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Fotos por Felipe Urrego / @afelipeurrego

“Somos les que no estamos conformes con ustedes y estamos aquí para combatir”: la Contra Marcha

Este año y paralela a la tradicional marcha del Orgullo salió a las calles la Contra Marcha, un movimiento colectivo que nace para recoger a quienes no se sienten representados por un movimiento LGBTIQ+ que, según dicen, es cada vez más institucional y excluyente.

Daniela Pomés Trujillo / @danipomes

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El pasado domingo 4 de julio tuvo lugar en el centro de Bogotá la marcha del Orgullo con su habitual despliegue de color, música y performance. Sin embargo, ese día un grupo irrumpió en la movilización y con la lectura de un manifiesto incomodó a muchos exponiendo los privilegios de algunos de los asistentes. La Contra Marcha llegó este año para abrir y construir colectivamente ese espacio tan necesario para todos los que no se sienten representados por el “Pride institucional”, como llaman a esta celebración. 

Para muchos la marcha tradicional del Día del Orgullo se ha convertido en un espacio institucional. Además de ser una acción dominada por hombres blancos y marcas que se apropian de las luchas, otros cuerpos y otras formas de ser también han sido excluidas. Esto ha generado acciones y movimientos alternativos que luchan por la reivindicación de los derechos ahí donde otros ejercen el privilegio. Yo Marcho Trans, la Marcha del Sur y hoy la Contra Marcha, son algunas de estas iniciativas con las cuales muchas personas han logrado irrumpir en los espacios blancos y masculinos que les han excluido.

(Lea ‘Volver a las calles para exigir justicia: así fue la quinta marcha trans’)

Juanes de 20 años, quien hace parte del comité político de la Contra Marcha explica que la idea de hacer una marcha alternativa no es nueva, sino que se ha venido realizando en diferentes ciudades y ediciones del Día del Orgullo. Esto demuestra que el sinsabor con respecto a los intereses que representa la marcha tal como existe hoy en día es generalizado y viene de hace tiempo. 

Juanes cuenta que el origen de la Contra Marcha se dio a partir de una convocatoria por redes sociales hace aproximadamente ocho meses. Dicha convocatoria estuvo ligada a las condiciones actuales del país y al crecimiento de la organización social en los últimos años. En principio personas como Juanes que ya tenían cierto recorrido en procesos sociales y comunitarios buscaron ampliar los lazos que ya tenían apostándole a la creación de redes conjuntas mucho más amplias. “Los principios iniciales son la horizontalidad y el asamblearismo” cuenta elle. Agrega que, a modo de organización, se fueron creando comités específicos. 

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Ruda de 27 años, trabajadore social relacionade con procesos populares y comunitarios desde hace años y parte del comité de comunicaciones de la Contra Marcha, cuenta que para dividir las tareas se crearon formularios en los que las personas interesadas podían inscribirse para pertenecer a alguno de los cinco comités que crearon: logístico, político, de comunicaciones, económico o artístico. 

“Inicialmente lo que se quería era realizar una apuesta política el día del Pride con tantas visiones, aristas y perspectivas. Recoger a las personas disidentes de género y de sexo, a las machorras, las maricas, a todes los que no nos sentimos identificadas con lo que el Pride se ha convertido”, cuenta Diego, estudiante de 25 años.

Para Diego, las personas que conforman este movimiento naciente y que llegaron a ser más de mil en diferentes trayectos de la marcha del 4 de julio, son aquellas que, como bien dice, incomodan incluso en estos espacios. La Contra Marcha, explica, es el lugar para “la marica fea, la marica gorda, la marica negra, la marica que no se viste como Theatron lo exige, la marica que no cumple con los estándares, la marica ñera, vieja, porque las maricas y las travas viejas son discriminadas por estos espacios diversos”.

Por otra parte, Tulix, arquitecte y artiste de 22 años, militante desde lo queer y parte del movimiento estudiantil desde hace más de cinco años, explica que una de las grandes críticas que le hacen al movimiento LGBTIQ+ que constituye el Orgullo es el blanqueamiento o la liberalización de los discursos. Según explica, el Día del Orgullo se ha convertido en un escenario que invisibiliza o desaparece formas de organización como las que promueven desde la Contra Marcha. 

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“Nosotras le hacemos frente desde las formas en las que construimos organización y tejido social. Creemos en el asamblearismo, en el apoyo mutuo y la autogestión y en la acción directa como forma importante para estallar debates. La Contra Marcha es una expresión de eso, del actuar directamente, interpelar de frente, bloquear, rayar, el ser más abiertas a las formas de movilización que no son aceptadas por la gente de bien y que no entran en la regularización que el Estado hace de la movilización”, explica Tulix.

