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Foto de Daniel Sierra

Esa gran nación dispersa llamada Hip hop: una charla transnacional con Apolonia Guilarte

Parece una mujer sin patria porque es una en sí misma: venezolana criada en Alemania y adoptada durante un tiempo por Cuba, exintegrante de La Corte (un estandarte del rap venezolano), Clara “Apolonia” Guilarte es una de las gestoras del hip hop más relevantes en la escena latina a partir de la pedagogía y la producción. “El hip hop es político y nace porque el Estado le falló a un espacio determinado de una ciudad”.

Julián Guerrero / @elfabety

Apolonia, su amiga Ellen y yo vamos en un taxi hacia Kontra, una marca y tienda de ropa urbana que, entre otras cosas, vende algunos productos de la Fundación El Canserbero, la que sus familiares y un grupo de amigos de Tirone González (entre ellos Apolonia) fundaron tras su muerte (aún sin esclarecer) en 2017. Es el único día que tiene libre en Medellín, mañana en la mañana grabarán un tema con otros artistas invitados a la Segunda Cumbre Latinoamericana de Hip Hop y luego volverá a su natal Venezuela de donde, cada tanto, apenas recibimos noticias del apagón.

 

 

Clara “Apolonia” Guilarte, es una de las gestoras del hip hop más relevantes en la escena latinoamericana. Aunque ha preferido mantener su nombre al margen de los diferentes proyectos en los que se ha involucrado, ha trabajado en torno a la cultura hip hop desde la pedagogía y la producción desde hace veinte años, lo que le ha valido un renombre internacional. Siendo la primera rapera en su país —la primera en grabar un disco y salir de gira—, Apolonia perteneció a finales de los noventa a la agrupación La Corte, uno de los referentes más importantes del rap venezolano. Sin embargo, el aprovechamiento que sufrieron una vez que se industrializaron y el abuso sistemático por parte de una mujer al poder de la disquera, la obligaron a dejar la agrupación y a comenzar una carrera como gestora motivada por la falta de espacios y apoyos que se vivía en su país.

Esta mujer de 39 años ha vivido una migración constante que le ha permitido derribar las fronteras entre países y continentes a través de esa gran nación dispersa que es el hip hop. Recién nacida viajó a Estados Unidos donde su familia residía en ese momento. Luego se trasladó a Hamburgo donde, criada en parte por un alemán metódico y melómano, Apolonia conoció diferentes géneros musicales, entre ellos el rap. Idas y vueltas entre Venezuela y Alemania la llevaron a conocer y aprender de la cultura underground de Berlín de principios de milenio, así como a vivir el momento de mayor efervescencia de la cultura venezolana entre los años 2005 y 2008. Por otra parte, su trabajo como asesora en el Ministerio de cultura de Venezuela durante el inicio de la crisis nacional actual le permitió recorrer el país y conocer los procesos educativos y musicales que se gestaban en el territorio.

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Hoy Apolonia vive en Los Frailes, Caracas, un barrio en el que siempre ha vivido su familia y en el que hoy reside con su esposo, el rapero cubano Sekou, y su hija Vida. Consciente de que la educación en torno al hip hop y los procesos formativos van más allá de las fronteras, esta gestora, quien además es también realizadora audiovisual, esta vinculada a procesos como la dirección de Comunicaciones y manager en Venezuela de Generation Hip Hop Venezuela, una entidad sin ánimo de lucro, presidida por Ndaba Mandela o su proyecto La Cuadra, en el que, junto a Sekou y a otros amigos, dan talleres de creación y oficios a los niños y jovenes del barrio.

Seguimos conversando en el taxi que atraviesa Medellín y cuyo destino es una camiseta con el rostro de Canserbero. Hace una semana que debía haberla comprado, sin embargo su viaje ha estado lleno de vicisitudes: solo arrancar el viaje y perdió el vuelo desde Caracas. Ese mismo día que viajaba, Juan Guaidó llegaba de gira y la entrada al aeropuerto estaba minada con retenes. Dos veces la detuvieron para revisar si no llevaba explosivos en sus maletas. Cuando le preguntan por la situación en Venezuela, por Guaidó y por el lugar del hip hop en todo este proceso, Apolonia vacila. No porque no sepa o no tenga una postura, sino por la complejidad que representa explicar a un extranjero —viciado por noticias sesgadas de los medios de comunicación— las formas en las que se vive la crisis o el abandono del país por buena parte de la población a pesar de contar con recursos o el hecho de que muchos artistas no pueden tocar en tarimas venezolanas por miedo a perder contratos extranjeros.

