Un viaje por la cumbia psicodélica: I. De la represión a la radio de onda corta en Perú
En medio de una dictadura que prohibió las guitarras y los ritmos importados el país inca fue testigo de una exploración musical que daría paso a uno de los géneros más experimentales del continente. Esta es la primera entrega de nuestro breve recorrido por las raíces de la relación entre cumbia y psicodelia.
En los últimos años ha tenido lugar un auge de bandas de cumbia psicodélica en América Latina y especialmente en Colombia. Hoy en día, es difícil desligar a figuras como Los Mirlos, Los Destellos, Juaneco y Su Combo, Manzanita y su Conjunto, La Sonora Mazurén, Las Muiscas, Los Bitchos o el mismo Frente Cumbiero de esta exploración musical que cada vez gana más seguidores.
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Por supuesto la exploración psicodélica ha cambiado con el paso de la historia y sus generaciones, pero mucho de lo que hoy conocemos de este subgénero es herencia de la tendencia que triunfó a finales de la década pasada con el compilado Roots of Chicha y otros fenómenos de la historia musical que abrieron un nuevo camino en musical en el continente. Gracias a esta exploración sonora, se ha abierto un mercado por fuera de Latinoamérica y tanto la cumbia como la cumbia psicodélica se han ganado un lugar en festivales internacionales y mercados de vinilos.
Nos dimos a la tarea de indagar sobre el origen de la relación entre la cumbia y la psicodelia, hoy en día naturalizada en muchos contextos, para entender el nacimiento de este término dentro de un género mestizo por excelencia.
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Un Perú en dictadura y sin guitarras
Para entender el origen de la relación entre cumbia y psicodelia es clave hacer un viaje a Perú (la tierra en la que nació esta fusión) a inicios de los años setenta. El país se encontraba en una época de represión marcada por el golpe de estado militar que se dio en 1968 y que trajo consigo fuertes tendencias nacionalistas y antiimperialistas. La entrada al poder del general Juan Velasco Alvarado representó un duro revés para la vida cultural cotidiana en el Perú, entre otras cosas para el rock, un género que para ese momento ganaba cada vez más adeptos en el país y que apenas empezaba a consolidarse con bandas como Los Saicos, Los Incas Modernos y Los Shains.
Una de las primeras medidas de la dictadura fue reprimir las libertades ideológicas y de expresión que pusieran en riesgo la idea de un Perú limpio de influencias extranjeras. Durante este período tuvieron lugar acciones que transitaron desde el limitar los espacios que tenían los jóvenes para compartir su música –ya fueran las matinales o los espacios radiales–, pasando por el encarecimiento de la importación de instrumentos extranjeros, hasta la expulsión de Santana en 1971 cuando se lo acusó de poseer estupefacientes. Pero, aunque el rock pasó momentos duros en este país, logró mantenerse vivo por el aguante de bandas como Traffic Sound que comenzaron a acercarse a la psicodelia que, para ese entonces, ya tenía detrás suyo un movimiento de mercado global.
Si bien la dictadura de Juan Velasco Alvarado representó para muchos un obstáculo en el desarrollo musical del rock peruano, para personas como Fidel Gutierrez, periodista musical del mismo país, la dictadura fue solo un golpe a una escena apenas incipiente. El problema, para él, radicaba principalmente en cómo estos rockeros se relacionaban con el público peruano: “El rock habría pasado a ser parte de la cultura popular peruana y no una moda a la cual la masa abandonó al no encontrar en ella un punto de identificación y sí mucha pose y clasismo”, escribe Gutiérrez en su análisis sobre el ocaso de la primera generación del rock peruano. Por la misma línea el investigador musical peruano Alonso Almanera, explica que “el rock lo estaban haciendo personas de clases altas que tenían una conexión muy directa con la cultura gringa. Si no pegó es probable que fuera por tendencias internas más que por la dictadura”.
