El grafiti no pide permiso, ni siquiera para salir a pintar en cuarentena
Luego de varias semanas acatando el aislamiento algunos grafiteros decidieron volver a rayar los muros de las ciudades vacías. La soledad de las calles, el estigma policial y los vecinos vigilantes dan forma a la experiencia que muchos han tenido en sus salidas durante el aislamiento.
Por estos días todavía se percibe en algunas calles la soledad de la cuarentena. Aunque aún hay muchas personas que pueden trabajar desde casa, también hay otras que han debido retomar su trabajo presencial activando poco a poco las ciudades.
Entre tanto, con sus peligros y violencias, las ciudades siguen siendo una selva de cemento. Para muchos es innegable que la presión policial, por ejemplo, se ha agudizado notablemente en ciudades como Bogotá y la militarización de algunas zonas de la capital confunde. No se sabe si quieren mantener el orden o el miedo en la población. Sin embargo, sí se tiene claro que, para quien pinta, debido a estas medidas y las tensiones ciudadanas que ha desatado el aislamiento, hay zonas donde se puede hacer grafiti con más tranquilidad, así como sectores en los que quien ejerce esta práctica es más propenso a ser blanco de vigilantes o vecinos alertas.
Pieza de Ospen en el 'Sanber'.
Quienes por estos días de encierro se aventuran a salir a rayar las paredes de la ciudad no solo corren el riesgo del contagio, sino también el de encontrarse con la policía o los vecinos que vigilan las calles.
Es cierto que la contingencia ha servido para repensar proyectos en relación a la pintura y plantearlos de acuerdo a la coyuntura. En Perú, para no frenar las ideas durante el encierro, el espacio creativo Taller Unno llevó a cabo un festival en el que artistas de distintas partes del mundo intervinieron desde sus casas los techos limeños. Por su parte, en Guayaquil también se viene gestando desde el pasado 1 de junio y hasta el 30 de agosto, la bienal Haciendo Calle, un ejercicio que mutó y encontró un camino en el mundo digital. Así mismo, en Instagram se han vuelto una constante los versus basados en piezas elaboradas digitalmente, alternativas novedosas para quienes deben quedarse en casa.
Pero, aunque estas iniciativas mantienen activa la creatividad de los artistas, la calle sigue llamando y muchos no han podido resistir la idea de no escaparse para intervenir algunos muros. Luego de haber aguantado largas semanas, por estos días muchos creadores han vuelto a las calles para seguir rayando y escaparle al ritmo de la pandemia.
Grafiti de Fire en Medellín.
Fire, es una grafitera paisa que empezó tirando tags hace 12 años en Medellín, cerca de la Universidad de Antioquía. Allí, en las calles de la capital de la montaña, ha ido evolucionando su técnica y estilo y actualmente es una exponente fuerte en la ciudad. “No siento que lo haga de la misma manera que hace un tiempo atrás, ahora soy consciente de muchas otras cosas. El grafiti pa' mi lo es todo en cuanto se ha vuelto mi voz en la calle, el medio que me permite expresar y navegar la ciudad completa. Más que una intervención es un gesto de reclamación que disfruto”, cuenta.
Según dice, aunque las calles han estado demasiado solas, para ella no se trata de la típica soledad nocturna a la que acostumbran quienes ejercen esta práctica, sino que va salpicada de todo lo que implica la pandemia. “Aun así he visto una que otra pintada nueva, mucho más clandestinas, pero las hay. La soledad de la calle en estos momentos podría ser ideal, dependiendo de la zona, obviamente. Hay lugares donde siento que estar solo hace que llames más la atención. Siempre es bueno camuflarse”, cuenta.
Ilustración de Fire para La Ración
Para Fire, salir a pintar por estos días no tiene mayor inconveniente debido a que mientras se interviene un spot no se tiene que estar en medio de una multitud. Además, cuenta que es muy sencillo seguir los protocolos de bioseguridad: mantener el tapabocas bien puesto, andar con antibacterial o incluso “tener cada uno su propio porrito si se sale en compañía”.
A la izquierda intervención elaborada por NN junto a Error y Zboy. A la derecha parte de la pieza elaborada por NN y Dexs en el 'Sanber'.
Otro que ha salido a pintar durante la contingencia es NN, grafitero y tatuador chileno perteneciente al crew APC, radicado en Bogotá desde hace algún tiempo. Aunque este artista no pinta con la misma frecuencia desde hace semanas, no solo por el virus, sino también para evitar el hostigamiento policial, asegura que en medio de este contexto tan denso es vital saber moverse. “No he salido mucho, desde marzo me tocó parar bastante y andar con más cuidado porque la policía ahora tiene una excusa para cobrar más dinero por pillarlo a uno en la calle. Ahora te pueden estar apretando los policías con la amenaza de multarte con un millón de pesos que vale la multa si no les das el mínimo que te piden, la clásica terapia”, comenta.
(Lea ‘Malandro: el fotógrafo del grafiti bombing venezolano’)
NN sabe que salir caminando o en bici a hacer unos tags es aparentemente sencillo, pero también cree que la acción tiene un doble filo, pues al ser los únicos en la calle es más fácil convertirse en el blanco de la ley. “Al ser los únicos en la calle los tombos te pueden ver a varias cuadras o los celadores y taxistas le pueden tirar el dato a los tombos. Con la soledad es más breve que lo pillen a uno, porque en la calle solo hay tombos, habitantes de calle, celadores y taxistas”, cuenta.