Pero si algo demuestra una conversación con Apolonia es que el hip hop —una cultura por principio política— no encuentra su acción ni su nación en la militancia partidista, sino en los escenarios y espacios donde se rompen con facilidad las fronteras y donde las personas, como niños que entran por curiosidad a escuchar la música de una casa vecina, aprenden a oírse unos a otros y a crear colectivamente.

 

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¿Cómo es Hip Hop hoy en Venezuela?

Mi vida gira en torno al hip hop. No es una cuestión de que yo esté todo el tiempo súper rapper, sino que mi vida siempre está determinada por el hip hop, de una forma u otra, por las cosas que yo quiero generar y por las cosas que yo quiero lograr y eso no tiene influencia del lugar donde esté. Entonces, desde mi perspectiva, yo siempre voy a hacer hip hop. ¿En Venezuela hay unas circunstancias bien complejas para hacer hip hop en este momento? Sí, pero hay diferentes maneras de hacer hip hop. De repente no puedo costear o conseguir patrocinio para hacer un gran evento: no me importa. Ya ha habido muchos eventos, vamos a enfocarlo desde otra perspectiva; vamos a estudiar, vamos a buscar información que no está visibilizada, vamos a buscar qué están haciendo los demás y cómo lo están haciendo. Vamos a ver cómo se puede uno incorporar y ayudar en esos procesos. Yo parto del principio de que, si la idea es buena y hay buen corazón, ahí voy a apoyar. Yo he aprendido a desprenderme mucho de ese rollo del ego del hip hop y lo he hecho conscientemente. No lo digo desde el ego, eso es un problema. Es un problema cuando tú generas algo que vaya en contravía del status quo del hip hop. Yo quiero que se den cosas desde el hip hop independiente de que salga mi nombre o no. Yo soy muy reservada con mi vida e incluso con mi trabajo. Me importa que se habiliten los espacios. Lo que quiero es que la gente vea el trabajo, no que digan Apolonia hizo tal cosa o fulanito hizo tal cosa o que se habilitó tal cosa gracias a tal persona, sino que las cosas se sigan haciendo y se pueden hacer independiente de la situación en la que estés. 

 

¿A qué se debe tu relación tan estrecha con Alemania?

Me crie allá en buena parte, además viví también de joven y adulta y mi relación con Alemania siempre va a ser estrecha porque su cultura e idiosincrasia que me enseñó muchísimo y de la cual sigo aprendiendo. Fue allí donde descubrí el hip hop como tal. Al ser criada por un alemán y en una cultura tan distinta a la mía, Alemania me lanzó unos aportes que todavía son parte de mí. Todo lo que aprendí de la cultura underground en Berlín, de las personas de las que me rodeé, hizo que yo construyera una base de datos, de información. [Yo era] como una esponjita que absorbía todo. En ese tiempo estaba en furor London Police o de repente te levantabas una mañana y había un Banksy frente a tu casa, cuando él estaba comenzando. Ahí entendí que se podía hacer mucho con poco. Incluso en un país como Alemania, con tantos recursos, cuando se trata de generar nuevas manifestaciones, igual se sufre, se llora, se patalea y se lucha por los espacios y por reivindicarse frente a una cantidad de personas. Eso determinó que cuando volví a Venezuela, quisiera aplicar todos estos conocimientos que había adquirido y lo adapté al entorno caribeño que vivía, en pleno auge petrolero, donde todo era amor y paz y todo era chévere. Fueron 2005 y 2006 los años de más efervescencia cultural. A nivel institucional tenías más de quince festivales culturales de todo tipo a lo largo del país. Se establecieron nuevas relaciones con la cultura, en el sentido de que se dio la inclusión del circo dentro de los círculos culturales fuertes, algo que también estaba pasando con el hip hop. Los raperos fueron conocidos a nivel internacional, los crews más famosos de grafiti en Venezuela vienen de esa época. En Caracas había un movimiento muy fuerte de fiestas. Tenías a los DJ todo el tiempo actualizando la situación. La gente desde el breaking también estaba empezando a generar cosas muy valiosas y se empezó a dar ese intercambio internacional que nunca antes había existido en esa magnitud. Y eso empieza justamente con las cumbres internacionales de hip hop.

(Lea también “Nosotros trabajamos para el barrio”: activismos que se paran duro en la Cumbre Latinoamericana de Hip Hop 2019)

 

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¿Por qué volviste a Venezuela?

