Una charla con el holandés experto en bici que se pedaleó Bogotá y analizó en qué estamos
Ruben Loendersloot, un crack en temas de movilidad y medios de transporte, vino a dar una conferencia sobre desarrollo de la bicicleta en diferentes ciudades del mundo, y aprovechó para rodar por la Carrera 13, la Calle 26 y otros puntos clave en la capital. Se fijó en todo. “Lo más urgente que tiene que hacer Bogotá es preocuparse por la calidad del aire que respiran sus ciudadanos”.
La experiencia de Ruben Loendersloot da para considerarlo como un embajador del caballito de acero. En Holanda, su país de origen, nacen montados en una bicicleta, como bien dice él. Pero no solo eso: el tráfico y la movilidad son sus dos pasiones, y las políticas públicas de bicicletas, la gerencia de biciproyectos y la investigación ciclística son sus conocimientos más amplios. Con ese bagaje encima, el tipo fundó, y ahora dirige, el Loendersloot Group, una consultora experta en proyectos de infraestructura y movilidad urbana. A sus 44 años, este tipo tiene la bici marcada en la frente y en este medio de transporte ha pedaleado por ciudades del mundo como Estocolmo, Rabat y Berlín, conociéndolas y entendiendo sus problemáticas.
La última ciudad que Ruben visitó fue Bogotá, en donde participó como conferencista en la charla Perspectivas y desarrollo de la bicicleta en diferentes ciudades del mundo, realizada en el marco de la décima semana de la bicicleta. Y claro, también tuvo tiempo para recorrer la ciudad en cicla: subió a Patios, paseó el domingo por la Ciclovía de la Séptima y conoció algunas ciclorutas como la de Carrera 13 y la de la Calle 26, y los nuevos ciclocarriles de la Carrera 11 y la Carrera 50.
En uno de estos recorridos, el de la Carrera 13, nos unimos a Ruben para charlar sobre su experiencia –corta pero sustanciosa- recorriendo Bogotá en su bici, y los retos que tiene la ciudad para, verdaderamente, darle prioridad a los biciusuarios.
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¿Cómo nos ve en cuanto a calidad del aire?
Como ya les habíamos contado en esta infografía, los biciusuarios bogotanos están bastante más expuestos a las partículas ultrafinas –agentes contaminantes- que los peatones o los conductores de carro, siendo uno de los principales emisores los exhostos de los buses y automóviles. Frente a esto, Ruben lo tiene claro: “Lo más urgente que tiene que hacer una ciudad como Bogotá es preocuparse, y luego actuar por la calidad del aire que respiran sus ciudadanos”. Para él es claro que los buses, cuyo combustible es la gasolina –todos en la ciudad a excepción del Transmilenio eléctrico que empezó a circular desde el 5 de junio del presente año y los 160 buses híbridos (70% eléctricos, 30% combustible diesel) que desde 2014 operan por la Séptima- están entre los principales contaminantes, por lo cual se debería apostar por el uso de transporte compartido y cambiar el modelo actual de buses por uno eléctrico o de cero emisiones.
“Como estamos en una ciudad elevada sobre el nivel del mar, el proceso de combustión es incluso más contaminante. Puedes sentirlo en cada respiro cuando vas pedaleando. Eso es poco saludable”, afirma. Hecho que se sustenta con los datos registrados por la Secretaría Distrital de Ambiente, los cuales evidencian cómo el aire de Bogotá está tan contaminado que incluso duplica los límites que establece la Organización Mundial para la Salud en dos de sus agentes contaminantes usados para medir la calidad del aire: 52 unidades de PM10 por metro cúbico, cuando la OMS recomienda máximo 20 anuales, y 18,7 de PM2,5, cuando el tope de este último, que se enfoca en las grandes urbes, es de 10.
Para el holandés, esto se traduce directamente en la calidad de vida de los habitantes, pues según un estudio por la consultora de Ruben en Nijmegen –su pueblo natal- los habitantes de hogares colindantes a la carretera viven aproximadamente 400 días menos que quienes viven en las veredas. “Si allá, que tenemos una buena calidad del aire, los que viven cerca a lugares contaminados viven casi un año menos, imagínate acá que la nube de smog está encima todo el tiempo”, dice.
¿Cómo nos ve en infraestructura y cultura ciudadana?
Para él, lo que más nos distancia del contexto europeo, es la mentalidad. “Obvio que es más peligroso montar bicicleta aquí en Colombia que en Holanda. Lo positivo es que en Bogotá se está trabajando en muchas ciclorrutas. Además, el hecho de que la Alcaldía desarrolle programas para que niños vayan a la escuela en bicicleta es un impulso muy importante para el futuro del ciclismo”, explica.
