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Foto cortesía de In-Correcto

Un viaje por la cumbia psicodélica: II. De Perú al mundo entero con escala en Brooklyn

Por fuera del país inca la cumbia encontró abrigo en un compilado que la llevó más allá de las fronteras de América Latina y la devolvió renovada a las nuevas generaciones productoras de este género mestizo.

Nicolás Gómez Ospina // @ngospina14

A partir de la última década la cumbia psicodélica ha sido un género muy explorado por los proyectos de música emergente en Latinoamérica, quienes han encontrado en ella una forma de expresar sus inquietudes artísticas o encajar en las corrientes de mercado globales. Buscando el origen de la relación entre la cumbia y la psicodelia, en la primera parte de este texto viajamos a Perú para entender cómo se conocieron las guitarras eléctricas con La Polllera Colorada y Enrique Delgado.

(Lea ‘Un viaje por la cumbia psicodélica: I. De la represión a la radio de onda corta en Perú’)

En esta segunda parte hablaremos sobre el desarrollo de este sonido distorsionado luego del boom que tuvo a nivel latinoamericano de la mano de Los Mirlos, Afrosound y Los Wemblers de Iquitos en los años setenta. La aparición del compilado Roots of Chicha, el alcance internacional de la cumbia y algunas consideraciones sobre cumbia y psicodelia en la actualidad acompañarán este camino.

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La masificación de la guitarra eléctrica y la recuperación de lo peruano

Para mediados de los años setenta, la cumbia psicodélica en Perú empezó a mutar gracias a la migración interna en el país. Aparecieron músicos como Chacalón o Los Shapis que incorporaron las experiencias musicales provenientes de la sierra del país a la cumbia peruana. En estas experimentaciones los huaynos se mezclaron con la cumbia –que para ese entonces ya se había apoderado de Lima– y de esta fusión resultaría la chicha, el sonido peruano por excelencia que condensa la música de todo el territorio.

Al mismo tiempo en Colombia, las guitarras y efectos de la cumbia peruana traídos por Discos Fuentes y Afrosound se fueron convirtiendo en paisaje de la música popular. Grupos del bautizado chucu-chucu como Los Graduados o Los Hispanos tomaron la influencia peruana de las guitarras y órganos eléctricos para interpretar éxitos como Caracoles de Colores o Sabor Navideño, canciones que acompañan hasta el día de hoy las fiestas familiares.

Esas guitarras, para algunos la marca de agua de la cumbia psicodélica, fueron criticadas desde su llegada a Colombia por los altos círculos de la cultura, especialmente en Cali, pues para ellos hacían parte de una producción musical enfocada en los intereses económicos de las grandes disqueras como Fuentes. Incluso, esta élite cultural veía la mezcla del sonido tradicional con los elementos psicodélicos y comerciales como una denigración de la tradición costeña de la cumbia. “Lo popular masificado es menos ‘digno’ que aquello que parece más referido a formas ancestrales […] de ahí que el chucu-chucu se considere de menor calidad que otras formas creativas”, explica el investigador musical Juan Diego Parra en su texto Deconstruyendo el Chucu-Chucu a propósito del rechazo de folcloristas y puristas.

Esta percepción que infravaloraba esos sonidos psicodélicos y populares los mantuvo al margen de la discusión académica. Sin embargo, esta opinión no fue suficiente para que estos dejaran de sonar en la radio o mientras se bailaba apretado con la tía de turno.

“Es curioso que desde mediados de la década pasada (2000-2010) una porción de la población que veía con malos ojos esa música de un momento para otro le empezó a encantar porque personas en epicentros culturales como Estados Unidos o Europa lo empezaban a valorar”, cuenta Luis Daniel Vega, ex-director de Señal Cumbia (el proyecto de difusión de cumbia de RTVC) e investigador musical colombiano. Detrás de esta afirmación se encuentra la unión de dos procesos aparentemente desconectados: la búsqueda de peruanidad por parte del estado y la de un francés por sonidos para su bar. Procesos que dan pie al interés por parte de los centros culturales euro-norteamericanos por la cumbia que se estaba produciendo en América Latina y la que se había producido hace 50 años, especialmente aquella con un sonido psicodélico.

