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El reino de los tramposos

Estudiantes de postgrado, primíparos, profesores, notarios, decanos y hasta senadores, todos entran en esta lista de mañosos. Hemos reunido en este artículo algunas pintorescas historias de plagios universitarios.

Yuli Daza

Tenía mucha presión encima. Problemas con mi familia. Pillé a mi novio con otra. Las excusas pueden ser muchas a la hora de argumentar un plagio. Uno se queda perplejo al ver la creatividad que tienen algunos para hacer trampa.

“Uno se fija en el estilo de la escritura entre párrafos –asegura una profesora de Ética y Lógica que prefiere mantenerse en el anonimato-. Si el texto parece muy inteligente uno busca en Google las frases; también he buscado las líneas en inglés porque acostumbran a usar la herramienta de traducir textos. Me doy cuenta porque copian los textos completos y al final las conclusiones que escriben, con sus propias palabras, no tienen nada que ver. Cuando son brutos y copian de diferentes partes, los argumentos se contradicen”.

Dos sanciones fuertes fueron las de Luz Mary Giraldo, una profesora de la Javeriana que plagió la tesis de grado de una estudiante de literatura; y la del notario Lázaro Cristo de León, quién copió varias partes de obras literarias para obtener un mayor puntaje en las pruebas que exigen para acceder al cargo de notario público. Estos dos “vivos” recibieron una condena de varios meses de cárcel.

Este ecosistema nacional del engaño

La tesis de maestría de Administración de empresas del profesor Nelson Aristizábal, de la Universidad Nacional de Manizales, tiene páginas con fragmentos de un texto que la consultora Irma Serna realizó para el Sena en 2002.

¿En dónde falló el engaño? La tesis, de unas 300 páginas, llamó la atención de los revisores por una serie de errores ortográficos encontrados en 17 páginas. Una cosa llevó a la otra y al final pillaron a Nelson en la trampa. 

Por otro lado, el ex director del departamento de filosofía de los Andes,  Andrés Páez, fue acusado de copiar fragmentos de ‘The logic book’ (McGraw-Hill) para incluirlos en su libro ‘Introducción a la lógica moderna’. Qué mal: con el texto de Páez estudiaron cientos de estudiantes de varias universidades. 

En este ecosistema nacional de la trampa también hay espacio para el caso del ex senador Juan Carlos Vélez (Partido de la U), quien entre líneas de un proyecto de Ley plagió párrafos de El Espectador, revista Semana y de algunos documentos de Colombia Joven.

También le abrimos un campo al ilustre concejal Leo César Diago, quien en un proyecto con el Distrito plagió varios párrafos del Rincón del vago.

El desespero nos vuelve idiotas

José*, tras haber sido suspendido de la universidad del Rosario por plagio, falsificó una sábana de notas, y al darse cuenta de que lo habían descubierto alteró unos resultados médicos: se auto diagnosticó un cáncer para justificar la presión que lo había llevado a cometer una cagada tras otra. El caso terminó en la expulsión del estudiante.

Natalia* fue descubierta por un profesor en el típico plagio de trabajo en clase. El hombre no accedió a ninguna clase de negociación y a la estudiante se le ocurrió llevar el caso a la facultad con algunas modificaciones. En la versión de Natalia* ella había sido víctima de acoso sexual por parte del profesor. Aunque se disculpó y aseguró que se había “confundido”, su denuncia ficticia se tradujo en serias consecuencias para la vida profesional y personal del profesor.

También le abrimos un campo al ilustre concejal Leo César Diago, quien en un proyecto con el Distrito plagió varios párrafos del Rincón del vago.

Toda esa lógica del desespero lleva al tramposo a cagarla. Llorar, ofrecer plata, pedirle a los papás que intercedan o amenazar con el suicidio, son apenas algunos recursos que usan y que “ponen en evidencia que son gente mañosa”, como aseguran varios de los profesores consultados para el desarrollo de este artículo.

Otros memorables

Un profesor de la Nacional plagió la tesis de varios estudiantes y se llevó sus méritos en un congreso internacional. Un estudiante de una especialización de Derecho en el Rosario plagió al mismo profesor que lo iba a calificar. Una estudiante de pregrado de la Sabana simuló un intento de suicidio cuando se sintió pillada.

Varias universidades consultadas se negaron a hablar abiertamente de los casos, quizás por evitar el oso público.

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