Sin embargo, la dictadura de Velasco sí tuvo un impacto en las prácticas culturales nacionales, entre otras cosas porque impulsaba una apuesta cultural que reivindicaba las músicas y las tradiciones peruanas. Por ejemplo, fue Velasco quien impuso al quechua como lengua oficial del Perú. Gutiérrez incluso dice que “para muchos músicos, el declive del rock peruano también se debió a “los privilegios” y al protagonismo que la población mestiza ganó en los centros urbanos gracias a las medidas de tendencia reivindicativa del gobierno militar de Velasco”. Dentro del velascato se rechazó el rock por ser “alienante” al ser un género importado que se cantaba en inglés y que además era un privilegio de elites (por los altos aranceles impuestos para impulsar la industria nacional). Estas reticencias frente al género no solo tuvieron un efecto sobre la música que se escuchaba y producía, sino también sobre los instrumentos que usaba el rock, específicamente la guitarra eléctrica.
“Perú siempre ha sido un país de guitarristas”, decía Joaquín Mariategui, cantante de la misma banda en una entrevista para un documental sobre la cumbia peruana hecho por Native Instruments, refiriéndose a un país en el que incluso se celebra cada año el Festival Internacional de la Guitarra. Por su parte Rolo Gallardo, guitarrista de la banda Bareto, agrega que la de la dictadura era una situación compleja, pues “en todos los géneros la guitarra ha tomado muchísima importancia, liderando la sonoridad de la música peruana”.
En cuanto a la restricción de importación de instrumentos extranjeros los músicos peruanos encontraron formas de experimentar con esos sonidos eléctricos de las guitarras o los órganos creando sus propios instrumentos. “Vista en retrospectiva, la restricción incentivó la aparición de lutieres nacionales, cuyas guitarras, bajos y órganos eléctricos, a precios populares, los colocaron al alcance de los jóvenes de Lima y las demás regiones”, cuenta Wili Jimenez en su texto, ¿En qué momento jodió el rock a Velasco? Esta circunstancia la confirma Jorge Rodríguez Grandez, fundador y líder de Los Mirlos, quien cuenta que ellos mismos le pidieron a un amigo de su papá que hacía instrumentos que se animara a fabricar una guitarra.
Lo que conocemos como cumbia psicodélica fue, de una manera muy resumida, el encuentro de la cumbia colombiana con las guitarras eléctricas propias del rock. Sin los efectos que remitían directamente al surf rock norteamericano hubiera sido muy complicado concebir este género musical que se instalaría como uno de los principales en el territorio peruano y latinoamericano de la década del setenta.
Enrique Delgado y el nacimiento de la cumbia peruana
Enrique Delgado
En medio de la represión y el boom de las guitarras eléctricas en el mundo, floreció la figura de uno de los virtuosos de este instrumento y el padre de la cumbia peruana como la conocemos: Enrique Delgado Montes (1939 - 1996). Enrique fue un joven prodigio que comenzó a experimentar con la música desde los 13 años, cuando ya tocaba al lado de la cantautora peruana Pastorita Huaracina. En Lima, este músico llenaba estadios tocando huaynos, un género andino alejado de la cumbia caribeña.
En ese tiempo la cumbia colombiana era todo un fenómeno comercial comandado en parte por Tulio Enrique León (1938-1982), un organista venezolano que con su música ganaría diez discos de oro e incluso grabaría varios discos con Odeón en Argentina, una subsidiaria de la desaparecida EMI. Este éxito latinoamericano llamó de inmediato la atención del joven Enrique Delgado quien fue sumergiéndose en la música criolla.
Luego de hacer parte de grupos como Los Palomilla y Trovadores del Norte, Delgado decidió que era la hora de formar su propia agrupación. Este grupo, nacido en 1966, se llamó Los Destellos y debutó con dos sencillos que marcarían la historia musical del Perú. Por un lado se puede escuchar El Gatito y Yo, una canción de surf rock que responde a la influencia global y por otro, El Ronco, un vals muy cercano a la música criolla que ya había explorado Delgado.
