Los autorretratos gigantes de un hombre pequeño
Antes de empezar a hacer autorretratos, Santiago Forero fue criticado en la universidad por tomar fotografías que evidenciaban (y ridiculizaban) comportamientos de la cultura gringa. Hablamos con un artista visual bogotano que ya ha expuesto en el Station Museum of Contemporary Art (Houston), en el Mexic-Arte Museum (Austin) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, entre otros espacios.
Santiago siempre ha estado obsesionado con la cultura estadounidense sin saber realmente por qué. Uno podría pensar que esa obsesión devino de las constantes visitas a Estados Unidos que realizó junto a su familia durante la niñez, o del hecho de haber estudiado en Los Nogales, un colegio bilingüe que orienta su educación hacia las costumbres norteamericanas.
La mayor parte de su obra fotográfica la produjo mientras cursaba una maestría en la Universidad de Texas (Austin), que finalizó en 2010. Un día, durante la entrega de I want to live in America (una serie que ridiculiza sucesos y estilos de vida norteamericanos, como la masacre de Columbine), un profesor le dijo: “Oiga, ¿qué está haciendo? Usted está en territorio gringo”. Santiago le respondió que simplemente estaba tomando fotos.
Fotos a partir de ciertas ideas que tenía en la cabeza.
Shooter
Broadway
Este artista visual de la Universidad Javeriana ya había transitado las vías de la rebeldía visual con su tesis de grado, Sureño Americano, una investigación que lo llevó a la conclusión de que los inmigrantes no persiguen ningún sueño y que simplemente van a Estados Unidos para ganar plata y después devolverse a sus países de origen.
Después de todo el alboroto causado, la cámara de Santiago dio, literalmente, un giro de 180 grados. Teresa Hubbard, profesora de la maestría, le dijo: “Usted le está poniendo un espejo en frente a todo el mundo. Les está diciendo: ‘Miren, véanse. ¿Qué pasaría si ese espejo se volteara?”
Su obra, entonces, pasó a ser el espejo de un artista visual bajito con una carga crítica y humorística clara y una dirección de arte de alto calibre. ¿Qué refleja su serie de autorretratos Action Heroes?
Action Heroes tiene mucho de I want to live in America y Sureño Americano. Una de las piezas se llama ‘Illegal Immigrant’ (risas). ‘The Riot’, por ejemplo, tiene que ver con las diferencias entre Colombia y Estados Unidos, en donde nunca se ve a nadie echando papa bomba. Quería que se viera como una revuelta de la Nacho, pero colorida y llamativa, y con el estilo publicitario de Hollywood.
Firefighter
¿Cuáles fueron sus referentes?
Esto es Campy Shooting, un genero con el que denominaron el cine que hacía John Waters, creador de ‘Pink Flamingos’, y en el que parece que la puesta en escena no tiene errores, pero sí… y muchos. En ‘Vietnam’, una de las piezas de mi serie, lo que se ve atrás no es un río en Vietnam, es un caño cualquiera. No me gusta que mis fotografías sean perfectas.
Vietnam
¿Dónde expuso la serie? Texas es un Estado bastante conservador. ¿Hubo polémica?
Primero se expuso en el Mexic-Arte Museum, en Austin, y luego en el Station Museum of Contemporary Art, en Houston, el cual exhibe obra de artistas internacionales que trabajan temáticas sociales. Y sí, Texas es un Estado conservador, pero la gente es educada, hay muchas galerías y, aunque la serie causó controversia, la recepción no fue negativa.
Russian Nuclear Plant
¿Cómo financió la producción de Action Heroes?
Cuando me aceptaron en la Universidad de Texas, me dijeron: “Bueno, primero que todo le vamos a cobrar tarifa como si fuera residente del Estado; segundo, le vamos a dar un trabajo como asistente de profesor; tercero, le vamos a dar una beca para arrancar. Cada seis meses el comité de becas pasará por su estudio a evaluarlo y si éste ve que usted puede seguir produciendo, le damos más plata”. Así fue como pagué mi obra. Eran como 6.000 dólares semestrales.
