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Malandro: el fotógrafo del grafiti bombing venezolano

Durante años este fotógrafo se ha encargado de retratar una Caracas que no muchos venezolanos conocen. Los escritores de grafiti y el fenómeno migratorio son algunos de los temas que le dan forma al proyecto de Malandro photos.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

Terminando la primera década de este siglo, escritores de grafiti como Senk, Ray, Tuker o Neka, del crew CMS ya estaban llenando Caracas de trazo y color, mostrando esa energía y creatividad propia de este grupo caribeño. Por esos mismos años Malandro Photos ya llevaba su cámara a todo lado como un llavero. Cada que tenía la oportunidad documentaba a través de su lente el grafiti vandal y las experiencias alrededor de esta práctica, que le permitieron conocer la calle de punta a punta y tener claro el enfoque de trabajo social que quería inyectarle a su proyecto fotográfico.

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Malandro, quien hoy tiene 31 años, empezó a hacer fotografía en el 2009. Sin embargo, hace tres años decidió convertir su proyecto en algo más serio bajo la premisa de contar y crear un lenguaje visual que narre las múltiples situaciones cotidianas que se desarrollaban en su entorno. Apropiándose del término ‘malandro’, que por lo general designa a sujetos estigmatizados y llamados delincuentes, este fotógrafo intenta que las imágenes que captura –personas, contextos, territorios e historias que no eran apreciadas sino censuradas y criminalizadas– redefinan y reencausen el significado del concepto y así mismo, de la identidad popular. 

Según cuenta Malandro, cuando consolidó su proyecto su objetivo era “abordar de una manera distinta la fotografía que se venía haciendo, específicamente en Caracas. Me llamó la atención la manera en la que era presentada la ciudad, podría decirse sectaria o estigmatizada, un estigma que no queda nada más en la foto sino también en la gente y sus territorios. Quería que las voces y la imagen, lo que se viera y se contara, fuera de primera mano: las voces, los rostros y los espacios de sus protagonistas. Lo que sucede en Venezuela como en muchas partes de Latinoamérica es que la fotografía, la identidad y la representación de nosotros termina siendo registrada y expuesta por una mirada ajena”, explica este creador caraqueño.

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Nuestra Caracas fue el primer proyecto fotográfico que Malandro hizo, según él, de una manera inconsciente. Este libro, fue el resultado de todo lo que venía documentando desde el 2009 hasta su fecha de publicación en el 2020, aunque la idea se empezó a materializar desde el año pasado. Este ejercicio editorial es para Malandro una representación de su trabajo porque si bien ha documentado distintos aspectos de Caracas desde lo político, social o cultural, fue ese fenómeno de los escritores de grafiti sobre el metro de la capital venezolana lo que lo acercó a la ciudad de una manera profunda y honesta.

“Nunca había hecho nada relacionado con libros y es totalmente otra dinámica, desde cómo tienes que preparar las fotos para la impresión y a nivel de impresión siempre hay errores”, cuenta.

Aunque Malandro es terapeuta ocupacional de profesión, desde que se dedica a capturar imágenes, siempre ha pensado cada acción de su vida desde la fotografía. Asegura que lo que realmente lo llevó a entender más la fotografía y lo que quería fotografiar fue el grafiti, la rehabilitación y ejercer su carrera desde distintas áreas como la psiquiatría, la pediatría, la neurología y la discapacidad visual.

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“Esa formación me dio un acercamiento a una parte de la sociedad que padece más la desigualdad que vivimos como colectivo en Caracas, las personas con alguna condición la tienen más difícil. El grafiti y estar relacionado con gente con alguna discapacidad o condición especial, me dio una visión y versión más auténtica y directa de la calle”, comenta.

Si bien este creador no pinta, cuenta que esta pasión por las intervenciones callejeras e ilegales le han dado una familia. Malandro recuerda que toda esta vuelta inició en el 2009, cuando conoció a la gente de Caribes Tribu, un colectivo de treneros surgido en Venezuela que a punta de grafiti bombing ha dado de qué hablar en América Latina y en el mundo.

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Para esa fecha, cuando estaban incursionando en la pintada de metros, no solo en Venezuela sino también en otros países, los Caribes lo invitaron a registrar y documentar todas las acciones, algo que, aunque muchos fotógrafos quisieran hacer no lo logran, ya sea por el riesgo que corren o porque los parches no tienen suficiente confianza. Es así como Malandro se ha convertido en un referente de la fotografía en el terreno del grafiti, dando a conocer a través de sus capturas de una manera auténtica esa Caracas que no muchos conocen.

