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Yeye Torres y su insistencia en el dibujo para crear universos gráficos

Para este artista bogotano de 34 años todo empezó haciendo bocetos en la barra de un bar de Chapinero, de ahí pasó a una resistencia artística hasta finalmente decidir que lo suyo era vivir de la pintura. Por su empeño, ha logrado llevar sus piezas llenas de simbolismo y detalles a Francia, España y al Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

YeYe Torres arrancó guerreándosela de mesero. Pero mientras atendía la barra del bar bogotano Matik Matik, su obra pegó un brinco pues el tiempo libre lo invirtió en dibujar más de lo normal. “Nunca dejé de dibujar. Si lo hubiera dejado de hacer no hubiera encontrado los resultados que ahora tengo”, dice este artista, hoy de 34 años. Cuando se celebró el primer aniversario de este espacio de la rumba capitalina, se le midió a crear el personaje en el que se basan los murales que después fueron apareciendo en el lugar. “En esa barra se gestaron una cantidad de bocetos para llegar a lo que hay ahora. Para el cumpleaños número diez de Matik Matik que se celebró este año, tuve la oportunidad de crear el afiche con el mismo personaje pero ya con todo el desarrollo que permite una década encima”, cuenta.

 

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Matik-Matik cumpleaños N° 1 - Cumpleaños N° 10

 

Este polifacético artista, egresado de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital, recuerda que hace diez empezó a coger más gusto gráfico y a desarrollar su expresión artística de otras maneras. “Hay muchos lenguajes que me interesan: siempre estoy jugando desde la pintura, el dibujo, cortando papel, haciendo grabado. Diría que brinco por muchos lenguajes”, asegura este creador criollo sobre su obra, a la que califica como “absolutamente curiosa”. A la vez, advierte que su arte no es fácil de definir pues se mueve en un amplio espectro: dentro de la academia, su trabajo siempre estuvo más guiado al desarrollo de la imagen y a crear desde el dibujo, el cual ha sido la herramienta que le ayuda a movilizar el pensamiento propio y de quien observa su camello; por otro lado, pintar en la calle pemitió que su proyecto se abriera y le generara nuevas expectativas.

 

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Muro de Monstruación

 

Mientras cursaba sus estudios universitarios, YeYe se juntó con dos compañeros y montaron el colectivo Monstruación, que terminaría siendo el primer empujón para salir a las calles con sus pinturas. Los tres sumaban gustos gráficos afines, que desarrollaban cada uno por su cuenta pero decidieron en un momento unir los miedos, las curiosidades y el riesgo. El resultado fue un laboratorio gráfico que hoy día se deja ver como el cimiento del proyecto de este artista. “La primera salida que hicimos fue un proyecto comunitario en el barrio Molinos, al sur de Bogotá, donde empezamos a pintar con la comunidad. Ya después nos probamos saliendo a pintar sin permiso para entender las dinámicas de la calle. El primer mural que hicimos nos tomó un mes y medio para terminarlo”, recuerda.

 

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Después de laborar en cuestiones ajenas (y no tanto) a su pasión, YeYe consiguió trabajo como artista residente en una fundación llamada Carulla, que para entonces (2010-2013) se centraba en el proyecto AEIOTU, que buscaba la protección integral para la primera infancia en temas de educación, alimentación y acompañamiento familiar. De esa experiencia, YeYe recogió muchos elementos que ahora utiliza cada vez que pinta, pues la relación con los pequeños le permitió entender la gráfica de otra manera y componer imágenes con un sentido diferente ya que trabajaba con niños de no más de cinco años.

 

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Ejercicios de corte 

 

En un momento de su vida este artista bogotano tuvo una ruptura que describe como “una de esas crisis que llegan a los 30” y tomó la decisión de que quería pintar y centrar en eso su trabajo. Así que decidió abrirse camino para hacer otras cosas y arrancó el proceso de pintar y dibujar como forma de vida. En ese momento apareció un proyecto con una cadena hotelera y tomó el riesgo de aceptar el ofrecimiento. “No fue un buen contrato, no me pagaron bien pero fue la puerta para que me conocieran otras personas y vieran en qué estaba trabajando. Esa vía me ayudó a ir a lugares que no pensaba que iba a conocer como Jamaica, Haití, Costa Rica y allí tuve la oportunidad de entender otras situaciones sociales y políticas que alimentan el hacer”, explica.