La inquietud por las cuerdas y el éxito de la música tropical llevaron a Los Destellos a lanzar su EP homónimo en 1968 donde por primera vez aparece la palabra psicodelia con la canción Guajira Psicodelica (además de Chucu Chucu, que cobraría importancia más adelante) y donde se confirmó el formato a dos guitarras eléctricas, un bajo, batería, órgano y tambores. Las guitarras eléctricas que estaban quietas en los circuitos populares de difusión por la represión de la dictadura comenzaron a sonar sin tregua.
La música de Los Destellos empezaría a conquistar los oídos jóvenes de Lima con temas instrumentales que permitían que las guitarras eléctricas se lucieran en las manos de Delgado. Incluso, Fernando Quiroz, segunda guitarra de Los Destellos contaría en una entrevista que se inventaban nombres de canciones largos como: El gato que murió de pena viendo una vitrina llena de carne para llamar la atención del público y que se quedaran a escucharlos.
La búsqueda psicodélica de Los Destellos llegó a su punto más alto quizás en el álbum Constelación del año 1971 que contiene temas como Onstá la Yerbita o la que le da el nombre al disco, que son un viaje cercano al rock con la adición de instrumentos como congas que le daban el toque tropical y cumbiero.
La música de este grupo limeño se convierte en una institución en cuanto a cumbia peruana se refiere pues fue la precursora de proyectos similares que tuvieron lugar en los años siguientes diseminados por el territorio peruano. Los Destellos, la banda que comandó e inquietó a los músicos peruanos de los años setenta, desapareció en 1980 con 15 producciones discográficas en su haber y mucha música por tocar. Tras la muerte de Enrique Delgado en 1996, Edith, su hermana decidió revivir la banda que tuvo que comenzar a producir nueva música, pues la antigua, la de Enrique Delgado, se encuentra en medio de un pleito con el hijo del mismo.
Los Destellos y en particular Delgado son los padres de la cumbia peruana moderna, la cual añadió la guitarra a los sonidos colombianos que se habían apoderado de los bailes populares de América Latina en la segunda mitad del siglo pasado. Al desaparecer de manera temprana su legado se fue disolviendo con el paso de los años, pero sin duda su influencia y aproximación a la cumbia está presente hasta el día de hoy en proyectos como Las Muiscas o La Agrupación Ilegal Los Imparciales.
Los Mirlos y la entrada de la cumbia amazónica
Juaneco y su Combo
Mientras en la capital Delgado y su cumbia costeña estaba volando la cabeza de los jóvenes que buscaban ese sonido de la guitarra eléctrica, en la Amazonía se cocinaba algo similar que cambiaría la forma de entender la cumbia para las generaciones venideras. Inspirado en el sonido de Los Destellos, pero matizado por los pedales de efectos más presentes, además de la introducción de letras que no son tan comunes en la cumbia costeña (más allá de excepciones notables como Elsa) la cumbia amazónica fue abriéndose paso en el género desde 1970 en adelante.
Varias versiones se han escuchado sobre el nacimiento de la cumbia amazónica, gestada en una región de difícil acceso y poca comunicación con el exterior pocos años después de la explosión del fenómeno limeño de Delgado. Dengue Dengue Dengue, el dueto de DJs peruanos, explicaba en una masterclass de la Red Bull Academy que es probable que los instrumentos y sonidos llegaran de la mano de soldados estadounidenses con la fiebre petrolera en el Amazonas. Otros hablan de que existían facilidades para importar pedales y guitarras japonesas por la migración de nipones al país.
“Hay un prejuicio erróneo de que algunos de los músicos de esa época eran ingenuos cuando en realidad eran músicos en toda la ley y consumen contenidos internacionales también. Incluso el nombre de Los Wemblers de Iquitos viene directamente del estadio de Wembley en Inglaterra”, cuenta Oliver Conan, coleccionista de cumbia y creador del sello Barbés Records. En 2007 este sello condensó todo este movimiento musical en sus reconocidos compilados Roots of Chicha.
