Ud se encuentra aquí INICIO Opinion Matrimonios El Negocio Del Entretenimiento

MATRIMONIOS, EL NEGOCIO DEL ENTRETENIMIENTO

El matrimonio siempre ha sido un acontecimiento para meterse la mano al dril. Faltaba más, si es un día para echar la casa por la ventana, porque uno solamente se casa una vez, dirían algunos. Hay culturas dentro de las que el gasto de la fiesta es casi superior o igual a lo que se tiene presupuestado para la educación superior de los hijos.

El matrimonio siempre ha sido un acontecimiento para meterse la mano al dril. Faltaba más, si es un día para echar la casa por la ventana, porque uno solamente se casa una vez, dirían algunos. Hay culturas dentro de las que el gasto de la fiesta es casi superior o igual a lo que se tiene presupuestado para la educación superior de los hijos.

Incluso, de un tiempo para acá, hay todo tipo de agencias que organizan la “fiesta ideal” para descargarle a la novia responsabilidades. Existe de todo. Gente especializada en organizar fiestas en la playa con orquesta, hora loca, máscaras y caldo de costilla para el guayabo. Gente encargada de organizar una fiesta entre cool y hipster a la que los novios llegan en bicicleta de canasta, vestidos como Simon y Garfunkel, donde la orquesta es un dj y las mesas son manteles de picnic regados por el piso.

El concepto mercantil de estos eventos es claro: hacer una fiesta particular, única, con un toque tan personal que no haya una igual. Por eso ahora hasta las invitaciones son tan personales que las viejas imprentas y tipografías están out. Ahora es muy común recibir un correo electrónico con algún video chistoso de los novios, una animación, algo muy informal pero totalmente personal. El sello de la pareja que se casa.

Por eso hoy en día poco se ve la torta de novia que tocaba dejar en remojo de vino ocho días antes del agasajo. Hoy es más común ver un montón de “cupcakes” con adornos personalizados a partir de los gustos de los novios, o hasta torta de chocolate con helado que desacraliza el ponqué de convento o de abuela con receta de bisabuela.

Pero esta onda “original”, “fresca”, “cool”, “chévere” de casarse no viene sola. Viene acompañada de una manera también “orginal” de pedir la mano, inspirada quizás en comedias gringas o en estas nuevas agencias organizadoras de bodas o en Hollywood. Ahora la pedida de mano es “rara”, se escriben extraños letreros “pop” que dicen: Would you marry me?, se esconden anillos en postres, se envían extraños mensajeros con la noticia.

Es un negocio gigante, que promete vender la boda del año con ese toque personalizado hipster que es más caro que contratar a Los Alfa 8 –ya viejos y desdentados– e irse de luna de miel a un plan todo incluido de algún Decamerón en el Caribe.

Yo estoy de acuerdo con que siempre es mejor el toque personal en todo, sobre todo si uno va a echar la casa por la ventana. Hacer las cosas como uno quiere es ser auténtico, eso no es nada nuevo, pero, al parecer, es un principio que el mercadeo está explotando ahora con bastante lucro. El problema ocurre cuando uno no sabe lo que quiere, no tiene gustos personales, no identifica particularidades en su conducta; en otras palabras: es uno más del montón.

Es entonces que, por más creativas que sean las productoras de bodas, no hay tendencia –hipster, o no– que logre hacer personal ni una boda, ni una declaración, ni siquiera una pinta matrimonial. Da la misma si se casan de frac o de saco de pana con tennis. Si brindan con champagne o con jugo natural de pepino, espinaca, apio, manzana y jengibre. No van a lograr la originalidad que les venden estas casas matrimoniales del entretenimiento.

Para mi próxima boda definitivamente no voy a contratar a ninguna de estas compañías chic de producción matrimonial. Es más, voy a montarles competencia. Lucharé porque se recupere el ponqué de vino y se prohíba el uso de tennis con pantalón de paño. Que si van a servir apio lo sirvan en la ensalada y que los únicos que lleguen en bicicleta sean los chicos del domicilio de la tienda cuando se acabe el guaro. Ahí perdonarán las sofisticadas organizaciones matrimoniales, pero no hay nada más auténtico que el guaro. El guaro mata todo, finca en Suesca con grupo de carranga hipster, cabaña playera al lado del mar con ejércitos de hombres en guayabera y lentes negros de marcos gruesos.

Qué irónico, parece que para montarle competencia a esta emergente y “original” industria matrimonial de entretenimiento solamente hay que evitar el cliché.

Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Cartel Media S.A.S

Comentar con facebook