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Diez años de UMS Street Art: del grafiti vandal al muralismo con impacto social

El macro mural de Gabriel García Márquez que se levanta en el barrio San Bernardo, en pleno centro de Bogotá, es solo una muestra de lo que este parche le ha aportado al arte urbano de la ciudad. El grueso de su obra son piezas que ponen el dedo en la llaga a problemáticas ambientales y sociales, además de apuntarle a un trabajo que siempre va de la mano con las comunidades.

Daniel Fandiño / @sinsecuencia

El pasado 2 de marzo, en el corregimiento de La Fortuna, Santander, un derramamiento de petróleo en el pozo de La Lizama 158, propiedad de Ecopetrol, causó una emergencia ambiental, inundando de crudo 24 kilómetros de aguas y haciéndolas totalmente impotables. El saldo del desastre: 3.157 árboles afectados, más de 2.000 animales muertos y cerca de 1.400 que tuvieron que ser rescatados y posteriormente liberados. Peces, reptiles y aves sufrieron las peores consecuencias de la actividad extractivista en la zona y la noticia no tardó en generar el rechazo de la sociedad. A esas voces de protesta se unieron el diseñador gráfico Sergio Garzón y el politólogo Nicolás Castro, dos de los tres miembros del colectivo bogotano de arte urbano UMS Street Art o Unos Manes. Su respuesta fue un muro en el Centro Histórico de Bogotá, en el que pintaron una iguana gigante teñida del negro del petróleo. “A buen entendedor, pocas palabras” fue el mensaje con el que compartieron la imagen en sus redes sociales.

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“UMS para nosotros representa la fuerza con la cual exponemos nuestras ideas, desacuerdos y admiración por nuestra cultura, la flora y fauna que en Colombia nos rodea. Es una explosión de colores, texturas y figuras geométricas que están presentes en lo que hacemos, donde intervenimos la calle, la inspiración para todo nuestro trabajo”, explica Sergio, quien juntó a Nicolás y David Sandoval (Concreto) formaron UMS Street Art en 2008, un parche que nació con la intención de generar conciencia sobre diversas problemáticas que afectan a los ciudadanos.

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Apenas arrancó a pintar paredes, el colectivo estuvo conformado por hasta diez personas, principalmente diseñadores gráficos que quisieron pasar las ilustraciones de sus libretas a los muros, pero que por diferentes circunstancias se fueron abriendo del parche hasta quedar estos tres tipos. Con nostalgia recuerdan la primera intervención que hicieron en 2008, cuando el gusto por pintar los llevó a experimentar en las calles. “Allí hicimos varios intentos, el primero fue un asco, a ninguno le gustó, entonces lo borramos y volvimos al siguiente día. Ese día nació además el logo de UMS”, recuerda Sergio. Estando en esas, les cayó la policía y a preguntar quién andaba pintando esos grafitis. Ellos simplemente respondieron que “unos manes”, se hicieron los locos, y así se quedó el nombre del parche.

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En sus inicios, Unos Manes ilustraban pliegos de papel que formaban una figura determinada, lo que llamaban paper toys y los pegaban en las cajas de luz como si fuera un cartel gigante, teniendo en cuenta que estas cajas también hacen parte del paisaje urbano y es algo que los peatones se cruzan a diario. A pesar de que al comienzo no tenía mucho concepto, ese trabajo les permitió medirse en el enfoque vandal del arte urbano, una movida en la cual prefieren desenvolverse sin tener que mostrar sus rostros, o patentar algún seudónimo aparte de UMS, y así evitar caer en la apropiación de su trabajo pues consideran que si está en la calle, les pertenece a todos.

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Desde el inicio, el objetivo principal de su proyecto ha sido denunciar a través del arte, sin embargo pasaron una etapa de reconocimiento e identificación de su concepto y de estudiar la manera en que querían mostrar su obra por medio de una estética propia. Inspirados en el trabajo de denuncia que hacen artistas urbanos con recorrido, como Toxicómano Callejero, UMS Street Art pasó de la fase explotaroria a meterle más carga social a su camello, trabajando con proyectos como ‘Mil colores para mi pueblo’, que tuvo a la reparación simbólica como uno de sus ejes temáticos.

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Edwin Rodríguez, el gestor de ‘Mil colores para mi pueblo’ los invitó a Zipaquirá para intervenir un barrio construido por mujeres que hicieron parte de la guerrilla M-19, y que para en ese entonces estaba invadido por la delincuencia y la drogadicción. Allí, su rol como artistas les permitió brindarle un taller de color y abstracción a la comunidad junto a Ceroker y LiliCuca.

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Antes de eso, en 2015, UMS Street Art tuvo la oportunidad de realizar el que es, quizás, su trabajo más reconocido: el mural de Gabriel García Márquez ubicado en la Carrera Décima, en el barrio San Bernardo del centro de la capital y que bautizaron como Macondo. Ese mural lo realizaron después de ganarse una convocatoria de Idartes, bajo la anterior administración distrital, en un momento en el que los ánimos estaban caldeados en el mundo del street art. Cuatro años antes, en agosto de 2011, Diego Felipe Becerra (Tripido), había sido asesinado por la policía mientras pintaba un muro y, dos años después, en 2013, las rayadas de Justin Bieber en la Calle 26, protegido por la policía, abrieron interrogantes sobre la actitud de las autoridades frente a los artistas urbanos.

