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Pésimo: el encuentro entre lo onírico y los rostros cotidianos de Latinoamérica

Antes de su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, hablamos con este artista peruano, uno de los más reconocidos en su país y que empieza a ganar terreno internacional. Empezó con el grafiti barrista en las calles limeñas, pero echando mano de su herencia japonesa encontró que lo humano era el motor de su arte y ahora explora con los lienzos y el acrílico. “En la publicidad hay muchos artistas pero no en las calles expresándose libremente”.

Andrés J. López / @vicclon

 

En medio del ruido de los obreros que soldan y pulen, y el de los trabajadores del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) que discuten dónde colgar unas obras, el artista peruano Pésimo busca la concentración para pintar una grulla en una de las paredes. Lo hace a punta de aerosol y sin ningún boceto, tal y como ha pintado gran parte de sus trabajos desde hace 20 años. En alrededor de una hora termina esta ave que lo remonta a sus raíces japonesas.

Edwin Higuchi Fernández, como se llama este limeño de 35 años, es uno de los grafiteros de más renombre en su país. Mientras Pésimo le da los últimos retoques al mural, su esposa Erika Barrantes lo observa en total silencio y lo filma. Ella lo ha acompañado en los últimos cuatro años a todas sus pintadas y lo impulsa para que organice eventos, como el Lima Mural Project, una iniciativa que además de impulsar pintadas con invitados nacionales y extranjeros como Decertor, Roberto Peremese, Alex Senna y Boogie, le agrega un componente académico al arte urbano del país vecino.

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“Pésimo creció en una familia de artistas. Su papá es el pintor Oswaldo Higuchi Onaka, su mamá es ceramista y sus hermanas pintan y bailan —comenta Erika—. Yo también pinto y cuando le pido una opinión casi nunca me la da porque le gusta que yo sola descubra y aprenda. Nuestros hijos ya dibujan porque todo el tiempo lo ven trabajando”. Además de llevar el arte en la sangre, Pésimo conformó una dupla de trabajo con Entes, y juntos promovieron el street arten su país gracias a eventos como el Latidoamericano. El trabajo de Pésimo y Entes traspasó fronteras, después de que se conocieran en la calle y empezaran a pintar juntos.  “Esta etapa se dio de manera natural y luego lo firmamos de cierta forma porque hicimos mucha amistad, compartimos tiempo en la escuela, salimos y nos volvimos conocidos en el medio [del grafiti] en Lima”, recuerda el artista. 

(No deje de leer ‘El rescate de la identidad latinoamericana en el muralismo de ‘Entes’)

Hace un año esta dupla se separó pero Pésimo no ha dejado de pintar ni de gestionar eventos. Tanto así que acaba de regresar a Colombia para presentarse junto a los colombianos GLeoYeye en la exposición conjunta Tr3z, que estará abierta en el MAC del 21 de junio al 19 de julio. La muestra cuenta con la curaduría de Juan David Quintero y Pésimo presentará su trabajo Camino, una serie de pinturas que muestran personas de un mundo donde lo cotidiano se concilia con lo onírico.

Antes de la apertura de Tr3z, la que será la primera exposición de Pésimo por fuera de Perú, hablamos con él sobre sus inicios en el grafiti, sus proyectos actuales y su carrera y separación de Entes. 

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¿Por qué ponerse Pésimo como tag?

Creo que mi primer tag fue EHF, mis iniciales, pero al buscar otras palabras me di cuenta que la poca gente que hacía grafiti en esa época usaba nombres en inglés como Beast o Chaos. Pasé por varios nombres como Ácido o Sucio hasta que me puse Pésimo, porque me gustó el sonido de la palabra y coincidió con la época en la que comencé a pintar en la calle, alrededor del 2000. La gente fue reconociéndome y así me quedé.

 

¿Cómo fue crecer con unos padres artistas?

