
“Somos enfermos por tocar y no nos vamos a curar”: Código Rojo
Este 27 de febrero presentarán Terrícolas, su séptimo disco. También tocarán el 6 de marzo en el Festival Skate Punk 13, junto a Belvedere, Mute, Lagwagon y Adrenalized. Hablamos con David Ospina, vocalista de una banda paisa que empezó a impulsar patinetas y pogos en todo el país hace 19 años.
Arranque la lectura con la canción que le da el título a esta entrevista:
En agosto de 1997 debutaron como banda en la casa de los tíos de un amigo, frente a unas 25 personas. Los integrantes de Código Rojo tenían no más de 14 años. Aquel día compartieron “tarima” con los grupos Tosigo Social y Saciados de Plomo.
Con el tiempo el skate punk, esa mezcla picante de punk, reggae y hasta hardcore, se hizo muy popular entre los jóvenes de Medellín, Bogotá, Cali, Cúcuta, Bucaramanga y Manizales, entre otras. Este género musical ventiló en sus letras ciertas problemáticas adolescentes, el amor por las patinetas y el hambre insaciable de diversión de aquella generación. Como es típico en los géneros descendientes del punk, en las letras de esta banda paisa había contenido político y crítica social.
Ya han pasado casi dos décadas desde aquel primer toque y muchos de los seguidores del grupo ahora tienen hijos, hogares, trabajos de escritorio y poco tiempo libre; pero Código Rojo sigue ahí.
Durante esta larga trayectoria, además de tocar con duros de la escena neo punk (y sus muchas variantes musicales) como Johnnie All Stars, La Mojiganga, Ácido Folklórico y Nueve Once –a quienes consideran una banda hermana–, estos antioqueños también han compartido escenario con bandas de hardcore, metal y emo.
Los miembros de esta banda también andan actualmente en otros proyectos: David, el vocalista, tiene una productora de audio y hace música para comerciales, cortos, etcétera; Simón Ramírez, guitarrista (y primo de David), es productor de audio y trabaja en La Finca Estudio; Juan David Tobón y Gustavo Ramírez, bajista y baterista, son agrónomos. Sin importar que ya no vayan miles de personas a sus conciertos, tienen el mismo objetivo de hace 19 años. Así lo planteaban en su álbum Déjenme Ser:
“Somos enfermos por tocar
y no nos vamos a curar
trabajamos, no sabemos estudiar”
Cartel Urbano: Muchas bandas aseguran que la movida skate punk fue más poderosa en Medellín que en Bogotá…
David Ospina: Algo que hizo que la escena en Medellín fuera tan fuerte, fue la amistad que se forjó entre todas las bandas. Como éramos tan unidos casi siempre tocábamos juntos, lo que hacía que a nuestros toques fuera mucha gente, principalmente el parche skater. Recuerdo que iban con sus tablas.
¿Cómo eran esos toques?
Cuando comenzamos llegábamos a reunir tres personas en un solo toque. Ya después teníamos bastante gente. Recuerdo que una vez que tocamos con “La Moji” fueron alrededor de tres mil personas. Ahora el público se redujo a la mitad.
¿Y en cuanto al número de conciertos?
No, eso sí se redujo muchísimo más. Código Rojo tocó en todos los barrios de Medellín, cada ocho días teníamos alguna presentación. Ahora tocamos solo tres o cuatro veces al año.
Medellín, 2007
¿Por qué cree que este movimiento decayó?
Yo diría que el reggaetón tuvo mucho que ver. No estoy en contra de este género, pero cuando entró se volvió muy masivo e invasivo. Muchos jóvenes se metieron en esa música y se quedaron sin la oportunidad de conocer lo que hacíamos. En otros países como Chile todavía existe bastante público porque aunque exista el reggaetón no es tan fuerte como acá.
Hace 15 años muchos se identificaron con letras como la de ‘El Colegio’. ¿Qué pasa ahora?
En mi época éramos bastante revolucionarios, todos queríamos despegarnos de esa institución. Creo que los jóvenes ya no tienen ese espíritu rebelde, son muy pasivos.
Código Rojo hace 14 años enloqueciendo a un público bastante numeroso.
En el bandcamp de la banda tienen colgada toda la discografía de Código Rojo para que la gente la descargue al precio que quiera. ¿Por qué?
Lo hicimos porque queremos que la gente pueda tener nuestra música. Por presupuesto siempre lanzábamos nuestros trabajos de manera independiente, por lo que hacíamos pocas copias. Es una forma de retribución para nuestros fans.
Déjenme Ser y Pie de Atleta son los únicos trabajos en los que usted canta en inglés ¿Con que intención lo hicieron?
Un día nuestro bajista trajo una canción en inglés y nos pareció chévere. Después alguien trajo otra y así comenzamos. Por ese tiempo también estábamos en negociaciones con una disquera en Suecia y nos pedían tener canciones en inglés. Al final lo de Suecia no se dio y Déjenme Ser se lanzó con Mutante Records; es el único disco que tenemos con una disquera. Las dos canciones en inglés que están en Pie de Atleta también las teníamos en español, pero cuando las queríamos lanzar se nos perdieron las grabaciones.
Dejamos de cantar en inglés porque es una bobada tratar de competir con las bandas extranjeras, ellos son considerados los reyes. A nosotros nos interesa llegarle al público de acá y con nuestro idioma.
¿Han tocado en otros países?
Aún no hemos tenido la oportunidad. Íbamos a tocar en Ecuador pero una semana antes todo se nos dañó. En esa época yo estudiaba música en la Javeriana y justo para esos días tenía una entrega. A pesar de esto la gente de otros países sabe de Código Rojo, nos escuchan en México, Perú y Estados Unidos, sobre todo la comunidad latina.
Usted también hace parte de Árbol de Ojos, una banda con una propuesta muy distinta a Código Rojo. ¿El público ahora prefiere esos sonidos?
Los jóvenes ahora están interesados en este tipo de música tal vez por festivales como Estéreo Picnic, que son masivos y se enfocan principalmente en este tipo de agrupaciones. El éxito de músicos como Jack White también ha ayudado a que esta música se consolide entre el público actual.
Este mes presentan Terrícolas, un disco que llega después de seis años sin producciones. ¿Es para los fans de siempre o también para un nuevo público?
Siempre tenemos la intención de atraer nueva gente al skate punk. En Terrícolas tenemos un estilo y un sonido más “actual”, por así decirlo. Esperamos que más gente se interese por saber qué es lo que hace Código Rojo. A diferencia de antes, esta vez sí queremos sacar más copias; si se agotan los primeros tres mil ejemplares, lanzaremos más.
¿Cuál de sus dos proyectos musicales tiene mayor prioridad en este momento?
Código Rojo siempre ha sido más importante para mí. Es como un hijo. Lo que pasa es que como vivo en Chía (Cundinamarca) y los otros tres miembros están en Medellín, ensayar o hacer cualquier tipo de proyecto es más complicado.
¿Cuál es la importancia de eventos como el Festival Skate Punk (FSP)?
Aunque va a ser muy complicado llegar de nuevo al nivel de hace unos años, siento que este festival está reviviendo la llama del skate punk en Colombia. Antes había eventos como el Melodic Punk Hardcore, organizado por Mutante Records, que se dejaron de hacer. Con este espacio (FSP) ahora podemos ver a esas bandas que escuchábamos hace 15 años. Estamos muy agradecidos con Sergio Martínez, el organizador, porque se ha puesto la camiseta para que esta escena no muera.