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A 50 años del debut de The Flippers, seis músicos actuales nos cuentan a qué sonaba la semilla del rock nacional

The Flipper’s Dischoteque puede ser la piedra fundacional del rock nacional. Hace 50 años está ahí, desde que Carlos Martínez y Arturo Astudillo le dieron vida, y hoy le queremos sacar el polvo: invitamos a los integrantes de Polikarpa y sus Viciosas, Skampida, Systema Solar, Perpetual Warfare, Carlos Reyes y la Killer Band y Tappan para que reseñaran las canciones de este hito nacional.

Andrés J. López / @vicclon

“Hace cincuenta años la policía solía pararnos en la calle a requisarnos mientras nos decían que ‘entregáramos la droga’. Cuando estábamos afuera solíamos exponernos a los insultos de los demás o incluso a golpizas solo por ser rockeros de cabello largo”. El recuerdo es de Carlos Martínez, un nombre que así, a secas, no suena de nada. Pero el tipo fue el bajista de The Flippers, una de las bandas madre del rock colombiano.

Mientras que The Beatles eran “más grandes que Jesucristo” y The Rolling Stones rompían los charts con ‘Paint it Black’, en Colombia se empezó a sentir el eco de la invasión anglo con esta agrupación bogotana. Carlos Martínez y el guitarrista y vocalista Arturo Astudillo fundaron The Thunderbirds en 1965. Al año siguiente – ya como The Flippers– eran tan populares entre los jóvenes colombianos que consiguieron patrocinio para viajar a Estados Unidos y traer amplificadores Vox y guitarras Gretsch. Además, en octubre de 1966, inauguraron su propio club privado: Flipper’s Discotheque, como también bautizaron su primer disco, el punto de partida de lo que es hoy el rock nacional.

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The Flippers hace 50 años: Carlos Martínez, Arturo Astudillo, Miguel Durier y Guillermo Acevedo 

 

 

Para celebrar los 50 años del debut de The Flippers, le pedimos a los músicos Carlos Reyes Lega (ex de la Killer Band y The Black Cat Bone), William Tappan, Camilo Muñoz (Perpetual Warfare), David Mujica (Skampida), Sandra Rojas (Polikarpa y sus Viciosas) y Walter ‘Indigo’ Hernández (Systema Solar) que nos reseñaran canción por canción The Flipper’s Discotheque.

 

‘Impromptu Jazz a Go-Go’ según Carlos Reyes Lega

“La canción invita de inmediato al baile. Uno viaja en el tiempo al imaginar esas rumbas en donde lo que se oía era rock and roll, a pesar de que no fuera muy común en esa época. Ellos propusieron este sonido foráneo con una buena calidad interpretativa, a la altura de los grandes de los sesenta. En estos años no propusieron gran cosa a nivel creativo; en trabajos posteriores sacarían material más original. Acá se concentraron en evocar esa invasión británica pero lo hicieron muy bien. Le dieron la oportunidad al país de tener una banda que sonara profesionalmente y nos mostraron la ruta para hacer rock and roll en Colombia”.

 

‘Ain’t No Beatle’ según William Tappan

“Este tema, original de Gary Sanders, se publicó en 1965, por lo que estaba de moda cuando The Flippers lo versionaron. Se nota cómo se va asomando ese sonido psicodélico que después se volvería tan característico de ellos. La letra tiene un punto de vista muy local y es una respuesta a esa incursión de rock and roll y pop que se vivía en Estados Unidos, en donde reinaban The Beatles y The Rolling Stones. Los músicos que estaban más metidos en el blues le decían a todos que no eran ni de un bando ni del otro, que jamás los encontrarán en Liverpool, pero sí en Lousiana”, dice, parafraseando el tema de The Flippers.

 

‘Stop Action’ según Camilo Muñoz

“La calidad del sonido y la producción es increíble. Todos los instrumentos se escuchan perfectamente y las guitarras están muy bien paneadas. Este álbum se hizo con Codiscos, lo que da para pensar en la popularidad que tenía el rock en esa época. La canción tiene una intención muy definida e invita al oyente a que saque a su chica a bailar. Suena mucho al surf rock, psychobilly, rockabilly y twist de bandas como The Beach Boys, The Ventures o The Shadows. En cuanto a la interpretación, The Flippers no tenían nada que envidiarle a lo que agrupaciones como Sui Generis estaban haciendo en Latinoamérica”.