Yo siempre digo que el arte es algo muy de vida: debes vivirlo, trasladar tu vida a lo que haces. En mi caso se me da mucho por el quehacer diario, el amor, la familia y las ganas de perfeccionarte. Mis papás y mis hermanas son artistas de bellas artes y yo soy el menor de cuatro hijos, entonces intenté enfocarme en otras cosas como historia del arte pero se me dio por pintar en la calle porque era una forma de hacer lo que me gustaba sin ser visto.  No quise ser una copia de mis padres sino formar mi propio camino con mi esencia. Paré mucho afuera y en el grafiti encontré la excusa perfecta.

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Imágenes cortesía de Pésimo.

 

 

¿Ellos le habían hablado del grafiti?

En absoluto. Ellos tuvieron una formación artística diferente, más tradicional, pero tampoco estuvieron en contra. De hecho, para ellos fue algo nuevo y lo descubrieron a través de mí. Obvio al inicio sentían un poco de miedo porque a los 15 o 16 años salía con mi mochila a pintar en las noches o la madrugada. Simplemente me preguntaban a dónde iba pero no me detenían.

 

Pintar en las calles fue un escape a las opiniones de sus papás, ¿esta presión del qué dirán de su trabajo viene solo por parte de ellos?

En cierta forma puede ser. Ahora tengo dos hijos y mi pareja a veces se molesta porque me muestra un dibujo de ellos y digo que está bien, en cambio para ella es hermoso. Mis padres no fueron así y nunca me trataron como artista. Siempre que veían mis cosas me pedían más práctica en el dibujo, la línea o la composición. Salir a la calle fue una forma de escape.

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Imágenes cortesía de Pésimo.

 

 

¿Eso le ayudó a exigirse más?

Me cuesta mucho estar 100% satisfecho con mi trabajo y es un reto constante cada vez que voy a pintar. Soy muy exigente conmigo mismo y pienso que cualquier artista que se crea la última chupada del mango muere. ¿Qué vas a hacer si ya te sientes el mejor?

 

Usted empezó pintando grafiti barrista, ¿cómo fue esa etapa?

Duré unos tres meses pintando con las barras del Club Universitario de Deportes (de Lima). La primera vez que agarré un sprayfue por ellos; en mi barrio había algunas barras y copiaba sus pintadas. Así conocí el grafiti. Luego me crucé con gente que no pertenecía al equipo y pintaba su nombre, entonces me llamó más la atención eso de tener tu propia identidad.

 

En su obra destacan los rostros, varios de estos perfilados.

Empecé haciendo letras y luego conocí gente que pintaba personajes. En esa época no tenía acceso a internet y en las revistas de grafiti encontré caras. Me impresionó demasiado cómo utilizaban la técnica del spraypara lograr los efectos y decidí que eso quería hacer. Al empezar con los personajes y las caricaturas me transmitieron mucho, me contaban una historia y decían cómo me sentía. Los rostros han sido el motor principal de mi trabajo, de la evolución de mi arte y de los personajes con el paso del tiempo y de cómo juego con los elementos para componerlos con otras cosas. El factor humano me transmite mucho.

Los perfiles los hago porque se solucionan rápido, por cuestiones de tiempo, y porque son menos directos. Cuando ves un perfil te encuentras con una persona más ajena a ti, no te mira directamente y el mensaje no es invasivo. Actúan mejor en las espacios cerrados.

 

También los mezcla con vegetación…

Sí, porque siempre me ha llamado la atención la ilustración japonesa y cómo utilizan esta cuestión gestual de sintetizar la representación de la vegetación y la naturaleza con trazos muy sencillos y manchas muy precisas. Me fascina cómo funcionan los personajes con esos entornos y siempre he buscado llegar a esa especie de armonía.

 

Sobre los elementos japoneses, en sus ilustraciones y dibujos en libretas a veces se ven dragones, samuráis y peces koi, ¿por qué no los incorpora en los murales?

Muchas ilustraciones de ese tipo son para mi trabajo como ilustrador. [Los clientes] veían mi estilo y que soy un poco japonés y me los pedían así, entonces los hacía con gusto porque me gusta. Pero a la hora de ponerlos en la pared no me nacía por completo, solo lo hice un par de veces.  