Porque yo siempre vuelvo, al contrario de lo que es ahora la cultura migratoria venezolana, que es forzosa y forzada: conozco mucha gente que simplemente se fue porque tenía amigos en otros lados o porque estaba aburrida, quizá ni tenían la necesidad de irse. Y esa es otra cosa: en Venezuela hay mucha gente que está resuelta sin estar necesariamente vinculada a la oposición o al gobierno. Simplemente tienen casa propia, tienen ingresos y de repente luchan para conseguir algunas cosas, no todas, aunque todos tenemos que luchar por cosas por las que antes no luchábamos, pero que igual están bien. Hay mucha gente que está mal pero también hay mucha gente que se fue porque quiso. La relación migratoria de Venezuela en ese entonces era totalmente diferente y el venezolano siempre ha sido bastante snob en ese aspecto y hasta ahora es que está aprendiendo a bajar la mirada y tener que afrontar situaciones que antes no. Esa es la razón por la cual yo volví a Venezuela. Yo siempre regresaré a mi país. Yo siempre he sido nómada. Desde que nací, a los seis meses, me llevaron a Estados Unidos, después a Alemania, regresé, mi familia es una familia migratoria, toda vive fuera desde hace treinta años y gracias al Hip Hop he podido viajar mucho. 

 

La periodista Taye Selassi dice que uno debe preguntar a las personas no de dónde son sino de dónde son locales, en la medida en que los seres humanos y sobre todo los migrantes tienen vínculos con diferentes espacios… Así las cosas, ¿de dónde eres local?

Yo soy local de muchas partes. Soy local en la Habana, en Caracas, en Hamburgo, en Berlín. He sido local en Nueva York y puedo ser local en Medellín. En la medida en que yo vibre con las ciudades puedo hacerlas mi hogar, así sea por una semana. El que yo me sienta en casa es muy importante para mí. En el momento en que ya no me siento en casa empieza el problema y también la picazón de que tengo que moverme. Con Venezuela también pasó que, además de que me atrajo ese momento de efervescencia, que fue como un imán. También hubo razones familiares: mi abuela era muy anciana y mi familia estaba toda fuera y aunque había dos tíos que ayudaban a cuidarla fue como una obligación que yo asumí. Y así fue hasta que murió, hace seis años. Hace seis años murió mi abuela y yo quedé embarazada, entonces es como el ciclo de la vida y la muerte. Eso hizo que me fuera quedando. Yo me casé con un extranjero, con un cubano, y mis primeros años de casada fueron entre Caracas y la Habana, hasta que al fin nos quedamos en Venezuela. Asimilar y asumir eso fue una decisión muy consciente, pudimos habernos ido, pero nos quedamos.

 

¿Cómo sientes la tensión entre Europa y América Latina?

Hay que entender que por lo general estas tensiones obedecen a situaciones de Estado y cuando permea hacia la gente se manifiesta de otra manera. Yo no siento esas tensiones. Yo llego a Hamburgo, donde me crie, cojo el metro hacia la casa de mi madre y me muevo en la ciudad como si tuviera once años. Con esto no estoy diciendo que no existan problemas sólo que soy más cotidiana en mi manera de valorarlo. Igual es en Berlín o La Habana: yo tengo una relación con la Habana más allá de mi esposo, es un lugar que constantemente me seduce de diversas maneras, incluso conozco lugares que él no conoce.

(No se pierda esta entrevista con Rebeca Lane, invitada de la Cumbre Latinoamericana de Hip Hop 2019)

 

 

 

 

¿Cómo fueron esos primeros años de gestación de una cultura hip hop en Venezuela?

El HipHop en Venezuela data de hace 40 y un poco más de años con el Breaking graffiti y el Rap hace 40 exactamente con Perucho Conde y la Cotorra Criolla. Cuando a finales de los 90 surge La Corte existían otras agrupaciones sólo que La Corte hizo enfasís en profesionalizarse y estar en los medios tradicionales y tener publicaciones giras, etc. Pero todos los demás elementos se fueron desarrollando en paralelo. Sólo que no existía apoyo institucional. Nos corrían de los espacios públicos donde intentábamos hacer vida y nos satanizaban a nivel de la policía y otras cosas.

Cuando yo llegué a Venezuela en el 2005, 2006, ya había habido un auge seis años antes. Yo empecé a integrar la Corte en 1998,1999 y fue cuando, fortuitamente, pasé a ser la primera mujer en rapear en Venezuela, la primera mujer en grabar un disco, publicarlo y salir de gira y en tener un movimiento mediático muy importante, además dentro de una agrupación de puros hombres. Obligatoriamente me tocaba destacar en todo eso. A mí al final, muy sinceramente, me parecía demasiado tediosos hacer eso, porque siempre he sido una persona muy privada y he resguardo mucho mi integridad. Y sí lo sentí pasivo por un tiempo. Cuando me tocó desvincularme, o más bien cuando decidí desvincularme de ellos fue porque había mucho abuso y era más por parte de las mujeres que de los hombres, recuerdo una que trabajaba en la disquera que hacía lo que fuese por sacarme del paso y hacerme quedar mal.. Me convertí en una ermitaña, me fui al under más under hice una película con Enelio Fariña junto a un jóven Edgar Ramírez y luego me fui del país. Cuando vuelvo en el 2001 es que me encuentro con muchas cosas, pero un poco tibio. Al volver comienzo una relación con un DJ de hip hop que duró varios años, pero me vuelvo a ir y ya en Berlín lo absorbo todo como una esponjita y cuando vuelvo a Venezuela definitivamente es que se da todo este auge de creación, de espacios nuevos y todo vinculado al hip hop.