 

‘Winchester Cathedral’ según Walter ‘Indigo’ Hernández

“Este cover, cuyo tema original es de The New Vaudeville Band, es un blues con un swing ‘paseao’ de manera suave, mientras que las guitarras muestran un paisaje emotivo y corto. No sé quién sea el motivo de tal lamento –you could have done something, but you didn’t try. You didn’t do nothing, you let her walk by–: tal vez el acercamiento a algún rifle o a una cueva de estilo gótico. En verdad es una canción muy bacana”.

 

‘Over Under Sideways Down’ según Carlos Reyes Lega

“Esa fuerte influencia de las guitarras con fuzz y el blues rockero británico se ratifica en esta versión en español que hacen de la canción de The Yardbirds, la cual salió ese mismo año y a los pocos meses ya la estaban reinterpretando a la bogotana. Al oír esta grabación y sentir esa distancia entre los micrófonos y los amplificadores, uno se da cuenta de que ellos disfrutaban evocar el sonido de esa Londres lluviosa. Esto crea una nostalgia de lo no vivido, como el que sienten aquellas personas que se enamoran del rock and roll y después descubren toda esta inspiración generacional y transgeneracional”.

 

‘Master Flipper’, según Sandra Rojas

“Me encanta la pureza de la batería acompañada de un bajo impecable y una guitarra que me recuerda al Viejo Oeste. Al oírla no puedo dejar de pensar en Johnny Cash. Me parece que esta es una canción que sirvió de inspiración para el psychobilly colombiano; acá se mezcla con el rock y algo de surf, para mí es uno de los mejores temas del inicio del rock en Colombia. Rescato también lo cálida que es la grabación, hecha de manera análoga, que nos transporta a esa época maravillosa de psicodelia y experimentación, fundamental para todo lo que se vendría en el rock nacional”.

 

‘Danza Go-Go’, según David Mujica

“Lo que se me viene inmediatamente a la cabeza es que Colombia desde siempre ha sido una tierra de mezclas eclécticas, donde el collage de sensaciones ha estado constantemente presente. Es increíble que, desde los inicios de nuevas manifestaciones (en este caso el rock and roll), para nosotros ha sido natural traer raíces tropicales o afro y dejarlas ser parte de cualquier expresión artística. Ese beat rock punk de ‘Danza Go-Go’, junto a los reverbs y un sonido que podría ser una guacharaca, hacen que se cree un ambiente psicodélico interesante, muy típico de esta época”.

 

‘Ruta 66’ según William Tappan

“La versión original de esta canción, de The King Cole Trio, se convirtió en un estándar clásico del blues norteamericano. Su letra habla sobre la legendaria carretera, que lleva el mismo nombre, y la cual va desde Chicago hasta Los Angeles. Muchos bluseros solían andar por esta ruta. Esta versión de The Flippers es muy coherente con lo que se hacía en los sesenta: varias bandas de la época, como The Rolling Stones, quisieron hacer blues y por eso tomaron clásicos del género para interpretarlos a través del rock and roll”.

 

‘Let’s Dance On’ según Walter ‘Indigo’ Hernández

“Una canción original de The Monkees. Tremenda descarga al estilo soul de ‘Good Lovin’ de The Young Rascals, de una me transporto a ese sonido. Tiene un flow desgarrado y sabroso, con un son cubano guitarrero  y ‘chuckberrycense’. Me la puedo vacilar sin problema, sin importar cuándo la hicieron. Es Colombia conectada al flow desde ese momento”.

 

‘She’s Not There’ según David Mujica

“Tan solo un año después del lanzamiento del tema original de The Zombies, The Flippers lograron sacar una gran versión instrumental, lo cual me hace pensar que desde esa época las bandas emergentes se interesaban en investigar y ser parte de las tendencias internacionales. Me encanta la amalgama de sonidos y el amarre de cada instrumento: el bajo tiene una profundidad que es muy común en los vinilos de bandas de rock y las guitarras, además de que hacen un buen solo, tienen esa distorsión tan avanzada para esos años. La psicodelia sigue, así esté más presente en las manifestaciones del alma que en las propias composiciones. Recomendadísimo”.

 

‘Last night’ según Camilo Muñoz

“Esta versión de The Electric Prunes tiene la estructura de esa canción épica: un intro denso con voz psicodélica que lo va metiendo a uno para luego ir al verso, pre coro, coro, verso y así sucesivamente, hasta terminar con una repetición del coro, muy típico de este género. Me llama la atención el ‘spanglish’ que usan en la letra; es una actitud provocadora y contestataria que rompe con los estándares y pelea contra esos puristas de la música. Nuevamente resalto la producción elaborada, meticulosa y glamurosa. Se nota que fue hecha por gente que sabía del tema. A diferencia de géneros como el punk y el metal, que tuvieron un sonido muy precario en sus inicios, este disco fue hecho de una manera muy profesional”.

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