
SÁQUELE PROVECHO A SER EL SEGUNDO PLATO
La sociedad nos ha inculcado darlo todo y ser el mejor, ser el primero. Por eso, nos reprochamos si alguien nos coge de segundo plan, y no vemos las ventajas que se presentan: niveles bajos de estrés y mayor salud emocional.
Ser el segundo plato de alguien es meterle un tiro a la propia dignidad. O al menos así se lo van a decir sus amigos, los foristas de Match.com y hasta su psicólogo, si la cosa ya se puso muy fea. Las diatribas en contra de montarse en esa vaca loca de ser el plan B van a ir acompañadas de frases que intentarán devolverle vida a su ya cascada autoestima: “quiérase, “no sea bruto”, “usted vale más”. Puro contentillo que en ese momento no le va a importar porque cuando de relaciones amorosas se trata nadie sigue consejos. Y tomar la decisión de ser el segundón es válido, tiene sus ventajas y puede beneficiar su vida. No todo se trata de llegar a ser el de mostrar.
Antes, para ser el segundo, usted debe preguntarse qué tan relajado y maduro es, pues lo que empieza como una relación clandestina bacana puede terminar en un drama jarto. Para arrancar una relación de este tipo pueden darse dos situaciones. La primera es que a usted le dejen claro que es el second best porque hay alguien más. La otra es que se lo digan sutilmente: “Es mejor que nadie sepa de nosotros” o “tengo una fiesta pero mejor quédate cuidando a tu perro” pueden estar dentro del repertorio de frases para mandarlo directo al segundo escalafón. Es un lugar que puede ser incómodo, para el que la sociedad no nos preparó en ningún aspecto de nuestras vidas. A uno le inculcan ganarlo todo, ser el mejor, tener relevancia, ser el primero. Es que ni siquiera un deportista olímpico se siente feliz cuando le cuelgan una medalla de plata y lo aplauden millones de personas: un estudio para el Journal of Personality and Social Psychology concluyó que la medalla de bronce da más felicidad que la de plata. O sea, ser tercero es mejor que ser segundo, menos es más. “En el medallista de plata, la alegría se mezcla con la idea triste de que se estuvo a un paso de ser el mejor de todos”, dicen los investigadores.
Y eso aplica para la vida, y para el amor: usted estuvo a punto ser la persona ideal a ojos de otro ser humano pero no lo es, y eso no es motivo para lamentarse. Entonces, si ya decidió que quiere seguir con su amorío caleto, ya sea por una dependencia sexual o emocional con esa persona a la que le hace de segundo plan, relájese, deje a un lado los pensamientos de frustración, y tome nota de estas ventajas. Su situación, en realidad, no es tan dramática.
Mi preferida: no tiene que caerle bien a nadie del círculo social de esa persona: ni a la familia, ni a los amigos, ni a las mascotas. Tiene que caerle bien a ella. Punto. Siempre es más fácil caerle bien solo a una persona que a todo el parche que viene detrás. Muchas relaciones de pareja, de esas que pintan para luna de miel en las islas griegas, se van al carajo porque alguna de las amistades metió la cucharada: “podrías estar con alguien mejor”, “tú eres mucho para ese man”. Pocos lo admiten, pero lo que opinen otros de su potencial pareja tiene tanto peso como el gusto que puedan sentir por ella. Ese miedo a usted no lo va a perseguir, pues nadie va a opinar sobre si se viste bien o huele bien, ni debe ir sonriéndole y haciéndole buena jeta a cada amigo, primo o tía que le presentan, si es que por accidente un día se topan con alguno de ellos.
Esa ventaja va muy ligada al hecho de que el espacio que van a compartir es de intimidad absoluta. Como usted no es el de mostrar, el de llevar a los almuerzos familiares o showers de las amigas, lo van a invitar a parchar a la casa de ella, o usted la va a invitar a parchar a su casa. Y ahí, en la privacidad, el sexo se vuelve primordial, y es un sexo novedoso, que genera curiosidad. En este aspecto, usted es como la vieja a la que le canta The Outfield en ese one hit wonder que llamaron Your Love: mi pareja se fue de vacaciones, me quedan pocos amigos para hablar, quédate esta noche pero mantengámoslo bajo cuerda, solo quiero usar tu amor esta noche… Mejor no lo pudieron describir. Pero la clave aquí, contrario a lo que insinúa este tema, está en no sentirse “utilizado”, ni menospreciarse a sí mismo y, más bien, sacarle partido al rato.
Cuando usted recibe esa llamada, o le entra un mensaje a Whatsapp pidiéndole que se vean –que normalmente es a la madrugada, cuando ya nada bueno pasa-, usted sabe a lo que va, y no va a tener que lidiar con las situaciones que afectan al one: el rechazo y negación para tener sexo “porque está cansada” o “¿por qué a cada rato tenemos que tirar?”; sentir que el sexo se empieza a convertir en un “premio” por ser buen novio, por haberla llevado a comer a su restaurante favorito o tener que preocuparse por darlo todo y dejar a la pareja satisfecha, cuando se es el “suplente” se vale pensar más en uno mismo y en su propia satisfacción; el resto del mundo, que se joda.
Y sí, es sexo casual, ¿pero quién dice que no puede tener beneficios para su vida? Todo lo contrario: un estudio realizado por investigadores de la New York University con 371 estudiantes reveló que, entre aquellos con ideas liberales frente al sexo, los encuentros casuales dejaban efectos psicológicos positivos como niveles bajos de estrés y una mejor salud emocional. Entonces pase bien, que al otro día va a ir a trabajar menos emputado y su mente va a estar en paz.
Ahora, si lo suyo es que se enamoró, o esa situación tan parecida a estar trabado, es mejor tomar medidas drásticas como huir para siempre de esa persona y llorar en su almohada hasta dormirse o remarle y encomendarse a quien considere. Quien quita: hasta Gerard Piqué, un tipo pintoso, forrado en millones y exitoso, empezó a echarle los perros a Shakira cuando ella tenía pareja –así, medio caleto- y ahí va, con mansión en Barcelona y dos hijos.
Recuerde sintonizar Are you the one? los martes a las 9:00 p.m, un reality en donde 20 personas encontrarán entre ellos a su pareja ideal. Estos son los seis colombianos que harán parte