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“Es hora que todo el mundo aprenda cómo es que hablamos nosotros”, Vic Deal y la Costa Nostra

El nuevo disco del músico paisa condensa sus experiencias en las costas y en las montañas colombianas explorando sus referentes de la West Coast gringa. Hablamos con él sobre su lanzamiento, su proceso creativo y Medellín.

Nicolás Gómez Ospina // @ngospina14

En la casa de Víctor Ortiz hay dos computadores, uno para la música (que cuida con empeño), y otro para el diseño, que es su camello diario. Tiene dos perritas que se llaman Samba y Cumbia, una negra y una blanca y cuatro paredes llenas de tablas de skate. Este fue el escenario que vio en primera fila la creación de La Costa Nostra, el cuarto álbum de Víctor, o Vic Deal como se le conoce en el mundo del rap desde hace más de diez años. Un disco de años de dedicación y cambios de un rapero que nació en Turbo, creció en Barranquilla y estalló creativamente en Medellín.

En este nuevo disco Vic Deal explora, a través de sus rimas y beats, sus relaciones interpersonales, sus referentes en la West Coast, su parche de amigos y el rap por el que quiere ser recordado. La Costa Nostra es el primer álbum de una seguidilla que lanzará el sello Afterclass antes de fin de año buscando confirmar un sonido cada vez más limpio y estricto con los cánones del rap. Afterclass es el sello que formó con sus amigos Luis7Lunes y MacoMaat hace un par de años cuando quería trabajar en construir una industria del rap autosostenible y que dejara de lado el orgullo, en su opinión, le han hecho daño al rap colombiano.

A diferencia de discos anteriores, en este Vic Deal brilla al hacerse presente en cada uno de los ponches que tira. En sus canciones cargadas de referencias políticas, reflexiones sobre su relación con las sustancias psicoactivas como straight edge y otras barras que adentran a quien las escucha en la cabeza de este MC y beatmaker, son el resultado de largas reflexiones y la búsqueda de un sonido original.

“Siento que si uno toma el camino del arte termina yendo hacia adentro, adentrándose en uno para ajustar detalles cada vez más íntimos”, dice Víctor con respecto a este nuevo disco tan prometedor. A propósito de su más reciente lanzamiento, hablamos con él sobre algunos detalles del disco, la industria del rap paisa y la Medellín sobre la que canta.

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A propósito de este nuevo disco y entendiendo que todos los beats los produjo usted mismo me surge la duda ¿Se pierde algo del proceso creativo cuando se es al mismo tiempo MC y beatmaker?

La verdad no creo. Este disco desde el principio lo tenía muy claro, tenía una visión de lo que quería hacer y si bien no es difícil hacerse entender de los otros beatmakers, también fue una manera de encerrarme a hacer mi música y mis vueltas. Muchos de los samples del disco me llegaron en fila, justo en el momento en el que los necesitaba. A El Russo, el ingeniero de mezcla y master de nosotros, que está conmigo desde el día uno, siempre le decía: "Yo me sueño en algún momento en que yo haga todo, que yo haga los beats mostrando mi visión y todo". Por eso también fue un montón de tiempo. A pesar de que me pueda perder de otras cosas, siento que estoy ganando identidad. Yo quería que el disco tuviera mi identidad, que fuera como a mí me gusta, tal como lo pensaba y así tal cual lo concebí. Por eso me tomó seis años encontrar ese estilo de beats que me gustaban mucho y que logré plasmar en este álbum. Son unos beats medio West Coast, con sus toques de G-funk y quería que se sintiera ese carisma. Samples que pueden ser melancólicos, pero a la vez alegres. Me parece bacano haber colaborado con beatmakers, pero estoy contento con los djs y raperos que participaron y, aunque me hubiera tramado tener otros, creo que en un momento uno tiene que decidir si cerrar el ciclo o alargarlo. Era ahora o nunca.

 

En este disco tiene un aire confiado y es un poco más picado ¿A qué cree que se debe?