2005 y 2006 fue maravilloso. 2007 también. Ya en 2008 había madurez. 2009 se habían constituido 33 escuelas de hip hop a lo largo de todo el país con el proyecto Epatu (Escuelas para las artes y tradiciones urbanas) existía el Nueclo Endógeno (ahora parque cultural) Tiuna EL Fuerte y se creó la Escuela de HipHop Endógeno EHHE. Se había aprendido a redactar proyectos, a defenderlos. Fueron años muy fructíferos porque aprendimos mucho. En 2006 tuve la oportunidad junto con mucha otra gente joven de fundar un canal de televisión en Caracas muy diferente de los que ya habían existido y que llegó a determinar el lenguaje estético de los canales tradicionales. Todo en ese tiempo se gestó hacia el fortalecimiento de la escena cultural del hip hop, del punk, del circo, de todas esas expresiones que no cabían en la escena cultural de norma.

Ese fue el momento en que éramos ricos, no solo en dinero, sino en líneas generales. Teníamos accesos al dinero, a la institución, etcétera, y hoy en día eso yo lo valoro mucho más. Y eso se debe también a la inexperiencia: pasar de no haber tenido nada a encontrarte en un espacio florido de oportunidades y cosas que, seguramente, muchos desaprovechamos porque no sabíamos cómo manejarlas.

 

¿En qué sentido?

No trabajamos en la autogestión desde el principio porque había tanto dinero que no veíamos posible que se acabara. Y lo acabaron, que esa es la parte que más duele. Empezamos a pensar todo el tema productivo cuando ya era muy tarde y no pudimos meterle el freno a esa caída.

 

Cuando se empieza a acabar, ¿cómo se dan cuenta y cómo empieza a cambiar esto?

Te das cuenta rápido porque todo el país estaba sumido en una crisis. Era imposible escapar de esa realidad. No era como que entrabas en bancarrota y el resto del país estaba bien. No era una derrota personal, sino que era una cosa nacional que, así como se llevó los proyectos culturales, se llevó muchísimas otras cosas.

 

¿Cambiaron también los temas a tratar en el arte?¿Cambiaron los temas sobre los que hablaban los raperos?

No, los raperos se fueron. Los raperos de nombre salieron del país. Algunos sacaban canciones protesta sobre lo que estaba pasando en el país pero, desde mi perspectiva, no fueron un gran aporte tampoco.

Ahora estamos en una etapa de deconstrucción del país que tenemos en la actualidad. Yo no creo que nosotros estemos ya construyendo un nuevo país. Todavía hay mucho que desmalezar y hasta que no se desmalece, es imposible la reinvención, porque está todo muy podrido.

 

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¿El hip hop tiene una responsabilidad política con respecto a lo que está sucediendo en Venezuela?

Ahorita hablamos de eso… No puedo loquear con esa respuesta porque es bien complejo.

La politización en Venezuela es real. La gente no está jugando con su politización. Además, no hay medias tintas, ¿sabes? No hay un centro y yo siento que ahora estamos más radicales que nunca. La oposición, además, es una cosa muy compleja. Ellos creen que los chavistas ya no existen, niegan que existe el chavismo, pero no explican cómo, si no existe, llevan veinte años luchando contra ellos. Y los chavistas que sí existen, tienen muchas críticas frente al gobierno. Porque el gobierno, finalmente, no es ni siquiera chavista. Lo que pasa es que como a Maduro lo propone Chávez para que la gente lo escogiera, dicen que el pana tiene un gobierno chavista. Pero eso no es cierto. Claro, hay una presión extranjera contundente, se han cometido muchos errores desde cuando Chávez estaba vivo y hoy estamos pagando los platos rotos de no asumir las consecuencias y la responsabilidad de eso. De no asumir la contraloría popular y un montón de cosas. Esa plata se fue del país y hubo gente que se fue habilitada para que se llevara esa plata. ¿Por qué coño sucedió? ¿Cómo fue que nos lo hicieron en la cara y nadie se responsabiliza por ello? Y no estoy hablando de señalamientos. Yo hablo de que la gente diga: sí, yo fui y yo me llevé la plata. Mi problema con Rafael Ramírez es ese, por ejemplo. Rafael Ramírez puede salir hablando pestes del presidente, pero a mí me sabe a mierda. Él era el presidente de PDVSA, él era el fucking presidente de la empresa nacional más grande, del lugar recursivo más grande de Venezuela. Ahora PDVSA está quebrada y toda la lucha que se generó en 2001 y 2002, con el paro petrolero, se la echó, se limpió el orto con ella. Eso es el colmo. ¿Cómo puedes decir que siendo el presidente de la empresa no te diste cuenta de que se estaban robando la plata? Y si no te diste cuenta porque eres estúpido, aun así eres responsable por ser estúpido. Es así de sencillo. Y bueno, aquí estoy yo con mi despecho eterno. Venezuela pa’ uno es como un despecho eterno.

