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Fotos de Juan Bernardo Silva Wartski / @juansi_

“No quiero dar un mensaje, solo un disco chimba”: Luis7Lunes y Vic Deal hablan sobre El Armador del Sol

En la tarde de un sábado de octubre, después de que el recientemente graduado Luis acabe su turno en su trabajo de consulta externa, Luis7Lunes y Vic Deal escuchan las preguntas con atención y responden con generosidad, pues no les gusta solo hacer rap: también les gusta hablar de él. Reflexionan sobre sus procesos personales para hacer El Armador del Sol, el momento actual del rap en Colombia, los puntos en común entre el básquet y el rap y más. 

Santiago Cembrano

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Cuando estaba en el colegio, Luis7Lunes llegaba todos los viernes a un estudio de rock en Envigado con su amigo Maco, con quien empezó a rapear. El lugar cobraba 30.000 la hora, tarifa que se volvía rentable para el estudio por lo demorado que podía ser el proceso de hacer una sola canción de rock. Pero con Luis era distinto: estudiante disciplinado y obsesivo del rap, llegaba con las letras que iba a grabar perfectamente aprendidas. “Le dábamos los beats al man, le decíamos que nos dejara dos canales para los rapeos y los apoyos, y listo. En una hora ese man me grababa cinco o seis temas, y hágale. Corte, pegue, exporte. Todos los viernes salíamos con cinco temas nuevos”, recuerda Luis.  

Esta fue su educación, escuchar y hacer rap hasta el cansancio, entrenando con constancia hasta ser bueno. Aparte de las maquetas escolares, se hizo conocido en el panorama del rap colombiano con Ruidos en Hamelin (2015), un álbum que sintetizó la escena de Medellín de ese momento, colaborando con MCs como Mañas y Anyone, y rapeando sobre beats de figuras como Zof Ziro, Granuja y Vic Deal. 

 

 

Con Vic Deal —rapero y beatmaker— decidieron hacer un disco juntos cuando Luis resolvió hacer un proyecto con solo un productor. Se conocieron en 2011 y los presentó su amigo en común, Kometa Six, icónico tatuador de Medellín. Vic estaba empezando a probarse como rapero, entonces hablaron de una posible colaboración sobe un beat del Señor Zambrano, de Barcelona, que hacía instrumentales de uso libre. Así, Vic fue a la casa de Luis, donde tenía su estudio M.A.A.T., e hicieron ‘El Cucarachero’, la primera canción de la carrera de Vic Deal, una canción que describen ambos, entre risas, como “un tema charro… un tema caja”. 

Luego harían ‘Somos y Estamos’ para el disco debut de Vic Deal Uno, Dos, sobre un beat de Crudo Means Raw, y ‘Metanfetáforas’, también sobre una pista de Crudo, para Ruidos en Hamelin. Para esa época Vic ya estaba haciendo beats, y el primero en ser rapeado fue la base de ‘Acá está la medicina’, también de Ruidos en Hamelin. La relación entre ambos, profesional y personalmente, era fuerte, y por eso Vic aceptó con entusiasmo la propuesta de Luis de hacer un EP juntos, guardando los mejores beats que hacía para él. 

El resultado fue El Armador del Sol, un álbum que le rinde el mejor homenaje posible al rap: rapear sin parar, duro, sin otra pretensión que clavar los ponches y hacer que la gente mueva la cabeza y se sorprenda con los juegos de palabras. Ni conceptual ni con contenido de conciencia social, el disco se inspira en el miembro del Salón de la Fama del básquet, Steve Nash —ex armador de los Phoenix Suns— para construir un paisaje entero lleno de habilidad y de rap estricto, sin concesiones a sonidos más ligeros ni estilos más contemporáneos. 

Con la analogía entre el deporte y el rap transversal a todo El Armador del Sol, Luis prueba su lugar como uno de los mejores jugadores del juego, con un estilo honesto y técnicamente hábil, inspirado en la escuela de Sevilla de principios del siglo XX. En un contexto en el que sonidos como el trap son tentadores para varios raperos, tanto en Colombia como en el mundo, Luis se para firme en el rap estricto, y demuestra su valor como quien anota 30 puntos para ganar la final. A pesar de todo, es difícil describir lo que lo separa, como él mismo admite en ‘R.A.Y.’: <<El destino dota a los mejores de suerte y de una cosa que no se nota, pero se siente>>. 

 

 

En la tarde de un sábado de octubre, después de que el recientemente graduado Luis acabe su turno en su trabajo de consulta externa, Luis7Lunes y Vic Deal están en la habitación de Vic, donde grabaron todo el disco. Escuchan las preguntas con atención y responden con generosidad, pues no les gusta solo hacer rap: también les gusta hablar de él. A lo largo de casi dos horas de charla, reflexionan sobre sus procesos personales para hacer El Armador del Sol, el momento actual del rap en Colombia, los puntos en común entre el básquet y el rap y más. 

