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Fotos por @valbuenamath / Cortesía Idartes

“No puedes contar un país sin humor político”: Pedro Peirano, creador de 31 Minutos

Desde hace 17 años los personajes creados por Peirano y Álvaro Diaz han acompañado a los jóvenes latinoamericanos con humor y música. Desde el 13 de diciembre ‘Yo Nunca Vi Televisión’, el nuevo show de los chilenos estará disponible en streaming de la mano del Jorge Eliecer Gaitan y TuBoleta.

Nicolás Gómez / @ngospina14

Desde su primera transmisión el 15 de marzo de 2003 hasta el día de hoy con su reinvención en formato en vivo, 31 Minutos ha sido uno de los programas más populares en América Latina. Con su mezcla del formato de noticiero con insertos musicales y su crítica al mundo falso de la televisión, se ha convertido en una fuente de educación política y valores para los espectadores que los han acompañado a lo largo de casi dos décadas.

Detrás de la idea de 31 Minutos están Pedro Peirano y Álvaro Díaz, periodistas, actores y titiriteros. Ellos, desde su posición como creadores de televisión para niños, han sido muy vocales con su apoyo al estallido social del año pasado en el país austral hasta el punto de cambiar su logo en honor a las personas heridas por los carabineros. No es un programa para niños cualquiera y sus sketches no temen caricaturizar políticamente un país incentivando el pensamiento crítico.

En un año donde la desigualdad de la sociedad chilena se ha hecho evidente, ad portas de cambiar la constitución que había dejado el régimen de Pinochet y con una relación tensa entre la sociedad y sus medios por su cubrimiento del estallido social, la importancia de un programa como 31 Minutos es más que visible, así como la influencia que tiene en el imaginario colectivo de los chilenos desde hace 17 años. 

Tras su presentación en el Rock Al Parque del año pasado, donde más de 3.500 personas hicieron enormes filas para no perderse a Tulio Triviño, Juan Carlos Bodoque y los demás miembros del noticiero, regresan a Colombia con su show Yo nunca vi televisión. El espectáculo, que llega al país de la mano de IDARTES, es un viaje a los orígenes de uno de los noticieros más importantes del continente.

Hablamos con Pedro Peirano sobre la influencia de 31 Minutos, su crítica a la televisión y su impacto en la generación chilena que hoy en día está marcando el cambio en este país.

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¿Cómo ha sido criticar la televisión desde dentro?

Con Álvaro trabajamos en la televisión, aunque nunca fue una tradicional. Lo primero que hicimos fue un programa de sketches en un canal donde solo había jóvenes. Un canal miserable que no tenía ni un peso. Por eso teníamos que escribir, actuar y producir lo que hacíamos. De ahí aprendimos todo este mundo del circo pobre, de hacerlo todo nosotros. Obviamente conocíamos las mañas y creamos una mirada humorística, más que una crítica. Todas las formalidades que nos presenta Tulio son pomposas y ridículas, representa una tele que ya se acabó en todo caso. Era esa tele en que el conductor tenía que ser impecable. Ahora el conductor lo único que quiere es que le pase algún escándalo para aparecer en alguna porquería de medio alternativo y de farándula. Nosotros nos reíamos mucho de esa formalidad y ese disimule de esa época. 31 Minutos es muy de ese mundo de la amistad fingida en cámara, pero por detrás todos se pelean. Son como esas Teletones donde todos aman a Don Francisco, pero por detrás no.

 

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Foto por: @valbuenamath / Cortesía Idartes

 

¿Cómo eran los medios noticiosos en los que ustedes trabajaban y a los que se enfrentaba 31 Minutos cuando salió al aire?

¡Atroces! Imagínate que el Álvaro había trabajado en un diario estatal, de esos que se mantienen por el presidente de turno, y yo trabajaba en Tv y Novelas, la revista del espectáculo donde escribía el horóscopo. Conocíamos el tejemaneje del periodismo y su miseria. Una miseria que se refleja en el producto final. Si no fuera por Álvaro nunca hubiera hecho algo periodístico, pero él me forzó a hacer un programa que hicimos antes de 31 Minutos que se llama Factor Humano. Con ese programa sí logramos hacer algo de periodismo porque lo que hacíamos era una mirada del mismo periodismo. Íbamos a una conferencia de prensa y dejábamos grabando todo, no solo el momento para la nota. Veíamos cómo funcionaba todo, cómo los periodistas chupaban media para obtener mejores respuestas y ese funcionamiento del mundo periodístico era algo que nos interesaba.

 

En una entrevista hablaban de la importancia de Chespirito a la hora de crear 31 Minutos ¿Qué otros programas de televisión tomaron como referente?

Bueno, los mejores. Creo que el más clave de todos es Plaza Sésamo y Los Muppets, en especial porque cuando era chico los confundía a los dos, aunque Los Muppets era más adulto mientras que Plaza Sésamo era más dirigido a los niños. Incluso, en el segundo utilizaron el lenguaje de los comerciales que los niños veían con avidez y los convirtieron en cápsulas educativas. Entonces por ejemplo el programa en algún episodio era auspiciado por la letra C y eso es genial, usaban el lenguaje que querían atacar para su propio favor. 31 Minutos debe estar en el medio de esos dos programas y tiene muchos elementos del humor más absurdo que nosotros veíamos cuando éramos chicos. Había uno, por ejemplo, que se llamaba el Monstruo Milton o Super Pollo que se basaban en el humor absurdo para niños y siempre fue algo inspirador incluso antes de pensar en hacer títeres. Yo era tan fanático de los títeres que tenía toda la enciclopedia de making of de los muppets sin haber pensado nunca en hacer títeres yo. Entonces, cuando ganamos el fondo que ayudó a hacer el programa todos se preguntaban cómo hacer un títere y yo les dije: "Tengo algunos videos que quiero que vean". Con ese material comenzamos desde bien arriba, en todo sentido, un programa de títeres es un humano detrás de un refrigerador y arriba está el títere, por eso nosotros empezamos a pensar toda la realidad de los títeres un metro y medio más arriba de nosotros para que no se viera tan burdo.

 

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¿Usted cree que 31 Minutos tuvo alguna influencia en la educación política de la generación que está cambiando Chile?

Yo creo que sí. Y te juro que lo digo sin grandilocuencia. Hay una cosa muy curiosa, cuando empezó el movimiento social, había cientos de carteles con los personajes de 31 minutos. En algún sentido, la gente se apropió de esos personajes, más allá de nuestras opiniones. La gente los siente suyos, siente que no les han fallado. Hay una vida política de la idea de 31 Minutos que va más allá de nosotros. No es que nosotros hubiéramos ido al estallido a meternos con nuestros títeres. No pasó eso, principalmente porque le tenemos un terror terrible al pueblo (risas). Sí pasó que hubo un montón de carteles distintos con la imagen de Juan Carlos Bodoque diciendo que es el único periodista al que le creen. Son cosas que la gente entiende perfectamente, que ese personaje es una referencia al periodismo, a la falsedad de la televisión y lo sienten muy propio. Así que yo sí creo que influyó. No causó el estallido, pero seguro sí tuvo una influencia.

 

¿Qué lugar tiene el humor político a la hora de contar un país?

No puedes contar un país sin humor político, es imposible. Todo lo otro tiene un grado de pomposidad y acuérdate de lo que dicen: "El diablo cae por ley de gravedad", por ser grave o serio. Es cierto, la gravedad es lo que nos destruye a todos y nos quita armas al público común y corriente. La seriedad nos quita armas para observar lo que pasa.

 

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