Con el hip hop pasaron muchas cosas. Muchas cosas que hoy la gente no quiere reconocer. Y yo ni siquiera estoy pidiendo que lo reconozcan desde el proceso de politización estatal, sino desde el proceso de la política de la gente. Sí, en su momento nos dieron las herramientas y puede que no las hayamos administrado bien, pero se generaron muchas cosas que ahora que eres grande, ahora que eres reconocido, ahora que viajas por el mundo, ¿cómo no las vas a reconocer? No me jodas. También la radicalización del discurso es muy fuerte. No te dan opción. O te paras aquí o te paras allá. Si no estás parada en ningún lado estás en contra de todo.

Aun así, hay que acotar que justamente por esa hiperpolitización muchos hoppers con los raperos a la vanguardia) se hicieron de manera propia. Crearon sus empresas sus estrategias sus condiciones para trabajar y crear trabajo fuera de Venezuela, además. Hay Raperos Breakers escritores de Graffiti y DJ´s venezolanos regados por todo el mundo en éste momento por que crearon las condiciones cuando debieron justo para poder crecer hacia otros horizontes. Sin importar si se identifican o no con un color político local.

 

Que es como se vende mediáticamente. Al menos fuera de Venezuela…

A ambas partes. Tanto la oposición como el chavismo juegan a eso.

(Lea también 'Fly So High y su ‘Antítesis’: entre la competición del rap, la crítica barrial y el afrofuturismo')

 

¿Qué salida hay para la situación?

Yo te puedo hacer catarsis de todo lo que se me pasa por la cabeza en torno a esto, pero aquí hay una cuestión de voluntad en sociedad que no está funcionando. Por eso te decía ¿cómo se empieza a construir? No lo sé. Pero lo que sí sé es que no hemos tocado fondo. Nosotros tenemos que desmalezar y es un ejercicio de saneamiento y de sanación que tienes que hacer a nivel social y eso es muy complejo. La crisis económica nos ha pegado a todos, pero la gente es muy hostil y la convivencia ciudadana es muy difícil.

Cuando fuimos a la frontera hace dos semanas y yo estaba representando a dos raperos, fue muy difícil. Yo viví en San Cristóbal hace tiempo, transitaba libremente hacia Cúcuta que, además, es una ciudad que a mí me gusta mucho. Pero San Cristóbal cambió por la violencia que se generó con las Guarimbas… y ese es otro cuento. ¿Hasta cuándo vamos a generar violencia desmesurada que, supuestamente, tomó un gobierno? Eso no funciona así. Eso funcionó en 1989 y ni siquiera, porque tuvieron que pasar años para ver los resultados. Pero 1989 el Caracazo fue un estallido social genuino, no producido y financiado. Las guarimbas quemaron San Cristóbal casi por completo y nosotros nos sentimos atrapados y amenazados en San Cristobal durante un día entero. En Venezuela hay mucha inseguridad y lo que tú quieras, pero yo nunca había sentido el temor que sentí ese día. Además, teniendo bajo mi responsabilidad a cinco personas más y sabiendo que habíamos por lo menos cien personas trabajando en un evento, distribuidos por toda la ciudad y sin poder salir, porque no podíamos movernos en los transportes que teníamos asignados porque eran transportes del estado. Y agredieron uno de los transportes, rompieron los vidrios, hubo heridos, etc. Todo eso tiene que ver con un odio exacerbado y la no aceptación de una población que sí existe. O sea, los chavistas no se crearon solos y están ahí. Reconócelos y parte de ahí para generar cualquier cambio. Hasta que eso no suceda no va a haber una salida, porque estás jugando a la terquedad porque sí.

 

¿Cómo fue ese concierto?