 

***

¿Cómo fue el proceso de El Armador del Sol?

L: Venía con la idea de que fuera un trabajo solo con un beatmaker, entonces le dije a Vic, para que hiciéramos un EP, 3 o 4 temas, y él dijo que de una. Él ya llevaba como dos años haciendo beats. En ese tiempo, mediados de 2016, yo me fui a hacer un trabajo de la universidad a Titiribí, a las afueras de Medellín, tres meses. Y cuando estaba allá él me empezó a mandar. ​

El primero que escribí fue el de ‘Roger Federer’. Entonces allá salía del camello, tipo 6 o 7 de la noche y me ponía a escribir. Y por esos primeros también estuvo ‘Tanque de Oxígeno’, hablando de las cosas que me estaban pasando ahí en medio del pueblo, porque salía del trabajo y no tenía más que hacer que sentarme a escribir raps. 

En Titiribí salieron como cuatro temas, un tercio del disco. Y apliqué a una beca para irme a España, y me fui un semestre, a Valencia, pues a las afueras. Cuando volví, a finales de 2016 y me senté con Víctor a pillar la vuelta, ambos sentíamos que estaba chimba, pero que quedaba incompleto, le faltaban más vueltas. Y terminamos haciendo un disco.

El último fue ‘Siempre Fue Invierno’, que fue cuando más en la mala estaba, por una ex. El nombre del tema es por una novela de Piedad Bonnet. No sabía si sacarlo, pero Maco me convenció. 

Y pues paralelo a eso me puse a acabar la universidad y empecé a trabajar, estoy en una consulta externa, un boleo el hijueputa, pero bien. 

 

¿Cómo fue tu proceso, Vic, en los beats?

V: Desde el principio, yo quería pasarle la crema de la crema de los beats a Luis. Si venía gente a pillar beats, no le mostraba los que eran para Luis, así de estricto era. Nosotros ya llevamos un rato largo de amistad, desde 2011. Al principio, cuando empecé a hacer beats, sampleaba lo mismo que samplea todo el mundo al principio, soul y jazz gringos. Y luego empecé a intentar buscar ese estilo de música, o música que se pareciera a la música romántica latinoamericana, pero de países raros. Entonces ya acá en El Armador del Sol hay samples de jazz checoeslovaco, bossa nova.

L: Son samples a prueba de Shazam.

V: Y es que los géneros musicales de los distintos países siempre tienen cierto ambiente. La música de Brasil es como feliz y nostálgica, la música del este de Europa es como triste y lúgubre. Es como el entorno climático también. Entonces sí, hay harta música del este de Europa ahí en el disco, jazz, música experimental de cosas alemanas… Cuando iba al centro a pillar vinilos iba a pillar los raros. Y también música de internet. Mucha gente desestima esa opción, pero yo no me voy a limitar. Si hay algo que puedo utilizar, lo uso. No importa de dónde lo saques sino lo que haces con él.

 

Te demoraste tres años haciendo el disco ¿Cómo has cambiado tú y como ha cambiado el rap del país?

​L: La escena de rap tuvo un boom el hijueputa desde que No Rules sacó Rap Nativo en el 2012. Yo, honestamente, nunca escuché mucho rap de Medellín, ni de Bogotá ni de Colombia, no me tramaba tanto. Yo llegué al rap por el sur de España, por Sevilla. Entonces a partir de ese disco de No Rules la escena creció un montón, ahí conocí a Anyone y nos empezamos a hacer amigos. Y también la escena creció con Moebiuz, a Mañas siempre full respect, yo empecé a rapear con él en Envigado. Y ya Alcolirykoz se empezó a consolidar, con Efectos Secundarios, ya eran capaces de mantener todo el disco en un super nivel. 

(Lea también Moebiuz: en la casa del hip hop no hay jefes)

Entonces yo saqué justo Ruidos En Hamelin cuando la escena estaba muy crecida. Yo siempre había sacado mi vuelta muy aparte. Y empezó a escuchar rap mucha gente, ya más allá de los raperos. La escena ha crecido un montón, y el público ha respondido muy bien, es parte importante de esto, comparte las cosas, va a los toques, compra los discos. Y para mí El Armador del Sol no va a revolucionar la escena, sino que aporta cantidad de buena calidad. Yo siempre he pensado eso: acá a la gente le falta moral. El disco aporta eso, le metimos toda la moral posible. No creo que sea el mejor disco de rap de todos los tiempos, pero sí es el mejor disco que yo he hecho en mi vida. Y los mejoresbeats de Vic hasta la fecha. 

