
‘Píntela que yo se la coloreo’: 19 mujeres se toman los muros de Popayán
La “ciudad blanca de Colombia” recibió una merecida descarga cromática entre el 12 y el 14 de mayo durante la segunda edición del Festival Color Vecino, bautizado este 2018 ‘Píntela que yo se la coloreo’ y dedicado a las artistas urbanas y sus mensajes visuales de empoderamiento y resistencia.
Aparte de las empanadas de pipián y su tradición casi religiosa, Popayán también es conocido por cierta tendencia al pensamiento conservador, es por esto que el colectivo Desechoos buscó por medio de este festival dar un giro a esa forma de pensar.
Este colectivo sin ánimo de lucro formado en el año 2016 por Veci y Alejandro Luna busca por medio del arte urbano visibilizar las problemáticas sociales de la región. Un año atrás el festival Color Vecino celebró su primera edición con el nombre Pintando a lo animal, reuniendo más de 25 artistas locales y nacionales para representar con sus trazos la fauna nacional en un espacio de unos 200 metros frente a la galería (plaza de mercado) Bolívar, una de las más conocidas de la ciudad.
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Los festivales en Popayán son una novedad, el primero se realizó en 2015 en cabeza del colectivo Monareta y bajo el nombre Sobre fondo blanco. Se tiene como antecedente un proyecto del año 2003 que consistió en murales colectivos en 6 poblaciones del sur del Cauca llamado Pintemos la vida, pintemos la esperanza, el cual estuvo encabezado por el artista insignia payanés Jafeth Gómez y la comunicadora social Irma González.
A estos dos festivales solo podemos sumarle el Transgresión, que fue de grafiti, tuvo 2 ediciones (2015 y 2016) y fue organizado por EPK, el crew más legendario de arte urbano en Popayán. “Es que antes los jóvenes no salían a pintar por el miedo a romper los cánones establecidos en la cultura payanesa”, cuenta Veci acerca del porqué solo hasta ahora los jóvenes comenzaron a empoderarse de los espacios y generar este tipo de encuentros.
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De la mano de la Secretaría de la mujer, Desechoos comenzó a trabajar la problemática de la violencia contra la mujer y vio la necesidad de realizar una segunda edición del festival teniéndolas a ellas como protagonistas, ofreciéndoles un espacio de expresión.
Ni los fuertes aguaceros fueron capaces de detener este 2018 la labor de todas las chicas locales y las que viajaron desde otras ciudades, como Perversa, Violenta, De la Calle, Psylo Sabin entre otras. 7 spots en total, ubicados en 5 barrios: el skatepark de santa Catalina, parqueaderos, fachadas de casas y hasta el Centro Comercial El Empedrado recibieron los trazos de estas creadoras.
Kitaen, 25 años, Ibagué:
“Mi obra va enfocada a cambiar la percepción de las comunidades indígenas en la calle”.
Laura Lara, 21 años, Popayán:
“Pasar la obra a los muros ayuda a darle identidad y vida a la ciudad, y a que las personas se vean reflejadas”.
Nandy, 21 años, Cali:
“Mi obra habla mucho sobre el racismo. Genero dudas e inquietudes y busco que las personas se queden con alguna información”.
Pandora, 21 años, Villavicencio:
“Busco mejorar el entorno generando sentido de pertenencia con respecto a la flora y la fauna local”.
Violenta, 22 años, Cali:
“Creo que el cuerpo de la mujer todavía es “cosificado”. Aún hay mucho estigma, por eso me gusta llevarlo a su naturalidad y hacerlo ver como lo que es: algo normal”.
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Psylo Sabin, 29 años,Pasto:
“Mi obra aporta a la calle un diálogo que puede ser interpretado libremente por cualquier persona que lo observe”.
Cora, 27 años, Cali:
“Mi intención es que la gente cuando vea mi obra sienta que la naturaleza está presente, que no sea solo ver el gris de la ciudad”.
Natalia Amapola, 23 años, Popayán:
“Me interesa resignificar esos espacios que son parcialmente inhabitados y donde la gente no es capaz de sentarse o compartir”.
Híbrido, 25 años, Popayán:
“Los significados culturales como respuesta a la apropiación de los espacios”.
Anash, 25 años, Popayán:
“Darle una nueva mirada al barrio: las personas pasan, ven el mural y ya no lo perciben tan peligroso o tan dejado. Esto le da una nueva vida y anima a la gente que pasa por ahí”.
ARS, 21 años, Bogotá
“La resignificación del espacio”.
SDR, 26 años, Bogotá:
“Cada grafiti que yo hago le da una resignificación al barrio, les genera un nuevo ambiente a los habitantes del sector”.
Chela, 23 años, Bogotá:
“Es un poco a la memoria indígena, a la resistencia de las comunidades y a las víctimas de crímenes de estado. Esto es a la memoria colectiva”.
Perversa, 32 años, Bogotá:
“Busco hacer más colorida la calle, crear un tipo de acción y así afinidad en la calle sobre todo para los niños, tiene que ver con un impacto de color y de personajes imaginarios”.
Sonomi-e, 31 años, Bogotá:
“Mi trabajo es un pedacito de mí que le regalo a la gente que lo observa, es algo muy personal al público”.
Soma, 28 años, Bogotá:
“Generar inquietudes, no siempre dando mensajes contundentes sino despertando emociones y sentimientos”.
De la calle, 26 años, Manizales:
“Veo que la mayoría de las mujeres se siente cuestionada en medio mis texturas y pliegues en los cuerpos, y quizá tenga mucho que ver con lo que puedan estar viviendo y sentirse identificadas”.
Marsella, 26 años, Bogotá:
“Busco que la persona que mire mis muros se inspire de una manera que tal vez no encuentre en otro medio”.
Purple, 28 años, Popayán:
“Rescate del espacio público que ha sido negado y que se toma también como un espacio de denuncia. Queremos tener una posición más fuerte... no quedarse callada, no amedrentarse, tener un carácter fuerte desde todos los campos: desde las mujeres campesinas, lo obreros o los negros”.