Illegal Immigrant
¿Y en las galerías y museos donde expuso le tocó correr con algún gasto?
Yo les proponía un negocio: “Si ustedes corren con los gastos de la impresión y la enmarcación, yo les dono una obra”. Siempre me funcionó. Obviamente aquí en Colombia no es igual. En mi última exposición yo le dije lo mismo al galerista, que me respondió: “¿Qué? ¿Usted está loco?” (risas). Exhibí las piezas sin enmarcar, empelota. No fue la mejor forma, pero me interesaba exponer porque mi obra no se había visto acá.
¿Qué cámara usó para esta serie?
Mis compañeros de posgrado me dijeron: “Aquí todo el mundo trabaja con cámaras de placa”, y son esas en las que el fotógrafo se cubre con una cortina, solo se pueden usar con trípode y muestran la imagen al revés. El proceso de tomar fotos es lento, pero mucho más minucioso. En una cámara de 35 mm se puede ser más ágil, pero es que al artista visual la cámara de placa lo hace ver de otra manera. Es una cámara que permite imprimir fotografías del tamaño de una pared.
"Hoy en día cualquiera puede tomar una fotografía y a los que ya sabían de fotografía les toca repensar, explorar y experimentar"
En Action Heroes no era conveniente usar este tipo de cámara porque había mucha acción y normalmente se emplea para fotografía de arquitectura, pero usar una cosa para la que no se usa puede dar buenos resultados y yo quería las fotos inmensas.
Midnight Rider
Rancher
¿Y sigue usando cámara de placa?
No, ahora no. En esa época estaba en un lugar privilegiado. Esas cámaras son costosas y en Bogotá solo queda un lugar en el que revelan película y no es bueno. Es un lujo que solo se pueden dar los grandes fotógrafos contemporáneos.
Es una puesta en escena muy elaborada la de Action Heroes. ¿Contó con ayuda?
Sí, en ‘Riot’, por ejemplo, trabajé con varias personas. Detrás de mí había un amigo que se encargó del fuego, debajo de la cámara había una amiga con un fleir de humo, había otra persona en cámara… Era como una mini-productora de películas.
Riot
¿Qué vino después de esta producción?
Al hacer Action Heroes y Ambigous Pisser (una serie fotográfica en la que Santiago se retrata orinando monumentos y lugares respetables de Estados Unidos) me di cuenta de que mi figura por detrás es súper rara. Yo nunca me había visto de espaldas. Como tengo un cuerpo pequeño y no estoy mostrando el rostro, no se sabe cuántos años tengo. Puedo ser un niño, un adolescente o un adulto. En A story about gnomes quise violar las reglas de Kodak: “Nunca centre al sujeto, póngalo a un lado, nunca le tome la foto al sujeto de espaldas”, etcétera.
En esta serie trabajé con mi sobrina (quien en ese momento tenía tres años) y fue muy difícil. Le decía: “Ponte de espaldas”, y ella me respondía: “¿Cómo así? ¿Por qué de espaldas? ¿No te gusta mi cara?” (risas).
La serie cuenta con cinco fotos, pero en realidad fueron seis meses de trabajo. También era película. No sabía qué iba a salir hasta que revelara los rollos. Lo interesante fueron las parejas de fotos que encontré y que no recordaba haber hecho, sobre todo porque eran momentos y ciudades distintas. A veces las cosas sin tanta planeación pueden salir mejor.
Berklee-Ambiguous Pisser
A story about gnomes
Se dedicó al autorretrato. ¿De qué se trató su tesis de posgrado?
Me dije: “Voy a retratarme haciendo una serie de deportes que no podría practicar porque yo no calificaría para los Juegos Olímpicos”, tal vez en, ¿cómo es que se llama eso?, ¿los Paralímpicos? ¡Los Olímpicos Especiales!