Por un lado, Perú a inicio de milenio estaba buscando formas de narrarse frente al mundo, desligadas de la inestabilidad política y social que había acarreado el gobierno de Fujimori. Esto derivó en un Perú que encontraba en su gastronomía, sus sitios turísticos y su música una forma de reafirmarse como un estado pluricultural y orgulloso de su identidad ante los ojos del mundo.

Este trabajo que buscaba la peruanidad no solo se quedaba en una estrategia de relaciones exteriores también dentro del país revivió el interés por parte de los académicos y las élites culturales de acercarse a los géneros populares y barriobajeros como la chicha y la cumbia amazónica para identificarse “peruanos”.

 

Una escala en Brooklyn

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Olivier Conan

De ese interés resultaron algunos peruanos, por lo general de clase media y alta, que empezaron a consumir este tipo de música y a coleccionar vinilos de música peruana de los años setenta y ochenta. Uno de estos peruanos anónimos y orgullosos de su legado le mostró uno de esos discos a Olivier Conan, un personaje que cambió la forma en la que se percibe la cumbia en el mundo, especialmente en Europa y Norteamérica. 

Conan es un francés que reside hace varios años en Nueva York y que es dueño de un pequeño bar en Brooklyn llamado Barbés. Buscando sonidos nuevos para poner a sonar en su bar, Conan decidió emprender un viaje por Latinoamérica en 2004.

“Fui a Perú principalmente a pasar vacaciones, comprar algunos discos y estar con mi novia. Me interesaba la música peruana, pero principalmente la música criolla, no tanto lo tropical”, cuenta Olivier Conan. Una noche de 2004 en Lima, un amigo local le puso un par de canciones de cumbia amazónica. “Jamás había escuchado algo parecido y me voló la cabeza”, recuerda.

Al día siguiente de escuchar aquella música y aprovechando que el valor de los discos de este género era bajo, pues no había mucha gente que los comprara, adquirió casi 100 discos. “Me los traje para acá y le empecé a mostrar a mis amigos”, recuerda. De la buena recepción que tuvo el género en su grupo de amigos nació la idea de hacer un pequeño compilatorio para compartir con su círculo cercano. En vez de buscar una disquera que lo hiciera por él, Conan decidió meterse de lleno en la producción de una recopilación que encontró problemas como el conseguir los derechos de autor de bandas que incluso llevaban desaparecidas veinte años. “Cuando alguien decía que tenía los derechos aparecía otro que decía lo mismo. Pero valió la pena, desde el inicio la gente resonó con el disco”, cuenta.

 

 

Conan reunió 12 canciones que logró remasterizar para poner en un solo compilado al que llamó The Roots of Chicha - Psychedelic Cumbias from Peru. “Para mí fue un enlace obvio entre la psicodelia de California y ese sonido, aunque en el momento de su producción no se autodenominara así”, señala. Su educación musical anglo lo llevó a identificar y sentirse atraído por sonidos que le recordaban a Santana o a Hendrix que a su vez eran contemporáneos al proceso de Enrique Delgado. Desde el título fue clara la lectura que Olivier Conan hizo de este género musical.

Gracias al inesperado recibimiento que tuvo este compilado en diferentes latitudes podría considerarse a Conan como el padre de la cumbia psicodélica como la conocemos y producimos actualmente. Su influencia y lectura de ese sonido que llevaba en el margen más de treinta años viajó a lugares tan disímiles como Reino Unido, México o Colombia para adquirir fuerza propia.
 

Sin el viaje de Conan al Perú, la cumbia psicodélica no se habría convertido en una de las variaciones de la cumbia más exploradas por proyectos alrededor del mundo. Incluso, él mismo se ha encargado de experimentar con esta música junto a su banda Chicha Libre, que desde 2007 es uno de los referentes obligados a la hora de entender el renacimiento del sonido psicodélico en la cumbia en América Latina.

The Roots of Chicha fue para muchos de los músicos que hoy hacen cumbia psicodélica la primera aproximación a los sonidos salidos de la selva peruana. Así mismo, este disco fijó un marco de referencia para juzgar la cumbia que se empezó a producir después de él. De alguna forma se validó la aproximación psicodélica al sonido tropical propio de la cumbia en los círculos culturales que antes habían rechazado este tipo de música.