Entre las anécdotas que tiene con Caribes, Malandro recuerda que en 2015 fueron a pintar con algunos Caribes y unos escritores franceses a El Cairo, en Egipto. Según cuenta, luego de 2012, cuando pasó la Primavera Árabe, todo había quedado muy rebotado y desde que arribaron al país todo estaba lleno de militares y policías. El día que hicieron la misión salió todo bien, pero los vieron unos policías y aunque ya no llevaban pintura ni nada, los detuvieron por unas cuatro horas y los investigaron.

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“Dijimos que éramos turistas tomando fotos y me dio tiempo para meterme la memoria de la cámara en la boca. Nos llevaron al hotel y nos pusieron unos GPS para seguirnos y nos fuimos de la ciudad dejando la ropa porque si sacábamos las maletas se iban a dar cuenta que estábamos huyendo. Ahí mismo nos fuimos al aeropuerto y agarramos el primer vuelo a Europa que nos salió demasiado caro pero era la única manera de poder escapar”.

En las series que ha llevado a cabo este fotógrafo ha trabajado temas como la migración, el deporte y la identidad venezolana. The path of the object, un proyecto que hizo en el 2019 en el que se enfoca en los objetos de los migrantes venezolanos en la frontera, un trabajo visual etnográfico de la relación entre los objetos y los migrantes. Meet the determined, que se dio luego de acompañar a la delegación de Suiza en los Juegos Olímpicos Especiales en Dubai y allí documentó todo el proceso de los atletas. Una velocidad es el proyecto más grande sobre Caracas que tiene, un proyecto que nunca se acaba, según cuenta. Es una serie que habla de identidad, la situación socioeconómica, política y cultural de Venezuela.

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En su opinión, la crisis venezolana ha hecho que un sinnúmero de fotógrafos, periodistas y fotoperiodistas de todos los rincones del mundo vean en el país un escenario ideal para cubrir y vender historias. Lo grave, piensa, radica en que la rigurosidad periodística y documental pasa a un segundo plano y justamente por vender, no se profundiza, sino que se tergiversa o sencillamente se cuenta la realidad a medias.

“Para mi si no has vivido algo en tu piel y solo lo conoces por leer, ir muchas veces a un sitio o lidiar una situación, siempre tu mirada será externa y no es algo vivencial y genuino”, explica Malandro, refiriéndose a la manera en que en muchos casos los fotógrafos se relacionan con las historias que cuentan.

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En la actualidad este fotógrafo vive entre Venezuela y Suiza, a donde llegó en el 2015 debido a la crisis por la que viene pasando su país natal. Malandro arrancó a Suiza invitado por unos amigos que le aseguraron un empleo y allí llegó a vivir a una casa ocupa. Desde que vive en Zurich Malandro trabaja en la construcción lo que, gracias a los sueldos de ese país, le permitió ir adquiriendo de a pocos los equipos que necesitaba para ejercer en forma su pasión. Aunque en este momento está terminando una maestría en Artes y Diseño, asegura que al llegar no fue tan sencillo.

“Para mí el proceso migratorio es algo interesante porque cuando yo empecé con todo esto de la fotografía quería hacer una investigación visual profunda de la identidad popular caraqueña, mucha gente me criticó -cuenta Malandro- Fue en Suiza donde me dieron la oportunidad y da risa porque pasa este fenómeno colonial que tenemos en la mente, de las grandes élites de Latinoamérica, de que cuando algo ya es reconocido afuera, se atreven a validarlo. No migré por arte o por venirme a estudiar, migré directo a la obra, trabajé lavando platos e incluso estuve peleando en vainas de peleas ilegales”.

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Aunque Malandro es el proyecto de un solo creador, su ejercicio fotográfico tiene mucho que ver con la relación con un grupo de personas inmersas en el proyecto. Sin embargo y puesto que, como dice, no le gusta generalizar, en ocasiones se refiere a Malandro como una iniciativa colectiva y multidisciplinaria que se mueve desde diferentes frentes. Dentro de los roles que se desarrollan en Malandro photos está la realización de textos y curaduría, a cargo de Carolina Sanz y Nayra Gutiérrez. En cuanto a la realización y edición de video, los encargados son Antony Sánchez, Pauline Pérez, Andrés Senatore, Edgar Masivo, Samuel Olivares Daniel Loaiza.

En este momento Malandro anda trabajando en diversos proyectos que espera publicar en formato libro y se encuentra aprendiendo sobre maquetación, prototipo e impresión, lo que señala, “es otro mundo a nivel de fotografía, es otra dinámica totalmente distinta”. Con los Caribes Tribu, aunque venían ya un tiempo trabajando cada uno por su lado, considera que llegó el momento de fusionar proyectos y darles forma colectivamente, algo en lo que se quiere enfocar ahora Malandro.

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