Fue bastante orgánico. Y yo sé que le gente que llegó ahí, que fue gente que llegó de todo el país y por sus propios medios, era gente de base, la gente que todavía, a pesar de las circunstancias, cree en algo que no es lo que ofrece la oposición y fueron a manifestar su apoyo. Habría como cinco mil, seis mil personas. Y no creen en Maduro, pero es que es Maduro o es bombas. Así de sencillo. Entonces yo no puedo, bajo ningún concepto, siendo yo venezolana y teniendo y criando una hija en Venezuela, decir: ah sí, que se joda Maduro porque a mí no me cae bien, pero entonces que venga y me caigan a bombas. Porque eso no entra en mi sistema. ¿Estamos jodidos? Estamos jodidos. ¿Tenemos problemas? Tenemos problemas. Pero bueno, vamos a buscar la manera de resolver nosotros nuestros problemas. Yo nunca podré estar del lado de la injerencia para resolver los problemas de nadie. De ningún país. Eso nunca ha salido bien. Ni siquiera después de la segunda guerra mundial esa mierda funcionó y por eso el fascismo está creciendo de nuevo en Alemania. Por la razón por la cual se dividió un país en dos pedazos y los que estaba rigiendo esos dos pedazos hicieron lo que les dio la gana y los alemanes no tuvieron opción. Y bueno, no hay un país que haya tenido una intervención militar estadounidense que hoy en día esté de pie. No existe y nadie me va a poder decir que eso va a ser diferente en Venezuela.

 

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¿Qué opinas del concierto en Cúcuta que promovió Richard Branson, fundador de Virgin, para atraer la atención mundial sobre la crisis?

Yo no sé ni siquiera si merece una opinión. Es muy complejo también, porque es ese juego de que me vienes a ayudar, pero el concierto estaba súper dividido. Los que estaban adelante, que eran los famosos y los que salían en las fotos, estaban muy alejados de la gente que fue a apoyar esa causa. Jugaron también con las emociones de la gente. La palestra eterna de los intereses y la manipulación. Además, tengo amigos y afectos colombianos aquí, en Venezuela y en otros lugares del mundo y en nuestras conversas siempre sale a relucir la temática política y social de alguna forma. Algunos de ellos se molestaron mucho por que me decián que esa misma ayuda la podría necesitar Colombia. Eso me pareció muy fuerte. Supe de artístas que les dijeron que, si participaban del concierto del lado de Venezuela, le quitaban contratos.

 

¿Cómo ha sido tu trabajo con los niños de tu barrio?

Esa interacción nació por Vida. Cuando yo estaba a punto de tener a mi hija, estábamos arreglando la habitación de la niña y escuchábamos mucho afrobeat, mucho Fela Kuti. Yo amo a Fela Kuti con locura. Poníamos la música en casa y los niños vecinos, que pasaban mucho tiempo solos porque su mamá trabajaba todo el día, se nos colaban en la casa. Ellos ya habían estado en un video de Cancerbero que habíamos hecho en mi casa, pero esta vez era diferente, porque ahora estaba explicándoles qué era lo que sonaba y eso. Así empezaron todos, después fueron cinco, luego diez, doce, quince y cuando fuimos a ver teníamos la casa llena de niños haciendo actividades y nosotros llamábamos a nuestros amigos para que dieran talleres gratis de lo que sabían. Empezamos con uno de siembra, de agricultura urbana en la casa. Luego grabamos un corto documental sobre el arraigo del barrio[U6] , de cómo llegaron sus familias al barrio. También, como en ese tiempo vivía con nosotros un amigo que es realizador, él les dio un taller de fotografía básico y de cámara y hubo dos que se destacaron tanto que pudimos lograr una invitación al festival de circo que organizaba un amigo. Eso sirvió para que el canal chino se interesara por nuestro trabajo con La Cuadra, que así es como se llama el grupo e invitaron a los chicos que eran buenos en cámara a grabar con ellos un proyecto para el festival. En efecto salieron muchos planos hechos por los chicos y genial. Con ellos hemos hecho muchas cosas. Ahora son más grandes, hay unos que ya no viven en el barrio.

 

A partir de estos niños, ¿cómo ves tu trabajo en el futuro?

Ahora ellos son grandes. Los resultados ya se ven de alguna forrma u otra. Hay uno que es prospecto a profesional de béisbol, otro tiene un trabajo estable, otro migró a Chile, una de las chicas que trabajó con el canal chino quiere estudiar fotografía. Lo que sea que hayamos generado en ellos tuvo efecto y generó algo que van a llevar por mucho tiempo y eso para mí es importante. Con mi hija es igual. Ella ve los videos y las fotos y entiende lo que sucede en la casa, toda la gente, la sana locura. Es su hogar, es lo que conoce y es así como toca tambor, hace capoeira, corrige a su papá en los ensayos, abraza al que llora y toma fotos con la Canon así casi no pueda sostenerla hace freestyle y canta parrandas.