Hablando de la escena, creo que Bogotá y Medellín tienen buen rap. Ahorita están saliendo hartas cosas, pero para mí no todo lo que sale es rap. Y para mí la escena se volvió grande porque las cosas que sacábamos eran rap y eran chimbas. Para mí, no tiene lógica que una escena que creció a punta de rap vaya a crecer a punta de otras cosas. La escena de rap crece con rap chimba. 

V: Yo creo que la mentalidad de los raperos ha cambiado mucho. Desde Alcolirykoz hacia acá, la gente empezó a invertir en su carrera, y aprendieron a cobrar. Antes muchos raperos tenían la habilidad, pero no tuvieron la disciplina de invertir en su carrera. Ahora todos le metemos al rap, para comprar equipos, para hacer videos. 

L: Como dice Gambeta, si no sabes al rap cuanto le debes, no cobres por lo que haces. De mi parte, yo le he dado al rap mucho más de lo que el rap me ha dado. Le he metido mucho de mi luca, y puede que no la vuelva a ver jamás, pero eso es lo que permite que las vueltas sean chimbas. ¿Quién va a tocar por un Chocoramo y un Tampico? Nadie, ni el hijueputa. Todos tienen que comer. El ingeniero, el man de luces. 

V: Y eso es parte de hacer industria. En el proceso no está solo el que rapea y el beatmaker, sino también el ingeniero, el que hace videos. Todos le meten moral, pero todos necesitan lucas. Y si todo el mundo mete su granito de arena a la vuelta, eso despega. 

L: Y bueno, ahorita hay mucha gente haciendo hartas cosas distintas al rap en la escena, entonces el disco le aporta eso a la vuelta, que es un disco de rap.

V: En el rap pasa algo que no pasa en otros géneros, y es que la gente siente la necesidad de evolucionar hacia afuera. En mi opinión, la música y las artes son una búsqueda espiritual. Y en esa medida la música sigue siendo arte. Si vos hacés música para complacer a las masas, para mí es más pop que arte. Igual yo no juzgo la genuinidad con la que el resto lo hacen. Para mí está bien quedarse haciendo rap, y para algunos eso es como anticuado, y eso es muy del rap. En los parches de death metal nadie critica a nadie por quedarse haciendo death metal. Al contrario, se valora que se mantengan. El rap se ha ligado tanto a la moda que ya la gente juzga el rap como si fuera una moda o una tendencia más, no como música y como arte. 

L: Yo todo el tiempo he estado evolucionando: cada vez rapeo más chimba, las letras son mejores, los beats sobre los que rapeo son más calidosos. Pero evoluciono en el contexto en el que quiero estar. Igual me parece chimba que llegue gente que no es rapera pero que aprecia la vuelta. 

V: Yo creo que la misión ahorita es seguir haciendo rap.

L: Acá la gente da moral para seguir haciendo rap. Vos sacás una misaca y te la compran. Vos sacás el disco y te lo compran.

V: Como dice Quincy Jones, si haces música pensando en plata, Dios se sale de la pieza. La música se hace por la música. Y la gente que se empieza a preocupar mucho por la plata, la caga. 

 

Es un disco super deportivo ¿Para ti, Luis, cuál es la relación entre el rap y el deporte?

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L: Yo toda mi vida jugué básquet, siempre en el colegio y al principio de la universidad. Estuve en la Selección Antioquia. Jugaba todo el tiempo en el descanso, solo pensaba en básquet. Yo crecí con mis dos primos mayores y ellos siempre escucharon rap de la USA y fueron los que me mostraron el rap en español. Me explotaron los oídos. El primer tema que me mostraron fue el de Frank T: “Los pájaros no pueden vivir en el agua porque no son peces”. Y seguí explorando y llegué a Poesía Difusa, de Nach. Y ahí fue cuando yo dije, bueno, estos manes lo hacen bien y lo hacen en español. Yo también puedo. Entonces con 12 o 13 años empecé a darle con mi primo. Como a los tres meses mi primo botó la toalla, y yo sí seguí con planas y planas, bobadas rimadas. Entonces paralelo a aprender bien a jugar básquet, aprendí a escribir. 

Yo nunca fui, entre los 15 y 18, de estar en la calle tomando o en fiestas. Yo tenía que entrenar sábados y domingos a las 6 a.m. entonces siempre me acostaba temprano. Mi vida era el básquet y el rap. Y ya luego me dañé la rodilla, el cruzado, y me retiré. Yo era armador. Y mi disco es como un tributo a Steve Nash, porque yo siempre crecí apreciando su estilo, llegaba a mi casa a ver sus videos, a practicar sus movimientos. Y entonces cuando empezamos a hacer el disco, cuando yo estaba en Titiribí, fue el de “El Armador del Sol”. Yo jugaba básquet allá en el pueblo, entonces un día después de un partido me puse a escribir. Y ahí salió lo de Tony Parker, lo de Steve Nash. 

