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Una tormenta de papel

Una campaña publicitaria de OneRPM que tapó otra del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación causó revuelo esta semana en redes sociales. Aunque el hecho obedeció a la dinámica tradicional del cartelismo, el desconocimiento de este oficio creó una tormenta en un vaso de agua de la que sólo pudo sacar provecho una mirada poco prudente e incendiaria.

Redacción Música

El martes las redes sociales despertaron inundadas de memes e indignación por una campaña publicitaria de la agregadora digital OneRPM que promocionaba la playlist ‘Maravilloso indie’. Esta campaña tuvo como protagonistas fotografías de Babelgam, Aguas Ardientes, Nicolás y los Fumadores, Las Yumbeñas, Oh’laville y Quemarlo todo por error, bandas que han representado los sonidos bogotanos en el panorama nacional.

Los carteles de la campaña de OneRPM taparon partes de otra campaña de sensibilización organizada por el Centro de Memoria Paz y Reconciliación para promocionar el evento que se llevó a cabo en el Parque Nacional los días 30 y 31 de agosto donde, por 24 horas seguidas, se leyeron cartas a los desaparecidos. Algunas de estas cartas estuvieron expuestas con los letreros de ¿Dónde están los desaparecidos? con los que se empapelaron varios puntos de la ciudad durante quince días previos al evento, generando en la población un cuestionamiento diario.

(Lea más sobre este tema: Gran OM, un altavoz gráfico de las luchas sociales en México)

Diego Maldonado, country manager de OneRPM para Colombia, aseguró que, si bien el proveedor les envió las direcciones de implementación, nunca envió fotos o una noción de lo que había ahí antes. Una vez se dieron cuenta de esto (gracias a la presión en redes sociales) se pusieron en contacto con Pepe Pegotero para reparar la campaña del CMPR que para este entonces ya había terminado el tiempo dispuesto para el ejercicio. Así mismo, las bandas que se pronunciaron públicamente, han hecho énfasis en su empatía con los desaparecidos y sus familiares.

Carteles Bogotá, el encargado de implementar la campaña del CMPR dijo que esta iniciativa estaba dispuesta para terminarse el 30 de agosto con el evento, pero que también es consciente de la importancia que tiene este mensaje desligado de la campaña para interiorizar la situación actual del país. Por su parte Pepe Pegotero, quizás uno de los fijadores más reconocidos de la ciudad y encargado de la campaña de ‘Maravilloso Indie’ de OneRPM, dice que las carteleras permitidas para este oficio no existen actualmente, pero que sí hay unos puntos claves para la fijación de carteles donde justamente él pegó las fotografías de las bandas. 

La elección de estos puntos terminó dejando mal paradas tanto a las bandas como a OneRPM al tapar una parte del mensaje que había difundido el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y tomarse fotos delante de estos carteles, dando la impresión de insensibilidad y desconsideración con los desaparecidos en el país. Sin embargo, no hay que perder de vista que se trata de dos campañas publicitarias que, siguiendo la lógica del cartel, estaban destinadas a ser tapadas y desaparecer en cualquier momento. En ningún caso se trata de una persecución sistemática a ninguna apuesta política.

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Para comprender lo que ocurrió –y no maximizar los hechos– es necesario entender el papel del cartel en la publicidad en la ciudad y su situación actual. El cartel urbano en Bogotá ha sido desde hace muchos años una de las herramientas más importantes de difusión. Obras de teatro, conciertos, ballet y hasta política se debaten las paredes que utilizan fijadores como Pepe Pegotero o Carteles Bogotá. Este oficio no se encuentra regulado actualmente, pero hay ciertos puntos claves de la ciudad que son los más codiciados en términos de alcance e impacto, puntos en los que se encuentran varios de los muros de la campaña del CMPR y OneRPM.

Que el oficio no esté regulado no quiere decir que no sea legal. Según órdenes de la Secretaría Distrital de Ambiente se pueden fijar afiches y carteles en carteleras locales designadas por la Secretaría Distrital de Planeación, cosa que nunca ha ocurrido pues hasta el momento no existen dichas carteleras designadas. Esta situación ha dejado a estos fijadores luchando por la subsistencia de su negocio y enfrentándose a multas y persecución por los últimos cuatro años.

Lo ocurrido con las campañas del CMPR y OneRPM es sólo un ejemplo de algo que ocurre a diario y que no debe escandalizarnos. Monumentalizar el cartel callejero y desconocer las dinámicas publicitarias asumiendo una persecución o el desconocimiento de una realidad es armar una tormenta en un vaso de agua de la que no se puede sacar ningún provecho. La indignación en redes defendiendo algo que está pensando para ser tapado y cumplir un ciclo –cuando consultamos al CMPR dijeron no tener ninguna opinión al respecto– es una mirada poco prudente e incendiaria que está lejos de ser una revisión consciente de nuestra actualidad.

 

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