En cuanto a la infraestructura, arguye que la falta de mantenimiento a las vías actuales también ha sido determinante en cuanto al deterioro de las mismas, pero que lo más difícil es enseñarle a la gente la importancia de la bicicleta: “La gran mayoría de las personas no lo sabe, pero uno suele tardar máximo 45 minutos en trayectos de hasta 15 kilómetros. Aquí todos se quejan del trancón y lo que no saben es que la bici siempre es más rápida que los carros”. Como también ya les contamos, los bogotanos que suelen sacarle provecho a las dos ruedas tienden a demorarse hasta la mitad del tiempo que lo que tarda el sistema de transporte público.
Como haciendo un breve comparativo, Ruben cree que “mínimo en 15 años, Bogotá podría estar a la altura de las grandes capitales ciclistas”. También reconoce que espacios como la ciclovía de los domingos, y las ciclorrutas que hoy se están extendiendo como ciclocarriles, hacen de Bogotá una buena ciudad para desenvolverse pedaleando, así como para que su uso haya aumentado en los últimos años, según cifras de Bogotá Cómo Vamos: de un 5% en el 2015 al 8% en el 2017, que siguen siendo un número bastante inferior en comparación a los desplazamientos diarios que se hacen en carro particular en Bogotá (15%).
“Dos ejemplos claros son la ciclorruta de la Carrera 13 y el carril bicibus de la Carrera Séptima, puesto que aunque en el primer escenario se habilita un carril pensado exclusivo para bicicletas, este en algunos puntos tiene presencia de peatones que por allí transitan, por lo que un buen diseño y la segregación del espacio disponible para peatones y para ciclistas es importante. Sería mejor sardineles divisorios entre la ciclorruta y el andén tal y como se utiliza en Holanda. En el segundo escenario, el carril derecho supuestamente es de uso exclusivo para buses y bicis, pero al haber muchos carros parqueados que además de aminorar la velocidad del corredor vial, estos se convierten en obstáculos que ponen en peligro la vida del ciclista,y pueden derivar en situaciones inseguras. Un control estricto sobre el parqueo irregular en las ciclorrutas es importante”, afirma.
Mientras refugiaba su bici en una cafetería de la Carrera 13, Ruben se fijó en el estado de la misma . “En algunas de las ciclorrutas que recorrí, el mantenimiento parece ser un tema de segundo plano, por esta razón expreso la importancia de este a quienes mantienen estos corredores. Más aún el uso de soluciones de transporte inteligente puede hacer más atractivo el ciclismo, en Holanda el tema ciclista está tan avanzado que incluso se prioriza con olas verde a quienes pedalean cuando hay lluvias o tormentas, puesto que contamos con una red de semáforos conectados con los radares meteorológicos”.
Y claro, esto Ruben lo ve a través de los ojos de su experiencia con la bici en Holanda. “A nosotros los holandeses nos enseñaron a estar pendientes de todo, hasta de los movimientos del clima, por lo que sabes que tienes que acoplarte a todo lo que te rodea, inclusive al tráfico. Y sí, a ser respetuoso y cauteloso porque en la bicicleta está más expuesta la vida, pero eso no quiere decir que tengas que andar con miedo, o arrinconado en las vías”, explica.
¿Cómo ve el tema de la seguridad de los biciusuarios?
Por otra parte, el robo de bicicletas es uno de los problemas más graves tanto aquí como allá: en promedio, según datos de Bogotá Cómo Vamos, se denuncia el robo de cinco ciclas al día, mientras que en la capital holandesa se reportan más de un millón de bicis robadas al año. “La diferencia es que aquí la gente no asegura bien su bicicleta (haciendo alusión a las guayas), mientras que en Holanda hay más bicis que habitantes –18 millones de bicis por 16,6 millones de holandeses–, que además de asegurarlas con dos o tres buenos candados más, traen consigo un seguro integrado que bloquea las llantas, así como chips capaces de ubicarlas satelitalmente”.
“También hace falta voluntad política, que el alcalde Peñalosa promueva el uso de la bici es un avance, pero más políticos y otras celebridades deberían utilizar la bicicleta para demostrar que se puede montar en bicicleta sin ningún problema, y así generar un sentimiento de convencimiento. Para mí, las ventajas de usar la bicicleta como transporte masivo en las ciudades, está en los múltiples beneficios para la salud, así como en un ahorro tremendo en tiempo y dinero. Por otra parte, también está la creación de las bikenomics –bici-economía–, pues que haya más ciclistas rodando por las calles, no solo disminuye la inseguridad, sino que genera transacciones económicas mucho más cercanas con el territorio que habitan, haciéndolo mucho más saludable y armónico para todos”.