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Aunque dividida y reducida, la escena hardcore bogotana está resurgiendo

La unión que pregonaba este género musical en sus inicios terminó adoptando distintos sonidos e ideologías y al final la escena se dividió. Aunque a algunos hardcoreros de la vieja escuela no los convenzan los nuevos discos de alta producción, en Bogotá se han formado nuevas bandas que hoy se dan el lujo de autogestionarse giras por Europa.

Andrés J. López / @vicclon

“El hardcore en Colombia es una mentira. Acá no hay constancia para hacer toques o grabar discos. Las bandas viejas ya cumplieron su ciclo y la escena ahora la conforman pelados que en unos años se alejarán del género”, comenta Will Rubio, dueño de Inmigrant Records y quien ha estado encargado de los conciertos de leyendas como Sick Of It All, H2O, Comeback Kid y Stick to Your Guns. Will ha visto y vivido una brusca reducción: pasó de organizar 25 presentaciones por año a solo cinco.

Este género neoyorquino, además de su clandestinidad y rechazo hacia las grandes disqueras, al parecer también ha tenido implícita la división de públicos. Lo que al inicio expresó unidad se terminó separando: por un lado los que le cantaban a una vida libre de drogas (straight edge) y por el otro los que buscaban luchar contra el racismo, el capitalismo, la homofobia, etc.

La llegada del hardcore a Colombia, a finales de los 80 y principio de los 90, estuvo marcada por la segregación. Las odas al Ejército del grupo Sin Salida, sobre todo las del disco de 1996 A los héroes, asociaron a la banda (y a la escena) con grupos skinheads y fascistas.

 

“No entiendo la razón porque nunca nadie toma conciencia

comparando su vida con la de la tropa

inmediata disposición, no importa si antes hay obligación

una orden nunca se discute

sus mujeres y sus hijos son secundarios

y si quieren alimentarlos en el monte

¡Luchen!”

( Canción ‘A los héroes’, de Sin Salida )

 

Las agrupaciones que le siguieron también quedaron con esta etiqueta. “Dejamos de tocar en parches de calvos para evitar problemas —dice Fabián Casallas “LumbreNd”, vocalista de No Dependiente—. La banda se presentó un tiempo en Kennedy y ya los estaban asociando con los RUK (Radicales Unidos de Kennedy)”.

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Foto de Eddy Marquez, cortesía de Roulette Press 

 

 

Además de esto, la inclusión de ritmos como el thrash metal, punk o ska se encargó de atomizar la escena, creando parches para cada subgénero. Ataque en Contra, uno de los pocos sobrevivientes del Santafé de Bogotá Hardcore (SBHC), pasó de presentarse dos veces por mes, entre 1995 y 2005, a tocar solamente cuatro veces al año.

 

El nuevo hardcore de la nueva generación

Desde 2008, aproximadamente, se ha visto el surgimiento de una nueva escena del hardcore. Estos exponentes contemporáneos tienen un contenido político mucho menos marcado que el del SBHC. De hecho se han esforzado más en la producción de sus discos y en la proyección del género en el exterior.

“Ahora hay un nuevo público que está conociendo las nuevas bandas y algo de las antiguas. Los viejos se quedaron con su idea de lo que debía ser el hardcore pero los fans de antes crecieron, tuvieron hijos, buscaron trabajos”, comenta Paola Cortés, una de las dueñas de 4 Cuartos.

En sus 16 años, 4 Cuartos ha dejado de ser un ensayadero más: actualmente también es estudio de grabación, sala de conciertos y punto de encuentro para las agrupaciones nuevas. Otros sitios donde se presentan bandas de hardcore en Bogotá son Latino Power, el Auditorio Lumiere, Acto Latino y Alterna Estudio.

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Foto cortesía de Strike

 

 

La circulación de material antes se hacía por medio de casetes. Las bandas grababan un ensayo o un demo y no se concentraban tanto en la producción. Esto ha cambiado y ahora las agrupaciones quieren que su música quede hecha de una manera más profesional. “Hace diez años muchos grupos no sabían qué era un productor —comenta Paola—. Ahora se preocupan por grabar bien, componer bien, hacer un buen diseño del disco. Ya no consideran grabar barato sino competir con álbumes de calidad”.

Claudio Espinel, bajista de Ataque en Contra, cree que tanta producción lo único que logra es quitarle la esencia al hardcore. “Ahora las bandas se preocupan por su sonidito y su pendejada, por sacar un disco con DVD y por tener la camiseta de tal agrupación. Esta música súper producida decepciona; en vivo es algo muy diferente a lo que hay en el CD”.