A mí el asunto de la competencia me parece bacano y es una manera muy creativa de sacar barras. Esperar el ponche más bacano o inesperado. Eso también confirma que uno está seguro de lo que está haciendo. Más que todo creo que es eso, estoy seguro que lo estoy haciendo bien. En otro momento lo pude haber dudado, pero ya en este punto de este disco no. Yo ya sé qué es lo que quiero, sé a lo que vengo y esta es mi visión del rap, sé lo que quieren mis compañeros, mis parceros, los apoyo y estamos todos en la misma película. Creo que en la competencia más que decir que yo lo hago mejor que X o Y, es decir: "Parce yo lo hago muy bien. Hágalo a ver cómo lo hace usted, a ver qué tan creativo es usted". Eso es lo que me trama cuando escucho a los otros, que yo diga “qué hijueputa barra. Yo tengo que sacarme unas, al menos, igual de chimbas y creativas”.

 

Me da la impresión de que el disco se mueve en dos claves. En unas canciones extraña lo que ya no tiene y en otras espera conseguir algo ¿Cree que eso explica su forma de componer?

Sí, yo creo que es una mezcla de todo. Como ha sido tanto tiempo entre disco y disco he atravesado por épocas muy distintas. El estado anímico en el que me ponga el beat dicta eso. Por eso es bacano escribir con el beat hecho. Puedes tener una barra, pero con el beat te salen las otras treinta y ocho. Hay beats que yo digo que son para rapear duro y tirarse las barras y otros más introspectivos. Lo que tengo claro es que el confort no es un buen espacio para la composición. A uno no le fluyen tanto las palabras. Además la gente que escribe desde ahí es muy aburridora, hablan como si ya estuvieran goleados o como si nadie lo hiciera mejor que ellos. Mientras tengas ese sentimiento de inconformidad las cosas van a seguir escalando y moviéndose.

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"Quiero llegar lejos, pero no solo" canta en Olaiwon ¿A qué se refiere con eso?

Muchas veces el error que yo he notado de los raperos de la vieja escuela en Medellín que estuvieron a punto de lograrlo es que en un momento se volvían muy egoístas. Les salían cosas, pero ellos las querían hacer solos, les salían negocios para grabar algo y los querían hacer solos y se olvidaban de su parche. Para mí, lo más importante en Colombia es que se cree industria del rap y para allá vamos. Yo quiero que me vaya bien porque también quiero que le vaya bien a mis parceros; yo quiero que Luis golee, que los de Alcolirykoz sigan goleando, que los de No Rules sigan goleando, pero a una escala cada vez mejor. Y que, si más adelante me va mejor con la música, quiero seguir tocando con ellos, compartir con ellos, seguir haciendo temas para ellos.

 

¿Esa búsqueda de crear industria puede ser lo que define a Afterclass?

En estos días veía una entrevista a un productor venezolano que decía que el solo hecho de estar trabajando en lo que uno quiere y poder imprimir su visión, es lo suficientemente satisfactorio. Yo no quiero hacer una industria para hacerme millonario; yo quiero que exista para que tenga esa fuerza de seguir moviéndose y convertirse en algo sostenible para todos. Que la gente reciba lo justo por el esfuerzo que ha tenido durante tantos años. A eso me refiero cuando hablo de crear una industria. Por eso yo admiro el camello de Alcolirykoz o NRS que lo hacen muy pro, y hablo mucho de ellos porque son mis parceros y mi círculo cercano. Evidentemente hay otros colectivos en el rap que lo hacen pro como INDIO en Bogotá, que lo hace de forma muy organizada con sus compilados y todo. Todos están enfocados en querer hacerlo cada vez más chimba y respetando el camello de los demás. Todos pagan los videos, pagan los audiovisuales, a diferencia de otra gente que cae a un estudio porque al que graba le gusta mi música y no le tiran ni la liga ni las regalías. Yo creo que esa visión ha cambiado mucho y ahora se piensa que, si yo goleo, golean todos mis parceros. Esa es la visión que se necesita para tener una industria.

 

¿Cree que, de alguna forma, el rap paisa se ha profesionalizado?

Yo creo que sí, todo el mundo lo está haciendo ahora con la intención de hacerlo lo más pro posible. Yo siento que, si bien hubo un boom hace cinco años, la gente sigue enganchada duro con el rap que se hace acá. En los conciertos que hubo antes de la pandemia yo veía mucho movimiento, muchos sold outs de shows. Eso se seguirá afianzando mientras la gente siga fiel a lo que quiere hacer. Una vaina es uno salir a hablar de una cosa y al medio año estar haciendo otra distinta. La gente no es boba, los oyentes del rap tienen el radar de congruencia: este man es congruente y por eso lo sigo, porque me sigue representando.

