Los colombianos también pueden tocar rock japonés
Lo llaman j-rock y muchos grupos que se especializan en el género empiezan interpretando covers de bandas sonoras de Caballeros del zodíaco, Naruto y otras series famosas. Hablamos con protagonistas y promotores de esta escena en Bogotá y nos explicaron, entre muchas otras cosas, cómo carajos cantar en japonés.
En los noventa, el plan de niños y adolescentes era pasar la tarde viendo cómo Gokú le pateaba el culo a Majin Boo; o sintonizar Ranma ½ y sentirse confundido con el tipo que se convertía en una atractiva pelirroja cuando lo mojaban con agua fría. Podría decirse que Dragon Ball, Caballeros del zodíaco y otras series japonesas de la época ganaron casi tanto reconocimiento como Los Simpson.
Las filas interminables para ingresar a SOFA cada año son pruebas suficientes para demostrar lo fuerte que es la cultura oriental en nuestro país. Pero mientras miles de colombianos intentan lucir como sus personajes manga favoritos (y ver todas las series posibles y leer historietas orientales hasta el cansancio), un pequeño grupo de jóvenes se enfoca en rescatar un tipo de música llamado j-rock o rock japonés.
Este género musical es un híbrido entre sonidos típicos japoneses y el rock occidental (sobre todo el gringo y el británico). Se toca en Japón desde hace más de 40 años, pero es en la década de 1980 cuando empieza a adquirir mayor popularidad gracias a bandas como Buck-Tick, X Japan y D’erlanger. La teatralidad, la puesta en escena y la estética andrógina, conocida como visual kei, aportó bastante a la consolidación del j-rock.
En Colombia nos toca agradecerles a los openings y endings (al menos a las versiones originales) de las series japonesas por mostrarnos el género:
Por eso las agrupaciones colombianas de j-rock prefieren ir a la fija y arrancan tocando esta clase de covers: “Lo importante al inicio es consolidar la banda y darle un nombre dentro de la escena. Ya después se empieza a componer material propio”, comenta Eliana Moreno, vocalista de Damask. Esta agrupación lleva solo un año pero se ha convertido en un referente para todos los fanáticos colombianos del manga y el anime. Durante la presentación de SOFA 2015, Damask se enfrentó a un público de más de dos mil personas.
La canción de Full Metal Alchemist Brotherhood tocada por Damask
Sin embargo, el j-rock no tiene una audiencia consolidada en Bogotá como cualquier otro género, mucho menos gente que esté dispuesta a pagar por una boleta. Las presentaciones de bandas como Damask se han limitado a convenciones y eventos manga o de videojuegos.
Los toques en maid restaurants (restaurantes cosplay), muchas veces autogestionados, pueden reunir unas 90 personas (esto si la banda es más o menos conocida). Los maid más frecuentados en Bogotá son Arakawa, Kurenai y Orenji, aunque las bandas criollas de rock japonés también tocan en tiendas como TooGeek y bares rockeros como Revolution y Ozzy Bar (porque el género no está nada alejado de otras ramas del rock). No obstante, Oz, guitarrista de Soryu, afirma que lo han discriminado por escuchar este tipo de música: “Antes estaba más metido en el metal y cuando empecé en el j-rock muchos pensaron que yo había decaído musicalmente”.
Soryu. De izquierda a derecha: Oz, Karla, Vanny, Marlon, Jhon.
Debido a su vínculo con las series japonesas, este género musical, y quienes lo tocan en nuestro país (en su gran mayoría jóvenes), son catalogados como inmaduros. A eso hay que añadirle la falta de compromiso de algunos integrantes pasajeros: “Mucha gente se mete en esto un tiempo y después se aburren, se desaniman por el poco dinero de las presentaciones, o adquieren otras obligaciones”, dice Sebastián Villa, guitarrista de Damask.
“Somos una banda como cualquier otra: buscamos presentaciones, ensayamos muchas horas y gastamos demasiado dinero. Ya es hora de que la gente se acostumbre a pagar por las entradas”
Daniel Herrera, baterista de Kira (considerada la banda más grande de j-rock del país), asegura que como los eventos son ocasionales a veces parece que no hay escena. Pero existen meses clave para el género: octubre y noviembre, por ejemplo, cuando revienta la bomba cosplayer de SOFA.
Algunas agrupaciones nacionales de j-rock no descartan la posibilidad de hacer parte de Rock al Parque. El festival les exige a las bandas aspirantes alrededor de nueve temas propios, por eso muchos ya están trabajando en composiciones originales.
Entre bandas también se ha hablado de la posibilidad de organizar un evento con todos los nombres de la escena: Kira, Damask, Soryu, Eikon Klaein, Neko Machine, Ragnarok, Invaders Must Die (IMD) y Merlotte, estas dos últimas las más sobresalientes de Medellín. Además del número de likes que tienen en sus fanpages, estas dos agrupaciones paisas ya están teniendo éxito con su material propio. Merlotte tiene tres singles rodando en Internet (algunos suenan a rock japonés, otros no tanto) y el disco Chaos Theory de IMD (quienes ya han tocado con bandas como I.R.A. y Masacre) está disponible en iTunes, Amazon, Spotify, Deezer y Google Play.
David Angulo, creador del Tokyo Impact, asegura que “antes, cuando anunciábamos la presentación de un artista japonés, las agrupaciones colombianas querían ser teloneras y teníamos que hacer un proceso de selección, por tanta gente que quería estar en el evento. Ahora ya casi ni traemos artistas orientales”. Y en muchos eventos, a las bandas no les pagan por tocar. “Les damos espacio para que vendan su mercancía, les damos algo de publicidad y les ayudamos con los medios, pero nada más –comenta David–. Esta música no es muy rentable en el país. Chévere que lo hagan por hobby, pero comercialmente no tiene futuro”.
Lo que suelen hacer es traducir la letra usando el rōmaji, el sistema que convierte los sonidos japoneses al alfabeto romano
Por más radicales y fatalistas que suenen estas palabras, hay bandas que se rehúsan a dejar morir la escena j-rock, y para eso deben empezar a cobrar por sus toques. “Somos una banda como cualquier otra: buscamos presentaciones, ensayamos muchas horas y gastamos demasiado dinero. Ya es hora de que la gente se acostumbre a pagar por las entradas”, comenta Eliana, de Damask.
Damask, una de las bandas más importantes del j-rock en el país. De izquierda a derecha: Sebastián Villa, Eliana Moreno y Cristian Medina. Foto: Kicho Cubillos.
Kira, la banda de j-rock más importante de Colombia. De arriba a abajo: Emil Pyne, Alix Martinez y Daniel Herrera.
¿Cómo carajos es la composición de las letras de rock japonés?
Los miembros de las bandas colombianas de j-rock aman la cultura japonesa pero en asuntos idiomáticos no son los mejores por la complejidad del lenguaje. Tienen varias canciones en español y también en inglés, pero cuando cantan en japonés lo que suelen hacer es traducir la letra usando el rōmaji, el sistema que convierte los sonidos japoneses al alfabeto romano. A pesar de esto, las bandas hacen la tarea: saben el significado de las letras y entienden lo que cantan. Y lo cantan con todo el flow japonés:
Kira junto a Eizo Sakamoto, vocalista de la banda japonesa Anthem.