeza, pero que en vez de jugar fútbol al ritmo de Maná, bailaban salsa y escuchaban merengue.
A través de historias como esta, el libro recorre las 20 localidades, además de los municipios de Chía, Soacha y La Calera. Así, Lizeth propone una confrontación de distintas realidades, incluida la de ella, pues su historia personal es parte importante de la narración.
Lizeth nació en abril del 89 en Bogotá, y vivió la mayor parte de su vida en una casa en el Centro, en dónde empezó a darse cuenta que la magia de la capital no está en su arquitectura.
“Bogotá vive comparándose con otros lugares, queriendo parecerse a otras ciudades y denigrando de lo que es, que no es bonita en sus fachadas, que no tiene un centro histórico emblemático, como el de Lima. No ve realmente que hay una ciudad en medio de eso.”
El libro se divide en siete secciones: La Isla, que es la zona centro que limita con Chapinero y Teusaquillo; El Vecindario, que incluye barrios como La Primavera, Galán, Restrepo, el 7 de Agosto, entre otros; El Dorado, el desarticulado occidente de la ciudad; La Hacienda, la zona norte formada en su mayoría por Usaquén y Suba; El Río, el espacio dedicado a los barrios que colindan con el río Tunjuelo; El Campo, la zona rural de Usme, Ciudad Bolivar y San Cristóbal, y La Periferia, conformada por Soacha, Chía y La Calera.
El insumo de Lizeth se encuentra en el crecimiento desorganizado, la improvisación y la invasión, todos elementos distintivos de Bogotá. La modificación y/o engalle de sus fachadas hace que cada barrio, cada cuadra y cada casa tenga el sello de sus habitantes. No hay dos iguales, como no hay dos familias iguales. Ese carácter informal no es un rasgo exclusivo de barrios populares, es el común denominador en la ciudad.
El libro, que se puede conseguir en La Madriguera del Conejo, Casa Tinta y La Valija de Fuego, entre otras librerías, da cuenta de lo extensa y milagrosa que es Bogotá, y de cómo su geografía fue casi una revelación para Lizeth, algo que también puede llegar a sentir el lector.