Esa acción directa a la que se refiere tiene que ver con la rabia y el inconformismo desde donde nace, más que con la forma de la acción en sí. Para elle se trata de chocar y de incomodar independientemente de cómo se haga. Tumbar un monumento dice, es una forma de acción directa que motiva ciertas discusiones, así como leer un manifiesto o hacer un acto performativo en tanto interpela directamente a la realidad y al privilegio de algunas personas. “Esto no fue una fiesta o un carnaval cómo ha sido el 28 de junio, sino que fue una revuelta, un tropel de inconformidad y rabia”, agrega Diego.

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La Contra Marcha logró frenar por unos minutos la movilización gigante del Orgullo a la altura de la carrera séptima. A pesar de la música fuerte que venía de las camionetas de algunos asistentes y de la reacción violenta de unos cuantos, irrumpieron en el medio de la celebración para leer en voz alta su manifiesto y llevar a cabo el performance con el que a punta de música y exploración corporal buscaban personificar la opresión especista, el imperialismo y los modelos culturales impuestos por el norte global. Hablaron también de religión, de la policía, de racismo, fascismo y capitalismo, entre otras cosas. 

Además de enunciarse desde el asamblearismo y la horizontalidad, la Contra Marcha se reconoce como un rostro colectivo por las circunstancias propias que definen la protesta social en un país como Colombia, más aún después de lo evidenciado en materia de violación de derechos en el contexto del Paro Nacional. 

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Teniendo en cuenta que movimientos similares en sus objetivos han surgido anteriormente y que a excepción de la Marcha Trans no han durado más que una edición del Día del Orgullo, la Contra Marcha busca establecer unas bases fuertes desde ahora para darle continuidad y para tener agenda más allá de una movilización anual. Cuenta Juanes que entre sus planes está la construcción de escuelas para rescatar, recordar, crear y mantener la memoria de resistencia marica disidente a partir de la pedagogía y articularse con diferentes movimientos políticos y sociales a lo largo del año. 

(Conozca el ‘Frente de resistencia transfeminista marikón, cuerpas agitadas y dignificadas’)

“Hemos tenido un alcance considerable en redes sociales, el hecho de haber logrado frenar el Pride, que mil maricas hayan bloqueado la marcha institucional que se hace desde hace muchos años, hacerles cambiar de carril, eso fue algo que dio mucho de qué hablar. Captar toda esa atención enciende una llama. Realmente le hemos metido las uñas y vamos a seguir haciéndolo porque creemos que es muy importante quitarle la máscara al Pride y convertirlo en lo que es: una lucha. No estamos celebrando nada”, agrega Juanes.

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Por último, reconocen que el capitalismo puede tener mucha incidencia en los movimientos sociales incluso al punto de apropiarse de ellos, para la muestra el pinkwashing y consideran que ese ha sido y es uno de los grandes problemas que aquejan al movimiento LGBTIQ+ hoy en día. La celebración del Pride, dicen, se ha volcado sobre el comercio, lo que fortalece estereotipos y estándares de belleza que están ligados al consumo y al poder adquisitivo, es la mercantilización de la lucha. 

(Lea ‘La nociva mercantilización del feminismo y las luchas LGBTIQ+’)

Esto no significa que elles nieguen la importancia histórica que tiene la marcha del orgullo gay y los avances en materia de inclusión a los que esta de alguna manera ha aportado. Para Diego –quien aclara que no están en contra de las personas gais, sino del espacio elitista y excluyente en que se ha convertido el Día del Orgullo–, “el Pride es un espacio que abraza a personas que recién se están descubriendo, pero no es un espacio en el que uno se deba quedar”.

Por su parte Tulix agrega que “no sé puede negar que la marcha se ha construido con trabajo colectivo y trabajo de organizaciones que en su momento fueron las más fuertes, constituidas por personas blancas y gais más privilegiados y con más facilidades para la organización, pero ahora es una expresión muy fuerte de cómo el capitalismo se apropia de estos espacios”. 

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Para finalizar, Tulix resalta la idea de que la organización social se construye con y en el trabajo colectivo y sus compañeres le respaldan en esta idea que puede parecer cliché pero que no por eso es menos real: que “la unión hace la fuerza”. “No es sólo lo político por lo político sino volverlo personal político como lo dictan los valores del feminismo que también se expresan en este tipo de organización. La amistad construye tejido social muy fuerte”, concluye.

Ahora sólo resta esperar que un espacio tan importante y necesario como el que la Contra Marcha propone encuentre la manera de trascender el 28 de junio (o el 4 de julio en este caso) y consiga establecer una agenda incidente y duradera. Así, quienes no encuentran representación en el movimiento LGBTIQ+ podrán disponer de sus propios espacios de construcción colectiva y de reivindicación en los que se les permita ser más allá de estándares forzados y estereotipos.

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