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Palabras de consuelo para todos los mariquitas de Colombia

Así le responde un escritor barranquillero a un columnista que despotrica del Día del Orgullo Gay.

¡Hermanas! Atended el llamado. Dejad por un instante vuestras más arduas diligencias y escuchad a esta humilde vocera que viene con terribles noticias. ¡Salid de donde estéis! De las cloacas abismales, de la noche eterna en el videobar, de las peluquerías desvencijadas, de los resbaladizos túneles de Lesbos, de las periferias, de los baños públicos, de las cárceles, del fondo de la tierra, de donde estéis metidas salid y poned atención, porque lo que tengo que decir hará estremecer vuestras afligidas humanidades. 

Hermanas, ahora que tengo toda su atención, paso a informarles que el advenimiento de una nueva raza gay es inminente. Una raza de hombres puros, masculinos, perfectos y llenos de gracia, en cuya estética viril no hay cabida para nosotras. Porque somos los “raros” de la feria ambulante, el freak show para el ojo inquisidor de lo políticamente correcto. ¡Y sí qué lo somos! Las más raras de todas. Tenemos largos cuellos de jirafa, ceñidas plumas nacaradas, arqueadas garras de buitres para desollar el cadáver de quienes nos censuran. Poseemos aletas y cuernos que traspasan nuestra piel: respiramos bajo el agua, urdimos bajo la tierra. Y por ello somos una vergüenza. Por ello escupen el agua con que rebautizamos nuestras diversas identidades. 

"Porque somos los “raros” de la feria ambulante, el freak show para el ojo inquisidor de lo políticamente correcto. ¡Y sí qué lo somos!"

A la cabeza de esta estirpe de gais bien nutridos está Germán Mejía Vallejo, el autor de la maledicencia, de la columna de opinión con la que intentan quebrarnos el espinazo. Bajo el título Día del Orgullo Gay: ¿una marcha por los “derechos” o un desfile de “mariquitas”?, han dejado saber cosas que os pondrán la piel de gallina. He aquí las más terribles. Con respecto a vuestras marchas, dice “Her-man”: “Yo no entendía qué querían mostrar en sus fotos y vídeos; cuál era el concepto bajo el que guiaban el encuadre y, aún sin saber de ley de tercios o profundidad de campo, sí sabía que las fotos tenían de todo menos contenido y seriedad. Hombres desnudos, mujeres disfrazadas de camioneras, prospectos de travestis emulando la peor escena de cabaré y un séquito casi inacabable de afeminados engrosaban la marcha donde se veían ríos de homosexuales y unos pocos heterosexuales que solo gritaban arengas despectivas y tiraban papelitos de colores, harina y donde destilaban vulgaridad…”  

¡Callaos! ¡Orden! ¡No perdáis la cordura! Y tú, Paloma, deja de llorar, hermana, y ya que has llegado aquí desde el inframundo, que esas palabras no te hieran, que ya fue suficiente con las setenta puñaladas de homofobia que te llevaron a la tumba. Que esas palabras no perturben nuestro sueño.

¡Silencio! Ya lo dijo nuestra reina Lemebeliana: “pero no me hable del proletariado, porque ser pobre y maricón es peor que cualquier cosa”. Nosotros no le odiamos, señor Her-man, conocemos a las de su linaje. Las hemos visto de reojo, esclavas del capitalismo y del gimnasio, que ha endurecido sus tristes almas. Las hemos observado en silencio, a la entrada de los bares gais más excluyentes, cuando el portero dice: “Nos reservamos el derecho de admisión”, y ustedes nos echan un vistazo y se llevan la mano a la nariz como quien destapa una lata de comida vencida. Porque no somos tan mozos ni tan a la moda. Ya estamos acostumbrados, es una lástima no entrar en su reino. Insisto, no les odiamos, solo nos limitamos a verles de lejos, en la alta madrugada, dando tumbos, pidiendo un taxi, o en el amanecedero a donde llegan anestesiadas de tanta música electro y emoticones multicolores en forma de píldoras. 

¿Por qué tanta rabia, señor Her-man? ¿Qué tiene en contra de los afeminados? ¿A lo mejor de pequeño una plumita salió de su boca  y flotando llegó hasta los ojos de sus padres, haciéndoles perder el control? ¿Qué es un prospecto de travesti? ¿No será usted un prospecto de hombre heterosexual? Esos que argumenta en su texto que no andan haciendo marchas para reafirmar su identidad. ¿Será que no lo hacen porque viven en la normatividad? ¿Qué significa ser gay? Usted insinúa en su horrible escrito tener esa respuesta. Y seguramente la tiene.

Por último, chicas, si las he convocado a esta tribuna de letras es con el único objetivo de drenar el odio. Que nuestros pares ahora embistan contra vosotras no hará que dejemos de alzar la voz para denunciar o brindar consuelo. Y que la marcha o el desfile continúe. La pasarela de la reivindicación es larga. Ante esa nueva raza gay que tanto nos desprecia, no hay que poner la otra mejilla, pero tampoco pagarles con la misma moneda. Invito al perdón, a la conciliación, y recuerden aquello que le dice nuestro querido Philip Seymour Hoffman a los gais republicanos en la película Flawless: “mientras ellas, igual que nosotras, estén de rodillas haciendo un blow job, seguirán siendo también nuestras hermanas”.  

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