“Queríamos hacer algo diferente a lo que estaban haciendo en la costa el maestro Delgado (una cumbia más lenta y cadenciosa) y terminó pegando en todo el Perú y Latinoamérica”, recuerda Jorge Rodríguez de Los Mirlos, una de las primeras bandas de cumbia amázonica que surge en 1971. Cuenta que en el caso de Argentina pegaron mucho sus LP Cumbia Amázonica donde se consolidó un sonido particular de la mano de Microfon Argentina S.A. Así mismo, cuenta que las primeras cumbias colombianas que escuchó llegaron sus oídos gracias a los radios de onda corta que alcanzaban a captar las emisiones de Caracol Radio. “Me acuerdo especialmente de La Danza de la Chiva y La Pollera Colorada”, agrega.
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Los Mirlos, al mismo tiempo que Juaneco y su Combo o Los Wemblers de Iquitos, empezaron a explorar musicalmente sus raíces amazónicas y selváticas, pues era el ambiente en que se habían desarrollado como músicos y los temas alrededor de los cuales armaban sus letras. De Pucallpa, Moyobamba, Tarapoto entre otras ciudades salieron temas como El Poder Verde o La Danza del Yacuruna, que con sus guitarras y melodías se acercaban ligeramente a un sonido más psicodélico que el de sus pares en la costa pacífica.
El sonido psicodélico que apareció en los sesentas en el Perú se asocia al surf rock de los años cincuenta y sesenta donde se jugaba con los efectos que les permitían el fuzz tone o los wah para alargar el sonido de la guitarra. Se trató de pedales que marcaron el sonido de una generación que a su vez exploraba, en Estados Unidos, toda suerte de trances por consumo de sustancias psicoactivas y que se acercaban a las experiencias que hacían parte de la cultura vernácula de la zona amazónica del Perú con la ayahuasca.
“Creo que la principal característica psicodélica de nuestra música son los efectos que utilizamos en nuestras guitarras que buscan exteriorizar ese delirio, ese trance sin tomar nada”, dice Rodríguez Grandez. Con todo, este músico agrega que, aunque lo psicodélico era claramente una apuesta del rock de esa época, ellos también querían exteriorizarlo en su música. Para él es muy difícil pensar en la cumbia psicodélica sin incluir al menos una guitarra, instrumento que destaca como lo primordial en todas las composiciones de la banda.
Estas experimentaciones sonoras empezaron a expandirse rápidamente por el territorio peruano, también debido a una fuerte migración a la capital donde lograron mezclarse los sonidos de las tres regiones sonoras del Perú (la costa, la sierra y la Amazonía). La mezcla de sonido se debió a un fenómeno de migración interna que es retratado por José Matos Mar en su libro Desborde popular y crisis del estado, en el que se puede ver como desde 1961 hasta 1972 la población urbana del Perú se duplicó según datos del INEI y Lima se convirtió en el centro cultural por excelencia. La cumbia peruana, ya cobijada por Infopesa o Iempsa, las disqueras de estas agrupaciones como Los Destellos o Los Mirlos empezó a distribuir su música por toda América Latina.
Quizás estos grupos amazónicos fueron los primeros que “aprovecharon” esta categoría de la psicodelia para abrirse campo en los mercados internacionales. Los Mirlos, por ejemplo, giraron por toda América Latina en la segunda mitad de los setenta sacando muchos discos donde se hablaba de lo ancestral y selvático de sus ambientes, apuestas novedosas que seguían abriendo el camino a este género experimental.
Los Mirlos
Afrosound y la entrada de la cumbia psicodélica a Colombia
El éxito latinoamericano de la cumbia peruana patrocinado por Infopesa y Odeón no pasó inadvertido en Colombia. Para 1970, Discos Fuentes era la disquera por excelencia del país y por lo mismo, una disquera le apostaba a quedarse con todo el mercado de ser posible. En la cumbia peruana, Discos Fuentes vio una oportunidad para aumentar sus ingresos y de seguir aprovechando la creatividad de los músicos que tenían a su disposición. La historia de Fuentes no puede contarse sin la figura de Fruko y sus Tesos, siendo una de las agrupaciones más importantes en términos de ventas y éxito para el sello de donde se desprendería la formación inicial de Afrosound, un proyecto clave para entender la psicodelia en Colombia. Esa primera grabación estaría a cargo de Mariano Sepúlveda, Hernán Gutiérrez, Fernando Villegas, Rafael Benítez, Jesús Villegas y Rafico Restrepo con la colaboración y arreglos de Wilson Manyoma y Julio Ernesto Estrada –el mítico Fruko-.