Aunque muchos grafiteros acataron las medidas de seguridad impuestas por la pandemia, en cuanto estas se flexibilizaron algunos no dudaron en volver a las calles que seguían llamándolos con fuerza en medio del aislamiento. Este es el caso de ELS, un referente del grafiti capitalino que ha sabido pintar cuanto muro, puerta, techo o superficie que se le atraviese. En estas no solo ha dejado su firma, sino también esas tres letras que inspiran respeto y que han dejado pocos muros sin rayar: VSK, las letras de uno de los crews más fuertes en el país y Latinoamérica.
ELS asegura que, si bien los primeros días de la pandemia estuvo quieto, ahora, después de un buen tiempo de encierro, ha empezado a salir. “Puede existir el virus, pero la vida tiene que seguir. Así como existe gente que puede tener la disciplina de cuidarse y no salir, otros necesitamos la calle. Queremos ver la calle, disfrutarla, pintarla”, dice.
Ospen, otro vieja escuela que derrocha talento en los muros capitalinos, también ha estado saliendo y cuenta que últimamente ha estado más activo que antes, en especial porque trata que todos sus días sean productivos. “Si no es una pintada en la calle, es un lienzo, un boceto, algo digital. Procuro todos los días estar pintando”, explica. Con el Ink Crew y más parche, Ospen estuvo pintando hace unos días en lo que queda del barrio San Bernardo antes de su demolición. Terminaron armando sin proponérselo una suerte de circuito de grafiti writing al que denominaron el ‘Taz Taz Graffiti Tour’ y del que también hizo parte NN.
Calacas de Ospen en Ciudad Bolívar
“Al comienzo de la cuarentena todo el mundo estuvo guardado, pero cuando levantaron la cuarentena salieron muchos y se hacen las tareas. He visto algunas pintadas nuevas”, agrega Ospen.
Estos artistas cuentan que el tiempo que estuvieron en casa les fue útil para practicar dibujando mucho y bocetando para luego imprimir esas piezas en la calle. “No le veo nada malo a salir a pintar. Sales a pintar con un pequeño círculo de amigos, estás realizando tu grafiti sin necesidad de acercarte a las personas, hablar con alguien, excepto cuando compras algo. Mientras estás en la calle pintando haciendo lo tuyo no hablas con nadie o tus amigos te hablan, pero cada uno con su espacio”, asegura ELS.
Ospen en el 'Sanber'
Por otro lado, la cuarentena también ha traído sus complejidades para las tiendas que mueven material para pintar. En Barranquilla, hace poco más de un año montaron Vandal Caps, una tienda que surgió con el objetivo de construir un espacio físico donde se encontraran el trabajo colaborativo para la producción y crecimiento del Hip Hop en la ciudad. Allí, según asegura el equipo de trabajo, las calles están silenciadas y las ventas se han reducido notablemente por el temor al contagio y, además, porque la mayoría de grafiteros no tienen el dinero para solventar el costo de materiales en tiempos en los que existen otras prioridades.
Según cuentan, la gente no quiere arriesgarse a los comparendos, agresiones y detenciones por parte de la policía y las mismas entidades distritales, pues tenemos claro el constante abuso que se vive en las calles. Sin embargo, sabe que esto no es un limitante y que el aislamiento obligatorio no es excusa para que muchos dejen de salir. “El grafiti es vandalismo, no necesita de permisos, por ende, están manteniendo la escena, que la acción no se pierda muy a pesar de la situación que afrontamos. Es una forma quizás para alejarse de todo este asunto y refugiarse en la pintura”, agrega el equipo de Vandal Caps.
También está el caso de Skinny Universal, una tienda que ha podido moverse un poco más económicamente debido, entre otras cosas, a estar en la capital. Sin embargo, el panorama para ellos no es muy distinto según señala Jhojan Ruíz, administrador de este espacio que ya lleva 12 años en el ruedo. “Los primeros dos meses fue un periodo de introspección en donde la mayoría de las prácticas artísticas se redujeron al trabajo en casa: intervención de lienzos, recuperación de espacios deteriorados e intervención de superficies no convencionales son algunos de los fenómenos que hemos percibido en los resultados artísticos de las personas del gremio. El uso de medios digitales para acceder a entrevistas, charlas y foros también permitió mayor difusión en tiempos de pandemia”, cuenta.
Para la gente de Skinny, desde junio se empezó a ver mucho más movimiento, pues la gente tomó la decisión de salir. “Es necesario, después de todo este tiempo en casa, salir a plasmar las ideas, no perder los skills ni la disciplina en los muros, siempre y cuando se sigan los protocolos de seguridad establecidos y la distancia con los demás. Consideramos que podemos seguir ejecutando nuestras prácticas de una manera responsable. En nuestro caso decidimos usar el tiempo para desarrollar una línea de productos nueva que está por lanzarse al mercado al igual que la implementación de una estrategia robusta de ventas por internet. No podemos detenernos, simplemente debemos adaptarnos”, resaltan.
NN y Dexs en el 'Sanber''
A pesar de todo lo que está pasando el grafiti no para y las paredes siguen exigiendo tinta. Al igual que creadores como Fire, ELS, NN y Ospen, también hay otros artistas que han aprovechado la soledad de las calles para seguir interviniendo los muros y mantener activo el ritmo del arte citadino. “Siempre se puede hacer algo, es la característica del que camina pintando, el tema de la responsabilidad depende mucho de la historia de cada persona, con quien vive y si es un riesgo para los suyos cuando sale. El tema es que, siempre se puede pintar algo, siempre”, concluye NN.
Es evidente que la creación no para y nos sigue dando una voz de aliento en estos tiempos tan inciertos.