En 2009, después de regresar definitivamente de un exilio político en Venezuela, España y Argentina, Marco donó parte de sus ahorros y con lo que le quedó y un préstamo familiar abrió la que se ha convertido en una de las librerías/editoriales más relevantes de Bogotá. “Más que editores, somos saboteadores culturales y el saboteo cultural consiste en romper el canon establecido por la cultura actual, una cultura arribista, esnob y de lugares comunes”.