Aún es posible comprar porno vieja escuela en Bogotá

Las películas triple X son cada vez más explícitas, y desde que la pornografía virtual es tan accesible las revistas eróticas han perdido audiencia. Sin embargo, en Manualidades (avenida 19 #12-16) uno consigue desde revistas softcore hasta videocintas hardcore setenteras, ochenteras y noventeras. 

Entrada del local ubicada en pleno centro de Bogotá.

Desde hace más de 30 años, este lugar se ha encargado de conservar los clásicos de la pornografía en VHS, casetes, betacams, cómics y revistas en blanco y negro. Recordemos que el vino añejo sabe mejor.

En 1940 llegaron las primeras salas x clandestinas al país, en las cuales se proyectaban cintas europeas. El valor de la entrada en estos cines era siete veces mayor que el de una sala convencional.

 La primera persona que produjo porno en Colombia fue el jefe de prensa del Cartel de Medellín

 

La década de 1980 fue el gran momento del porno en Colombia: los cines que proyectaban esta clase de películas recibían casi 10.000 personas al día. La industria pornográfica, frente a semejante éxito, se auguraba vida eterna. Sin embargo, con la llegada del VHS, la gente empezó a preferir el alquiler de películas y muchas de las grandes salas se convirtieron en pequeñas cabinas privadas.

 Aunque la producción de pornografía seguirá evolucionando y tendremos mejor calidad de imagen (también imágenes más explícitas), con el paso de los años este pequeño antro bogotano es un tributo a la vieja escuela.

Este lugar también ofrece un archivo de películas en formato DVD.

En Manualidades las revistas, principalmente españolas, estadounidenses y colombianas, tienen un precio entre 5 y 10 mil pesos. Dimas Rubio, el administrador, explica que estas publicaciones son únicas y que con los altos costos de la  producción actual las importadas no volvieron a llegar al país.

Vale la pena recordar que la primera persona que produjo porno en Colombia fue el jefe de prensa del Cartel de Medellín, Edgar Roberto Escobar, quien reinvertía su sueldo para financiar películas triple x.

Internet se ha convertido en una herramienta útil para la masificación de la pornografía mundial de manera gratuita. Frente a semejante particularidad de una industria tan fuerte, Manualidades trata de recobrar lo clásico, las páginas, las historias largas que van más allá de escenas virales de un minuto que solo van al grano.

Por su antigüedad, muchas de estas producciones editoriales y audiovisuales se revalorizan, otras conservan sus costos originales y algunas terminan siendo más económicas. En ellas se habla de delirio anal, de la pistola más lenta del oeste y de las extrañas lamedoras. También hay un apartado de velludas, enanos e incesto.

En Manualidades también hay una sección de Playcolt, historietas de acción con visos eróticos creadas por el italiano Renzo Barbieri en 1972.

“Somos los únicos que vendemos este tipo de productos, ya que los lugares que están junto a nosotros son de tipo cristiano y evangélico. Esto es pecado… ¡para ellos!”, asegura Julio Roberto Galindo, uno de los encargados de la tienda. Tiene unos 80 años y lleva toda su vida dedicándose a esto. Él explica que las publicaciones más vendidas son Tacones altos (España), Playboy (Estados Unidos) y la revista Soho (Colombia). En Manualidades no solo encontrará material vintage, también se topará con uno que otro DVD.

Una particularidad: en medio del cuarto en donde se encuentran las películas hay un cartel que dice “Cumplimos con las normas del Código Nacional de la Policía”. No me consta, pero les creo.

Aquí va un brevísimo glosario para que se mueva como pez en el agua en las secciones de Manualidades:

BBW, Big Beautiful Woman, es decir, sexo con mujeres gordas y bellas.

Hairy, cuando el color del pelo es lo que importa.

Piefotofilia es todo el video de excitarse con los pies.

Altocalcifilia, la atracción por los zapatos de tacones altos.

Y Virgofilia sobra explicarlo.