Ud se encuentra aquí INICIO Historias Okupaz Y Victimas Del Conflicto Armado En Colombia Acamparan En La Plaza De Bolivar Hasta Que Se Destraben Los Acuerdos De Paz

Los okupaz de la Plaza de Bolívar

Estuvimos 24 horas haciendo parte de la acampada que por estos días le da otro aspecto a esta plaza: el campamento por la paz. Las decisiones se toman entre todos, hacen comedores comunales y su objetivo es rescatar el Acuerdo Final con las Farc.

Mario Rodríguez H. | @quevivalaeMe

Llegué a la Plaza de Bolívar el lunes, cuando el sol se escondía. Como no había espacio para montar otra carpa dentro del perímetro del campamento por la paz, tuve que pasar la noche pegado a la cinta que dividía las 56 carpas registradas hasta esta hora (al momento de escribir este artículo ya son 74 las carpas).

Anochecía pero la plaza todavía estaba concurrida. En el centro del campamento se organizaba una charla pedagógica sobre los acuerdos: jóvenes, ejecutivos y vendedores ambulantes escuchaban con atención. “Todos los días tratamos de hacer pedagogía sobre los puntos de los acuerdos, y asambleas en las que discutimos nuestro accionar”, explicaba Aryeh, uno de los primeros en instalar su carpa inmediatamente después de la Marcha del Silencio, celebrada el pasado 5 de octubre.

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Esa noche se esperaba la llegada de la comunidad arhuaca, quien había organizado una marcha desde el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la cual fue recibida por la multitud con velas, aplausos y cuchuco. “Pásense antes de que la sopita se enfríe”, gritaba una señora. Pasadas las siete, la gente empezaba a hacer fila en el improvisado comedor que había en la mitad del campamento. Chefs de restaurantes como Tábula, Gordo Brooklyn Bar o Donostia habían organizado un ‘cuchucazo’ para aportar a la cena.

El sábado apenas trajeron 40 sánduches pero ese lunes sirvieron más de 300 platos de sopa, gracias a la iniciativa de Antonuela Ariza. “Ella hace cuatro años se integró al movimiento Slow Food, cuya visión es la de un mundo en el que todas las personas puedan acceder a comidas buenas, limpias y justas, y qué mejor que aportar en situaciones como éstas”, agregaba Eduardo Martínez, uno de los gestores del ‘cuchucazo’.

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Comieron casi todos: campistas, arhuacos, visitantes, y hasta los habitantes de calle que se paseaban por ahí, menos Arnúbal Berrío Cárdenas y quienes lo acompañaban en su retoma a la Plaza de Bolívar. Él lidera un grupo de desplazados discapacitados que en mayo de 2014 se instaló por primera vez en esta plaza, y volvieron desde el pasado primero de septiembre para exigir que el Acuerdo Final de La Habana realmente los beneficie.

“A nosotros los desplazados no nos conviene un proceso de paz porque nosotros somos las víctimas del desplazamiento por culpa de la guerrilla, paramilitares, y el Estado, que es el encargado de protegernos; y mientras ellos –guerrillos y paras- van a tener un montón de beneficios, nosotros seguimos igual de jodidos. Sabemos que van a seguir incumpliéndonos, sabemos que, una vez firmados los acuerdos, dejamos de ser desplazados y pasamos a ser únicamente víctimas, pero víctima es cualquiera”, decía Arnúbal.

Y es que todos son víctimas, algunos más que otros, pero todos víctimas. Ese era el sentir de don Hermógonenes. “Así como somos víctimas, somos humanos, y en nosotros está perdonar, que es lo que finalmente podría llevarnos a conseguir la paz”, decía este hombre, quien pertenece a la Asociación de Familiares Desplazados y Desaparecidos.

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Mientras que el grupo dirigido por Arnúbal dormía entre cajas, cartones y bolsas plásticas en la esquina suroccidental de la plaza sin protección alguna, quienes han formado parte del campamento por la paz han tenido a su disposición una gran carpa logística, donde se les provee alimentos enlatados, paquetes, frutas y también bebidas como agua o gaseosas. Además, los campistas han tenido cierto tipo de comodidades, dignas de un camping urbano: colchonetas, sleepings y almohadas.

