Ud se encuentra aquí INICIO Noticias Como Afecta La Industria Musical La Llegada De Un Centro Cristiano Al Metropol

¿Cómo afecta a la industria musical la llegada de un centro cristiano al Metropol?

La iglesia cristiana Casa de Amor y Restauración se quedó con el recinto de la 24 con 6 y ya no sonará más el rock y el metal que acompañaron al público durante años. Diferentes organizadores de conciertos, incluido el anterior administrador del sitio, Felipe Guerra, dan sus versiones de cómo queda el panorama musical de la ciudad por la entrega del teatro para rendirle culto a Jesús.

Camilo Vásquez / @Ecosays

El pasado 19 de febrero la agrupación mexicana Pxndx debía presentarse en el Teatro Metropol, tal y como estaba programado desde agosto de 2015 y no en el Royal Center, como finalmente sucedió. La misma situación se dio con el concierto de Matisyahu, quien debía estar el 29 de enero en el teatro de la 24 con 6 pero 15 días antes de la presentación se cambió abruptamente el lugar y al final se presentó en la Bolera San Francisco.

En ambos casos, la reprogramación se debía a un cambio en la situación contractual del teatro. Hasta la segunda semana de enero, Felipe Guerra, el anterior administrador del lugar, tenía un acuerdo con los propietarios del Metropol que le permitía organizar eventos musicales en este escenario, en donde se habían presentado artistas de talla internacional como Calle 13, Apocalyptica, Los Cafres o Metronomy, y otros de la escena musical local como Kraken, Electric Sasquatch o La pestilencia.

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Presentación de Metronomy en el Metropol. Foto: Ricardo León Jatem.

 

 

Desde mediados de enero todo cambió: los propietarios del teatro hicieron un nuevo negocio y ahora se escucharán los cantos y oraciones de la Casa de Amor y Restauración, una iglesia cristiana que apareció con una mejor oferta sobre el precio de arrendamiento del Metropol. Actualmente, comparado con lo que pagaba Felipe Guerra de arriendo, la iglesia cristiana le está pagando un tercio más a los dueños del teatro, y ya no se verán más conciertos en este escenario, que vibró por última vez con un grupo argentino de cumbia villera que trajeron las barras del Santa Fe.

Sin metal, rock ni cumbia, el teatro ahora está destinado a rendirle culto a Jesucristo. Y así será, al menos, durante los tres años siguientes, que es el tiempo en el que la iglesia tendrá derecho a utilizar el lugar.

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Este es uno de los afiches que ahora se encuentran a la entrada  del Metropol. Foto: Kicho Kubillos

 

 

 

Los más afectados con el cierre del Metropol para presentaciones musicales son los grupos de la escena underground y los empresarios que se encargan de promover esta movida en la ciudad. “Para nosotros, los medianos empresarios del rock under, fue una pérdida fatal. Es el único lugar en el centro con un aforo de 2.000 personas y que no cobraba un ojo por el sitio”, dice Andrés García, un organizador que ha traído grupos el finlandés Children of Bodom y el mexicano Molotov.

Uno de los atractivos que tenía el Teatro Metropol como recinto de conciertos era su bajo precio en comparación con otros escenarios. “Yo tenía una tarifa de entre 10 y 14 millones de pesos que incluían vallas, muros, logística y puestos de salud durante 24 horas”, comenta Felipe Guerra. Ese precio no incluía la producción de sonido, luces, tarima, ni consumo de bebidas, como sí sucede en el Royal Center, que cuesta entre 30 y 40 millones de pesos, o el Down Town, que cobra 25 millones de pesos por show.

“El problema con los eventos que se realizan en la capital es que no hay en donde hacerlos"

“Si en el Down Town pagas 100 pesos, en el Metropol pagabas 30 pesos; entonces es una diferencia de casi el 70% en el alquiler del sitio”, dice Andrés García, que había planeado siete eventos en este recinto y ahora está en dificultades para encontrar uno nuevo. “Los costos se me triplicaron y no todos los sitios son capaces de prestarlos para conciertos de rock o metal”, dice.

El bolsillo del público también se afecta por el incremento en los precios del alquiler del lugar. “Si desde el principio el concierto de Matisyahu hubiera sido en la Bolera San Francisco, habría costado $100.000 y no $75.000, como se había acordado al inicio con el Metropol”, explica Felipe Guerra sobre los precios, que se mantuvieron para no generar malentendidos con el público. La boleta se debe ajustar a los costos de producción que pone el sitio alquilado. “El alquiler del Royal Center cuesta 40 millones de pesos con producción, y a partir de eso, se debe definir el costo de la boleta para cubrir esos gastos”, afirma Daniel Guevara, que lleva ocho años gestionando eventos y colaboró para traer a Dread Mar I y Los Cafres, que se presentaron en el Metropol. 

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Cientos de personas disfrutando de un buen concierto de Metronomy en el Metropol. Foto: Ricardo León Jatemt

 

La ausencia del Teatro Metropol representa una reducción en las ventas de boletería, pues la capacidad en otros escenarios es menor y también se incrementan los costos de alquiler. Estos efectos acentúan el problema, ya bien conocido en Bogotá: no tener escenarios habilitados para conciertos. “El problema con los eventos que se realizan en la capital, es que no hay en donde hacerlos. No existen condiciones propias en los lugares que sí tienen la capacidad”, dice Daniel, quien como los demás organizadores, busca realizar eventos de mediano impacto y no tiene lo recursos suficientes para hacerlos en otros escenarios, como las características del Teatro Metropol, convertido hoy en un lugar de rezo y alabanza a Jesús.

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