 

El rap paisa también ha crecido con su público ¿no?

Ha ido madurando con él. Siento que cada vez los raperos son una versión más chimba de lo que eran. Precisamente por estar alineado con lo que quiere y con su esencia. Con el rap ha pasado algo bacano y es que la gente ha ido madurando a la par que los raperos, es algo que no ha pasado en otras escenas que se quedaron en una etapa muy adolescente donde se ponen ciertas tendencias de moda y se queda ahí estancado. El rap de Medellín está narrando la vivencia propia de cada persona en Medellín y cómo va cambiando. Se ha vuelto algo atemporal porque va contando una generación.

 

¿Cómo es la relación de Afterclass y de Vic Deal con las plataformas digitales que han estado en medio de la discusión por la monetización de las canciones y las cifras que terminan entregando a los artistas?

Desde mi experiencia y teniendo en cuentas los intereses de Afterclass es muy brutal el alcance que hemos conseguido a través de esas plataformas. Es chévere sentir que gran parte de esa difusión que hemos conseguido por ahí es orgánica. La hemos logrado de la mano con la gente, con tiempo. Eso crea un mundo también interesante donde uno sabe que la gente que lo escucha está presente y que uno también está disponible para que cuando las personas quieran escuchar nuestra música la tengan a la mano. Soy consciente que si tu música no está en estas plataformas es muy difícil moverte. La plata se hace con centavos. Con respecto a los réditos económicos hay una frase muy brutal de Quincy Jones que dice que cuando vos hacés música pensando en plata, Dios se sale de la sala. La motivación del arte, es hacer arte y hacerlo lo mejor posible. Puede que yo me muera y no haga plata con el rap, pero en diez o veinte años a un pelado por ahí le dé por escarbar la música y se encuentre con uno y otros pelados se engomen con él. La música se vuelve atemporal.

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Desde De Ego Tripas hasta ahora ha sacado temas con Luis7Lunes, con Gala o con No Rules. ¿Cómo es montarse en una canción que no es suya?

Con los que son mis amigos hay una energía y una conexión tan bacana que yo siempre procuro que las cosas sigan fluyendo. Por ejemplo, si Luis me dice: “Perro, tengo este superbeat pa que nos hagamos un tema”, ya de entrada Luis me está contagiando con esa energía de saber que este man me va a mostrar un beat brutal que me va a emocionar como a él. Casualmente, creo que parte del rap es aprender cómo interpretar el sentimiento de los beats dentro de muchas de las tantas habilidades que puede tener un MC. La gente que tiene esa habilidad, sin hacerlo de la misma manera, termina hablando de las mismas cosas por el feeling del beat. Cuando a mí me invitan a un tema, tengo que sacar mis mejores barras y tengo que ser lo más honesto, lo más yo posible, porque estos manes ya lo están siendo. Eso como rapero. Como beatmaker uno aprende a conocerle el gusto a la gente.

(Le puede interesar: “No quiero dar un mensaje, solo un disco chimba”: Luis7Lunes y Vic Deal hablan sobre El Armador del Sol)

 

También hay un par de referencias a música popular en sus temas, por ejemplo, Frankie Ruiz que es una figura controversial entre los más estrictos de la salsa. ¿Cómo es su relación con ese tipo de música?

Yo soy muy salsero y me trama de Frankie Ruiz que a finales de los ochentas era una promesa de la salsa. Relaciono mucho sus canciones con la experiencia de vivir en Barranquilla, del sol picante y de que en el bus del colegio el conductor pusiera “Tú me vuelves loco, tú me vuelves loco”. Entonces cuando lo referencio es queriendo traer un pedazo de esa sensación, en especial cuando hablamos de costa. También, cuando llegué a Medellín y conocí la música parrandera de acá como El Apachurrao me pareció muy bacano ir entendiendo de a poco los tiros que hacían y me cagaba de la risa con eso.

 

¿Y con los Jessi Uribe, Yeison Jiménez y otros más actuales?