El frío esa noche se colaba entre las carpas, por eso la mayoría de la gente estaba arropada con ruanas. Ninguna superficie lograba neutralizar la incomodidad del suelo. La madrugada resultó silenciosa, solo acompañada del gorjeo de las palomas que se posaban en las cornisas de la Catedral Primada y el chillido de las ratas que se comían los restos de comida que dejaban debajo la estatua de Simón Bolívar.

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El martes arrancó con la tercera reubicación del campamento. Las primeras dos habían sido por disposiciones de la Alcaldía, pero en esta ocasión la razón era la obra de Doris Salcedo, la escultora que había decidido tejer siete kilómetros de telas blancas para homenajear a 2300 víctimas del conflicto armado.

La intervención de la artista fue motivo de debate la noche anterior en el campamento: convocaron a una asamblea nocturna que duró hasta la 1:30 am, y aunque varias víctimas manifestaron su deseo de permanecer inamovibles en aquel espacio de la plaza, la decisión de colaborar con la actividad fue tomada de manera casi unánime, siempre y cuando la artista se comprometiera públicamente a ayudarlos a regresar.

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Diego Bautista, en representación de la oficina del Alto Comisionado para la Paz, aseguró que haría todo lo posible para que el campamento se preservara. La calma se mantuvo esa noche y Doris Salcedo apareció temprano en la Plaza de Bolívar, como exigían. Además de comprometerse con la causa, también extendió una invitación para que los campistas participaran.

Como hubo riesgo de desalojo, en la asamblea también designaron una comisión que se mantendría despierta para vigilar el campamento durante las noches. Pese a que había ciertas reglas como no consumir alcohol o drogas, igual se veía a algunos tomarse par polas, así como de algunas carpas salía algún pisquero.

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Ni el desalojo temporal por la llegada de Doris Salcedo con una actitud que fue cuestionada por muchos, pudo enturbiar el buen ambiente que se respiraba en el campamento: pasaba un señor canoso ofreciendo aguapanela a todos y otra joven hacía lo mismo pero con canelazos. Entre compañeros, aunque ha habido diferencias, seguían creyendo que ese es el camino correcto. “El primer día éramos cinco carpas, hoy ya son más de 70. En realidad estamos creciendo. La idea es que al Gobierno se le salga el muñeco de las manos”, explicaba Miriam López, una víctima del conflicto armado en la región de Gamarra, en Norte de Santander.

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Y es que al campamento llegaron no solo personas de diferentes regiones de Colombia, sino también del mundo, incluso gente que ya ha tenido que ver con procesos de ocupación y resistencia similares. Ese era el caso de Mia, oriunda del País Vasco pero que negaba identificarse como ciudadana española.  “Cuando tú ya viviste situaciones como el 15M –un movimiento ciudadano en España que se formó a raíz de las manifestaciones del 15 de mayo de 2011-  y te diste cuenta de sucesos como la Primavera Árabe, caes en cuenta de que la presión ciudadana puede resultar en algo que puede transgredir, y creo que eso es a lo que le debemos apuntar”, explicaba.

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Para ellos, esta ocupación no es solo una forma para ejercer presión, sino también un espacio propicio para que la comunidad se empodere de su situación y de sus procesos, por eso se han encargado de que la logística del campamento esté enfocada tanto en la pedagogía, como en la integración. “La comunidad debe interactuar entre sí en la búsqueda de la paz y sin ningún tipo de afiliación política; es un paso para el despertar de consciencia que este país merece”, decía Aryeh, sobre como lo pretendido, también, es que el Gobierno mantenga indefinidamente el cese bilateral al fuego y se destraben los acuerdos.

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Ante una llovizna que empezaba a caer en la plaza, una de las campistas se preocupaba por el documento que contiene sus reglas, su manifiesto, en dónde también se expresa el sentir y la intención de esta movilización: “No podemos retroceder en el esfuerzo para llevar el enfrentamiento de las balas al de las ideas. Somos un reloj de tiempo que va marcando los días, las horas y los minutos que perdemos y en los que podemos rescatar el acuerdo; por eso los invitamos a todas y todos al campamento”.

 

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