El fenómeno de difusión de ese compilado que Conan quería compartir con sus amigos coincide con la explosión del fenómeno virtual de YouTube que nació en 2005 y que para 2008 ya se había convertido en la principal plataforma de difusión musical. Montado en esa ola, este disco recopilatorio empezó a adquirir relevancia alrededor del mundo al punto de que influyo a artistas como Alex Kapranos, cantante de Franz Ferdinand, quien viaja constantemente a Lima para comprar discos de cumbia peruana. Así mismo, en Colombia se empezó a valorar lo hecho por Afrosound unos años antes. Las bandas que exploraban estos sonidos se cotizaron y comenzaron a aparecer en line ups de festivales en Europa y Norteamérica debido a un interés por parte de los músicos y la audiencia de esos lugares por recuperar esos sonidos psicodélicos.

 

La cumbia psicodélica en el panorama actual: la llave para nuevos mercados

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La Sonora Mazurén

Iván Medellín, acordeonero de La Sonora Mazurén y otros proyectos, cuenta que, si bien la primera cumbia que escuchó seguro fue en un carro durante una fiesta familiar, su primer acercamiento consciente al género fue con la compilación de Conan. Justamente La Sonora Mazurén es uno de los proyectos recientes que ha revisado las canciones de agrupaciones como Afrosound. Esto se puede ver en producciones como su versión reciente de Tiro al Blanco o en la distorsión sonora y la experimentación visual que han logrado de la mano del Sello Incorrecto.

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“La cumbia para ser psicodélica tiene que tener alma, no se puede explotar ese sonido si lo estás haciendo solo para entrar en una playlist”, dice Medellín. Sin embargo, él mismo reconoce que ha recurrido al adjetivo psicodélico para describir su música en un mercado que se ve atraído a una “cercanía con lo natural y psicoactivo”, un mercado en el que este título abre puertas.

En ese mismo sentido, Los Bitchos, una banda radicada en el Reino Unido y comandada por dos uruguayas que han alcanzado espacios como KEXP, cuentan que la noción de psicodelia les da a los artistas un poco más de libertad para explorar los límites de su música. Sin embargo, señala, es cierto que también les ha abierto algunas puertas.

“No hay un solo elemento que haga de una cumbia algo psicodélico, es la sensación y la vibra que se crea por reverberaciones y efectos antiguos. Siempre he creído que también el sonido un poco espacial de algún órgano fuera de tono crea una atmósfera ideal para crear algo fuera de este mundo”, dicen.

Por su lado, Rolando Gallardo “Rolo”, guitarrista de Bareto, una banda con más de veinte años de trayectoria, opina que “lo psicodélico siempre juega con la disonancia y es chévere jugar en esas claves”. Si bien en sus inicios Bareto era una banda de reggae instrumental, también tocaban algunas versiones de cumbia peruana, un género al que se adentraron luego de un show exitoso en el que reinterpretaron varios de estos temas. De esas presentaciones salió su álbum Cumbia que en este 2020 cumple 11 años y que no tenía una exploración psicodélica muy marcada como tampoco, según explica Rolo, la tenían los primeros grupos de cumbia peruana. “Yo creo que en su momento no se pensaba en psicodelia, creo que es más ahora como nosotros leemos las limitaciones técnicas que tenían en su momento como un sonido psicodélico”, agrega.

Con una opinión cercana a la de Iván Medellín y la de los Bitchos, Rolo cuenta que, si bien la psicodelia está presente en su música, también ellos han enviado en presentaciones de la banda la palabra psicodélica, pues saben que muchas veces el adjetivo les asegura la oportunidad de tocar en festivales en Europa y Norteamérica.

Como resultado de la globalización del compilado Roots of Chicha muchos proyectos musicales en los últimos diez años se han aproximado, como Bareto o Los Bitchos, a esa búsqueda psicodélica; bien sea para satisfacer sus inquietudes artísticas o encajar en lógicas globales que les permiten acceder a festivales o hacer parte de compilados hechos por el mismo Barbés Records, Vampisoul y otras disqueras internacionales que se han interesado fuertemente por la comercialización de este sonido.