Tras tomar la decisión de emprender su arte como modo de obtener ganancias definió su obra en tres líneas de trabajo: una línea personal, con la que hace lo que como artista gráfico le interesa; una línea social, que parte de los proyectos comunitarios como festivales y pintadas en espacios con fines sociales específicos; y una línea corporativa, que basa en las redes sociales pues a través de ellas expone su trabajo para que quien esté interesado pueda conocer y acceder a lo que hace.

 

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Ejercicios de caligrafía

 

Actualmente, dentro de su camello hay un sinnúmero de personajes que, asegura, han llegado allí por alguna razón. Los animales, por ejemplo, llegaron con una carga simbólica que le interesa para compartir las visiones de lo que significan como representaciones de fuerza, fe y seguir adelante para recordar e impulsar procesos. Es el caso de una serie de caligrafías que se convierten en animales, con mensajes implícitos cuyo fin es incentivar el hacer, probar y equivocarse, pero al fin y al cabo, hacer. Uno de los animales, por ejemplo, es una serpiente y el mensaje que contiene es: ‘Renovar para fluir, cada día surge un nuevo pensamiento que activa el hacer’. “Me interesa crear universos gráficos muy detallados, que cuando alguien se acerque a las piezas que construyo pueda meterse ahí y hasta crearse un cuento”, cuenta Yeye. También le ha apuntado a los retratos, realizando detalladas ilustraciones y bocetos del rostro de Antonia, su hija de tres años, que le ha marcado momentos valiosos en su desarrollo visual. En las ilustraciones, YeYe dibuja la sonrisa de su pequeña de múltiples maneras.  

En medio de la coyuntura politicosocial que está encarando el país, YeYe tiene claro que el momento amerita un llamado a los artistas a ser un poco más críticos frente a lo que se está transmitiendo. “El día a día lo lleva a uno a ser una máquina en el trabajo, o autómatas en el Transmilenio, y necesitamos empezar a contar otras cosas. Un claro ejemplo de ello es lo que está haciendo Puro Veneno, que es un ejercicio que veo como un despertar vital: han ido directo al punto, con las caras y los personajes que son. Eso lo pone a uno a pensar sobre lo que está haciendo: “Claro estoy haciendo cosas muy buenas desde la imagen pero ¿qué es lo que estoy transmitiendo?”, se pregunta.

 

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Pintada en Extremadura, en España.

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A la izquierda pintada en París y a la derecha en Bogotá

 

Para YeYe no es algo nuevo eso de que el arte siempre va a ser resistencia desde el mismo accionar, educando a la gente y trabajando desde las comunidades. Para él, más allá de un discurso hay que darle la posibilidad a las personas de generar alternativas para tener una mejor calidad de vida. Su obra ha estado expuesta en Nancy y en París, en Francia, donde trabajó con el colectivo de arquitectos Arquitectura Expandida, que estaba desarrollando un proyecto de mobiliario en una zona periférica. Estuvo en Extremadura, España, donde tuvo la oportunidad de pintar una cementera recuperada como espacio cultural de los tiempos del franquismo. En Colombia también ha participado en diferentes eventos de arte urbano. “El año pasado [2017] es el año en el que más he pintado. Estuve en un festival en Mosquera, Cundinamarca. En el barrio Los Laches hice una pintada que marcó un tránsito importante porque yo crecí en ese barrio, reunimos los cunchos de pintura que teníamos, unimos fuerzas, gestionamos el espacio y compartí espacio con Latir y con Javier Almirón de Atrapasueños”, recuerda.

 

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Arte de YeYe en la expo TREZ. Fotos de Daniel Sierra

 

Actualmente, la obra de YeYe está junto a la del peruano Pésimo y la caleña Gleo en el Museo de Arte Contemporáneo en la exposición TREZ, que va hasta el 19 de julio (vea en nuestra Agenda Cultural más información de este evento). En la muestra, este artista se presenta con ‘Anatomía del pensamiento’, una investigación artística a lo que hay detrás del proceso de las ideas. Su intención es realizar una evocación gráfica del comportamiento humano al generar una idea y una emoción. “La exposición nos ayudó a focalizar un recurso que no solo se hizo en la calle sino que también se realimentó en el taller. Fue gratificante y valioso, pintamos además con Pésimo en el barrio Museo y han quedado cosas interesantes de este encuentro”, explica. Además de esto, estará pintando en el Centro con la virtuosa mexicana Eva Bracamontes, para hacer parte del Bogotá Graffiti Tour.

Siga la detallada obra de este creador criollo en Instagram

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