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La impresión en papel no está acabando con el planeta

El papel necesita liberarse de varios mitos, entre ellos, el que asegura que para su fabricación se destruyen los bosques o que las comunicaciones electrónicas tienen menor impacto ambiental que las impresas. Para apoyar esto, en Colombia ya existen iniciativas que fomentan la producción alternativa de papel: usando los tallos de los claveles o la fibra de caña de azúcar. 

María Antonia León

Seguramente ha recibido correos que lo regañan en la firma indicándole que no debería imprimirlos, que piense en el planeta y que sea ecológico. Además de sentirse inspirado con el mensaje, ha llegado a considerarse culpable cada vez que su jefe le pide imprimir tres veces una misma carta porque tenía errores.

Le tenemos buenas noticias: imprimir no lo llevará al infierno. Es más, si lee este artículo aquí en la web, hasta podría generar un mayor impacto ambiental que si lo imprime: los dispositivos electrónicos también afectan el medio ambiente.

Según Two Sides, una organización sin ánimo de lucro que busca reducir el impacto ambiental de las empresas afiliadas, cada año se generan entre 20 y 50 toneladas de basura electrónica en todo el mundo, mientras el papel proviene de recursos naturales renovables y, en Colombia, el 47 % del papel y los impresos se reciclan para ser reutilizados.

“Con un tiempo de lectura de 30 minutos por día, el impacto ambiental de un periódico publicado en la red tiene, en general, el mismo rango de impacto que un periódico impreso”, anuncia un informe del Swedish Royal Institute for Technology.

Otro ejemplo de mitos que se tejen alrededor de la producción de papel es que contribuye con la deforestación. En realidad, la deforestación se genera por plantaciones, minería o extracción de madera ilegales, incendios forestales o construcción de infraestructura. Además, solo el 7% de los bosques del mundo constituye área forestal.

Cabría preguntarse entonces, ¿cuál es el impacto real de la fabricación de papel y de las impresiones?

“Esta industria presenta varios aspectos ambientales significativos, como el uso de agentes blanqueadores para la celulosa con el fin de lograr hojas de papel inmaculadas, y las tintas obtenidas por procesos de síntesis química, que son compuestos no naturales de difícil degradación ambiental”, explica el profesor Cristian Julián Díaz, director del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central.

La buena noticia es que en nuestro país se han adelantado varias iniciativas para aprovechar el papel. Algunas veces se convierte en materia prima de otros productos, y otras, se obtiene a partir de materiales poco convencionales.

El papel se puede producir de muchas maneras. Una investigación de la Universidad Nacional determinó que la fibra de los tallos de los claveles, por ejemplo, podía ser una.

En la sabana de Bogotá se desaprovechaban toneladas de desperdicio de los tallos, aquellas partes que no permitían el buen desarrollo del clavel, pero ahora un porcentaje de estos se utiliza para hacer papel de empaque, lo que genera empleo y contribuye con el medio ambiente.

Otra empresa colombiana se dedica a la fabricación de lápices y esferos a partir del papel reciclado de las oficinas. ELE de Colombia es un emprendimiento que optimiza los cientos de miles de hojas que muchas empresas del país gastan en facturas, contratos, informes y otros documentos.

Esta microempresa, que tiene dos años en el mercado, también fabrica eco-libretas: tienen portadas de disquetes y papel que se produce de la fibra de la caña de azúcar, un papel con el cual no se tienen que “talar árboles”, ya que hace uso de los residuos de la producción de la caña.

Eco-lógica, una iniciativa ciento por ciento bogotana, también le apuesta a productos biodegradables y autosostenibles, desde colores hasta bolsas, cajas, cuadernos y hojas de papel producidos con fibras naturales y sin el uso de químicos.

Según la ANDI, entre 2010 y 2013 la industria papelera en Colombia aumentó en un 24,7% la recuperación de residuos y redujo en un 33% los residuos no recuperables. Eso indica que, en materia de reciclaje, el país está avanzando.

Imprimir o no imprimir, esa es la cuestión. Es difícil saber cómo contaminar menos (nuestra sola existencia ya contamina), pero un buen comienzo puede ser apostarle a las iniciativas de producción autosostenible.

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