
¿Qué hay en la biblioteca de un estudioso de Satanás?
Fernando Orjuela, quien ha dictado clases en facultades de Economía, Historia, Ingeniería y Literatura de prestigiosas universidades colombianas, le sigue el rastro al diablo desde hace más de 20 años con la mirada puesta en las versiones que ofrece la literatura, la tradición oral y la etnografía. Nueve textos para conocer a Lucifer desde distintas facetas.
Desde que el demoácrata —un estudioso del universo diabólico como universo libertario— Fernando Orjuela comenzó a estudiar a Satanás, en 1995, más de una vez ha sido acusado de asistir a misas negras, sacrificar animales y hacer daño a la gente. Esta etiqueta lo incomoda porque en realidad el académico, que ha dictado clases en facultades de Economía, Historia, Ingeniería y Literatura en varias universidades de Bogotá, no es ni un poco próximo a estos modos estereotipados de actuar o pensar.
Fernando es ateo y, para sorpresa de muchos, tampoco cree en la personificación cornuda, de alas negras y patas de carnero que los libros de ocultismo y discos de black metal ofrecen.
Su análisis corresponde al diablo que aparece en la literatura, la tradición oral y la etnografía. También presta especial atención al impacto que ese personaje tiene sobre la cultura: “Mijaíl Bakunin escribió en Dios y el Estado que Satanás fue el primer libre pensador que hubo al decirle a Dios “non serviam” (del latín al español: no te serviré). Esas palabras revolucionarias impactaron de tal modo que han sido utilizadas para nombrar obras, canciones, periódicos anarquistas y exposiciones”.
Su amplio conocimiento sobre este querubín y su amor por las utopías lo llevaron a dar una clase en la Universidad del Rosario llamada ‘El diablo en la cultura’, a la que originalmente pensaba bautizar ‘Vade retro’. Él cree que Satanás es una “anti utopía”, por eso le pareció interesante dedicar una materia universitaria al personaje. Orjuela, quien también lee a autores alejados del demonio como B. Traven, Julián Barnes y Hermann Broch, nos recomendó nueve textos que todo seguidor del diablo debería leer para comprender las diferentes posturas que se le han otorgado al demonio.
Corazón de ángel
(William Hjortsberg)
“Ocurre algo muy particular con este título y es que tanto el libro como la película son muy buenas y se complementan, algo que muy pocas veces pasa. El autor plantea este texto como una especie de novela negra, enriqueciendo el tema de la venta del alma y dándole una sensualidad a la trama que agarra de inmediato al lector. El diablo de Hjortsberg es muy norteamericano y lo ubica en dos ambientes contrastantes de Estados Unidos, uno muy urbano y otro rural”.
El martillo de las brujas o Malleus Maleficarum
(Enrique Kramer y Jakob Sprenger)
“Es un texto alucinante por su contenido desmesurado, hecho por inquisidores para inquisidores con el fin de que todos compartieran un mismo documento. Está milimétricamente pensado para encontrar demonios en cualquier cosa: la forma de vestir, de comer, en cómo ora la gente, etcétera. Es uno de los libros más misóginos y antifeministas que hay; en una de sus traducciones dice “la mujer cuando piensa sola, piensa mal” y en otra “la mujer cuando piensa sola, piensa en el mal”, entonces siempre queda como una equívoca o pecadora”.
El diablo
(Giovanni Papini)
“Con la publicación de este libro, el escritor italiano causó mucha polémica y logró que lo excomulgaran. Dio una visión liberal y un poco de izquierda del diablo en varias facetas. Lo popularizó y actualizó para el siglo XX, con mucha calidad literaria y economía. Papini tomó al diablo e hizo que la literatura italiana, y europea en general, se centrara en él y lo convirtiera en un personaje de primera línea”.
Fausto
(Versiones de Johann Wolfgang von Goethe y Mijaíl Bulgákov)
“Fausto se convirtió en una tradición a lo largo de los años y ha tenido versiones en todo el mundo. Goethe lo retomó y para volverlo alguien arquetípico: al inicio lo planteó como un aburrido, asocial, encerrado en los libros y en la ciencia, para luego transformarlo en un insatisfecho del ser y apetecido por la juventud. Junto a Fausto, el escritor logró establecer a otros personajes claros y paradigmáticos: Margarita, la víctima, y Mefisto, el tentador.
El universo diabólico se actualiza todo el tiempo, por ende Fausto. En El Maestro y Margarita, Bulgákov conservó a los tres personajes para, desde una perspectiva ácida y satírica, hacer una crítica muy fina al estalinismo”.
El universo diabólico
(Roland Villeneuve)
“El ensayista y parapsicólogo francés hizo un libro muy documentado, fácil de leer y riguroso, sin llegar a ser plomizo o incomprensible. Acá, él tomó diversos aspectos de la brujería, la hechicería, el satanismo, los infiernos, las supersticiones, inquisiciones, etcétera, y los explica de una manera amplia, completa y veraz”.
Las letanías de Satán
(Charles Baudelaire)
“Este no es un libro sino un poema, pero lo incluyo porque es una síntesis muy clara de lo que se veía en el romanticismo del siglo XIX, en el que se le dio preferencia a la antítesis frente a la tesis. Si se privilegiaba la inteligencia y la razón, en Baudelaire primó el instinto y la pasión: si todos alababan el día, él adoraba la noche. Satán se vuelve protagonista y es mostrado como un rebelde político, estético y social que se opone a las injusticias y las normativas de la familia”.
La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica
(Mario Praz)
“Un trabajo muy útil para aquellos interesados en la parte académica del diablo y el mal. Este texto es muy pesado y exhaustivo, con una documentación fuerte y detallada sobre los diversos diablos, diablesas, diabluras, infiernos y todo lo que se veía en el espíritu romántico del siglo XIX. Su nivel de investigación es tal que muy probablemente se haya hecho como una tesis de grado“.
La divina comedia
(Dante Alighieri)
“Muy pocos se han dado a la tarea de leer este clásico como lo que es, poesía. Ese es el poema más bello del cristianismo pero a la vez es el más macabro, porque le da título a una situación humana y real, lo dantesco, que es todo lo indeseado, lo doloroso e hiperrealista. El autor logra encontrar en el infierno un reflejo de la Tierra, y esos traidores y suicidas que tienen sus propios círculos en el inframundo también están entre nosotros“.