Sin embargo, estos proyectos contemporáneos tienen en común la capacidad de reflexionar sobre los procesos de apropiación y validación por los que ha pasado la cumbia. Por ejemplo, Eblis Alvarez líder de Los Meridian Brothers, quienes hace poco lanzaron el álbum Cumbia del Siglo XXI, anunciaba su nueva producción con un texto sobre el futuro de la cumbia. En este, el músico analizaba el redescubrimiento de este género por parte de los circuitos de música contemporánea como una legitimación por parte de “los centros de música 'anglo' a estas expresiones antes relegadas y segregadas en los centros urbanos latinoamericanos y ahora llevadas a las juventudes acopladas a la globalización y al trending”.

Así mismo, hoy en día tienen relevancia proyectos como Los Cotopla Boyz, que se han adaptado bien a este nuevo momento de la cumbia psicodélica. Su canción me Me malviajé con las ganlletas es casi que un paralelo a esas canciones amazónicas que en los años setenta hablaban de ayahuasca. “Yo creo que una cumbia puede ser considerada psicodélica cuando ya se sale del formato y la sonoridad tradicional; cuando empieza a haber una mezcla de lo tradicional con algún otro elemento, género o sonoridad”, opina al respecto David Sanchez, guitarrista de la banda.

“La cumbia está para que te la apropies, es un gran elemento de resistencia latinoamericana y si logras introducir ahí tus experiencias va salir algo muy bacano”, agrega Felipe Orjuela de Las Muiscas, otro de los proyectos que le ha apostado por “apropiarse” de esos sonidos y estéticas de un género que se nutre de las experiencias personales de sus intérpretes.

La cumbia viajó de Perú a Brooklyn y de ahí hasta Argentina, México, Colombia y Europa para dar paso a proyectos que beben de las experiencias personales de cada uno de los músicos que los integran como dice Orjuela y que se cobijan bajo este nuevo género de la cumbia psicodélica. Testimonio de esto son casos como el de Son Rompe Pera, que se la juega haciendo cumbia acompañada de una marimba en México, o La Agrupación Ilegal Los Imparciales, quienes se han entregado de lleno a lo eléctrico con los sintetizadores que utilizan en Argentina. Dos extremos que se encuentran estéticamente bajo ese paraguas que se abrió cuando salió Roots of Chicha y que, ya sea motivados por una búsqueda comercial o estética, siguen diversificando los sonidos de la cumbia psicodélica y su tradición musical.

 

La cumbia es el camino y no la meta

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Los Cotopla Boyz

La cumbia psicodélica hoy en día es un género que se alimenta constantemente de las exploraciones de artistas alrededor del mundo. Desde Chicha Libre, pasando por Los Bitchos hasta La Sonora Mazurén, estos músicos han sabido seguir el camino recorrido por grupos como Los Mirlos, Afrosound o Los Destellos para seguir mezclando las raíces de la cumbia con el del trance psicoactivo y sonoro.

Hoy en día este género ha tomado un nuevo aire luego de pasar casi veinte años en la lista negra de músicos y audiencias que lo veían como una herramienta utilizada por las grandes disqueras para vender más. Con el tiempo se ha reivindicado el trabajo de los primeros grupos de cumbia amazónica peruana que, tomando influencias de la cumbia colombiana y la música costeña de Enrique Delgado, fundaron un nuevo género que hoy, más que nunca, está llamando la atención de los grandes mercados musicales como Europa y Norteamérica.

Es evidente que el futuro de este género es prometedor. Con el paso de los años los nuevos proyectos han sabido reconocer el influjo extranjero en la comercialización de esta música y han logrado hacer frente, desde las temáticas tratadas en sus canciones, a ritmos que ya tienen un lugar cómodo en el mercado. Esas nuevas aproximaciones que, al igual que Enrique Delgado lo hizo hace cincuenta años, han logrado poner a conversar la realidad en la que viven con algunas tendencias internacionales.

El interés por la cumbia psicodélica, renovado en gran parte por Roots of Chicha, ha derivado también en una exploración directa sobre lo psicodélico que, como explicaban Los Mirlos, en los inicios del género era una búsqueda propia del rock. Así mismo se ha convertido en una oportunidad para que los artistas contemporáneos se piensen lo que significaba la relación cumbia y psicodelia cuando empezaban a encontrarse los sonidos del Perú de fin de siglo y lo que significa ahora que para muchos está más ligada a una búsqueda comercial por nuevos mercados. En últimas, la historia de esta exploración ayuda a reflexionar sobre el origen de esta mezcla para que la cumbia psicodélica sea el medio y no el fin de nuevas reivindicaciones transnacionales.

 

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