Estos rayes y divisiones entre jóvenes y no tan jóvenes persisten. Claudio asegura que cuando tocan lo hacen para hardcoreros de la misma época de ellos. Asimismo las bandas de ahora se presentan para pelados de su misma edad. Los mensajes de la música también han cambiado, ahora muchos suelen escribir sobre la unidad (tema muy usado en los inicios del NYHC ochentero) y las vivencias personales de los músicos:

 

“Respeta todo aquello que te rodea

pues no sabes qué pueda haber

no sabes qué puedas encontrar

no sabes qué te puedan brindar

da una forma y sentido a tu vida ¡Ya!

(Canción ‘Temor’, de Strike)

 

“El contexto en el que crecimos es muy distinto al de los músicos de antes, esto obliga a un cambio en las letras”, comenta Felipe Rojas, vocalista de Strike.

 

Hardcore sin visa

La lenta distribución de casetes y los altos costos que acarreaban los viajes hicieron que para las bandas viejas fuera muy complicado salir del país. Ahora la forma de difundir y distribuir la música no es un problema. Por ejemplo, Strike (con apenas tres años de formación) hizo el año pasado su primera gira por Ecuador. Por su parte, en 2014 los legendarios Grito, de Medellín, se embarcaron en una gira suramericana que los llevó por Argentina, Chile y Brasil.

Pero sin duda el proyecto más ambicioso es el que están organizando las bandas The Tryout y Soy Legión (SYLGN). El próximo mes de octubre comenzarán un tour por Europa que los llevará a España, Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Croacia, Republica Checa, Hungría, Polonia, Italia y Austria.

Esta gira, como la mayoría de eventos de esta movida, no busca ningún tipo de ganancia. Juan Galvis, bajista de The Tryout y vocalista de SYLGN, afirma que lo hace solo por la experiencia: “En el hardcore unas veces se pierde y otras también. De acá nos vamos como si estuviéramos de vacaciones, entre amigos y haciendo lo que nos gusta. No lo hacemos solo porque ya no nos pidan visa, también porque vemos que el hardcore latinoamericano ahora tiene más cabida en Europa que en Estados Unidos, donde se cierran solo a lo que ellos hacen”.

“Dependemos 110% de nosotros para esta gira. Nosotros nos encargamos de buscar las fechas, alquilar la van y alistar el merch —añade Olimpo Rodríguez, vocalista de The Tryout—. No vamos a ganarnos ni 100 pesos, lo poco que recojamos va a ser para comer y dormir”.

 

“Yo prefiero tocar en un sitio pequeño en vez de Rock al Parque”

Las bandas actuales de hardcore reúnen distintas influencias y así como unos se van por el metalcore mientras otros prefieren escuchar rap o punk. “Esto es bueno porque ha permitido una exploración mayor del género”, comenta Camilo, bajista de Zagreb.

Aunque el panorama actual se ve más prometedor que en épocas de SBHC (o al menos en términos de calidad del sonido y proyección en el extranjero), aún persisten las diferencias de parches y gustos musicales. “Entre los músicos  también falta apoyo —dice Paola de 4 Cuartos—, muchas [bandas] solo van a los toques cuando van a tocar y ni siquiera se quedan para ver el resto del cartel”.

Algo que sí se mantiene es el espíritu Do it yourself, muy propio del hardcore y el punk. Los músicos costean los espacios para sus presentaciones, el sonido y los discos, pero nunca recuperan lo invertido. En 4 Cuartos, por ejemplo, cada semana se hacen toques que reúnen a más de 70 personas, pero los bajos costos de la entrada, entre 5 mil y 12 mil pesos, siempre generan pérdidas (y sin embargo muchos se quejan por los precios de estos conciertos).

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Foto de Eddy Marquez, cortesía de Roulette Press 

 

“Yo prefiero tocar en un sitio pequeño en vez de Rock al Parque (donde este año no se le dio ningún cupo al hardcore). Acá se mantiene esa sensación de peligro y la expectativa de qué va a pasar, pero también hay unidad”, cuenta Jaime Díaz, vocalista de Revival.

El rechazo hacia los grandes sellos continúa y las bandas saben que aunque así nunca vayan a vivir de su música, son libres de escribir lo que quieran y de grabar según sus tiempos y presupuesto, sin presiones. “Acá nadie pone un peso para que el hardcore suene en la radio, y tampoco es nuestra intención”, comenta Olimpo.

La clandestinidad del hardcore no ha cambiado mucho desde aquellas presentaciones del NYHC, hace más de 30 años, pero sí su ideología y su ambición. Puede que en diez años los músicos de ahora tengan una opinión similar a la de Will Rubio o Claudio, pero por lo menos podrán decir que lucharon por llevar el género a otro nivel.

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