Esto lo cuenta bien Juan Diego Parra Valencia, investigador especialista en cultura popular, en su texto Afrosound y la psicodelia tropical: entre el latin soul y el chucu-chucu: “no había una decisión clara acerca del concepto de Afrosound hasta que, gracias al entusiasmo del guitarrista Sepúlveda por repertorios peruanos de la época, especialmente del grupo Los Destellos, encuentran sentido a la propuesta”.
En una movida comercial bastante acertada, se hizo la primera grabación de la banda en 1973 con la canción La Danza de los Mirlos compuesta por Gilberto Reátegui, primera guitarra de Los Mirlos. Una versión más rápida, tropical y bailable que ingresó en los 14 cañonazos bailables de ese año y que se convertiría en la interpretación más conocida de la canción, incluso en el Perú por encima de la grabada por Los Mirlos un par de meses antes.
La música hecha por Afrosound es la primera búsqueda musical que podría asociarse con la cumbia psicodélica en Colombia. Un viaje de regreso en primera clase para la cumbia que viajaba por onda corta a los rincones de una Amazonía olvidada y que volvía ahora como el cabezazo de la principal disquera del país. La música de esta agrupación se caracteriza por utilizar unas guitarras más fuertes que su contraparte peruana, ejemplo de lo cual en su tema como Caliventura donde también se utilizan la introducción de letras propia de la cumbia amazónica.
Por otro lado, el peso de las guitarras responde a un ecosistema rockero más popular que había seguido su curso con artistas como Los Speakers, que si se habían entregado por completo a la búsqueda psicodélica de su sonido.
La exploración de Afrosound no solo se quedó en lo musical sino también en lo estético con una exploración más directa de la psicodelia. “Si bien las carátulas de los discos de Afrosound están enmarcadas en las lógicas de Discos Fuentes, de las mujeres en vestidos de baño, también se pueden ver unos degradados de rosa a verde y una transformación de las letras para hacerlas ver más modernas”, dice Mateo Rivano, mejor conocido como Barbarroja, uno de los Guaqueros que junto a Gala Galeano se han dedicado los últimos seis años a recuperar el sonido cumbiero en las fiestas bogotanas.
Con el paso de los años y el cambio de intereses de Discos Fuentes, la música de Afrosound empezó a mutar en razón de los gustos del público para resultar haciendo una música que dista mucho de lo que fue en el inicio. Mucho más cercano al merengue y sin rastro de la búsqueda de psicodelia que los marcó en los años setenta. Afrosound se convirtió en un producto más en el catálogo de Fuentes.
No solo Afrosound cambió, la cumbia peruana también fue mutando para ceder sus guitarras y efectos al chucu chucu en Colombia que seguiría ya fuera retumbando en Olímpica o en las fiestas familiares, pero también a la chicha que en el Perú que recogió las experiencias de migrantes obreros en las décadas del ochenta y del noventa.
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La cumbia psicodélica como la conocemos aparece en medio de un Perú que cambiaba a diario con migraciones internas, las medidas de la dictadura y la inquietud artística de músicos de todos los rincones del país. El auge propiciado por el compilado Roots of Chicha del 2007 y la una búsqueda de peruanidad impulsada por el gobierno a inicio de los 2000 ha hecho que muchos músicos revisiten este fenómeno cultural que luego migraría a Colombia para convertirse en un éxito de ventas.
Sumérjase con nosotros en la siguiente entrega revisando esa relación entre cumbia y psicodelia en la actualidad donde parece indivisible de los nuevos proyectos que aparecen en el panorama internacional y que de alguna forma se han aprovechado de la categoría de psicodelia para entrar a nuevos mercados.
Sígale la pista a nuestro viaje por la cumbia psicodélica y esté pendiente de la segunda parte de este recorrido sonoro por las raíces de un género mestizo.