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Esos desafortunados eventos llevaron a que los entes distritales se vieran forzados a reglamentar y promover iniciativas que fomentaran el trabajo de los muralistas y grafiteros en la ciudad, abriendo convocatorias como la del barrio San Bernardo. “Para nosotros fue un privilegio hacerle un homenaje a Gabo, quien dejó un gran legado creando el realismo mágico. Para UMS Street Art, además, fue un empuje para seguir trabajando por las cosas que nos gustan”, cuenta Nicolás. Macondo fue elaborado en una época en la que el colectivo estaba definiendo un estilo y por eso le metieron formas más geométricas. “Fue la gran oportunidad de cumplir un sueño, que tal vez de manera independiente no lo hubiéramos logrado”, añade Sergio sobre un trabajo que les tomó cerca de mes.

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Pero su apego a la capital no se ha limitado a este emblemático mural. En enero de este año, llevaron a cabo una actividad en el barrio Belén, en la localidad de La Candelaria. Allí, de la mano con la comunidad, sacaron adelante dos muros en el marco del taller ‘Del papel a la pared’. La idea en ese ejercicio con la gente del barrio fue que todos podían dibujar y hacer grandes muros, que no es necesario ser artista, diseñador o ilustrador para plasmar las cosas que cada quien tiene en su imaginación, siendo necesario solo el amor y las ganas por el trabajo artístico. Los muros realizados eran retratos representativos de miembros de esta comunidad.

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Su mural de la iguana no fue una casualidad, pues uno de los aspectos más característicos del arte de estos manes es las pullas que le tiran al descuido que, como sociedad, tenemos frente a la naturaleza, específicamente la fauna. Durante el PDV Fest, en el barrio Galán de Bogotá, homenajearon a Sudán,el último rinoceronte blanco del planeta, “que murió gracias a la ignorancia, el egoísmo y la avaricia de algunos seres humanos, que creían que el cuerno de éste al ser triturado y consumido tenía un efecto afrodisíaco”, como publicó UMS Street Art en sus redes. El valor comercial de un gramo del cuerno de este animal oscilaba los mil dólares y era comercializado en el mercado asiático.

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La mirla, un ave característica de la capital, también ha sido objeto de sus pintadas.

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Otro proyecto interesante de estos tipos, y que además muestra los diferentes formatos en los que trabajan, es el de las calcomanías que le dan palo al sistema financiero y bancario que día a día explota a los usuarios con altas tasas de interés. Hoy en día, los bancos prefieren prestar dinero para consumo (compras de vehículos o de electrodomésticos), pero no les gusta prestar dinero para crear empresa, puesto que les parece muy riesgoso.

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Esas acciones, además de los movimientos en bonos, acciones y demás inversiones especulativas, que poco efecto tienen en la economía real, es lo que llevó a UMS Street Art a lanzarle críticas a estas entidades, además de tirarles a otras de crédito educativo como ICETEX, que se benefician a costa de altas tasas de interés y perjudican a las personas que tienen menores ingresos.

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Recientemente, los manes del colectivo estuvieron en Perú, en el Festival Internacional de Teatro a Calles Abiertas (FITECA), al cual fueron invitados por Onaser, un artista urbano peruano que había intervenido algunos muros en el barrio Egipto, el año pasado, en un proyecto gestado por el colectivo Atempo. En Perú pintaron en el barrio Comas, un barrio en donde las problemáticas asociadas a la delincuencia son muy visibles. Para su trabajo, quisieron tomar elementos del barrio, como la estética de las casas y la montaña seca que había allí. Además, como pintaron en el marco de un festival de teatro, elaboraron una llama y un perro peruano, ambos representativos del país inca, agregándoles antifaces y una abstracción de patrones que tomaron de unas medias que vieron en un mercado típico.

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Y gracias a que Concreto está radicado en Madrid, España, la firma del colectivo se ha abierto nuevos espacios en Europa. La calle Lavapiés, en el centro de la capital española, fue el punto en el que este artista urbano pintó el rostro de Mame Mbaye, un inmigrante senegalés que murió de un paro cardiorespiratorio aparentemente después de una persecución policial por el simple hecho de estar en el país sin los documentos de extranjería. Con este muro, Concreto quiso poner la llaga sobre unas de las problemáticas más agudas del país ibérico, y de Europa en general, en los últimos años: la migración de subsaharianos y personas procedentes de otros países del norte de África y Oriente Medio.

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Para UMS Street Art, un mensaje bien dado puede despertar muchas conciencias y el arte es una herramienta enorme en ese objetivo, es por lo mismo que ellos se proponen seguir dándole al arte urbano sin pensar en qué es lo que viene pero con la mente clara sobre lo que quieren lograr. “No sabemos hasta cuándo ni hasta dónde vamos a llegar, pero sí lo que queremos, que es seguir comunicando y transformando visualmente el entorno de las personas con mensajes críticos y positivos. Pensamos que los muros pueden hablar por sí solos y queremos seguir contribuyendo para que esto pase. Seguimos adelante sin pensar en el futuro”. añade Sergio.

Conozca más del trabajo de estos manes a través de su cuenta de Instagram.

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