 

Algo que destacó en su trabajo conjunto con Entes fue la improvisación

Ahora improviso en algunos momentos y en otros pienso un poco más qué voy a hacer. A través de los elementos que conozco juego con la composición del espacio, pero siempre me ha gustado ese factor de improvisar porque es la esencia del grafiti de la calle como lo conocí. Actualmente hay mucha gente haciendo street arty he empezado a utilizar herramientas como el boceto y la cuadrícula porque todo es válido, sin embargo me gusta eso de dejarte llevar por la energía del momento. Obvio, los proyectos grandes sí demandan demasiada energía para improvisar, ahí sí uso bocetos.

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Imágenes cortesía de Pésimo.

 

 

¿Por qué dejó de trabajar con Entes?

Es una historia un poco más personal pero, en realidad, cada uno quería hacer sus propias cosas. Chocamos un poco en el lado visual y temático; yo tenía una idea y él otra. En un momento lo hablamos, nos dimos cuenta de lo ocurrido y decidimos que cada uno fuera por su propio camino.

 

Luego de trabajar casi por 20 años, ¿fue sencillo volver a pintar solo?

Al inicio [con Entes] me sentí bastante bien y en un momento fluíamos, pero a lo último cada uno quería hacer otra cosa y el otro debía ceder un poco. Ahora simplemente hago lo que quiero, igual antes de Entes pinté solo bastante tiempo, entonces es una forma de volver a descubrirme y me gusta. Estoy bastante feliz con mi nueva etapa solista.

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Imágenes cortesía de Pésimo.

 

 

Este año organizó la primera edición del Lima Mural Project, ¿de qué se trata este festival y por qué lo quiso hacer?

Con Entes creamos Latidoamericano (en 2012, originalmente llamado Latir Latino) y como ahora estamos separados laboralmente, me quedé con la espina de organizar algo mejor. Erika me dijo que hiciera algo pero yo no quería porque me pide mucho trabajo y tiempo, pero en Lima está esa necesidad de espacios para el arte urbano; en la publicidad hay muchos artistas pero no en las calles expresándose libremente. Ya conocía a Mirella Moschella, realizadora audiovisual, y quien desde hacía tiempo quería hacer algo con Musik (otro artista urbano peruano) y como todos somos muy amigos y Erika me presionó, decidimos gestionarlo juntos. Todo empezó con un proyecto de toursde murales pero para hacerlos era necesario pintar más muros, entonces la idea del festival fue llevando a otra cosa hasta que hicimos el proyecto.

 

¿En qué consiste el Lima Mural Project?

La plataforma quiere gestionar murales todo el tiempo. Si algún artista tiene un proyecto interesante y viene con nosotros le ayudamos, o si tenemos la idea buscamos al artista. La idea es tener uno o dos murales nuevos cada mes junto a un registro en zonas concurridas y alejadas o rurales de la ciudad. Ese es el proyecto pero también tenemos una fecha de festival en la que invitamos a artistas y hacemos talleres, charlas o conversatorios. A diferencia de Latidoamericano, no es solo un festival sino una asociación sin fines de lucro y una plataforma destinada a promover el arte urbano.

 

El título de su muestra en esta exposición se llama ‘Camino’, ¿por qué le puso así?

Siento que es lo que he pasado a lo largo de este tiempo; no he podido sentarme solo a dedicarme a una muestra, entonces cada cuadro ha sido un momento y un respiro para dedicarme a algo distinto. Es como una retrospectiva y un resumen. Se me ha hecho nuevo esto de pintar lienzos, trabajar con acrílicos, tener el cuadro al frente y cambiarle cosas. Es algo muy distinto a la calle porque no te ve todos los días en el taller diciéndote que le falta algo. Ha sido una nueva experiencia y un nuevo camino que he tomado.


Prográmese para visitar Tr3z en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá (Carrera 74 # 82 A – 81) y no se pierda la serie Camino de Pésimo, así como los trabajos que estarán exponiendo los colombianos GLeo y Yeye. Pille más información de este evento en nuestra Agenda Cultural.

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