El Gozque, el perro que casi se vuelve fino
En 1986, Colombia estuvo a punto de tener su propia raza de perro como pasa en Argentina con el Dogo o en Perú con el Inca. Los gozque, esos canes que duermen debajo de las llantas de los carros, comen basura y les sobran las pulgas, fueron el punto de partida del intento por crear una raza local que aún no ve la luz.
“Recorriendo la costa Atlántica me di cuenta de que existía una misma clase de perros en la mayoría de pueblitos y me parecieron muy similares a una raza europea, exactamente española, que trajeron en la época de la Conquista”, contó en 1986 Germán García y García, empresario de televisión y dueño del desaparecido criadero de perros Gegar Kennels.
En esa entrevista a la Revista Semana, García, también creador del legendario programa de televisión Animalandia (que presentaba el fallecido Pacheco), reveló un proyecto que comenzó a mediados de la década de los 70 para crear un linaje especial que contara con las características del can criollo que pulula en esta tierra, pero de mejor familia y porte gracias al cruce con otras razas.
Lo primero que hizo fue esclarecer de dónde procedía el gozque y, tras una serie de averiguaciones, concluyó que sus antepasados eran el Podenco Ibicenco, traído por los españoles, y el Basenji, animal originario del Congo que llegó con los esclavos africanos y que en lugar de ladrar, maúlla.
La búsqueda en firme de una raza local comenzó con el cruce de algunos gozques con un basenji, pero el resultado fue un desastre. “Logramos tres generaciones, pero no conseguí lo que esperaba. No paraban las orejas y lo más grave de todo era que ni siquiera ladraban”, contó García.
Tiempo después en una exposición canina en México, García vio una raza que desconocía, pero que era idéntica al gozque. Se trataba del perro de Canaán, nativo de Israel.
Sobre este nuevo hallazgo, García anotaba en la entrevista: “Estos son perros israelíes milenarios y con ellos y los nuestros hicimos los cruces hasta lograr lo que buscaba: un animal que es más alto que el criollo, casi con las medidas del africano Basenji, guardián muy celoso, con la cola de pluma”.
Con el objetivo cumplido, solo faltaban dos cosas: que la Asociación del Club Canino —paradójicamente fundado por él— registrara la raza y que la Federación Cinológica Internacional, con sede en Bélgica, le pusiera el moño a la historia. Pero ni lo uno ni lo otro.
Solo faltaban dos cosas: que la Asociación del Club Canino registrara la raza y que la Federación Cinológica Internacional, con sede en Bélgica, le pusiera el moño a la historia. Pero ni lo uno ni lo otro.
“El Club Canino siempre puso trabas a mi padre para reconocer la raza y, cuando la junta cambió y reactivaron las operaciones, mi padre ya estaba muy enfermo y los ejemplares viejos o desaparecidos”, le contó a Cartel Urbano Mónica García, hija de Germán García, quien falleció en el año 2006.
Mónica, al igual que su padre, ama a los perros, tiene un criadero de Pointers ingleses en Silvania y colabora decididamente con un grupo de Facebook (Gegar colombiano: nuestra raza de perros) para ubicar a personas que tengan ejemplares de Gegar. No obstante, los resultados no han sido muy buenos:
“Los ejemplares que quedan son todos hijos de la perra del Panaca del eje cafetero. Acaba de tener bebés, pero como la aparearon con uno de sus hijos, todos se murieron. Era una endogamia muy cerrada”, asegura ella. “La raza nunca fue una realidad ante la Federación Cinológica Internacional. Fue un esfuerzo de 30 años de mi padre para nada. Ahora no hay nada de nada”, agrega.
Tributo de Pornomotora al Gozque. (Al menos eso)
