Ud se encuentra aquí INICIO Opinion Salsa Choke Sabor Del Barrio

Salsa choke, sabor del barrio

Esta es la defensa que Jacobo Vélez, uno de los músicos caleños más importantes de los último años, hace de la salsa choke. Este ritmo, originario de la capital del Valle y con más de seis años de historia, desde hace algunos meses es el centro de una agitada polémica entre quienes reconocen su aporte y los que piensan que no representa la salsa hecha en Cali.

La música como la comida se cocina. Sus ingredientes normalmente llevan años servidos en las pistas de baile, sonando en emisoras o visitando salas de concierto; incluso, a veces, están en el corazón de una ‘selva’ resguardada por abuelos y aprendices.

Los cocineros van desde eruditos chefs hasta seres humanos humildes con nulos conocimientos musicales. Pero, casi siempre, cuando nace un género no es parido por un solo jefe de mesa; es preparado por toda una comunidad, normalmente chocando con otra y, en el mejor de los casos, fusionando de manera natural los encuentros culturales. De estos fenómenos nacen expresiones populares, platos que finalmente son aprobados por el bailador quien, si está bueno, se lo ‘come’ entero. Esta aceptación del público está aferrada al contexto y depende de él.

Es el caso de la salsa choke, cocinada en el calor de las entrañas del oriente caleño donde aún se siente el sabor del África que migró a América y al que se le sumaron ingredientes como la música del Pacífico, la salsa neoyorquina de la década de los 70, el pilón cubano, el hip hop gringo y el reggaetón puertorriqueño. Un sancocho que cuenta historias y que hirvió en el barrio Agua Blanca y sus alrededores.

El plato ya esta servido e incluso fue a Brasil en pleno Mundial de Fútbol para que el mundo entero le diera una probadita. Los puristas, músicos, musicólogos, bailarines y público en general aparecen hoy a un lado y al otro de un debate sobre la pertinencia de esta nueva receta. División que me trae a la memoria la revolución del Be Bop: rechazada en los años cuarenta por la plana mayor de los críticos de jazz, compuesta fundamentalmente por personas blancas. Guardando las proporciones en términos de complejidad musical y contexto, siento que en Cali se vive algo parecido con la receta expuesta por la salsa choke, unos la aman y otros la odian.

Pienso que aquellos que critican el género podrían, desde su perspectiva, proponer algo para degustar este plato que echa vapor. Si definitivamente no les sabe bien pueden seguir comiendo arroz con habichuela y carne guisada. Y a los productores de este nuevo estilo les diría que trataran de acercarse a la disciplina y complejidad de la buena salsa, aunque también pienso que su encanto está, precisamente, en su sencillez, en ser básico sin la pretensión de mostrar virtuosismo.

Mi gente, la música como la comida se cocina y cuando el barrio habla, hay que parar oreja.

Más información de Jacobo Vélez y la Mambanegra aquí.

Comentar con facebook

contenido relacionado