A Vic le gusta un montón el básquet, a mí también. Yo sentía que eso era lo que faltaba en mis temas, el básquet. Yo había descrito muchas cosas, pero muy raperas o muy emocionales, pero faltaba el básquet. Entonces quise hacer un disco super basquetero, todo el disco es básquet y rap, sin tampoco exagerar o forzar o que canse. Hay ponches ahí encriptados para los fans de la NBA. A mí me gusta mucho el deporte en general. También juego fútbol, juego mucho FIFA en Play, entonces fueron saliendo cositas. Aparte del mierdero que vivo, contar lo que me gusta hacer. 

 

En el disco anterior y en este hablas varias veces de “skills and timing” ¿Por qué? ¿Ese es tu estilo?​​

L: Sí, eso también tiene que ver con el rap que crecí escuchando, el que más me gusta, el rap sevillano o español muy ponchador. No me gusta tanto el rap tan emocional. Mi favorito siempre fue Zatu, rap ponchador. Y lo que para mí marcaba la diferencia entre el rap de España y el rap de América Latina fue la métrica. Los españoles siempre han sido cuidadosos con la métrica, que las cosas rimen de la manera que deben rimar. Y escuchaba lo de acá y chimba, pero sentía que no rimaba, aunque los beats y flows fueran chimbas, y si el rap no rima no poncha. Es así, huevón. 

Entonces ese rap es mi escuela. Y ya al fin el rap que yo hago me gusta, que es algo que uno se demora en lograr. Este disco me parece que quedó brutal, y es muy competición. Es competición muy respetuosa: somos colegas, pero te la quiero clavar en la cara, pero si viene alguien de fuera a meterse con vos todos le vamos a romper la cara. Es competición respetuosa, cada quién hace su vuelta, yo no me meto con nadie en específico. Si usted se siente aludido con una de mis letras es que usted rapea mal. Yo no digo “este man es un paquete”, yo digo “el que no rima bien es un paquete”, y si usted se ofende es que usted no rima bien y se siente aludido. Pero al que hace rap, así no me guste lo que hace, respect, perro, que chimba que haga la vuelta, moral. Ese es el disco, competición y un par de problemas que me han pasado. Y ya. 

 

Es un disco muy centrado, sin pretensiones, va a lo que va…

No estamos dando un mensaje de nada en el disco, se acaba y la gente va a seguir con su vida, no van a cambiar sus ideas, pero va a saber que escucho un disco muy teso de rap. Algo que nunca me ha gustado es cuando los raperos le dicen a uno qué pensar. Diga cuál es su manera de pensar, pero no le diga al otro que su manera de pensar es la correcta, no le diga a los demás que están equivocados por no pensar como usted. La mayoría de los temas son verso libre, no hay un tema en específico —salvo quizás ‘Uno y Dos’, ‘Lola Puñales’ y ‘Voladores’—, pero siempre trato de que las letras tengan sentido. El disco reúne todo lo que quería que tuviera un buen disco de rap. El que lo escuche va a decir que hacemos rap, que el que rapea lo hace bien y que dice cosas muy tranquilas y personales. Son mis vueltas, no hablo de los demás. Y no quiero dar un mensaje, solo un disco chimba. 

 

Hablas de no haber faltado al entreno ¿Sientes que aprendiste a rapear por tu constancia y disciplina?​​

Sí, yo tengo una personalidad obsesiva con las cosas, ni hago cosas muy diferentes. No tengo muchos hobbies. Cuando jugaba básquet era pensando en esto todo el día, obsesionado. Y cuando el rap llegó a mi vida fue lo mismo, antes de hacerlo me obsesioné con consumirlo. Junto a mi primo, nadie sabe más de rap de España que él. Yo sí era loco con eso, tenía el iTunes más chimba de todos, organizado con carátulas, años, productores, sellos discográficos. 

Y cuando empecé a hacer rap fue el mismo enfoque, haciendo planas y planas. Yo me juntaba con Maco y él había hecho tres temas y yo un disco. Muy disciplinado. Antes de Hamelin yo había hecho siete maquetas de 17 temas cada una. Como 150 temas en total. Eso ya no existe, todo se subía Media Fire y en Facebook, dándoselo a los parceros. Maquetas underground, caletas. Así fue como yo me pulí, yo escribí demasiadas canciones en el colegio.

V: Escribiste hasta el himno del colegio (risas).

 

¿Qué viene ahora?

L: El disco estaba terminado hace mucho tiempo, entonces por ahí tengo letras ya, varias ideas. No hay un proyecto pensado, igual, la idea es tocar lo que más pueda con el disco, llevar el disco a donde la gente lo quiera, inicialmente Medellín y Bogotá. Pero en 2019 queremos tocar en la mayoría de las ciudades posibles, que sea económicamente viable. Una espinita que me tengo que sacar es hacer un EP con Maco. 

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