 Sekou y yo fuimos asesores del ministro de cultura hace un tiempo, en un equipo de cuarenta asesores que viajó por todo el país haciendo un diagnóstico de los movimientos culturales emergentes. Se nombró así para que la gente entendiera, pero realmente son manifestaciones artísticas y culturales que tienen mucho tiempo en la sociedad venezolana pero que la gente sigue viendo como algo que no es lo tradicional venezolano. Ahí está el hip hop, el circo, la modificación corporal, tatuajes, body art, diseño e ilustración, grafiti y muralismo y el emprendimiento porque, como te dije, empezamos tarde a hacer eso de una manera factible. Pasamos un año viajando por el país, haciendo el diagnóstico y encuentros, con el hip hop fue más fácil hacer cosas porque ya se había hecho ese trabajo con antelación. Había mucha gente en el territorio que había tenido experiencias en las escuelas para las artes y tradiciones urbanas EPATU creadas por HipHop Revolución unos años antes. Tantas ideas nuevas tanto potencial. Nos vimos reflejados en nuestra experiencia casera en muchos lugares y el que eso suceda a pesar de la crisis y la incertidumbre que esta genera a mi me da un respiro de que al final algo bueno tiene que salir de todo esto.

De ahí Hip Hop en Movimiento, que es lo que se genera de estos movimientos emergentes. Todos trabajamos en nuestros respectivos nichos y espacios como movimientos emergentes, pero como veíamos que había unas cosas más lentas y más instucionalizadas y nosotros teníamos la ventaja de que podíamos trabajar de forma más ágil desde el territorio justamente por que el HipHop estaba organizado, decidimos independizarnos de eso y armar la página de Hip Hop en Movimiento (que ahora estamos repensando) y que sirvió de plataforma para muchas cosas, entre esas, poder empezar un proceso de investigación académico y científico en torno a la cronología del hip hop venezolano. No desde los sentimientos que pudiera evocar eso en las personas que vivimos etapas del hip hop venezolano, sino desde lo factible, desde lo pragmático: qué discos se dieron, qué evento y quiénes gestaron eso. Conseguimos el espacio galería de la estación de Bellas Artes de Caracas, que es una estación muy concurrida, y durante tres meses estuvimos ahí metidos en la Exposición Historiográfica del HipHop venezolano, exponiendo a las personas de a pie que no tenían nada que ver con el hip hop. En total entraron más seis mil personas. Montamos talleres con las escuelas aledañas a la estación, recorridos especializados, un cypher de breaking, un concierto de rap de vieja escuela, con el que casi nos sacan del metro porque eso se llenó y la gente estaba como si estuviera en otro evento en un local. Y bueno, eso es lo que trato y tratamos de hacer ahora con Generation Hip Hop. No gestionar toques ni eventos, sino educación a través del hip hop. Escribir más publicaciones en torno al hip hop porque en Venezuela es sumamente necesario.

 

 

 

¿Qué es Generation HipHop?

Generation HipHop es una organización sin fines de lucro con presencia en 60 países ( y creciendo). Buscamos impulsar de manera contundente el trabajo que ya vienen haciendo muchas personas en todas partes con respecto al HipHop desde la educación respetando los procesos propios de cada país o territorio e impulsando donde sea necesario.

 

¿Qué te queda después de todo eso?

Muchísimo. Me queda muchísimo. Me pasó hace poco que Sekou estaba en cuba y lo invitaron a un festival no solo como artista, sino también para que hablara de su experiencia en Venezuela en términos generales. Entonces me senté a revisar los últimos seis años para que él pudiera dar la conferencia y, bueno, para acordarme, y me di cuenta de que no me acordaba de muchas cosas que, como ya habían sucedido y ya no las estaba haciendo, y estaba tan enfocada en el siguiente paso no me tomaba el tiempo de apreciar. Eso me ha pasado mucho. Este año me tocó hacer eso, desde diciembre del año pasado, y darme cuenta de que he hecho un montón de cosas. Y a veces me frustro. Es como si tuviera todas las hornillas prendidas con agua hirviendo y me resto mérito a mí misma. Pero es también una manera de autopresión. Eso me ha ayudado a entender que los procesos son los procesos y que toman tiempo.