Ah no, eso sí no me gusta. A mí todos esos manes que son unos uribistas no me conectan. Mientras yo pueda no darle plata a un uribista por la música que hace está bien. Me parecen muy desalineados de la realidad que vive su público, no sé qué pasaría si llegara así el tremendo galán y sacara un disco bien izquierdoso. Sería bacano porque sí es peligroso que las personas se sigan identificando con esas figuras del macho y la violencia.  Por eso me ha parecido chévere la figura de Adriana Lucía que ha trabajado por hacer porros y música popular de la costa y se ha parado duro en los paros nacionales. Se nota que su preocupación es genuina a diferencia de otros, como Residente, que uno sabe que son oportunistas.

En uno de los temas del disco usted se tira: “Los uribistas, estos distan de lo que soy”. Esa no es la única referencia al contexto político colombiano en el disco ¿Qué me puede decir de la relación política y rap?

Vuelvo al punto de que la creatividad en el rap es lo más importante, porque yo creo que la gente también abusa de esas consignas políticas hasta que se vuelven cliché. En el rap colombiano viejo hay mucho de eso. También lo que te digo, la gente tiene un radar de congruencia. Entonces yo puedo salir a hablar un tema súper político, pero si yo no comparto nada de eso, ni vivo eso, ni me solidarizo con las cosas de nadie, esa es la mierda. Todas las vainas tienen cierto contenido político. La gente no nota eso, pero cuando yo estoy retratando una cosa de mi realidad, de mi mamá, de lo que pasa, mi familia, de las cosas duras, yo estoy haciendo un contexto político. Estoy revelando que en mi casa faltaron cosas, que en mi casa no hay plata, que en mi casa se quedaron sin trabajo. Me parece más bacano cuando la gente se bota el veneno con inteligencia y a uno le queda esa huevonada calada en la mente y uno empieza a reflexionar alrededor de eso.

 

Sin embargo, en comparación con los otros discos, éste es en el que más se tira puyas del contexto político ¿No le parece?

Sí, hay cosas que tienen que ver con eso y también con el contexto social de Medellín y puede que otra persona en otro lado no lo vaya a entender ni por el slang o el parlache. Pero eso me tiene sin cuidado. Yo quiero que mi rap suene en Medellín. ¿Cuántas veces nosotros no escuchamos rap español y aprendimos todas las putas palabras de los españoles? Porque uno de tanto escucharlo ya le encuentra sentido. Eso mismo quiero. Nosotros ya hemos estudiado, aprendido jerga cubana, jerga venezolana, chilenos. Es hora que todo el mundo aprenda cómo es que hablamos nosotros y lo que quiere decir lo que decimos.

 

¿Nunca ha sentido la necesidad de desmarcarse del Medellín que todo el mundo cree que es?

No, hay una realidad objetiva y la ciudad es de una manera. Ninguno de nosotros queremos narrar a modo de noticia la ciudad. Es lo que estamos viendo y lo que pasa en nuestros entornos lo que proyectamos, lo que escribimos y pensamos. Muchas veces eso no tiene nada que ver con la ciudad más allá de que ahí transcurren, pero los raperos tienen la sensibilidad que si esto les pasara en otro lado lo van a saber describir de una manera que dicho por un paisa contextualiza las cosas. Las situaciones las contamos desde las herramientas que nos ha permitido tener la ciudad que nos rodea y como la entendemos. Uno escucha algo de alguien de Nueva York o de Los Ángeles y siente que allí vivieron y desarrollaron sus ideas. Me parece que es muy del pop pensar que las cosas se pueden desmarcar de su origen y venderse masivamente. El rap tiene vivencias personales que hacen que la gente se identifique profundamente; permite pensar que la persona que canta supo expresar algo que uno siempre pensó y no supo cómo sacar. La gente puede conocer mucho de la ciudad por la gente de allí que hace rap.

 

¿Cuénteme de dónde salió el nombre del álbum?

Fue como una epifanía de El Russo cuando estábamos pensándolo y de una me tramó porque la gente lo puede relacionar con algo gánster como La Cosa Nostra y esa influencia que ese tipo de prácticas han tenido en el lenguaje del rap. Además, me parecía que resumía muy bien lo que quería transmitir: no es ni East Coast ni West Coast, es una referencia a mi lugar de origen que es Turbo. La costa de Antioquia, la costa de nuestra región. Yo no voy a salir a hablando como habla Crypress Hill, Ice Cube o Dr. Dre. Yo habló de Medellín.


Escuche el álbum completo aquí y pregunte por la preventa de la versión en fisico aquí.

 

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