Quería que todo se viera muy falso. Por ejemplo, los anillos del logo están hechos con sellos de papa y están al revés. En ‘Hammer’ el chaleco está hecho con el material de un costal. En ‘Rings’ las correas son de amarrar carga…
Hammer-Olympic Games
Rings-Olympic Games
Regresó a Colombia y, después de una larga temporada sin producir obra alguna, realizó Cell-portraits…
Fue mi primer trabajo serio después de hacer la maestría. Ya no tenía todas las herramientas que tenía en Texas. Más o menos yo había hecho fotos como los traquetos: disparando al aire. Cuando llegué acá me estrellé y me demoré tres años en reacomodarme. En esta serie usé un celular que mi papá me regaló y que tiene una cámara de 40 megapíxeles, una cosa absurda. Un día empecé a tomarme selfies en un baño y me pregunté: “Bueno, ¿qué pasaría si no saliera en la foto?”. Fue un trabajo de un año.
Cell-portraits
Y en este caso no le puso el espejo a nadie.
No, en este caso el espejo está por todos lados. Hay muchos mensajes: el que se está tomando el selfie puede ser cualquiera.
Usted, se podría decir, desató todo el escándalo que envolvió al ex gobernador de Cundinamarca, Pablo Ardila. Las fotos que le tomó, además, lo hicieron acreedor de un Premio Simón Bolívar.
Fue mi primer trabajo. Lo que me llamó la atención de esa sesión no fue el personaje, sino esa mansión llena de cabezas de animales muertos por todos lados, y entonces lo que hice fue echarme para atrás, abrir el plano. No le hice más retratos. Quería que se viera la jirafa cortada en dos y los asientos de pata de elefante.
Publicaron las fotos y luego una amiga me llamó -creo que yo estaba en el dentista- y me dijo: “Santi, están hablando de las fotos que le tomaste a Pablo Ardila en La W… No te imaginas el bollo que se acaba de armar”. Luego un grupo de periodistas investigó mejor la vaina, me gané el premio, y pasó lo que pasó (risas). Ese fue el primer trabajo de revista que hice… y el último.
Esta y otras fotografías de Santiago a Pablo Ardila fueron publicadas en el artículo "Pablo Ardila, pobre niño rico", en la Revista Don Juan
También es profesor de la Javeriana de Fotografía Digital e Introducción a las Artes Electrónicas. ¿Qué le ha dejado esta experiencia?
El hecho de que haya una exposición en la universidad y que los “chinos” cuelguen sus fotos, comenzar una discusión… eso es algo que me nutre demasiado. Creo que están pasando cosas muy interesantes con la fotografía relacionada a la academia, en la cual toca ir más allá. Hoy en día cualquiera puede tomar una fotografía y a los que ya sabían de fotografía les toca repensar, explorar y experimentar.
¿Qué vamos a encontrar en Tactical Disappearance, la serie en la que está trabajando?
A veces, cuando llego a un lugar, llamo mucho la atención de la gente, pero luego de unos minutos lo superan (risas). Entonces me pareció chévere hacer una serie en la que yo pueda ir desapareciendo en el espacio, pero camuflándome super mal.
Por ejemplo, en una estoy detrás de una bola gigante, pero igual se me ven los pies; y en otra estoy debajo de una capa, pero se me sigue viendo uno de los brazos. Sigo trabajando en esta serie y vamos a ver a dónde me lleva. Es una de esas ideas que uno dice "toca hacerla a ver qué pasa”.
Tactical Disappearance
Santiago es un tipo bastante premiado:
2012 / Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por Mejor trabajo periodístico hecho exclusivamente para Internet.
2010 / Artist of the year Photography, Austin Visual Artists Awards.
2008 / Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por la mejor fotografía publicada en prensa, Bogota.
2008 / Premio Nacional de Periodismo CPB (Círculo de Periodistas de Bogotá) por la mejor fotografía del año, Bogota.
2005 / Mención especial Concurso Nacional Otto de Greiff Mejores Trabajos de Grado
Entrando a este link podrá revisar todo el portafolio de Santiago.