He hecho de todo en esto desde estar en la tarima hasta estar moviendo los hilos para que la tarima exista me he formado sistemáticamente en torno a todo lo que me interesa que pueda generar progreso para mi y para la manera que vivo. Siempre estoy estudiando un montón de cosas. Ahora nos estamos metiendo en la danza, por ejemplo. Estamos trabajando la compañía Teresa Danza Kalle y estamos tan metidos que estamos entrenando con ellos. Yo nunca me había acercado al hip hop desde el baile porque nunca sentí que tenía lo que se necesita para ser bgirl, pero esta vez dije, sí, que joda. Y ahora entiendo mucho más, porque los elementos en Venezuela están muy separados. Eso nos llamaba mucho la atención a Oli Boy (el creador del Festival Breaking de Venezuela y director de la compañia Teresa DanzaKalle) y a mí. Él decidió contratarme para que animara eventos de breaking, el Festival Breaking Venezuela hace unos 4 años, y te juro que al principio el ambiente fue tan hostil por parte de los bailarines que no querían que una rapera o una persona ajena al baile estuviera en su espacio o en su entorno. No me lo decían de frente, pero sí lo manifestaban de alguna forma. Pero el hecho de que yo estuviera por ahí en todo momento, hizo que ellos empezaran a respetar lo que hacíamos. Y es igual con los otros elementos. Yo siempre trato de entender lo que los demás hacen así no sea lo que yo practico, porque igual me interesa un montón. Más que todo ahora con lo de Generation Hip Hop que tengo que estar bastante informada de lo que está sucediendo en el país.

Por otra parte, está mi trabajo como directora creativa con Sekou que es algo que me enriquece tanto. Tengo un respeto muy grande por su trabajo y la evolución su legado y me enorgullece bastante que los últimos 10 años tengan de muchas maneras también mi sello y mis ideas y que eso sea reconocido por él. Las relaciones de pareja hetero en el hip hop muchas veces están enfocadas en el crecimiento artístico o de carrera del hombre y el aporte de la mujer es invisibilizado hasta en los créditos. Sekou aprendió que conmigo eso no es posible porque siempre traigo algo propio. Trabajar en igualdad de condición a nivel creativo y de investigación con él es quizás una de las experiencias más refrescantes y contundentes de mi carrera.

 

¿Y la Fundación el Canserbero?

En ese mismo orden de ideas incluyo el trabajo con la Fundación El Canserbero. Somos simplemente su familia y varios de sus amigos más cercanos que nos unimos para poder sobreponernos del golpe tan contundente que sigue siendo el no tener a Ty en vida, pero además el defender su legado buscar sembrar más semillas de sus ideas y sueños y por sobre todo procurar claridad en torno a su nombre y las circunstancias en las que se genera su deceso. Hemos tenido que sortear muchas adversidades, pero también hemos recibido una avalancha de amor que, de esa manera, al menos yo, no conocía.

Todo eso y más desde el corazón y la tripa. Además de que, por la manera del mundo, por haber decidido ser madre, tengo una responsabilidad para con mi hija que va más allá. Es imperativo para mí que ella pueda ser y existir consiente de que, si bien sus condiciones no son las más favorables siendo mujer, afro y del Caribe no son un impedimento y a futuro mucho menos una excusa para no lograr lo que desee. El legar a nuestra hija hechos, el educarla en torno a nuestras realidades y nuestras luchas es muy importante para nosotros.

El lograr la sencillez como estilo de vida aplicado es otra meta.

 

Voy de nuevo: ¿El hip hop tiene una responsabilidad política con respecto a lo que está sucediendo en Venezuela?

El hip hop es político así la gente diga que no, que no debe inmiscuirse. Hay muchas opiniones encontradas al respecto. Pero el hip hop nace porque el estado le falló a un espacio determinado de una ciudad. Así de sencillo. Todas las acciones que se generan desde ahí son manifestaciones políticas, incluso aquellas que son más industriales. El hecho de que el rap sea el género más escuchado en el mundo —aunque a veces no parezca—, el hecho de que el hip hop sea un país simbólico, porque hay al menos una persona en cada país del mundo que se siente identificada o trabaja en torno a la cultura hip hop… el hecho de que exista una apropiación de la estética, de las maneras en que se vive el hip hop, todo eso obedece a lo político en la cultura hip hop. Nos guste o no, así esté ligado a un partido político o no, eso es político. ¿Qué si el venezolano entiende eso? No lo sé. Estamos tan politizados que nos cuesta. Cuando dices <<político>> en Venezuela la gente de inmediato piensa en el conflicto rojoazul y no entienden que la política es todo. Una de las cosas que aprendí justamente trabajando en el Ministerio de Cultura, fue la oportunidad de generar políticas y enseñar políticas con la gente y en los territorios en una cuestión que abarcaba gente que no tiene nada que ver con lo que tú haces habitualmente. A mí lo que me parece más importante es que, independiente de hacia dónde sale, cada quién tiene la opción. Cada quien puede decidir lo que quiera, pero no puedes ser estoico frente a ninguna cosa.


Apolonia fue una de las invitadas a la Segunda Cumbre Latinoamericana de Hip Hop que tuvo lugar en Medellín del 6 al 9 de marzo y que estuvo a cargo del Movimiento de expresiones latinoamericanas de hip hop MELAH, un proyecto de la Fundación Cartel Urbano.

 

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